Gracias a todos aquellos que comentaron en Heroes&Villians, si no fuera por ustedes este fic no hubiera visto la luz más allá de la 3 página!

Como secuela de esa historia que es, se recomienda haberla leído antes de proceder con este primer capítulo de lo que, en principio, va a ser un fic dividido en 4 (pero que pueden ser 5 XD)

Now That it's real...

1.-

Nunca se había parado a pensar en lo que conllevaría salir con Heinz Doofenshmirtz, y ahora que tampoco tenía claro cómo definir su relación con el chico no sabía si respetar el enorme STOP que le mostraba su mente o continuar avanzando por territorio desconocido y dejarse llevar allí donde fuera que le estuviera dirigiendo la vida. Tampoco sabía qué se había apoderado de él cuando besó a Doof aquella noche, había sido algo inconsciente e instintivo, pero se había sentido bien y el otro le había correspondido, así que no habría sido una mala decisión.

Perry siempre se había sentido atraído hacia Doofenshmirtz, desde aquella vez que vio al chico salir de la copistería de la facultad con un trabajo recién impreso y una enorme foto de una playa tropical en la portada. Perry se había apoyado en el buzón situado en frente y había reconocido al chico como uno de sus compañeros de clase ¿qué trabajo era ese? No tenían que entregar nada hasta el mes siguiente… Fue entonces, veintinueve días después, que Perry descubrió lo trabajador y disciplinado que era aquel chico inteligente, callado y algo malhumorado que habitaba en las últimas filas y siempre trabajaba solo. Su curiosidad creció y creció hasta que tuvo que aplacarla hablando con él, tratar de iniciar una conversación con el rarito de clase y así descubrir como era realmente. Pero fue un desastre, un malentendido tras otro y a los dos días Doofenshmirtz le odiaba, le miraba mal, probaba de dejarle en ridículo… Y todo por qué Perry le había ofrecido ayuda con el próximo proyecto de laboratorio. Phineas y Ferb, como buenos amigos, habían estado allí para escuchar todas sus penas y desgracias y fue así como un día, tratando de animar al pobre chico, le contaron que Doofenshmirtz se había registrado en el juego que hacía poco habían creado los hermanastros. Perry había sospesado los pros y los contras que implicaban registrarse en el juego y tratar de iniciar una amistad on-line con el chico que tanto le odiaba en la vida real, pero finalmente, en un momento de enajenación mental más producida por el vodka que por otra cosa, había decidido hacerse la cuenta y que fuera lo que tuviera que ser. Nunca imaginó que la idea acabara teniendo tanto éxito. Y siendo un fracaso tan grande a la vez.

Cada día que pasaba y Doofenshmirtz (o mejor dicho Evilmirtz) abría su corazón a Perry (o mejor dicho al Agente P), éste se sentía peor, estaba traicionando a su enemigo/amigo virtual y engañando a su enemigo real; creando lo que tan acertadamente se llama efecto bola de nieve y que algún día tiene que caer, rodando montaña abajo, hasta atraparte y sumergirte en la frialdad de todo lo malo que has hecho. Pero sus mentiras debieron ser bien vistas por alguien allí arriba y no le habían dejado abandonado en medio de la nada, sin aliento y malherido, le habían proporcionado… a Heinz Doofenshmirtz, el de verdad. ¿Pero era su amigo? ¿Su novio? ¿Amigo con derecho a roce? Allí estaba otra vez, un línea de pensamiento que daba vueltas en un círculo sin fin, un camino sin una meta definida, solo inicios y más inicios… quizá la nieve se había deshecho sin causar daños, pero al deshacerse el agua helada le había calado hasta los huesos dejándole una incómoda sensación en el corazón.

Hacía tres semanas des del beso, había sido un sábado. Al lunes siguiente, al verse en clase, los dos habían dudado si saludarse o hacer como siempre y pasar indiferentes el uno por el lado del otro. Al ver como los dos tenían la misma duda habían acabado sonriendo, alzando la mano a modo de buenos días, y yendo a sentarse en sus respectivos sitios. El silencio que inundaba la clase cuando llegó el profesor no se debía precisamente a su imponente presencia. Pero eso había sido todo, el ritmo frenético de las clases les había obligado a ir corriendo de un sitio para otro y cuando pudieron descansar un rato para tomar aliento Doof estaba por fin en su apartamento y Perry disfrutaba de la velocidad de su moto. Tenía un mail esperándole, resultaba que el Dr. Evilmirtz había decidido borrar de la existencia todos los nomos de jardín de la ciudad. Al menos en el juego todo seguía igual.

Llegó el martes y otra vez se saludaron, pero esta vez Perry respiró hondo y preguntó qué tal le iba todo. La conversación fue fluyendo hasta que los dos acabaron sentándose el uno junto al otro en algún lugar en el medio del aula y cuando el profesor llegó, su silencio acompañó al del conjunto de la clase. Miércoles fue prácticamente igual, con la excepción de que parecía que los demás estudiantes empezaban a acostumbrarse a aquella amistad nacida, para ellos, de la nada. Cuando llegó el viernes, los primeros síntomas de paranoia se adueñaron de Perry, haciéndole dudar si realmente él y Doof podrían llegar a ser algo más que amigos. Nunca había pensado hasta ese punto, conseguir ser su amigo ya se veía suficientemente difícil, pero ahora… Le preguntó al chico si quería ir a cenar otra vez el sábado, descansar del estrés de las clases. Por suerte Doof dijo que sí y lo que Perry no sabía si llamar cita o simplemente cena con un amigo, pasó tan tranquilamente y tan cómodamente, que cuando se encontraron los dos sentados en un banco en medio de la plaza principal eran más de las doce y el último autobús hacia la residencia acababa de pasar. Perry le ofreció su casa, después de todo sus padres no estaban, y allí se dirigieron los dos. Perry estaba nervioso, por supuesto, sus manos temblaban al quitarse el casco y dejar la moto en el garaje, sus dientes mordían fuerte el labio inferior y su cerebro estrujaba las neuronas tratando de pensar en algo que decir, algo que hacer o simplemente algo, cualquier cosa. Lo que consiguió fue a Perry anunciando que tan solo disponía de una cama y a Doofenshmirtz decidiendo que ya dormiría en el sofá. Perry quiso insistir, de veras que quiso, ¿pero y si sus avances no eran bienvenidos? El desayuno fue algo ligeramente incómodo y surrealista, pero que Phineas y Ferb se presentaran para una partida al Mario Kart ayudó a rebajar la tensión y a que el día acabara con una comida en casa de los Flynn-Fletcher y ¡por fin! un beso de despedida.

Y así llevaban dos semanas y Perry no podía más, el grado de amistad al que habían llegado era genial sí, y bienvenido, también; pero lo que el chico quería era que por una vez Doofenshmirtz decidiera dormir con él, simplemente dormir, no pedía nada más, que le mostrara que confiaba en él, que quería subir de nivel su intimidad. Los escasos besos que habían compartido habían acabado por no ser suficientes.

*

Después del fiasco que había sido su relación con Charlene, la amorosa claro por qué por suerte seguían siendo amigos, Heinz Doofenshmirtz no había estado muy seguro que fuera a encontrar alguien con quien pasar el resto de su vida, o al menos gran parte de ella. Había tenido alguna que otra cita pero nunca había surgido la chispa, ni por su parte ni por la de ella. Había conocido a chicas interesantes en las convenciones científicas a las que había asistido, pero nunca a ninguna que hubiera conseguido hacerle reunir el valor suficiente para hablarle. Había estado, siempre, con chicas; mujeres, féminas, señoras, doncellas… Y de repente aparecía Perry y le desordenaba la vida poniéndola de patas arriba, haciendo saltar la chispa, el coraje para hablar por los codos y las mariposas carnívoras que devoraban su estómago cada vez que tenía que poner sus brazos en torno a la cintura de Perry, el muy chico, hombre y masculino Perry. Aunque era algo afeminado a veces… Pero esa no era la cuestión, lo importante era todo lo que ese chico le hacía sentir cada vez que su espalda se encontraba pegada a su pecho, cada vez que sus labios entraban en contacto con los suyos, cada vez que su voz le decía a Doofenshmirtz si quería dormir con él. Así nadie podía pensar con claridad, ni tan siquiera un genio como él. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? Hasta hacía poco menos de un mes Doof odiaba con toda su alma a ese chico con sombrero y ahora… no estaba muy seguro de lo que sentía, pero sí estaba seguro de que si dejaba a sus deseos libres e iba a dormir con Perry, podía muy bien ser que lo que fuera que tuviera con el chico acabara de la peor de las maneras. Quizá Perry sólo estaba siendo amable con él, quizá él tampoco sabía qué estaban haciendo, quizá se había cansado de él ahora que ya había saciado su curiosidad y no sabía como decirle que no estaba interesado… ¿pero entonces por qué seguía hablándole, invitándole a cenar y a dormir? Eso tenía que parar, no podía ser bueno pasar tanto tiempo deliberando una idea que no se sostenía por ninguna parte. ¿Pero cómo lo hacía para empezar a construir los pilares? Quizá hablar con el chico acababa peor que dormir con él…

Doof inició sesión en el juego y vio cómo sus planes para hacer que todas las lavanderías de la ciudad cerraran había fracasado. Sonrió, al menos en la red todo seguía igual.

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Espero que les haya gustado!

Como ya tengo el fic casi terminado y estos días tengo un poco menos de faena, supongo que iré actualizando cada dos o tres días!

Niea.