-¡Y aquí está mi maravilloso invento! El transportador biomolecular de átomos beta- exclamó la Princesa Chicle extendiendo los brazos frente a un cacharro diminuto, más pequeño que su nombre.

-¡Matématico! Pero.. ¿qué se supone que es?- dijo Finn rascándose el gorro.

-Te lo acabo de decir Finn, es un transportador biomolecular de átomos beta, tontín- repitió Chicle ante la misma cara de ignorancia del chico.

-Deja a un lado tu jerga científica Bonniebell si no se lo explicas mejor le va a rebentar la cabeza de tanto pensar- rió Marceline saliendo de su escondrijo en el techo.

-¿Pero qué cebollas hacías ahí Marceline? Este es mi laboratorio- replicó algo molesta Chicle.

-Me aburría en mi cueva y quería ver que hacían estos pillastres. Pero si pensabais empezar a divertiros me abro- dijo la vampiresa claramente con segundas intenciones.

-En ese momento Finn y Chicle se pusieron colorados (Aunque Finn más que la princesa pues esta ya era de color rosa)

-Ey tron, ¿qué? ¡Ahh, un vampiro!- irrumpió Jake con un pastelito en las manos, a la par que se metía debajo de la mesa temblando.

-Tranquilo gordo, que es Marcy- dijo Finn calmándole.

'Ring, ring' El teléfono de Chicle sonó con un politono anticuado interrumpiendo la conversación.

-Lo siento chicos, tengo que encargarme de unas chorradas de palacio, no toquéis el transpor... ¿Diga?- Chicle salió de la sala en cuanto atendió al teléfono dejando solos a los demás en ella.

-¡Wooooahhh! ¿Qué es eso?- Jake se asomó por el borde de la mesa, estirándose ligeramente para lograr ver el extraño invento de la Princesa Chicle.

-Es un... ¿cómo se llamaba Marceline?- preguntó Finn sin haber prestado atención a la Princesa

-Me la sopla cómo se llame, vamos a ver para qué sirve- dijo Marceline acercándose al cacharro de nombre extraño.

-Pero Chicle dijo que no lo tocáramos- replicó Finn.

-¿En algún momento me has visto hacer caso a esa pelirosa?- cuando Marceline se giró ese cachibache ya no estaba en su sitio.

-Alaaa, ¡mira tron! Brilla...- Jake estaba hecho una bola en un rincón frente al cacharro gris con los ojos brillantes, en ese momento el perro naranja apretó varios botones haciendo que produjera un ruido mecánico extraño y un agujero de color y forma indefinidos se abrió ante ellos y la Princesa Chicle que volvía en ese instante con el grupo. Antes de que les diese tiempo a reaccionar fueron absorbidos.