- Leche, huevos, bacon... ¿Qué nos falta? - preguntó Apollo.
- Masa para tortitas, voy a por ella – respondió Klavier.
Ambos se encontraban en el supermercado haciendo la compra para los días que vendrían. Siendo Navidad y habiendo quedado con los demás para desayunar suponía el tener que comprar el triple de comida.
Mientras Klavier iba a por la masa para las tortitas, Apollo se dirigía a la caja a pagar por la compra. Estaba a punto de ponerse a la cola cuando, de repente, vió en un estante una revista con Gavin de portada.
¿Venden este tipo de revistas incluso aquí? - pensó Apollo.
Durante ese tiempo el fiscal ya había cogido lo que necesitaba y se dirigía hacia el abogado cuando se dio cuenta de que estaba observando un estante. Se acercó y pudo comprobar que lo que veía su abogado favorito no era nada más ni nada menos que una de esas revistas de cotilleos en la que él solía aparecer.
- Parece que te interesa mucho eso que miras - dijo intentando picarlo.
- ¿Pero qué tonterías estás diciendo? Como si no tuviera suficientes cosas que hacer en Navidad para estar fijándome en revistas en las que apareces tú pudiendo verte todos los días. Solo me sorprendió que las vendieran aquí también. - replicó el abogado. Después de eso quedó pensativo unos instantes para luego preguntar. - Y ahora que me fijo, ¿Por qué narices vas vestido así?
En efecto, Klavier iba vestido de una forma muy extraña, en vez de usar la típica ropa que usaría, utilizaba un chándal viejo con una capucha ocultando su pelo y unas gafas de sol.
- Es para que no me tomen fotos cuando haga esto. - dijo y acercándose lentamente posó sus labios sobre los del abogado defensor.
Apollo se sobresaltó por el repentino contacto lo que causó que Klavier se retirara con una rapidez pasmosa y que la capucha que llevaba sobre su cabeza cayera hacia atrás.
¡Ah! ¡Es Klavier Gavin! - gritó una chica atrayendo con ello a muchas de las personas que se encontraban en la tienda.
El mencionado, al ver que pronto se encontraría acorralado, cogió de la muñeca a su novio y lo arrastró fuera del lugar.
- Espera, la comida...
- Podemos volver más tarde a comprar... ahora ¡Corre!
Y allá fueron, ya regresarían, ahora todo su empeño lo ponían en que no los atraparan.
