PROLOGO

Estoy cayendo, más y más profundo, todo esta tan oscuro, no veo nada, no hay luz. Tengo miedo. Pasan minutos, quizás segundos, mi pánico aumenta. Tengo esa horrible ansiedad en la boca del estómago y grito con fuerza, no me importa quedar afónica, es lo único que puedo hacer porque tengo la horrible certeza de que pronto moriré.

Algo llama mi atención, al fondo hay luz, hace un momento deje de gritar, probablemente ya me quede sin voz. Con cada metro que caigo la luz se hace más intensa, más grande, más brillante, me es imposible verla directamente. Entonces…es hora, con solo 20 años digo adiós a mi vida arrepintiéndome de tantas cosas.

La chica que caía por el túnel como Alicia en el agujero del conejo blanco llego al fondo, la luz al final del túnel no era una alucinación, las paredes rocosas desaparecían lentamente dejando un espacio luminoso. La chica creyendo llegar a su fin se cubrió el rostro esperando sentir impactarse contra la roca pero lo que sintió fue agua. Un grito ahogado por el agua emergió de su garganta; gracias a la velocidad de la caída estaba a unos cuantos metros de la superficie. Ella al sentirse aún con vida se atrevió a abrir los ojos, muy despacio. Se impactó al ver a su alrededor millones de destellos, como si fuera escarcha que emanara luz propia, a pesar de querer seguir contemplando esa maravilla el aire se le terminaba debía subir a la superficie.

Quiso nadar hacia arriba pero algo se lo impidió, una fuerza la halaba al fondo.

No, no ¡no! ¡NO!

Otra vez el pánico dominaba su mente, con desespero aumento la fuerza de sus brazadas, y aunque se esforzó todo lo que pudo la superficie se alejó cada vez más. La fuerza que la hundía la arrastro sin misericordia; la falta de aire más la presión del agua abrillantada terminó haciéndola colapsar, dejándola en la inconsciencia.

Un remolino de líquido plateado era la fuerza que la halaba, al llegar al centro del remolino fue absorbida por él.