The call of the Angels

Summary: El Bene ha Elohim, es la corte encargada de proteger a 'Dios' y a 'La Creación'. Hay guardianes que se entrenan para esta tarea, sin distinción de raza o costumbre. Harry es llamado, sin darse cuenta que, ese era apenas el principio de sus problemas...

Disclaimer: No soy la creadora o difusora de Harry Potter. No tengo remuneración económica por escribir esto. Simple diversión.

Author Notes: Como habrán visto, he decidido editar esta historia. Mis razones son simples y de peso. Esta historia dio muchos tumbos antes de llegar al lugar en donde se encuentra ahora y muchas cosas que se plantearon en un principio, por suerte o desgracia, hoy en día, muchas de ellas, no son las mismas. Así que para llevar un poco más de coherencia y tener una oportunidad de redimir y aumentar los niveles de redacción, gramática y errores en general, he tomado esta decisión.

Atte. Liuny Enelya.

Prólogo:

La tarde se presentaba tranquila mientras un joven de ojos calmados verdes descansaba plácidamente bajo un árbol, leyendo un libro.

Estaba en casa de los Weasley, no sabía la razón del porque, no llevaba ni el primer mes de vacaciones cuando ya lo habían sacado del peligroso reclusorio que tenía como hogar… había pasado una semana desde que había cumplido dieciséis años. Ron le había regalado un reloj muggle con propiedades mágicas que ninguno (ni Hermione) Había logrado descubrir. La prefecta había decidido botar la casa por la ventana y le había regalado… un libro. Curioso era el hecho, que lo había empezado a leer y no podía parar.

Dejó el libro por unos momentos en el piso, el cual se titulaba: "Ángeles y Elfos, serkë ar Laurë". Con respecto a las últimas dos palabras no habían logrado dar con su significado, pero por lo que Harry pudo descifrar era que estaba en el idioma de los elfos extintos, sonrió. Voldemort había regresado, con más poder que nunca, pero Él, en estos momentos se sentía feliz. Aún le pesaba la muerte de Cederic, Cho le había desencantado, ahora se preguntaba: ¿Qué le había visto? Por suerte todo aquello quedaba en el pasado.

Miró hacía el cielo, estaba despejado… sólo algunos manchones blancos tapiaban el inmenso azul. Sirius y Remus, le habían mandado felicitaciones también, diciéndole que estaban bien, por el momento; y entre los dos le habían regalado una pequeña silueta de un fénix hecha de fuego, que tenía el uso de una lámpara muggle. Se podía usar como dije, el único problema era que nadie la podía tocar, ya que quemaba gravemente, así que venía en una espectacular cúpula de vidrio con signos extraños, entrelineados que entre Herm y Él habían descubierto (gracias al libro) eran símbolos élficos.

Carcomido por la curiosidad, unas noches atrás, receloso quitó la cúpula de la base, y sintió como un calor sofocante era desprendido, así que no lo dudó dos veces y lo agarró, el único problema fue que no le quemó, ni nada, simplemente la llama cambiaba de tonos moviéndose con la seca brisa de verano, desde ese día sintió algo especial por el collar y no se lo quitaba para nada. Por la experiencia, decidió guardarse el hecho que había podido tocar la, hasta ahora; Intocable Flama.

Las nubes en su eterno vaivén descubrieron el astro rey, el cual brilló con más intensidad, el ojiverde se estiró perezosamente, y volvió a sonreír, por más que insistía en ayudar en algo, no se lo permitían. Hermione y Ron se habían emparejado (¡por fin!), no era algo público, pero ya los había pillado in fraganti, y se habían ido a pasear por allí. Los gemelos estaban en su tienda, la señora Weasley estaba con Ginny en el mercado y el Señor Weasley, trabajando. Su hijo Percy el cual se había redimido, pidiéndole una sincera disculpa a Harry, la cual fue aceptada de manera desconfiada. Eso lo dejaba solo en la casa, el silencio era relajante; volvió a coger el libro y empezó a leer de nuevo.

Pasado unos cinco minutos comenzó a sentir una ligera piquita, que se estaba volviendo molesta. Volvió a dejar el libro molesto. Estaba en una parte interesante, se miró las manos, frunció el ceño… formándose estaban unas marcas rojas en ellas de forma simétricas y específicas. Eran como pulseras de formas circuncéntricas que se iban extendiendo por todo el brazo a la par que se dibujaban distintos símbolos. Todo simétrico y circular. Fue rápidamente al baño y se echó una especie de alcohol muggle.

Deseó no haberlo hecho al sentir el picor insoportable incrementando. Escuchó que la puerta sonaba… tenía una camisa manga corta, dejando las ¿heridas? Al descubierto. Corrió al cuarto y se puso una camisa manga larga de Dudley. Las marcas llegaban odiosamente, casi hasta los nudillos.

Recogió el libro y se sentó en el sofá. El calor era sofocante, por suerte no estaba sudando. Como un plus las heridas que se abrieron sin sangrar, como por arte de magia; picaban, ardían y lo estaban conduciendo literalmente a la locura. Reunió todo su auto control, respiró profundo y miró a sus recién llegados amigos. Hermione se le quedó viendo raro a Harry.

— Harry ¿Por qué tienes puesta una camisa manga larga? —Preguntó como siempre que había algo fuera de su lugar.

— Ummm… —Tenía que ser una mentira rápida, pero creíble—. Fui a la cocina, y agarré una olla que estaba en medio… tenía un sortilegio Weasley y se imaginarán el desastre. No tenía otra camisa.

— Te hubieras puesto una de las mías ¿Qué no tienes calor? —Preguntó el pelirrojo sudando con solo verlo.

— No, no tengo calor, por cierto ¿Dónde estaban? —Dijo Harry eludiendo rápidamente el tema. Primero podía tocar el fénix y ahora le salían marcas extrañas en los brazos, las cosas extrañas parecían ser siempre su día a día.

— Eh… e… bue- bueno… ummm… estábamos, por paseando allí… —Fue lo único que se le ocurrió decir a la prefecta.

— Genial. Por cierto, llegaron las cartas de Hogwarts. Tú madre dijo que iríamos al callejón Diagon, para comprar las cosas mañana por la mañana.

— Oye ¡Te estás leyendo el libro! No lo puedo creer. —Dijo la mujer sorprendida mientras agarrando el libro y para su agradable sorpresa éste la iba por la mitad—. Te gustó por lo que veo.

— No puedo parar de leerlo, es muy interesante Herm.

— Estoy perdiendo a mi amigo ¡Oh no! Harry, dime que no es cierto…

— No —Dijo sonriendo por la cara de su amigo—. Este libro es una excepción. Es muy bueno.

En eso llegaron los demás habitantes de la casa. Molly había preparado comida china, por insistencia de los gemelos. Mandaron a asearse a todo el mundo para empezar a comer. Harry se encerró en el baño, las heridas estaban bastante delineadas. Se quitó la camisa y vio que las marcas llegaban un poco más abajo de lo hombros. Era como especie de guantes de brazo completo. Llenó la bañera, vertió en ella todo los antisépticos que encontró. Metió las manos por unos minutos; nada parecía poder calmar el picor. Cuando terminó de asearse completamente, había hurtado vendas del botiquín, para evitar una infección mayor, y encima se colocó otra camisa manga larga.

— ¡Harry! ¿Por qué tardas tanto? ¡Muévete! —Le gruñó su amigo desde afuera, el ojiverde salió con el ceño fruncido y siguió con su camino, todo se estaba organizando fuera, llegó a la cocina y allí se encontró con la señora Weasley.

— Harry querido ¿Podrías poner los cubiertos, por favor? —Éste asintió, sacando los utensilios de la gaveta donde estaban dispuestos.

Todos charlaban animadamente de cosas triviales. De postre, hubo una extraña torta flameada con Fire Whiskey. El reloj dio las doce de la noche y la matriarca de la familia los mandó a todos a dormir, alegando que mañana madrugarían. Nadie avistó las heridas del moreno.

Despertó con los primeros rayos del sol. Se llevó una mano a la cabeza en estado confuso. Había tenido un extraño sueño pero no lograba recordar a ciencia cierta de que se trataba. Sin darle muchas vueltas se metió a al baño y cuando retiró los vendajes tuvo que reprimir un grito. Las marcas antes rosadas, habían tornado a plateado, se metió en la regadera, y se empezó con una esponja fibrosa a fregar duro los brazos, lo único que logró con eso fue enrojecer y romper levemente la zona no afectada.

La señora Weasley había entrado en el cuarto para despertar a Ron, quien con su conocido mal humor matutino, giró el pomo de la puerta y le sorprendió verla con seguro. Llamó a Harry y le preguntó si le faltaba mucho. Éste respondió con toda la calma que pudo poseer en ese momento, que sí. El pelirrojo se había alzado los hombros y fue a molestar a los gemelos. Al ver que no podría quitárselas, salió del baño a punto del llanto. Bajó vestido con una camisa manga larga negra, su capa y un pantalón azul marino.

Dos horas luego, todos estaban partiendo hacia el callejón. Habían decidido cada uno tomar un camino diferente.

El ojiverde estaba parado en la tienda de Quiddicth, cuando sintió un dolor intenso en sus brazos, no sabía porque, pero él sentía que más bien era un… llamado. Se echó a correr sin saber muy bien hacia donde se dirigía.

En una parte oscura del callejón se detuvo, había caído en estado de posesión. Dio un paso más hacia delante, cuando iba a dar el segundo, su cuerpo se enervó unos centímetros del suelo y las mangas de la camisa se rompieron dejando ver unas brillantes y anormales marcas plateadas. La capa ondulaba junto con su cabello gracias al anómalo viento que se había formado de la nada.

1

— ¡Ron! —Dijo la castaña.

— Hola Mione —Saludó algo coqueto, dándole un ligero beso en la boca.

— ¿No has visto a Harry?

—No… —Resopló—. Tranquila, déjalo; ya aparecerá ¿Por qué no vamos comer un helado? —Ésta le sonrió tiernamente, sintiéndose culpable y siguió.

2

Seguía en la misma posición, no se había movido ni un ápice. La única diferencia es que ahora frente a él, había un portal abriéndose que recordaba mucho al viento moviéndose en espirales eternos, los cuales se iban agrandando más y más, conforme pasaba el tiempo. Cuando estuvo un poco más grande que su estatura, el ojiverde miró hacía atrás y entró en él. Todo había quedado tal cual en un inicio… no había ninguna prueba o alguna señal que alguien había estado allí.

Turbulencias fue lo único que hubiese sentido el moreno de no haber perdido totalmente el conocimiento. Desmayado, apareció en una especie de cuarto blanco totalmente inmaculado. Sólo velas de luz blanca centellaban dándole al espacio un tinte sagrado. Cuatro columnas de orden más bien corintio, estaban dispuestas como único adorno en el circular lugar.

3

— ¡Ha llegado el último de los guardianes! —Dijo un ser sentado delante de una inmensa, especie, de pantalla de retroproyección. Una mujer de ojos blanco volteó, luego de escuchar la alerta. Sonrió al ver al chico de cabellos negros allí postrado en la incubadora.

— ¡Llamen a Aegnor!

— ¡Sí señor!

— Curioso…

— ¡Por a amor a Dios! —Dijo una mujer, de cabellos negros metalizados con ojos plateados vacíos—. ¡Es un humano!

— Esta generación va a ser entretenida. —Expresó otro de cabellos amarillos dorados, y de ojos con obres de distintos dorados—. ¿No están de acuerdo conmigo?

— Este niño promete ser especial… más no le será fácil el camino.

— No hay que preocuparse tanto, lo hará a la perfección. Además, una profecía yace ya sobre su cabeza.

— El bendito secreto. Me pregunto ¿Qué harán los de arriba?

— Lo mismo de siempre…

— "Pequeño" —Pensó la mujer de ojos blancos—. "Sé que no te será nada fácil, pero, espero que puedas ayudarnos, siempre hay luz. aunque no sea visible. Recuérdalo…".

TBC