Dejé que mi corazón cayera otra vez en el encanto de tus bellos ojos azules, mientras me tomabas de la cintura. Era de noche, estaba agotado, pero la fuerza regresó, por lo menos puedo decir esto de mis brazos, porque mis piernas temblaban como gelatina. Me dedicaba a observarte y a enamorarme de nueva cuenta de ti, mientras tomaste mi boca en un beso posesivo. Estaba a punto de corresponderte pero de pronto, la furia, el fastidio y el cansancio regresaron a mí y te empujé.

Te mantuviste tan tranquilo, maldito. Y yo te gritaba todo lo que yo sabía de ti, ahora. Cosas que nunca supe y que me lastimaron. Me fuiste infiel con otro, Hyoga. ¿Con quién fue?

Las cosas que decías y hacías eran todas puras mentiras. Unas mentiras en las que yo en la creí por todo este estúpido tiempo. He tomado una decisión. Arrojo todo al fuego del olvido. Y dejo que todo se queme junto con nosotros. Porque tú con tus embustes, me has convertido en alguien que no quería ser. En mi hermano.

Mientras esto ocurre, lloro y siento el fuego del odio que me incendia, mientras me alejo de ti.