Una lápida con su nombre escrito. Eso era lo que estaba viendo. No podía creer que hace unos días estuviera felizmente con ella, apuntó de casarse y recién enterado de una gran noticia: iba ha ser padre, y ahora no tenía nada.

Lagrimas se formaron en sus ojos, no podía evitar llorar, aunque no se distinguían con la suave lluvia que había empezado a caer hace ya un rato. No le importaba mojarse, no le importaba nada, ya no le importaba nada, tan solo se preguntaba por qué, por qué había tenido que pasar esto, por que tenía que morir. Coloco un ramo de flores al lado de su lapida. Un conjunto de rosas y margaritas. A lo mejor no era una combinación demasiado buena, pero eran sus favoritas. No pudo evitar caer de rodillas, colocando su cabeza a la altura exacta para volver a leer el nombre allí escrito y su epitafio "Una gran persona que dio su vida para protegerlos y salvarlos a todos. Querida por muchos, amada por pocos, reconocida por todos. Un final trágico para una bella persona, que será recordada por todos". El resto de los cinco furiosos se colocaron a su alrededor intentado aplacar sus lágrimas, como si fueran a conseguirlo, estado ellos llorando también como lo hacían. Todos colocaron sus patas, alas o cola en sus hombros en forma de apollo. Ahora más que nunca, devian de estar unidos. No podían venirse abajo. Y aunque lo intentaron, no lo consiguieron.

Tan solo hace unos días un villano llegó al valle de la paz. Ambos salieron a detenerlo, como hacían siempre desde que se habían hecho pareja. Habían descubierto que se complementaban mejor desde ese entonces, y creían que podrían conseguir vencerlo ellos dos solos, el panda y la tigresa, una pareja implacable en batalla, casi imposible como romántica por sus claras personalidades distantes. Y ellos habían sido las dos cosas, por lo menos, los últimos tres años. Tres años estupendos. Tres años llenos de momentos increíbles y maravillosos.

Aún recuerda ese momento en el que tras vencer a un gran villano, con el que casi pierden la vida los dos, ella le besó delante de todo sin importarle lo más minimo. Aún tiene en la memoria ese momento en el que tuvieron su primera cita. Aún tiene en sus recuerdos el momento en el que celebraron su primer a aniversario, esos magnificos regalos que se dieron, esa magnífica cena que preparo para los dos. Le encantaba cocinar, pero cuando era para ella disfrutaba mas. Le encantaba esa cara de placer y disfruté al probar su deliciosa comida, deliciosa comida que desgraciadamente ella no podría volver a comer. Aún se acuerda de ese momento en que tuvieron esa cita en el restaurante de su padre adoctivo, en la que la presentó como su novia formal a sus dos padres.

Sus padres también habían venido al funeral. Se acercaron a la nueva lápida; al lado de la de Shifu, muerto apenas un mes antes de un infarto; y no pudieron evitar darle un gran abrazo de consuelo. Por qué dos muertes tan rápidas. Primero la de Shifu y ahora esto. El templo de jade pasaba por uno de sus peores momentos.

Uno de los mejores momentos que recuerda junto a ella fue hace dos meses. Ese momento en el que se agachó incando la rodilla y dijo esas tres palabras en forma de pregunta: "¿Quieres casarte conmigo?". Aún fue mejor el momento en el que le dijo la única palabra que quería oir: "Si" para luego saltar a sus brazos.

Un momento, un momento... Si tan solo se hubieran parado un momento a pensar como hacer las cosas, antes de enfrentarse ase maldito villano, aún estaría con ella. Si tan solo hubiera ido un momento antes, aún estaría con ella. Si tan solo hubiera sido un momento más rápido, aún estaría con ella. Tan solo quería un momento más con ella.

Pero no iba ha olvidar los momentos que habían pasado juntos. Ese momento en el que la hizo reír tanto que parecía que se le iba ha salir la comida por la nariz, ese momento en el que se fueron de escapada romántica los dos juntos, ese momento en el que se conocieron; aunque sabía que ella lo odiaba y lo intentaba echar toda costa; tampoco lo iba ha olvidar. Tampoco ese momento en el que la vio pelear por primera vez. Puede que ese momento no lo compartiera con ella, pero gracias a ese se volvió fanático del kung fu. Si tan solo supiera que eso iba ha ser el motivo por el que la iba ha conocer y también perder.

-Venga Po. Tenemos que irnos ya- le dijo el maestro Oogway lanzándole una sonrisa.

Po parecía no escuchar, parecía absorto en sus pensamientos, mirando hacia sus antiguos compañeros, sus más que queridos padres, a esa bella tigresa embarazada de apenas un mes de su hijo o hijos. Hijos a los que desgraciadamente no podría conocer, que crecerían sin su padre. Hijos que sabía que estarían bien protegidos por su madre, que sabrían que el motivo por el que no se encontraba con ellos era por que los había protegido a los tres, dando su vida en el proceso. Pero con todo eso, quería también un momento con ellos, tan solo un momento. No iba ha cumplirse su petición pero por lo menos deveria de intentarlo.

-Ya es la hora- le insistió el maestro Shifu unos metros por detrás de Oogway.

-Esperen maestros. Tan solo quiero verla un momento más- no podía apartar la mirada de ella, ni un momento. Pero tenía que hacerlo. Se le acababa el tiempo de estancia en ese lugar, tenía que marcharse ya.

Los cinco furiosos se levantaron y se fueron seguidos de los padres que le daban un ultimo adiós a su hijo. Tras esto, Po fue el que se dio la vuelta y se fue con sus dos antiguos maestros, deseando poder protegerla haya donde vaya, tan solo un momento después.

Hola a todos. espero que os guste este fanfic. este sera un fanfic que sera actualizado de vez en cuando, de muy vez en cuando, podéis enviarme las ideas que queráis, y yo las escribiré (también valen +18).

Ya sabéis, si os gusta darle like, comentar, seguirme y hasta la próxima.