The Loud House: Riverworld (El Mundo del Rio)

Nota preliminar.

La historia que están a punto de leer no fue concebida inicialmente por mí, sino por un antiguo usuario de FF que es un gran amigo mío, y que dejó esta obra en sus primeros capítulos: stevenuniverse20yy (después abrevió su tag a 20yy)

Este amigo tuvo la gran idea de adaptar el universo de TLH a la trama de una de las novelas de ciencia ficción más imaginativas e impresionantes del siglo XX: "A vuestros cuerpos dispersos", original del Gran Maestro Philip Jose Farmer. Esta novela ganó el premio Hugo en 1972, y es la primera de la saga del Mundo del Rio (Riverworld).

20yy escribió los primeros cinco capítulos y luego abandonó su perfil. Yo le insistí durante largo tiempo para que la continuara, y finalmente acabó cediéndomela; argumentando que yo conozco la historia original por lo menos tan bien como él.

Según me dijo, mis ideas y estilo para desarrollarla le parecen bastante adecuados. Así que... Aquí está. Me he dado a la tarea de reescribir parcialmente los capítulos de mi amigo para adaptarlos a mi estilo. Los voy a publicar con mis modificaciones, y luego voy a continuar con esta historia a partir del punto en que él la dejó (capítulo 5).

Un par de palabras antes de que comiencen a leer:

Esta historia es a momentos muy cruda, violenta, y contiene buenas cantidades de contenido erótico. Si deciden darle una oportunidad, muy pronto se darán cuenta del por qué. Vamos a asistir a algunas de las mejores y las peores cosas que puede dar la humanidad.

Todos los protagonistas tienen un año más que en la serie real. Esto tiene su explicación, pero la hallarán mucho más adelante en la historia.

Tengan en cuenta también que, excepto el primer capítulo, la historia se desarrolla por completo en un mundo imaginario llamado Riverworld, creado por el autor de la historia original. Hemos decidido respetar la fecha en la que la humanidad es aniquilada en la historia original (año 2008 después de Cristo); así pues, cualquier discordancia con la cronología de la serie original, se debe a esta decisión.

Los misterios de Riverworld se irán revelando muy poco a poco. Los que hayan leído la historia original, podrán constatar que se han seguido los hitos y sucesos de la misma solo hasta cierto punto. Llegará el momento en que los personajes de TLH van a interactuar con los personajes de la historia original, con todas las consecuencias que eso pueda traer.

Decir más, sería un tremendo spoiler; y ya he comprobado que a la gente de nuestro fandom le gustan las sorpresas. Prefiero no arruinarles la experiencia, y dejar que ustedes mismos descubran los muchos misterios que tiene este fic.

Saludos a todos, y ojalá se animen a leer.

Octware


1. La última noche de la humanidad

Dos noches antes del fin del mundo, al igual que miles de millones de personas en el mundo, la familia Loud estaba sentada frente al televisor.

Después de tanto temor e incertidumbre, estaban por fin relajados y fascinados. No era para menos: la humanidad había conseguido uno de sus mayores sueños... Y a la vez, había visto a la cara de uno de sus peores temores.

Había entrado en contacto con vida extraterrestre.

Obviamente, tras el contacto y las primeras noticias confusas y distorsionadas; el pánico y el terror se extendieron por todo el mundo. Sin embargo, en esa era de información y conectividad, hubo muchas voces prestigiosas y autoridades que contribuyeron a refrenar el miedo y el descontrol.

Además, para facilitar las cosas, los vecinos extraterrestres enseguida hicieron evidentes sus intenciones pacíficas y amistosas. Parecían entender muy bien el temor de los seres humanos.

Ellos mismos solicitaron escoltas antes de descender en la Tierra. Y sugirieron que los satélites espía y de guerra apuntaran a su nave, antes de que empezaran cualquier maniobra de descenso.

El contacto fue rápido y eficaz. Los extraterrestres hicieron varias presentaciones ante las autoridades de las Naciones Unidas, y de todas las naciones de la Tierra, tanto pobres como poderosas. Después de contactar y presentarse ante todas las autoridades civiles y militares del mundo, llegó el día en que harían una presentación mundial simultánea a todos los países. Iban a hablar en televisión, por radio y e Internet; con chat semiabierto incluido.

Lisa Loud había preparado una serie de preguntas inteligentes para enviarlas por su canal de chat privado. Inicialmente, como la receptora de un Premio Nobel más joven de la historia, había sido considerada como invitada para la primera rueda de prensa; pero los mismos extraterrestres se opusieron a esa idea. Deseaban el máximo de difusión e inclusividad en el primer encuentro. No les pareció correcto encontrarse primero con cualquiera de las élites de la humanidad, fueran políticas o intelectuales. Así que decidieron invitar a un grupo de periodistas de todos los países del mundo, elegidos por la humanidad en votación abierta.

Por el momento, Lisa debía conformarse con intervenir a distancia. Seguramente habría tiempo para que hicieran alguna de sus preguntas al aire.


La rueda de prensa fue fascinante. Todo iba muy bien, hasta que alguno de los participantes en el chat hizo la pregunta. Una cuestión aparentemente simple y sencilla, que dio principio al final de la humanidad.

- Señor Monat -leyó el moderador-. ¿Cuánto tiempo viven ustedes?

- Bueno, esa es una pregunta difícil de contestar -respondió el extraterrestre-. Teóricamente podríamos vivir por siempre, porque tenemos los medios para hacerlo. Pero no los utilizamos. Nuestros preceptos éticos nos lo prohíben.

En la casa Loud, la pequeña Lisa había escuchado todo el programa con interés. Pero en ese momento se echó hacia adelante en su asiento. Aguzó sus oídos, y su corazón empezó a latir con fuerza.

- ¿Cómo? -preguntó el moderador, perplejo- ¿Acaso ustedes rechazan la vida eterna? ¿Y teniéndola al alcance de la mano?

- Por supuesto que sí. Tenemos muchas razones para ello. Demasiado complejas para discutirlas en este momento.

- Oigan, y... ¿ustedes creen que esas técnicas podrían funcionar con los seres humanos?

A tres mil kilómetros de distancia, Lisa sintió que su corazón daba un vuelco. Por primera vez en mucho tiempo, sintió el brutal aguijonazo del miedo.

- No lo digas... Por lo que más quieras, no lo digas -susurró.

Solo Lincoln la escuchó. Volteó a verla, y la cara de angustia de su pequeña hermana se quedó grabada en su mente; desde ese momento, hasta que todo terminó.

- No veo razón para que no funcionen. Después de todo, su fisiología no difiere tanto de la nuestra. Pero, tienen las mismas limitantes éticas que nosotros...

- ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! -gritó Lisa, saltando de su asiento.

Su exabrupto sobresaltó a toda la familia; excepto a Lincoln, que ya lo esperaba. Aunque no sabía exactamente por qué.

- Voy a ver qué le pasa -dijo a sus padres, un instante antes de correr tras de ella.

La alcanzó justo cuando atravesaba la entrada de su búnker.

- Lisa, ¿qué sucede? ¿A dónde vas?

- A reforzar las defensas del búnker. ¡Y las de la casa! -respondió ella, con los ojos desorbitados por el terror.

- Espera... ¿No crees que estás exagerando? -replicó él.

Trataba de sonar seguro; pero algo en la mirada de su hermana le produjo un estremecimiento de pavor.

- Escucha Lincoln: lo que dijo ese extraterrestre va a desencadenar un maldito infierno en este miserable mundo. Los estúpidos seres humanos van a atacar. Los extraterrestres se verán obligados a defenderse, y no sabemos en qué forma lo harán. Pero estoy segura que una civilización que posee medios para crear naves que pueden sobrevivir al espacio profundo, y atravesar distancias de muchos años luz; también posee medios para aniquilar a la humanidad. Tenemos que estar preparados. Y con mucha, mucha suerte… quizá seamos de los pocos que sobrevivan.

Lisa no dijo más. Cerró la puerta de su búnker y empezó a trabajar enseguida.

Afuera, Lincoln sopesaba cuidadosamente sus palabras, mientras sentía que unas manos heladas estrujaban su corazón.


Por desgracia, los acontecimientos le dieron la razón a la segunda más joven de la familia Loud. A la mañana siguiente, todos los medios de comunicación estaban colapsados. La humanidad exigía respuestas. Por primera vez en su historia, veía una posibilidad de escapar para siempre al más persistente y aterrador de todos sus miedos: la muerte, la disolución. Para algunos, la inconsciencia eterna. Para otros, un submundo de tormento eterno ganado por las malas acciones de las que era tan difícil arrepentirse...

De nada sirvieron las explicaciones de los extraterrestres. Argumentaron una y otra vez que ninguno de ellos poseía ese conocimiento. Qué incluso en su planeta, eran muy pocos los que lo sabían, y nadie tenía una visión completa del proceso. Los seres humanos suplicaron, pidieron, intentaron negociar, y finalmente amenazaron. La noche del siguiente día, ya habían copado por completo el sitio donde yacía la nave.

Los extraterrestres intentaron razonar hasta el final. Las autoridades de la Tierra cooperaron para desplegar un contingente de guardias de élite traídos de todos los países. Pero el lugar ya estaba rodeado por decenas de millones de personas fanatizadas e incapaces de escuchar razones. El manto humano se extendía por decenas de kilómetros a la redonda, y muchos de sus líderes fanáticos y desquiciados clamaban por pasar a las acciones directas.

Una última negociación resultó igualmente inútil. La paciencia se agotó. La masa humana cargó contra el muro de contención de la nave, y los defensores fueron brutalmente masacrados.

Sí los extraterrestres hubieran estado en su nave, quizá pudo haberse evitado lo peor. Pero su lógica y su sentido de la negociación jugaron en contra de ellos. Permanecieron fuera de su nave hasta el último momento, intentando razonar ante la muchedumbre y las cámaras de televisión. Cuando se percataron de que sus intentos de negociación serían inútiles, ya era demasiado tarde.

La turba enloquecida cargó contra ellos, y los hizo pedazos.

Pero, en el último instante; uno de aquellos seres logró comprender el alma humana. Entendió lo que ocurriría si aquella raza de exaltados lograba apoderarse de su nave... Y tomó la decisión más drástica, pero también la única que le fue posible en sus últimos segundos de vida.


En la casa Loud, toda la familia había pasado el día escuchando las noticias. A ninguno se le había ocurrido unirse a los fanáticos que exigían la vida eterna. Por el contrario: siguieron las noticias con creciente preocupación, y antes de caer la tarde comprendieron que su pequeña Lisa tenía toda la razón en sus temores. A la caída de la noche, Lincoln, Lana, los dos Lynn y Lori estaban ayudando a Lisa en todo lo que podían. Rita, Leni, Luna y Lucy salieron de compras; y Luan se esforzaba por entretener al resto de sus hermanas pequeñas.

Cerca de la medianoche, todos estaban a punto de desfallecer. Incluso Lisa, que estaba acostumbrada a pasar largas noches en vela durante sus experimentos. La familia tomó una cena tardía, y se fueron a ver las noticias. Ninguno deseaba enterarse de cómo iban las cosas, pero no tenían otra opción. Necesitaban saber.

Ante sus ojos angustiados, las cámaras transmitieron los detalles del espantoso asesinato de los extraterrestres y sus guardianes humanos. De nada valieron cercas electrificadas, gases lacrimógenos y ametralladoras. La multitud respondió al fuego con fuego. Los defensores jamás tuvieron oportunidad de controlar la situación.

La transmisión se cortó. Todos los Loud, con la única excepción de Lilly, comprendieron la terrible realidad. El mundo que tan bien conocían había terminado para siempre.

Sin decir palabra, hicieron inventario de sus víveres; y Lisa activó su nuevo sistema de seguridad.


A la mañana siguiente, el mundo ya era un caos. Las noticias hablaban de tumultos y saqueos por doquier. Se estableció el toque de queda, la ley marcial; y cientos de miles de personas empezaron a morir por todas partes.

En Royal Woods, las cosas también empezaron a deteriorarse. Lynn Sr. Intentó tomar a Vanzilla para hacer unas cuantas compras más, pero una turba enfurecida le cerró el paso por todas partes. Se vio obligado a abandonar su amada camioneta, y apenas logró regresar a casa.

Al caer la tarde, les llegó el último rumor. Los seres humanos estaban cayendo por millones en todos los países del mundo.

Se hablaba de un satélite artificial que los seres extraterrestres habían dejado en órbita con el permiso de las autoridades de la Tierra. Un satélite de comunicación que en realidad era un arma letal; capaz de emitir una radiación que obliteraba cualquier forma de vida.

Los intentos por detenerlo fueron inútiles. Sus defensas eran demasiado poderosas. Ni siquiera los rayos láser de radiación gamma y los misiles termonucleares pudieron abrir brecha en su escudo protector.

La humanidad estaba condenada.


- ¡Nos lo merecemos por estúpidos! -gritó Lisa, iracunda y desesperada-. Sí de verdad existiera la reencarnación, me haría maestra de escuela. ¡Debí entender que la única manera de progresar en el conocimiento era combatir la ignorancia y el fanatismo! ¡Nadie puede dedicarse a investigar tranquilo mientras haya fanáticos que quieran cortarte la garganta!

Las noticias y la información eran concluyentes. El satélite emitía algún tipo de radiación super penetrante, capaz de atravesar cualquier barrera concebida por el ser humano. Todos sus esfuerzos de las últimas cuarenta horas habían sido en vano.

Abrazada a su familia, Lisa se permitió por primera vez ser una niña de cinco años. Lloraba de dolor, miedo e impotencia. Se sentía tan inútil y desamparada como nunca en su vida.

- Mamá... Papá... Todos. Por favor... ¡Perdónenme! Lamento no haber podido protegerlos. Salvarlos de esta calamidad...

Lincoln se acercó a su hermanita. La abrazó, y le dio un suave beso en los labios.

- Lisa... ¡Tú no sabías nada! Hiciste todo lo que pudiste. ¡Hay millones de personas que están teniendo una muerte horrible en los disturbios! Al menos, nos evitaste eso hermanita... Podremos morir en paz. Juntos... Como familia.

Lisa sujetó las manos de Lincoln y sonrió entre sus lágrimas. Todos los Loud corrieron a abrazar a su heroína. La persona que al menos les había ayudado a morir tranquilos en casa.

Lincoln la abrazó muy fuerte. Cerró los ojos, y no volvió a abrirlos.

En su interior, sintió que algo se rompía. Algo tan terrible que debió producirle un dolor infinito y mortal. Pero sus nervios se desconectaron; se volvieron incapaces de transmitir sensaciones... Y luego, ya no hubo nada que sentir.

Lincoln Loud, junto con toda su familia, se sumergieron en el abismo de la inconsciencia eterna.