Disclaimer: Los personajes son de J.K.R. Si fuesen míos la historia sería muy distinta, y mi cuenta bancaria también.
Notas: Este es un pequeño experimento que hice con la segunda persona, a ver qué os parece. No será muy largo (unos 3 capítulos).
Cuando hablar no es opcional
Sabes que no puedes evitarlo para siempre, sin embargo agachas la cabeza con la vana esperanza de que la profesora no te mire.
—Harry Potter, es tu turno de leernos la redacción —dice con una sonrisa en los labios. Y todos los alumnos te miran. Cientos de ojos. De todas las casas. Todos los afectados por la guerra. Es decir, casi todo el maldito mundo que conoces e incluso algunos más. Observándote fijamente. Sentados formando un enorme círculo para poder veros bien. Aún encima. Las manos te sudan. No sabes de quien fue la idea de obligaros a hablar con esa mujer tres veces por semana pero si lo supieras le maldecirías de inmediato. No es que estés en contra de todo ese rollo de "superar los traumas y dejar el pasado atrás" pero no crees que asistir a una clase llena de gente y hablar de tus sentimientos vaya a ayudarte. Quizá a otros sí, pero no a ti. Si se tratase sólo de tus amigos no habría mucho problema. Incluso si se tratase de un pequeño grupo podrías intentarlo. Pero esto ya es demasiado.
—No la tengo —dices con voz suave, una disculpa en la mirada.
—Bueno, siempre puedes improvisar si te sientes más a gusto —y lo dice tan contenta, como si fuese tan fácil. Después de lo mal que lo pasaste la última vez, tartamudeando cuatro palabras sobre Sirius mientras te miraban con compasión, no piensas volver a repetirlo.
—La verdad es que preferiría no hacerlo —contestas, intentando dejar bien claro que NO piensas hacerlo.
Pero la profesora no parece captar el tono e insiste.
—Bueno Harry, comprendo que es algo delicado hablar de estos temas. Pero todos estamos aquí para apoyarte ¿verdad?
Todo el mundo asiente y dice palabras de ánimo en bajo, como si eso ayudase. "Claro, Harry". "Tú puedes". "Estamos contigo". Y la profesora te mira, con su estúpida sonrisa triunfal, creyendo que ya estás convencido. Pero no.
—Lo siento, pero de verdad que no —dices firmemente. Intentando no sonar demasiado cortante ya que esa mujer tiene tu futuro en sus manos. Y te parece indignante.
—Oh Harry, no negaré que me decepciona tu falta de participación. Pero te daré otra oportunidad cuando acaben los demás, a ver si te animas —. ¡Y te guiña un ojo! Como si fuerais amigos. La verdad es que no entiendes como los demás pueden hacerlo. Levantarse y hablar de sus penas. De sus familiares muertos. De la guerra. Y no sólo de eso. De su infancia. Sus amigos. Todos sus problemas. Tu no estás dispuesto. Hay cosas que ya fue bastante difícil vivirlas como para hablar de ellas. Y otras en las que prefieres simplemente no pensar.
La profesora pasa al siguiente alumno y sientes que ya puedes respirar tranquilo. Por fin. Pero el alivio no te dura mucho. Le toca a Hermione. El tema de la semana trata de hablar de enfado y arrepentimiento. Hermione está hablando del curso pasado cuando buscabais horrorcruxes, de cómo os afectaba y de la huida de Ron. No quieres oírlo. Agachas la cabeza, intentando no fijarte en como las miradas de todos pasan entre vosotros tres. No es que quieras esconderlo. No hay nada de malo en que la gente sepa lo que ha pasado. No es ningún secreto. Y eres consciente de que entender realmente como fueron las cosas puede ayudar a mucha gente. Tal y como dice la profesora. Pero no quieres pasar por eso otra vez.
—Hey colega, ¿estás bien? —susurra Ron a tu lado.
—Sí, no te preocupes. Es sólo que todo esto no me gusta nada. No entiendo qué hacemos aquí. ¿A ti no te mosquea? —respondes, intentando que nadie más te escuche. Especialmente la profesora.
—Bueno, a mí tampoco me entusiasma. Pero no sé tío… reconozco que ayuda. Y Hermione ya nos dijo de qué iba a hablar antes de venir —Ron intenta proteger a Hermione. Deduces que tu cara debe estar muy crispada si cree que estás cabreado con ella. Intentas controlar tu expresión.
—Lo sé. No estoy enfadado, sólo incómodo —la preocupación de Ron parece suavizarse. Se ha vuelto bastante protector con Hermione desde que son pareja. En realidad te parece muy bonito y casi sonríes al pensarlo.
—¿Por qué no lo intentas? Sabes que si no hacemos esto no nos graduaremos. Es obligatorio —contesta Ron. Y sabes que lo dice con la mejor intención, así que asientes e intentas sobrellevar lo que queda de clase como mejor puedas. Pero sigues sin querer hablar. Podrías mentir pero no te parece correcto.
La clase continúa, los demás leen su redacción o hablan del tema por turnos. Ya casi no queda tiempo y esperas que no os haga quedaros otra hora. No sería la primera vez.
—Lo habéis hecho todos muy bien —dice la profesora. Y tienes la esperanza de que se haya olvidado de ti y os deje marchar—. El último de hoy será… Draco Malfoy.
Y tus esperanzas se desvanecen. Miras a Malfoy. Parece incómodo. La verdad es que lo sientes por él, entiendes perfectamente como lo está pasando. Ese pensamiento hubiese sido imposible hace unos años pero después de todo lo ocurrido, las cosas ya no son como eran. En realidad no os estáis llevando mal este curso y eso te gusta. Es casi inconcebible, pero así es. Tampoco es que seáis amigos pero habéis llegado a una especie de compañerismo. A veces incómodo. A veces sorprendentemente agradable. De cualquier manera, la imagen que tenías sobre él ha cambiado y eso te preocupa muchísimo. No quieres ni pensarlo. Lo único que te permitía no plantearte tu constante interés por él era la aversión que sentías, sin eso no sabes qué es lo que queda. Lo que estaba tapando. Cada vez que habla y descubres algo nuevo sobre él, sientes algo que no puedes descifrar y te pone muy nervioso. Al menos suele ser parco en palabras, piensas. Y parece entusiasmarle esa clase tanto como a ti. Con suerte esa tortura no durará mucho más.
—No hice la redacción. Y no quiero hablar —dice secamente. Su tono deja claro que la decisión está tomada y no habrá manera de convencerlo.
La profesora suspira y te mira con esperanza de que hayas cambiado de opinión y hables. Tu niegas con la cabeza y ella vuelve a suspirar. Os mira alternativamente a ti y a Malfoy. De repente su semblante cambia, parece que se le ha ocurrido algo. No te gusta ni un pelo.
—Chicos, la verdad es que vosotros dos no me lo ponéis nada fácil —crees que tiene gracia que ella lo diga ya que no es la que tiene que hablar de su vida—. Como comprenderéis no puedo permitir la falta de participación, sería injusto con el resto de los compañeros. Y esta asignatura no tiene nota, sabéis que sólo existe para ayudaros. Pero si no queréis hablar no puedo obligaros.
Estás a punto de suspirar aliviado al escuchar esto pero entonces te das cuenta de que todavía no ha terminado. La mujer os sonríe, como si os fuese a hacer un favor. Lo que tienes claro, no va a pasar.
—En su lugar os voy a mandar un trabajo para que hagáis juntos. Como el tema de esta semana es el enfado y el arrepentimiento, hablareis de ello pero aplicado a vuestra relación: cuándo os enfadasteis más con el otro, cómo os hizo sentir, de qué os arrepentís más... Estoy enterada de que habéis tenido una relación algo complicada así que esto puede tener un doble beneficio. Seguro que hablar de ello os ayudará mucho —y vuelve a sonreír de oreja a oreja. Como si fuese la mejor idea del mundo. Y puede que sea la peor. Es cierto que Malfoy y tu lleváis ahora una relación cordial pero de ahí a esto… hay un mundo.
Ambos la miráis con los ojos muy abiertos, como si estuviese loca. En realidad toda la clase se ha quedado expectante. Ya estás negando con la cabeza, a punto de poner mil objeciones cuando vuelve a hablar.
—No es opcional. Aquí también tratamos la resolución de conflictos. Por la paz — añade y sabes que con eso ya no tendréis cómo negaros—. Quiero que lo preparéis para dentro de dos semanas. Ya veis que os doy más tiempo. Quién sabe, quizá al final hasta logréis ser amigos.
La miráis, incrédulos. El disgusto claramente pintado en el rostro. La profesora hace un gesto y el resto de los alumnos salen del aula. Vosotros no.
—Si os lo tomáis como una oportunidad y no como un castigo lo llevareis mucho mejor. Y si realmente lográis llevaros mejor, eso podría ser un buen ejemplo para el resto —entiendes que ese es el verdadero motivo para hacerlo. Este curso se están tomando muy en serio la integración. Quieren evitar la discriminación de cualquier clase. Incluso ahora las salas comunes están abiertas a cualquier alumno, sea de esa casa o no, para fomentar la amistad entre estas. Eso te parece bueno. Ahora podéis pasar más tiempo con Luna. Y en realidad está funcionando bastante bien. Excepto con Slytherin, claro. Algunas personas son más abiertas, pero no está funcionando igual de bien que con los demás. Las heridas siguen abiertas y hay mucho rencor de por medio.
—Mirad, —continúa persuadiendo la mujer— sabéis que yo tengo un hechizo por el cual no puedo hablar de vuestros temas personales fuera del aula. Si aún así os sentís incómodos por hablar delante mía, podéis hacer este trabajo. Haréis una redacción de como os ha beneficiado y ya está. Lo que habléis puede quedar solo entre vosotros.
Os miráis sin saber muy bien qué hacer. Pero sabéis que no os queda otra. Te encoges de hombros con un suspiro.
— ¡Perfecto! —dice la profesora dando una palmada en el aire. Y lo da todo por resuelto.
Salís del aula y nada más cerrar la puerta os quedáis mirándoos. Pasa un rato y ninguno de los dos decís nada. Malfoy tiene el ceño fruncido.
—En fin. Esto va a ser… Incómodo. Cuanto menos. Pero al menos no tendremos que hablar ahí dentro las próximas semanas —dices, intentando sonar positivo. Pero sin lograrlo.
—Sí. Es un consuelo… —responde Malfoy con desgana—. ¿Y cuándo?
— ¿Cuando qué? —dices, confuso.
—Cuándo quedaremos. Para hacer el trabajo. Para hablar… Lo que sea —pensarías que se está conteniendo de insultarte si no pareciese tan nervioso.
—Oh, claro. Pues, no sé. ¿Mañana? No tenemos clases por la tarde. Y cuanto antes empecemos…
—Antes acabaremos —termina Malfoy, asintiendo con la cabeza—. Muy bien. Nos vemos mañana a la salida del gran comedor.
—Muy bien. Hasta mañana —dices. Y suena extraño decírselo a él. Ambos os vais de allí casi corriendo.
