Los personajes de Bleach pertenecen a Tite Kubo.
La historia es una adaptación del manga "Miseinen Dakedo Kodomo Ja Nai"
Advertencias: AU. Contiene OoC .
LIGERAMENTE CASADOS
Capítulo 1.- Sorpresa de cumpleaños.
— ¡Ya viene!¡Ya viene! —Yoruichi escuchó la voz de su hermano menor mientras bajaba la escalera de mármol.
Sonrió ligeramente, su familia no podía ser más evidente. Todos los años, desde que recordaba, habían tratado de sorprenderla en su cumpleaños, pero por alguna razón siempre lo descubría antes. Así que otra vez tendría que fingir sorpresa.
Por ello toda la mañana se la pasó encerrada en su cuarto alegando que tenía que hacer sus deberes escolares, les estaba dando tiempo para que prepararan su fiesta de cumpleaños.
Al entrar al comedor fue recibida por serpentinas de colores que danzaban en el aire.
—¡Felicidades! —exclamaron al unísono un niño de doce años, de tez morena y cabello negro, un hombre alto de cabello morado corto y ojos negros y una mujer de cabello negro largo y ondulado y ojos dorados.
—Gracias. —respondió Yoruichi con una sonrisa. Desvió la vista de su hermano y padres hacía el gran comedor.
En él ya estaban servidos los cuatro platos y al centro tenía un adorno floral regalo de su padre para su mamá. De los adornos por la celebración de año nuevo ya no quedaban vestigios.
Yoruichi arrugó el ceño. ¿Dónde estaban los invitados, el pastel y los regalos?
—¡Oh querida! —exclamó la mamá imaginando los pensamientos de su hija. —Este año celebraremos tu cumpleaños por la noche. Te tenemos una gran sorpresa.
Yoruichi asintió emocionada, le hubiera gustado que la fiesta comenzara desde ahora pero bien podría esperar un poco más. No obstante más que la fiesta lo que más la emocionaba era el regalo de sus padres.
Sin querer días atrás escuchó a sus padres hablar sobre que ya era tiempo de darle a Yoruichi la casa.
Y aunque iba a extrañar demasiado a su familia, la idea de valerse por sí misma era excitante.
La familia se sentó en el comedor para disfrutar de su comida.
/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/
Más tarde Yoruichi paseaba por los centros comerciales junto a su mejor amiga, Soi Fong. Estaban buscando los accesorios perfectos para el vestido que Yoruichi usaría esa noche.
Se detuvieron frente al escaparate de una joyería para mirar un juego de gargantilla y aretes de oro con esmeraldas.
Era bonito pero no era el estilo de Yoruichi, prefería algo más discreto. Yoruichi era hija de un importante empresario y aunque podía darse el lujo de comprar lo que deseara ella no era ostentosa, salvo en pequeñas ocasiones.
Mientras seguía observando las joyas, Yoruichi sintió que su bolsa le fue arrebata de las manos, giró enseguida y vio a un chico de chamarra gris correr con su bolso negro.
—¡Mi bolsa! —exclamó molesta y sorprendida.
Iba a comenzar a correr tras el chico, pero no fue necesario. Ya un muchacho de cabello negro lo había detenido y le había arrebatado el bolso.
Y ahora caminaba hacia ella.
El corazón de la chica de cabello morado comenzó a latir con prisa.
—Byakuya Kuchiki se acerca. —Soi Fong le murmuró lo obvio.
Yoruichi no era una chica que creyera en los príncipes de cuento de hadas, de hecho no tenía mucho interés en el amor. Prefería ser libre y divertirse con sus amigas por el mayor tiempo posible. No quería ser como el resto de las chicas que se volvían cursis cuando empezaban una relación o que andaban llorando y suspirando por los rincones por un amor no correspondido.
Tenía muchos amigos y también alguno que otro pretendiente, pero ella los rechazaba con el mayor tacto posible, ninguno llenaba sus exigencias.
Hasta que llegó él.
Ese hombre alto, de pálida piel, de cabello negro, largo y sedoso, de ojos grises y enigmáticos, de porte altivo y sereno.
Lo conoció en la ceremonia de apertura, cuando llegó tarde y no encontraba el auditorio en donde sería la ceremonia. Él la encontró en el pasillo y se ofreció a indicarle el lugar.
Sólo bastó un día para que se enterara de que él era uno de los chicos más populares de la escuela, que pertenecía al equipo de Kendo e iba en el tercer semestre de la carrera. Sólo bastó una semana para que ella pensara que Byakuya Kuchiki bien podría llenar la definición de príncipe.
—¿Estás bien? —la voz de Byakuya la sacó de sus recuerdos.
—Sí, gracias. —respondió mientras tomaba el bolso que le ofrecía Byakuya.
—Me alegro, no me hubiera gustado que salieras lastimada. —le dijo y después se dio media vuelta.
Sus encuentros siempre eran así de cortos, sin sonrisas de por medio, sin palabras dulces, pero dejando ver entre líneas que él se preocupaba por ella. O al menos eso era lo que Yoruichi creía.
—Fue una suerte que él anduviera por aquí. —comentó Soi. —porque en su lugar yo le hubiera dado una paliza a ese hombre.
Yoruichi asintió mientras sonreía. Ambas eran muy buenas en artes marciales, sólo que está vez el ladrón la tomó desprevenida.
Las chicas siguieron observando escaparates y haciendo compras.
/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/
Yoruichi bajó a la sala de su casa a las ocho de la noche, ataviada en un bello vestido negro con escote en V, el cual era de encaje en el torso, permitiendo apreciar la piel morena de la chica y su aplanado abdomen. Había optado por usar solamente unos aretes largos en plata y una pulsera con el mismo diseño y material. Su cabello lo llevaba recogido en un moño.
De nuevo se mostró confundida al ver que solamente estaba su familia, vistiendo muy formalmente. En la mesa de centro estaban colocadas siete copas y a un lado de ella estaba enfriándose una botella de champagne. La mesa del comedor estaba lujosamente adornada con un mantel blanco bordado, traído por su madre en alguno de sus viajes y la mejor vajilla había sido colocada sobre ella, siete lugares exactamente. Dos pequeños adornos redondos de rosas rojas y unas velas complementaban la decoración.
—¿Y dónde están todos? —preguntó Yoruichi. Había pocas cosas que odiaba, y una de ellas era que su cumpleaños pasara desapercibido.
—Yoruichi. —habló el padre en tono serio. —Este año celebraremos de una forma diferente. Será una fiesta familiar.
—Pero ¿por qué hay tres lugares más en la mesa? —preguntó ella.
—Siéntate. —pidió la mamá indicándole el asiento de una plaza.
Yoruichi la obedeció muy confusa y preocupada por la seriedad de sus padres.
Ambos padres se miraron, la mamá asintió y le pidió a Yushiro que fuera por el regalo.
El muchacho no tardó en regresar con una caja cuadrada envuelta en papel blanco con un moño rojo y se la entregó a su hermana. Que hasta ese momento estaba a la expectativa.
—Ábrelo. —indicó su padre.
Ella así lo hizo y sus ojos se ensancharon al descubrir un vestido blanco.
—Es hermoso. —comentó la chica examinándolo. El vestido era de un sólo tirante y con flores bordadas en la banda, con un tejido sencillo en la zona del busto. —pero parece un vestido de boda. —les comentó a sus padres alzando la vista. —no creo que tenga oportunidad de usarlo.
—Lo usarás el fin de semana Yoruichi. —comentó el papá con los ojos llorosos. —en una boda.
Ella ladeó un poco la cabeza.
—Pero no se supone que no es correcto que alguien además de la novia use un vestido blanco. —comentó ingenuamente. Estaba segura que de usarlo llamaría mucho la atención.
—Hermana tonta. —intervino su hermano. —lo usarás en tu boda. —sonrió burlonamente y enseñando su dentadura blanca.
Yoruichi parpadeó varias veces.
—Se lo tomó mejor de lo que esperábamos. —le murmuró su madre a su padre al oído. El hombre asintió aliviado.
—¿De qué diablos hablan? —Yoruichi explotó poniéndose de pie y apretando el vestido contra su pecho.
Los papás también se pusieron de pie con nerviosismo.
—Hace tiempo tomamos la decisión de que cuando cumplieras dieciocho años te casarías. —reveló el señor Shihoin.
—Es el hijo de nuestros mejores amigos. —agregó la mamá.
—No me importa hijo de quien sea. —gritó enojada. —Incluso si fuera el príncipe de Inglaterra no me casaría con él. —aseveró.
No entendía como sus padres querían hacerle eso, ella no era un objeto con el cual comerciar. Porque estaba segura que aquella unión arreglada serviría para algún tipo de contrato comercial entre empresas. Pero ella no se dejaría, era una mujer libre con el derecho de elegir con quien casarse.
—Pero él es un buen muchacho y además ha dicho que está ansioso por casarse contigo. —comentó su padre.
—No me interesa, ya he dicho que no me casaré. Y si insisten, el día de la boda lo dejaré plantado, huiré de casa y me dedicaré a vivir en la calle.
—Está bien, está bien, lo entendimos. —dijo el padre asustado de que su hija cumpliera su promesa.
—Pero tendrás que ser tú la que lo rechace. —advirtió la mamá. El timbre de la puerta sonó y la muchacha del servicio atravesó la sala para ir a abrir. —Ahí están ellos. Hoy celebraríamos tu compromiso.
Yoruichi asintió. Trataría de rechazarlo sin lastimarlo. No creía que la quisiera en verdad si nunca se habían visto.
Ella le dio la caja con su vestido a la muchacha y se sentó para esperar a los invitados. Sus padres ya habían ido a recibirlos.
Percibió un aroma masculino que inundó la habitación, no identificaba que olor era pero era agradable.
—Buenas noches. —Abrió los ojos al escuchar aquella voz. Se puso de pie rápidamente y giró a la derecha.
Parado en medio de la sala estaba Byakuya Kuchiki llevando un impecable traje negro y sin corbata.
—Estaba ansioso porque llegara este momento. —comentó él mientras se acercaba a ella. Yoruichi se quedó estática intentando procesar todo.
¡Estaba comprometida con Byakuya Kuchiki!
—Yoruichi, me alegra que aceptarás casarte conmigo. —externó ante su silencio. —Me has hecho muy feliz. —la miró fijamente y le sonrió. Fue breve el momento pero logró acelerar el corazón de la chica y hacerla sonrojar por primera vez.
—Veo que ya se conocieron. —habló una señora de cabello negro amarrado en una coleta y de ojos grises. Era Hana, la mamá de Byakuya. —Byakuya ha estado muy ansioso todo el día y no ha dejado de hablar de ti. —agregó con una sonrisa.
—Mamá, es suficiente. —pidió Byakuya. Luego volteó a ver a Yoruichi quien lo miraba de forma inquisitiva, como si dudará que lo que dijo su mamá era cierto. —Desde que te vi en la escuela no he dejado de pensar en ti, pero tenía que mantener todo en secreto hasta este día. —explicó.
—("Entonces ¿él siente lo mismo por mí?") —se preguntó Yoruichi, pues no era tan tonta para no saber que Byakuya le gustaba.
—Entonces creo que no hay problema, el sábado nos volveremos familia oficialmente. —comentó el hombre junto a Hana, de cabello negro y ojos violetas.
—Sojun. —llamó apenado el papá de Yoruichi. —creo que mi hija tiene algo que decir. —dijo tallándose las manos. Se sentía mal por la cancelación del compromiso.
Todas las vistas se posaron en la chica morena. Ella suspiró y guardó silencio. Su papá intervino entonces.
—Lo siento, pero Yoruichi decidió…
—Que no quiero una boda extravagante. —interrumpió Yoruichi. No le gustó que le impusieran una boda, pero el que fuera Byakuya su prometido mitigaba un poco su enojo.
Sus papás y hermano la vieron confundidos pero enseguida sonrieron.
—Eso no es problema para mí. —declaró Byakuya mientras tomaba su mano derecha para depositar un beso en ella.
Más tarde todos celebraron el futuro enlace.
Y Yoruichi pensó que en esta ocasión si fue sorprendida por sus padres.
/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/
Finalmente el sábado llegó en medio de preparaciones, nerviosismo y ansiedad.
Byakuya y Yoruichi ya se habían casado por el civil el día anterior, esa tarde sería su enlace por la iglesia.
La novia caminó por el pasillo del brazo de su padre, pero se detuvo a medio camino.
—¿Qué pasa Yoruichi? —preguntó el papá temeroso que se hubiera arrepentido.
Byakuya y su familia también temieron lo mismo.
—Sé que dije que quería una boda discreta. —comentó ella. —pero esto es muy exagerado. —dijo viendo las bancas vacías de un costado. En la iglesia además del sacerdote y los novios sólo estaban las dos familias. —Aquí deberían estar nuestros amigos de la escuela, por lo menos.
Byakuya caminó hacia ella y le levantó el velo.
Se sorprendió al ver su rostro. Se veía hermosa. Su cabello lo llevaba suelto con ligeras ondas.
—Lo siento, es mi culpa. —declaró él recobrando la compostura. —Lo mejor será guardar el secreto por un tiempo, no quisiera que los demás pensaran que nos hemos casado sin amor, sólo por un acuerdo comercial.
Yoruichi asintió comprendiendo la situación. En la escuela no interactuaban mucho y sería muy raro que un día aparecieran con la noticia de que estaban casados. Dejaría pasar unos meses para que ella y Byakuya dejaran ver que estaban en una relación y después revelaría la verdad.
—Está bien, tienes razón. —concordó ella y su padre suspiró aliviado.
La boda trascurrió normalmente.
—Puede besar a la novia. —declaró el sacerdote.
Yoruichi y Byakuya voltearon a verse.
Él se inclinó hacia ella y la besó en la frente, causando la decepción de Yoruichi. La verdad había fantaseado con ese beso muchas veces.
Pero le sonrió dulcemente al imaginarse que él estaba apenado por besarla frente a sus padres. Sus ojos dorados brillaron de forma especial.
Byakuya entonces volvió a acercarse a ella y unió sus labios en un beso, tomándola desprevenida. Antes de que pudiera corresponderle, él se apartó y volteó la cara hacia un costado.
Las felicitaciones de los papás no se hicieron esperar.
—Gracias papá. —le dijo Yoruichi. —has sido un gran padre, te quiero mucho. Te extrañaré.
Su padre derramó lágrimas y la abrazó con fuerza. Estaba feliz porque su hija se casó con un buen hombre que la amaba y la cuidaría, pero la iba a extrañar mucho.
Su mamá y su hermano se unieron al abrazo familiar.
—Felicidades Byakuya. —comentó Hana. —por fin todos tenemos lo que deseamos.
—Lo has hecho bien muchacho. —dijo Sojun.
—Sí. —respondió Byakuya viendo como Yoruichi sonreía emocionada mientras su familia la abrazaba.
/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/
—¿Pero qué es esto? —preguntó Yoruichi con enfado.
Después de la pequeña recepción sus padres le habían dado la noticia que su regalo de cumpleaños sería una casa para que empezaran su vida de casados, decidiendo mostrárselas esa misma noche. Ya todas sus cosas habían sido trasladadas a ella.
Yoruichi imaginó una casa o un departamento en una zona lujosa, decorada de forma elegante y con un balcón con una hermosa vista.
Pero las palabras elegante, lujosa y hermosa no eran parte de la descripción de la propiedad frente a ella.
Era un complejo de seis departamentos que parecía se caería en cualquier momento. La zona estaba retirada del centro y no había cerca ninguno de los lugares que ella solía frecuentar.
Byakuya también veía consternado la casa, sin embargo inmediatamente le restó importancia. No sería una mansión pero en ella comenzaría su nueva vida y con eso bastaba para estar agradecido por el regalo.
—¿Papi, estás bromeando verdad? —Yoruichi utilizó la palabra, el tono y la cara dulce con los que siempre conseguía que su papá cediera ante ella. Estaba bien que no le gustaba lo ostentoso pero eso ya era el colmo.
—Está es la casa en la que tu mamá y yo empezamos cuando fuimos pobres, aquí también fue donde tu naciste y tuvimos muchos momentos felices. —declaró el padre. —Y aquí esperamos que también ustedes puedan vencer las dificultades y hacer que su amor crezca.
—Pero papá…
—Yoruichi. —habló Byakuya posando su mano en su hombro. —yo me encargo. —Yoruichi pensó que él también se opondría. —Gracias por el regalo. —les dijo a sus suegros. —sin duda alguna cumpliré sus expectativas y haré a su hija feliz.
De nueva cuenta los padres de Yoruichi lloraron conmovidos y se lanzaron a abrazar a su nuevo hijo. Él se sintió algo incómodo pero dejó que ellos le mostraran su afecto.
Hana y Sojun se miraron de forma cómplice y sonrieron.
Yoruichi se calmó. Recordó las palabras de su padre cuando le contó su historia. No importaba donde estuvieran, sino estar con la persona correcta y donde hubiera amor.
/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/
Al entrar a la casa Yoruichi volvió a espantarse.
El departamento era más pequeño de lo que creía, los muebles y objetos eran viejos y había mucho polvo.
—No está mal. —murmuró Byakuya antes de que ella pudiera renegar de nuevo. —tenemos todo lo que necesitamos, cocina, un baño y dos habitaciones. —dijo observando las dos puertas abiertas que daban a las habitaciones, en una había una cama matrimonial en la otra una individual. Ellas estaban conectadas por una puerta corrediza.
Ambos se adentraron en la habitación que suponían era de ellos, su ropa estaba guardada en un closet de madera del costado, sobre una mesa estaban varios objetos de Byakuya.
—Supongo que debes estar muy cansada, pero hay algo que quiero hacer antes de dormir. —le dijo Byakuya colocando una mano sobre su hombro.
Era su noche de bodas así que era lógico que consumaran su matrimonio. Yoruichi rió ante el pensamiento.
Se preguntó cómo se vería su esposo sin ropa.
—Así que por favor no estorbes. —le indicó Byakuya mientras la empujaba hacia afuera.
Yoruichi se quedó en blanco ante aquella acción. Byakuya comenzó a mover sus cosas y algunos mueles hacia la habitación de lado.
—Ya quedó ordenado todo. —comentó él cuando terminó su trabajo. —Esa será mi habitación y está la tuya Shihoin. —dijo señalando las habitaciones respectivas.
—Me has llamado por mi apellido. —murmuró confundida. —¿por qué? —preguntó sintiéndolo distante, pues ahora él la miraba de forma fría.
—Porque eres un daño colateral. —le respondió mirándola a lo ojos. —Para poder vivir alejado de mis padres tenía que aceptar este matrimonio arreglado y sin amor.
—¿Vivir sin ellos? —preguntó Yoruichi, no entendiendo porque si se veían contentos no quería estar con su familia. —¿sin amor? —también preguntó dolida.
—Mis padres tienen muchas deudas, así que siempre están peleando, me harté de esa vida y la única manera de obtener otra era casándome con la hija de su mejor amigo, además tu padre seguramente ayudará al mío a pagar sus deudas y me facilitará el seguir estudiando sin preocuparme por el dinero. Por eso estaba tan ansioso por la boda.
Esas palabras afectaron a Yoruichi. Era la primera vez que se interesaba en verdad por un hombre y él la había engañado cruelmente.
—Pero veo que tu padre tampoco te quiere. —agregó él. Ella lo miró con enfado. —él hizo todo lo posible porque aceptaras este matrimonio.
—¡No digas tonterías! —exclamó molesta. —mi padre jamás me obligaría a hacer algo en contra de mi voluntad. Si me casé contigo fue porque quise hacerlo.
Yoruichi se calló de pronto, entendiendo la gravedad de sus palabras. Él la miró preocupado.
—¿No me digas que estás enamorada de mí? —preguntó temeroso.
—Por supuesto que no. —respondió ella, no permitiría que su orgullo fuera aplastado. —Acepté casarme contigo solamente por apariencia. Eres buen estudiante, bueno en los deportes y físicamente atractivo, sólo quería causar envidia entre mis compañeras.
Nada de eso era verdad, pero prefería quedar como alguien vanidosa y caprichosa antes de que en una tonta enamorada.
—Eso me alivia. —comentó él. —aunque odio a las mujeres como tú que sólo ven la apariencia física y son inútiles. —Yoruichi sintió que caía en un pozo profundo, pero mantuvo su rostro imperturbable. —pero ya que estamos casados no podemos hacer nada más que aceptar la situación y vivir aquí.
—("¡Maldito bastardo!"). —pensó Yoruichi. Estaba tan enojada que no podía expresar correctamente lo que sentía.
—Para que no haya confusiones es necesario que te diga las reglas. —mencionó él. —numeró uno: cada quien es responsable de sus cosas. El que haga desorden tendrá que limpiarlo. Y aunque pretendamos ser una pareja cada uno preparará su comida y limpiará su cuarto. Numero dos: Tenemos prohibido ir sin permiso al cuarto del otro. Número tres: mantendremos en secreto nuestro matrimonio. Y número cuatro: no nos meteremos en la vida privada del otro, podemos enamorarnos de quien queramos.
—¿Eso es todo? —preguntó ella sarcásticamente. Él asintió. —sólo recuerda que las reglas las has puesto tú. —le declaró.
—Quedando todo aclarado, buenas noches. —dijo y caminó a su cuarto, donde cerró la puerta que dividía las habitaciones.
Yoruichi caminó hacia su cama y se dejó caer en ella. Ahogó un grito de frustración y coraje en la almohada.
Después de desahogarse se sentó.
—Byakuya Kuchiki. —murmuró enojada. —si tú no eres un príncipe yo tampoco seré una princesa.
Él la había tachado de inútil y superficial, pero le demostraría que no era así. Le haría pagar por esta humillación y lo haría arrodillarse a sus pies.
Porque las princesas a veces podían volverse brujas.
No pude resistirme a escribir una historia centrada en Yoruichi y Byakuya, hay muy pocos fics de ellos en español.
Ojala que les haya gustado. Saludos.
