Summary: Sólo hay una forma de retenerla a su lado: casarse con ella
Edward Cullen es como una pantera dispuesta a saltar. Brillante, atractivo y tremendamente poderoso, va a probar muy pronto el dulce sabor de la venganza...
Bella está desesperada por tener acceso a su sobrina, pero la niña está bajo la custodia de Edward... ¡su ex prometido! No tiene más remedio que someterse a sus exigencias... ¡debe convertirse en su amante!
Ingenua e inexperta, Bella no se parece a las sofisticadas caza fortunas que han calentado hasta entonces la cama de Edward. Sólo será cuestión de tiempo que se canse de ella...
Disclaimer: Los personajes de Twilight son propiedad de Stephanie Meyer. La historia es una adaptación de Lynne Graham
Prólogo
—Es una niña encantadora —dijo Carlisle mientras observaba desde la ventana a la pequeña que jugaba en los jardines de la villa de su nieto—. Me recuerda a alguien. No sé exactamente a quién...
Edward entrecerró sus oscuros ojos. No dijo nada, aunque había hecho la conexión genética nada más ver a la niña. Habría sido imposible no hacerla: aquel pelo marrón, con mechones rojizos, y aquellos ojos chocolate eran como un carné de identidad. El destino había puesto en sus manos un arma increíblemente poderosa, y no iba a tener reparos a la hora de utilizarla para conseguir lo que quería. Edward siempre mantenía su conciencia bajo control. Para él no eran aceptables ni el fracaso ni los premios de consolación. Estaba convencido de que triunfaría... y ganar casi siempre implicaba romper las reglas.
—Pero una niña necesita una madre —continuó Carlisle, que a pesar de sus ochenta y dos años se mantenía erguido como una vara—. Y tu especialidad son las...
—Las modelos guapas —concluyó Edward por él, consciente de que su abuelo podría haber utilizado un adjetivo más duro para referirse a las mujeres con que salía—. Emmett quiso que yo me ocupara de criar a su hija, y pienso hacerlo.
— Emmett era tu primo y compañero de juegos, no tu hermano —replicó su abuelo con expresión preocupada—. ¿Estás dispuesto a renunciar a esa hilera de mujeres preciosas y a esas interminables fiestas por el bien de una niña que ni siquiera es tuya?
—Tengo un servicio de fiar y muy eficiente. No creo que el impacto de Elizabeth en mi vida vaya a ser tan catastrófico — Edward nunca había sacrificado nada por nadie, y ni siquiera podía imaginarse a sí mismo haciéndolo. Pero, aunque no estuviera de acuerdo con los puntos de vista de su abuelo, lo respetaba y estaba dispuesto a escucharlo.
Además, pocos hombres tenían más derecho a hablar con franqueza sobre la responsabilidad familiar que Carlisle Cullen. Hacía tiempo que el nombre de la familia era sinónimo de disfunción y escándalos. Carlisle se culpaba a sí mismo por el hecho de que sus hijos hubieran fracasado espectacularmente como adultos con sus desastrosos matrimonios, adicciones y aventuras. El padre de Edward había sido el peor de todos, y su madre, la heredera de otra familia de armadores, no se había quedado atrás a la hora de dar muestras de su auto indulgencia e irresponsabilidad.
—Si piensas eso, es que estás subestimando la responsabilidad a que te enfrentas. Una niña que ha perdido a sus dos padres necesitará toda tu atención para sentirse segura. Eres un adicto al trabajo, como lo era yo, Edward. Se nos da muy bien hacer dinero, pero no somos buenos padres —dijo Carlisle, preocupado—. Necesitas encontrar una esposa dispuesta a ser la madre de Eliza.
—El matrimonio no es mi estilo —replicó Edward.
—El incidente al que te refieres tuvo lugar cuando tenías veinticinco años —se atrevió a comentar Carlisle.
La expresión de su nieto se endureció.
—Aquello fue un breve encaprichamiento del que me recuperé rápidamente —replicó con un encogimiento de hombros.
Pero no pudo evitar experimentar una conocida oleada de amargura. Bella. Sólo tenía que pensar en su nombre para sentir rabia. Siete años atrás había puesto precio a la cabeza de la única mujer que había querido, la única mujer que aún no lograba olvidar. Entonces juró que algún día se vengaría por lo que le había hecho. El noviazgo que nunca tuvo lugar... un rechazo impensable. Sin embargo, ¿no le había hecho Bella un favor en algunos sentidos? La decepción y la humillación que experimentó hicieron que Edward no volviera a bajar nunca la guardia ante otra mujer. En lugar de ello se concentró en disfrutar de los beneficios de su fabulosa riqueza mientras se volvía cada vez más duro y ambicioso.
Aparte de hacerle multimillonario, su éxito profesional le había granjeado muchas envidias y enemigos en el mundo de los negocios. La franqueza con que le estaba hablando Carlisle era una experiencia rara para Edward, cuyos agresivos instintos le hacían ejercer una poderosa y dominante influencia sobre los demás. Muy pronto, Bella también tendría que hacer una hoguera con todos sus nobles principios y prejuicios y ponerse a bailar a su son. El primer sabor de la venganza prometía ser más dulce que la miel.
Espero que les guste, por favor Review
