Durarara ni sus personajes me pertenecen.

ADVERTENCIA: Yaoi. Lemmon.

-Si la rutina estanca a las personas ¿Qué hará un cambio? Shizuo encuentra una noche a Izaya, derrotado.-

Este es mi primer fic de Durarara, apenas y me quedan tres capítulo para terminar la serie, así que, cualquier inconsistencia, culpen mi poca información. De ser así, lo modificaré luego de ver la serie.

Me gustó la idea de que Shizuo encontrara a Izaya casi muerto y ver que podía hacer con éso jaja.

Sugerencias y criticas, son bienvenidas.

Capítulo 01

Encuentro

Aquella noche, empezaba igual a todas las demás. Él, caminando bajo las farolas de la ciudad que comenzaba a aquietarse bajo la noche que iba llegando. Era Miércoles.

Encendía, entonces, un cigarrillo más, del cual había perdido la cuenta y que de todas formas, nunca contaba. Su vida, en realidad, no se manejaba en base a los números. Muchos otros estarían preocupados por cuantos cigarrillos habían fumado o la cantidad de dinero que habían gastado en ellos; por sobre sus preocupaciones, estaba su edad, la cantidad de parejas que había tenido y los años que le quedaban antes de tener que "asentarse" en la vida. Por poco, y olvidaba su edad.

Es mentira, cuando dicen que la vida de un ser humano se aquieta si no tiene números que contar. Bueno, nadie dice eso, pero es una frase que siempre le ha servido cuando sus pensamientos se vuelven profundos y eso, ha estado pasando cada vez menos.

Cuando era más joven, tal vez porque solía relacionarse con más personas, los tiempos parecían importantes y los minutos en la vida eran como billetes que se malgastaban en ocio o en algo productivo. Algunos estudiaban, otros trabajaban y los centavos los insertaban en los karaokes, las fichas o la noche de los fines de semana.

De niño, su vida estaba marcada por la vida de los demás. El ir a la escuela y el terminar la secundaria, pues de lo contrario, llegarían los castigos. Pero una vez que llegó a los 21, su existencia fue completamente suya y ese, fue un gran problema. Trató de conseguir trabajo y en todos fracasó. Éste último, el de cobrador, tampoco es un éxito, pero ya su jefe es un amigo, por ahora no lo han despedido. Con sus fracasos laborales, cayó en la cuenta de que estaba lejos de todo lo casual.

Su vida es un sin sentido, que poco le importa. Mientras tenga lo necesario para subsistir, estará todo bien ¿Y si todo esta bien, por qué fuma tanto?

Sacó el cigarrillo de la boca y lo miró. El humeante palito se partió con facilidad entre sus dedos y luego lo frotó con la yema, hasta deshacerlo y lo tiró al piso. En unas cuadras encendería otro. Es parte de su sin sentido.

Entonces sintió un escalofrío que le cruzó por la espalda. Ahí se detuvo, mirando al edificio que tenía al lado. La oficina de Izaya. Era temprano, apenas y había caído la noche, así que, posiblemente, aún estaba trabajando. Aún que tal vez no. Es algo que no podía saber con certeza. Los miércoles, suele pasar frente al edificio, ya que luego de comer con su compañero, siempre en el mismo lugar, es el camino más cómodo para llegar a casa. Si se trata de un día que lo ha dejado estresado, es un buen descargue, así que sube y discuten un poco. Una discusión de pocas palabras, que comienza con patadas a la puerta de Izaya y si escucha que responde del otro lado, la derriba y pelean. Sin embargo, esa ncohe las luces de la oficina estaban apagadas, por lo que ni su secretaria debía estar.

Sacó la caja de cigarrillos y tomó uno más, el cual cubrió con sus manos para encender. Dió una última mirada a las ventanas de la oficina, mientras chupaba el humo y luego retomó su camino. De todas formas, ese día no planeaba intentar matarlo.

Harto del ruido de la ciudad, decidió tomar por calles tranquilas, las mismas por las que siempre iba los miércoles cuando seguía de largo. Siempre era la mejor opción, pero esta vez, fue una mala idea...

Fijo la vista, para ver mejor y luego se quitó los anteojos oscuros, que en realidad a esa hora no tenían mucho sentido. Metiendo las manos en los bolsillos, se acercó despacio a un bulto entre la basura.

-¿Hola...?- llamó, antes de continuar acercándose- ¡Ey!

Aunque claramente se trataba de una persona inconsciente, no pudo no fastidiarse de no obtener una respuesta. Quien fuera, parecía un chico, pero no traía ropa de escuela. Estaba entre unas bolsas de basura, como durmiendo sobre ellas o eso pensó por un momento. Cuando se acercó para ver mejor, todo su cuerpo se tensionó, como preparándose para una pelea, que claramente no tendría.

-¿Izaya?

Aquel chico sobre las bolsas de basura, no era ni más ni menos que "la pulga". O lo que quedaba de ella. Le costó reconocerlo, porque no traía su abrigo de siempre, sólo una camiseta, pantalón y zapatos. Bueno, al menos no había sido violado.

Acercándose un poco más, notó que su mejilla estaba herida por un corte y su ojo magullado. Por un momento no se lo creyó, jamás vió que nadie pudiese contra él y sus saltitos de "pulga", pero ahí estaba, con el labio partido, ahora que lo veía mejor.

Se agachó junto a él y lo sacudió un poco, produciendole un gesto de dolor al hacerlo. No es medico, pero dedujo que sus costillas estaban rotas ¿Quién se habría ensañado con él de esa forma? Bueno, la pregunta no era quien podría haber sido, sino quien de la larga lista fué.

Antes de decidir nada, miró hacia ambos lados. No había nadie. Recorrió un poco el callejón, sin alejarse demasiado, y la poca sangre que encontró se perdía a lo lejos. Podía deducir que había sido una pelea, tal vez la primera que Izaya había perdido.

-¡Ey!- regresó con él y le quemó el cuello con el cigarrillo, pero esta vez ni reaccionó. Podría llamar a emergencias ¿Pero que tan limpio estaba el curriculum de Izaya? El que lo terminaran arrestando no fue la mayor duda que surgió, sino, cuanto lo expondría cruzarse con cualquier persona. Tal vez era mejor dejarlo morir en el callejón, que entregárselo a algún posible ex cliente.

Pero por más que quisiera convencerse a sí mismo, apelando al odio y a todo lo que le había hecho en el pasado y aún que no creía que Izaya mereciera nada bueno, él, la "bestia", tenía un lado humano y esa humanidad de la que se sentía tan orgulloso, lo estaba apuñalando por la espalda en ese presiso momento.

No tenía idea de donde vivía Izaya, y llevarlo a la oficina no tendría sentido, pues lo primero que debía hacer era revisarlo y luego curarlo. Celty fué su primera opción, pero temió que la respuesta de la pareja sería "quitalo de aquí". Él diría eso. Para evitarse ese viaje inútil, decidió llevarlo a su departamento y de ahí llamaría a Celty. Izaya no se veía dispuesto a desperar en un buen rato.

Y ahí estaba, en un sin sentido nuevo en su vida, pero un sin sentido igual. Teniendo con tantas personas con quienes llevarlo, pero sin ganas de esforzarse por más al escuchar los rechazos de los otros. Simon era otra opción, pero aunque el hombre era siempre amable y alegre, imaginaba que de pedirle ayuda, se la negaría. No culpa a nadie por eso, después de todo, las personas viven sus vidas con el poco tiempo que les da un día. Esas 24 horas son importantes, muchas se van con el trabajo y otras con el viaje de ida y vuelta. Lo que resta, nadie quiere malgastarlo.

Pero él es diferente, no tiene los minutos contados, de hecho, le sobran. Así que volcar ese tiempo en alguien más, no le cuesta. Izaya no es la clase de personas en las que pensó que perdería el tiempo, pero ahí lo estaba haciendo. Su humanidad le palmeó la cabeza y tocio disimulando un "estúpido... cof cof... estúpido". En eso pensaba cuando iba de regreso.

Ya en su departamento, lo recostó en la cama y lo observó atentamente, como un medico a punto de recetar a un paciente. Luego, lo despojó de sus prendas, dejándole solo la ropa interior. Por más herido que estuviese, había cosas que no quería conocer.

Nuevamente sus músculos se tensaron, cuando vó que Izaya abría los ojos. Cerró los puños y casi lanza una puñetazo sobre la cara del otro... Por costumbre nomas... Pero pronto recordó que estaba mal herido.

-¿Shizuo...?- murmuró y luego sus ojos se voltearon, como quien vuelve a perder la conciencia.

-¡Ey!- lo abofeteó, aunque suave- ¡Despierta! ¿Qué te pasó? ¡Ey!- lo sacudió un poco, logrando que volviera a abrir los ojos y le respondiera con una mirada perdida.

Lo dejó, entonces y llamó a Shinra. Como esperó, del otro lado encontró simpatía, pero pocos deseos de participar.

-"¿De verdad?"- sólo cuando le explicó que se trataba de Izaya y que lo había encontrado vencido, su ex compañero de escuela y supuesto amigo, pareció interesarse- "Eso es extraño ¡Iré ya mismo!"- dijo, cortando del otro lado.

A su llegada, Shinra lo llenó de preguntas, que claro, Shizuno no tenía como responder ¡Él no había estado en el momento de la pelea! ¿Por qué pensaba que podría saber más de lo que le había contado?

Las costillas de Izaya resultaron bien, aún que su cabeza estaba muy golpeada, el labio roto, el ojo magullado y unos pocos cortes al azar en el cuerpo.

-Lo mejor sería poder hacerle algún estudio, para ver que todo este bien. Pero hoy no tengo la posibilidad de llevarlo ¿Mañana al medio día estarás disponible?

-Trabajo... Ven a buscarlo.

Shinra suspiró con desgano, sin dar respuesta, así que continuaron su charla un poco más, sobre otras cosas y finalmente se retiró.

Shizuo tomó una ducha, para relajarse, buscó ropa para dormir e hizo rodar el cuerpo de Izaya un poco, para darse lugar en la cama, que después de todo no era muy grande. Allí se recostó y durmió sin problema.

Y así es como terminó en esta situación. En la mañana temprano había despertado, Izaya ni siquiera se movió de como lo había dejado la noche anterior (una posición algo incomoda, por cierto). Tomó otra ducha y luego se preparó un desayuno. Ahora lee el periódico, mientras espera a que su café de enfríe, lo cual esta tardando mucho y eso lo ensaspera. Las tostadas que descansan en el otro plato ya están frías y listas para comer, pero el café sigue humeando. Sin más, arroja el periódico y prende un cigarrillo mientras tira el café por la rejilla.

-Maldito menjunje...- mascullo y regresa, para comer sus tostadas, dando una bocanada al cigarrillo cada vez que termina una.

Sus mañanas son tranquilas, pero esta vez, esta alterado. Sus oídos están atentos al cuarto donde pasó la noche y donde aún duerme su intruso-invitado. Ahora que la situación ya pasó, se pregunta seriamente ¿En qué estaba pensando? Izaya podría haber despertado y atacado, aún que no suele hacer esas cosas. Seguramente sólo habría abierto la ventana y huido por ella.

Suspira. Es un pulga y él una bestia, se supone que esas cositas insignificantes viven a base de criaturas como él. No es que se sienta orgulloso del apodo que le dió, pero, ¿Nunca pensó en la ironía del nombre que le puso? Vuelve la cabeza hacia el cuarto, pensativo. No es la primera vez que le dicen que Izaya tiene una obsesión con él, aún que siempre lo sintió invertido. Lo odia desde lo más profundo y siempre que se le cruza por la mente, lo primero que hace es ir a buscarlo. No es un asesino, sólo es un golpeador.

Un sonido lo saca de sus pensamientos. Se escuchó como el rechine de la cama. Luego escucha unos queidos. De inmediato se pone de pié y sale del departamento. No quiere estar ahí cuando despierte del todo. Si cuando vuelve ya no esta, que será lo más probable, mejor. Por otro lado, cree que estaría bien si se queda rondando por la casa, hasta que Shinra lo pase a buscar; por lo curioso que es Izaya, o lo curioso que supone que es, no duda sobre que dará unas cuantas vueltas para ver que encuentra, antes de marcharse. No importa cuanto curiosee, no tiene nada que delate que es departamento. Ni fotos ni nada. Y por si acaso, envía un mensaje a Shinra, pidiéndole que no le diga que ha sido él quien lo salvó.

Todo el mundo dice que las coincidencias no existen ¿Será verdad? De ser así, por algo pasó lo que pasó. No es que este dispuesto a olvidar el pasado o que Izaya esté dispuesto a dejarlo en paz por agradecimiento. Pero por otro lado, lo han dejado mal y quien haya sido, no es nuevo en la ciudad ¿O sólo fué suerte de algún antiguo enemigo?

Como sea. Espera que al regresar, Izaya ya no esté.