Sus ojos negros me miraban con una intensidad que no supe comprender en ese instante sabía que algo pasaba por su cabeza y no era del todo bueno, en realidad nada de esta situación lo era, las paredes blancas y la oscuridad de la noche solo podían significar algo, el tiempo se estaba acabando, no estaba equivocada, mi cuerpo cada vez estaba más débil tanto que el solo intento de mover mi mano para tomar su rostro quizá por última vez era un completo infierno, entonces lo único que pude hacer fue mirarlo con las pocas fuerzas que quedaban en mí, y entonces lo supe Tenía miedo el gran príncipe de los saiyajin no sabía qué hacer y se encontraba aterrado por eso , mientras yo apenas con las fuerzas suficientes para hablar no encontraba la mejor forma de darle ánimos, y es que en realidad no la había, yo misma estaba aterrada de no verlo de nuevo pero ya no podía hacer nada más la edad y las fuerzas se habían acabado dejando detrás miles de planes e ilusiones que hace poco nos habíamos planteado.
-Vegeta- susurre apenas con fuerzas él me miro atentamente por unos instantes, sabía que estaba sufriendo y no podía perdonarme que fuera por mi culpa.
Al final quien podría haberse imaginado que esto terminaría así, ni siquiera por la cabeza se me habría pasado el estar aquí en estos momentos con la persona que en algún tiempo tanto daño nos había hecho y ahora solo bonitos recuerdos sobre él me embargaban.
Señale lentamente y con mucho es fuerzo una cajonera dándole a entender que debía abrirla, debió parecerle que era algo importante porque se levantó rápidamente y escaneo lo que había dentro obteniendo un sobre que unos días atrás me había encargado de colocar.
-¿Qué es esto, mujer?- me pregunto con un tanto de confusión en la voz.
-Ábrelo- comente apenas en un susurro, yo lo sabía el tiempo ya estaba llegando al límite y me sentía cada vez más cansada, en definitiva la edad no pasaba en vano.
Confuso abrió sin renegar, hace unos días había escrito una carta de despedida, fue la carta más difícil que tuve que escribir en mi vida y es que como puedes encontrar palabras para despedirte de la persona que amas y con la que compartiste tantos momentos, es casi imposible, escuche un gruñido de su parte él sabía perfectamente que era el adiós, quien podría decirlo la persona más cerrada y fría que conocí hoy estaba tirando aunque sea por unos momentos esa barrera que por años lo caracterizo.
-No quiero esto, te estas despidiendo- me dijo tirando con poca ligereza la carta al suelo.
-¿Por qué me haces esto? Es que acaso no te das cuenta ya no puedo con esto, no sé qué hacer, que se supone que voy hacer ahora, solo sentarme a leer la carta todos los días mientras maldigo el que te hayas tenido que ir tan pronto, ¿Es eso lo que tengo que hacer?
Las lágrimas asomaban mis ojos inundándolos por enésima vez este día, no sabía cómo reconfortarlo, no podía hacer nada y eso me llenada de frustración.
-Por favor mujer, esto es algo completamente absurdo-dijo sentándose al lado mío y tomando mi mano, esta había sido la rutina de todos los días, solo cuando estábamos solos claro esta se permitía demostrar un poco de cariño, sus ojos me miraban tan fijamente que las palabras terminaron sobrando, siempre lo hacían.
La pesadez de mis parpados era cada vez más insoportable apenas podía mantenerlos abiertos, en esos últimos instantes en los que pude distinguir su imagen vi como una solitaria lagrima bajaba por su mejillas y es que el tiempo se había agotado.
