EL ANHELO DE LAS ALMAS PERDIDAS
Lúthien99
Disclaimer:Todos los personajes y lugares que aparecen en este fic pertenecen a su creadora, J . K. Rowling. Yo únicamente me divierto con su maravillosa creación.
Notas de Autor:¡Bienvenidos una vez más a una de mis locas creaciones! Primero de todo quiero avisaros que este fic contiene material yaoi, así que todo aquel que no quiera leer este tipo de relaciones me temo que esta no es su historia. Pero déjenme decirles que ustedes se lo pierden, ya que el fic tiene muchas más cosas que la sexualidad de dos personajes. Nada más.
Resumen: Sirius y Remus apenas se hablan. Algo paso el año pasado que ha distanciado a los dos amigos. James está empezando a darse cuenta que los dos únicos perjudicados son ellos mismos, y hará cualquier cosa para solucionarlo. Pero quizás, Sirius y Remus ya hayan encontrado sus propios métodos.
Dos alamas perdidas con un único anhelo.
Nunca se me dio bien eso de hacer resúmenes, pero no me lo tengáis en cuenta. Leer y valorar vosotros mismos.
Cualquier pregunta o sugerencia dejen un comentario y les responderé encantada.
¡Disfruten!
I.
Habían pasado varias semanas desde que llegaron a Hogwarts y la situación no había mejorado. Sirius apenas podía mirarle. Un par de frases había sido lo único que habían compartido el primer día y más tarde sus conversaciones se basaron en "buenos días", "¿me pasas el zumo de calabazas", "gracias" y "buenas noches". Quizás Sirius tuviera la culpa de que se hubiera creado aquel malestar entre ellos, pero sin duda, Remus también había puesto de su parte. Sirius sabía que James comenzó a extrañarse por la repentina actitud de los dos chicos, pero cuando le preguntaba sobre el tema, él conseguía distraerle y evadir el tema. Remus se dedicaba a estudiar todas las tardes en la biblioteca, se sentaba con Peter o Lily durante las clases y se iba a dormir temprano. Las pocas veces que coincidía con sus amigos era a las horas de comer y en la habitación.
—Eres tu quien se aleja —insistía James.
—Yo no me alejo….
—A mi no me engañas, Canuto.
Sirius apenas le miraba. No podía, no lo soportaba. Había algo en Remus que le irritaba, que le sacaba de quicio. Remus no le había hecho nada, pero su sola presencia irritaba a Sirius hasta el punto de irse si el se encontraba cerca. Estaba siendo muy cruel y se odiaba por ello, pero no podía evitar sentir esa horrible sensación. Remus estaba empezando a hartarle. Con esos ojos color avellana que se mantienen distantes, esos rizos acaramelados siempre desordenados, esas curvas sinuosas en sus labios, esas manos huesudas de largos dedos, esas cicatrices que quieren ser recorridas con la punta de lengua… Basta.
Quizás sea ese el maldito problema, piensa Sirius. Quizás el hecho de que Remus se mantenga tan distante e indiferente, crea un efecto recíproco en Sirius que le hace actuar de la misma manera. Prefiere no pensarlo, prefiere no pensar en Remus en general.
La mayor parte del tiempo, Sirius Black, está intentado buscar alguna chica que se deje manosear en algún pasillo a oscuras.
—Te vas a arrepentir, Sirius —vuelve a insistir James.
—Déjame en paz, Cornamenta.
—Tu sabrás lo que haces.
