Disclaimer: Ningún personaje es de mi propiedad. Los mencionados pertenecen a Marvel, Fox o Disney. No tengo mayor beneficio con este escrito que el de agradar un poco a quien quiera leérselo.
Salvo el OC. Esa pobre diabla es mía.
Prólogo
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En todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida.
(El túnel —Ernesto Sábato)
…
Era una niña mustia y desgarbada; a simple vista, indigna de la curiosidad del Anticuario. Se acercó con su silencioso andar de gata triste. Cría del norte, al hablar por primera vez, Jean-Luc notó que su fina vocecilla no apaleaba a ningún acento en el sur.
El corazón del barrio francés comenzaba a acogerla como una forastera demasiado propia. El líder del Gremio de Ladrones, camuflado con el ajetreo habitual sobre una silla en el local que emitía una suave música instrumental, admitió su cercanía mediante una mueca divertida arreglada a medias en sus facciones, hasta verdaderamente observarla y casi mutar su ánimo jovial por aquella lástima que sólo pueden remover los niños.
Estaba lívida. El cansancio le había pintado círculos oscuros debajo de unos ojos grises, extrañamente febriles, confiriéndole una expresión vivaracha a pesar de su semblante ajado; el verdugón en el pómulo, reciente, violáceo y amarillento en los bordes, hacía de único toque de color. Exhibía la facha desvalida de los niños huérfanos, pero se sabía que tenía un padre esperándola en casa. No obstante, para el contraste casi chocante que significaba, toda debilidad casi podía ser desmentida por la firmeza adulta que tenía para hablar. No podía tener más de siete años, sin embargo.
El mayor detuvo al mesero que se acercaba para echar del lugar a la niña castaña no bien ella había tomado asiento frente a él. Jean-Luc miró su reloj de pulsera. Todavía disponía de unos minutos antes de su "pequeña reunión". Ofreció algo de comer y beber, a su cuenta, desde luego. La chiquilla agradeció fríamente el gesto y aceptó. Siguió hablando.
—Busco a mi madre —dijo en algún punto. Las pestañas aletearon un par de veces, suspicaces, antes de que tomara la decisión—. ¿Puedo contarle algo?
Jean-Luc sabía lo que seguía. Alguno de los suyos había referido la búsqueda inútil de una niña norteña de ojos saltones. La chica con el padre alcohólico que vivía en la parte más occidental del Faubourg Marigny. Famosa por su irritante insistencia, había vagado tanto por aquella zona de Nueva Orleans que se había dado a conocer bastante por los vecinos.
La niña apretó los labios en una fina línea, aguardando la respuesta. Se removió dentro del amplio abrigo marrón que su padre le había conseguido en la caridad de la iglesia. Era temprano en las calles de Nueva Orleans, pero la prenda comenzaba a pesarle al incipiente calor del sol en pleno verano. Miró fugazmente al mesero que llevaba el desayuno.
—Ya has empezado —replicó Jean-Luc.
Ella lo tomó como un sí.
Un suspiro entrecortado salió de su pecho.
—Mi madre me abandonó hace setenta y cinco días —declaró, mirando hacia la calle, como si inspeccionara la luz de la mañana que comenzaba a trepar por los edificios. Se corrigió—. Hace setenta y seis días. No dejó nada suyo. Como si no hubiera existido; creo que era lo que quería que yo pensara, o lo pensara un poco. Tal vez lo quería pero no fue tan valiente. Porque yo sé que existió, lo sé porque tengo esto. —Sacó su pequeña mano del bolsillo del abrigo. Tenía una fotografía—. Es francés —señaló la nota al pie de la fotografía.
—¿Quieres que lo lea para ti? —Inquirió con tranquilidad.
—Yo sé lo que dice —espetó ella, casi ofendida—. Quiero que vea a la mujer, es mi madre.
—No la reconozco, lo siento —dijo tras una breve inspección. Una mujer rubia sonreía abrazada a un bebé bastante taciturno en una instantánea maltratada. Tenía un aire familiar, pero habría mentido si hubiera afirmado recordarla realmente o siquiera conocerla.
—Pero ahora sabe cómo es. Mi padre y yo creemos que volverá a Nueva Orleans en algún momento. Sí la ve…
—Te dejaré saber —completó él. Prestando más atención, el nerviosismo y su miedo eran patentes en el trémulo aleteo de sus pestañas. Aquél era un plan de búsqueda sin pies ni cabeza, pero un esfuerzo válido tomando en cuenta su edad. Por lo mismo, Jean-Luc ofreció—: ¿Algún lugar para contactar a la joven dama? ¿Un nombre, un teléfono tal vez?
—Charlotte. Estaré aquí un tiempo, no será difícil encontrarme —replicó.
Oh, no lo sería.
N/A: ¡Sí! ¡Soy yo y con nuevo fic! Un canon/oc que en verdad poco tiene de eso, pero igual lo tiene. Y si y no y quién sabe c: Lo típico.
Remake de otro fic que era remake de otro fic (?). El reciclaje de ideas es otro de mis negocios xv. Mi Gambit/Rogue no llega a mí x's Así que sigo la vieja costumbre mía y profano fandoms con OCs porque YOLO.
Nada, sólo decir que si bien el fic está (vagamente) ambientado en el UCX, tiene algo del UCM (crossover porque I do what I want). Detallitos de los cómics y mucha sabrosura (espero). Trama no muy brillante, mutación para el OC algo confusa... Y un OC que es Arya Stark con cara de Lily Collins, kinda... sorta.
No tengo idea de francés cajún (o del francés en general xc), so... Una disculpa, pastelitos.
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