Aclaración: Naruto no me pertenece, es obra de Kishimoto, si fuese mío, ya le habría hecho algunas modificaciones.
Kimi no Koe to Yakusoku
..····.. Cap. 1 'Change'..····..
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―Espero que no te haya importado venir― dijo Sai muy ansioso.
Sakura se obligó a sonreír ―Por supuesto que no me ha importado, me lo est oy pasando muy bien―
Él se relajó evidentemente y Sakura pensó lo dulce que era, se preocupaba de verdad por ella. Era fácil de engañar, con su despeinado cabello negro, sus ojos del mismo tono, y ese cuerpo delgado y la cara tan linda que poseía, siempre le había recordado un gran oso de peluche, de esos que siempre sirven de muestra en un aparador.
―Pero es que me parecías un poco callada―
―Lo siento, no me he dado cuenta―
Aislada mentalmente de la charla y las risas de una fiesta organizada para celebrar el éxito de un trato co mercial, no había dejado de pensar en Richard. De pre ocuparse por él.
―Y no has comido nada en la cena―
―No tenía mucha hambre―
Por lo menos, eso era verdad,
― ¿Quieres bailar?― le pregunto él dudosamente
―Encantada― mientras se levantaban de sus sillas.
Ella era delgada y gra ciosa, con la clase de belleza fría, pero abundante que hacía que los hombres la miraran y las mujeres suspira ran de envidia. Como no quería destacar su belleza, lle vaba un sencillo vestido negro y unos pendientes de oro, al igual que un brazalete y reloj del mismo metal.
Aunque eso era realmente imposible, ya que su cabello rosado atraía las miradas de propios y extraños y su mirada jade le daba un complemento perfecto a su ya armonioso rostro.
La banda había empezado con una selección de ba ladas lentas y, cuando empezaron a bailar, ella le pre guntó ― ¿Cómo crees que afectará a los trabajos de la gen te esta compra por parte de AP. Worldwide?―
No había querido sacar el tema, pero Richard había parecido tan preocupado por su futuro.
Él había derramado todas sus ansiedades sobre ella más que sobre Linda quien, con sus dos gemelas de cator ce meses estaba embarazada de nuevo de su tercer hijo.
―Nadie está muy seguro todavía― admitió Sai―pero Uchiha es decente, rudo en muchas cosas, pero se le respeta por ser escrupulosamente justo, inclu so generoso con sus empleados, mientras ellos cum plan con su trabajo―
Ella contuvo un estremecimiento, Richard le había confesado que, por lo que se refería al trabajo, muchas veces se había apoyado en Sai.
―No es la clase de trabajo para la que valgo―le había dicho― pero no tengo nada más en este momen to, así que voy a tener que apretar los dientes y hacerlo lo mejor que pueda, no me puedo permitir ir al paro, el banco me está amenazando, tenemos un gran préstamo pendiente y casi no podemos pagarlo―
Ella sabía que estaban casando dificultades.
Hizo un esfuerzo y se quitó de la cabeza la angustia da cara de Richard, dedicándole toda su atención a su pareja de baile.
―Sólo tiene treinta y pocos años y, no se llega a lo más alto a esa edad sin ser nido―
Sakura suspiró para sí. Estaba empezando a dolerle la cabeza y tenía ganas de que la fiesta terminara ya. Apo yó la cabeza en el hombro de Sai e hizo un esfuer zo para relajarse.
Un momento más tarde, él la hizo separarse.
A sus espaldas, Sakura oyó decir a una voz autoritaria:
―Buenas noches, usted es Leighton, ¿verdad? ¿Le importaría presentarme a su pareja?―
Sorprendido y encantado a la vez porque el gran hombre en persona recordara su nombre, Sai le dijo―Sakura, este es el señor Uchiha, el jefe de AP Worldwide, la señorita Haruno―
Sakura, que había extendido su mano se quedó un momento sin moverse o hablar, impresionada por la imagen de ese hombre.
Era sorprendentemente atractivo, inolvidable.
No había forma de equivocar ese cabello azabache, su arrogante y fuerte cara. ¡La conocía y la odiaba!
―Sasuke Uchiha―dijo él tomando su mano.
Sasuke, ¡Era él! No podía haber otro hombre que se pa reciera tanto al legendario Jasón.
―Haruno―
Él estaba frunciendo el ceño levemente.
―Yo conozco ese apellido―
―Richard Haruno, el hermano de Sakura, trabaja para usted―le informó Sai ―Es parte de mi equipo en el área de ordenadores―
Por un momento se reflejó la sorpresa en esos extra ordinarios ojos, luego dijo―Ah, sí ¿No está él aquí esta noche?―
Una vez más, fue Sai el que contestó ―Su esposa va a tener un hijo muy pronto y él no ha querido dejarla sola―
―Eso es comprensible― dijo Sasuke sin apartar la mi rada de la cara de Sakura ―¿Podría bailar con su encan tadora pareja, Leighton?―
Mostrando una inesperada firmeza que se ganó la admiración de ella, Sai dijo―Eso es cosa de Sakura, señor―
―¿Y bien, señorita Haruno?―
Sakura estaba a punto de negarse, pero recordó todo lo que le debía a Sai ―Por supuesto―
No era muy alta, se podía comparar con una mujer de estatura normal, pero se concentraba en evitar que sus cuerpos entraran en contacto.
Él permitió que existiera ese espacio entre ellos y se movía con una gracia y elegancia que parecía extraña en un hombre tan grande.
La clase de gracia que se pue de esperar encontrar en un gigoló, pensó ella.
―Cuando no está con Leighton, ¿baila siempre tan apartada y en silencio?―
―Eso depende de quién sea mi pareja y de lo que esté disfrutando de la ocasión― dijo ella fríamente.
Estuvieron en silencio un momento y luego él vol vió al ataque.
―¿Suele disfrutar en las fiestas?―
―Sí―mintió Sakura
―Pero ésta no le está gustando nada―
―¿Porqué lo dice?―
―La he estado observando―
Ella contuvo un estremecimiento y no le contestó, así que después de un momento se aclaro la garganta y con una débil voz le contesto―Por qué Sai quiso que lo hiciera―
Esa respuesta sorprendió al hombre que tenía delante.
―Y, ¿hace siempre lo que quiere Leighton?―
Mirando a ese hombre, que le recordaba mucho a una pantera negra. Sakura le dijo―Siempre que puedo―
―¿Qué es para usted? ¿Un amigo? ¿Su amante?—
―Dado que, si nuestra relación no es más que plató nica o algo más, eso no influye en su trabajo, realmente no creo que sea cosa suya― contesto ella de manera irritada
Él la miró con sus ojos negros de una forma que era una auténtica amenaza.
―Pretendo que lo sea―
―¿No esperará de verdad controlar las vidas de to dos sus empleados?―
―No lo hago―
―Entonces ¿Qué hace que Sai sea especial?―
―Usted—
Un estremecimiento de algo muy parecido al miedo la recorrió.
Luego él continuó―No toleraré nada que no sea amistad entre uste des―
―¿Cómo...?―
―Así que, si por casualidad, es algo más que eso, le advierto que, por el bien de todos, lo deje inmediatamente―
―¡Debe de estar loco!―
Ignorando sus palabras, él añadió―De todas formas, no creo que haya más que amis tad, tiene usted todo el aspecto de una Reina de las Nieves, como si ningún hombre pudiera derretir el hielo y transformarla en una mujer de verdad―
―¿Y no se le ha ocurrido que haya sido un hombre el que me haya hecho adoptar esa actitud de, como dice usted, Reina de las Nieves?―
―No, pero es que aún no la conozco, ni de un trato diario, ni mucho menos, en el sentido bíblico de la pala bra― cuando los ojos color jade de ella se abrie ron mucho, él añadió muy seguro de sí mismo―Aunque pretendo hacerlo―
Ella apartó la mirada, el corazón le latía fuertemen te, al mismo tiempo que enfado, sentía miedo. Se sen tía amenazada, lo que era ridículo.
―No me gustan los ligues a la ligera―
―Un ligue a la ligera es lo último que tengo en mente, he querido decir que quiero tenerla y poseerla por completo―
Esa frase, pronunciada con tanta tranquilidad, hizo que se le cortara la respiración y el enfado y el miedo se le agarraron a la garganta.
Pero, por mucho que ella aborreciera semejante fría arrogancia sexual, sabía que podía ejercer una fascina ción fatal en muchas mujeres.
¿Era así cómo se las había arreglado para encantar a Ino?
―¿Ningún comentario?―le preguntó él.
Tratando de disimular lo afectada que estaba, le dijo como si nada―Ya le he dicho que creo que está loco, señor Uchiha―
―Sasuke―
―Bueno, si me per dona ahora... Estoy muy cansada―
Sakura se volvió y estaba a punto de dejarlo allí cuando él la agarró por la muñeca.
Se quedó helada.
―La acompañaré a su mesa, señorita Sakura―
Le soltó la muñeca y la tomó por la cintura, ese contacto hizo que la piel le quemara a través de la tela, Sai se levantó cuando se acercaron, arqueó las cejas un poco aprensivamente, como si se esperara una re gañina por el comportamiento insociable de su invitada.
En vez de eso, Sasuke Uchiha dijo agradablemente―Estaré en la oficina de su director mañana por la mañana, a las ocho y media, venga a verme allí, así po drá darme una idea mejor de lo que está haciendo su equipo, buenas noches, Leighton―
Luego la saludó a ella con una leve inclinación ―Au revoire, señorita Haruno―
¿A qué vendría eso en francés? Se preguntó ella mientras Sai veía alejarse a su jefe como encanta do.
Escondiendo lo alterada que se sentía, le preguntó ―¿Te importaría mucho si me marcho?―
Sai le contestó con su habitual buen humor ―No, si es eso lo que quieres― aún así, pareció disgustado.
―Verás, es que me está doliendo mucho la cabeza―
―Estás bastante pálida―
Entonces la tomó de la cintura y se dirigieron a la puerta.
―Yo iré a por el coche mientras recoges tu abrigo―
A pesar de que ella se negó a mirar en su dirección, supo que Sasuke Uchiha la estaba mirando y se estremeció.
Cuando abandonaron el suntuoso hotel en Piccadilly y se dirigían a Belgravia, Sai le dijo―¡Es curioso que el señor Uchiha se acuerde de mí! Sólo me ha visto un par de veces y muy brevemente. Por supuesto, tiene toda una reputación de ser un hom bre excepcional... Nunca te lo creerías, pero es de los barrios bajos del Pireo, su madre era griega y su padre británico―
Así que era medio griego, eso no explicaba sólo su aspecto, sino ese levísimo deje extranjero que tenía su voz, pero Sai seguía hablando.
―Su madre murió cuando él tenía unos once años y su padre volvió al Reino Unido con su hermano mayor y él, cuando tenía apenas quince años, su padre murió en un accidente y los Servicios Sociales trataron de hacerse cargo de ellos, pero él luchó como un demonio para estar junto con su hermano, a pesar de la corta edad, su hermano se las arregló para mantenerlo y educarlo para poder estar juntos, al cumplir con la edad necesaria comenzó a abrirse camino hacia la cima―
Sin querer oír nada bueno de un hombre al que de testaba, Sakura se sintió molesta por la evidente admira ción, casi reverencia, que Sai sentía por él.
―Si sólo te has encontrado con él un par de veces, y muy brevemente, me sorprende que haya tenido tiempo de contarte todo eso―
Sorprendido por esa irritabilidad, tan poco habitual en ella, Sai le explicó―No me lo ha contado él, su historia apareció en un reportaje, la periodista que lo llevó a cabo, Karin lo describió como un hombre duro para los hombres, pero un encanto para las mujeres―
Probablemente estaba en la cama con él cuando pen só eso, decidió Sakura ácidamente.
―Supongo que la publicidad barata y la cantidad de mujeres que revolotean a su alrededor le deben dar un cierto morbo, lo siento por su pobre esposa―
Sai negó con la cabeza.
―No está casado y no lo ha estado nunca―
Eso la sorprendió mucho, podría haber jurado que Ino, en una de sus últimas incoherencias, había habla do de una esposa y una familia.
―Por lo que dicen los rumores ―siguió Sai―se puso furioso con ese reportaje, es un hombre que guarda muy bien su intimidad y la valora mucho―
Luego frunció el ceño y añadió:
―No te cae muy bien, ¿verdad?―
―Vaya, eres un chico muy listo―le contestó ella sarcásticamente.
Al ver la expresión dolida de su amigo, se arrepintió de haberlo dicho.
―Lo siento, por favor, perdóname. No, lo cierto es que no me cae muy bien―
―Debes haber sido la única mujer en esa fiesta que no hubiera sacrificado cualquier cosa por bailar con él―
―Si es así, es una lástima que me haya concedido a mí ese privilegio―
―¿Qué es lo que no te gusta de él?―
Sakura dudó un momento antes de decirle―No es mi tipo―
―Yo habría pensado que él es el tipo de todas las mujeres―
Sai parecía envidioso y ella agitó la cabeza de cididamente.
―Es demasiado guapo, demasiado seguro de sí mis mo para mi gusto, odio ese tipo de Don Juan...―
―Él no tiene esa imagen, Naruto Uzumaki, su mano de recha lo es, o mejor dicho, lo era, antes de transformar se en el primo del señor Hyuuga, se dice que ha cam biado después de casarse, pero aunque Sasuke Uchiha no debe ser ningún santo, tampoco es un Don Juan, eso se lo dejo para su hermano mayor, aunque no creo que a su esposa le guste mucho que hablemos así de él―
―Oh, por Dios, ¿podemos dejar de hablar de ese hombre?―estalló Sakura
―Lo siento... ―
Arrepintiéndose inmediatamente de su estallido, Sakura le dijo―No, soy yo la que debe sentirlo, no sé lo que me pasa esta noche, lo que pasa es que yo prefiero con mucho a alguien dulce y amable, como tú―
Impresionado por ser comparado favorablemente con un hombre como Sasuke Uchiha, Sai seguía ano nadado cuando se detuvieron delante de Fairfield Court, el edificio de ladrillo de tres pisos donde vivía Sakura.
Cuando salieron del coche, un BMW plateado se de tuvo en la sombra al otro lado de la calle.
Sakura abrió el portal y le preguntó a Sai ―¿Quieres tomarte un café?―
―Me encantaría― aceptó él muy a gusto.
Avergonzada porque había esperado que él lo rehu sara, entraron en la casa y se dirigieron al salón, amue blado con lo mínimo y todas cosas modernas.
Como no tenía muchas ganas de que Sai se quedara allí mucho tiempo, le hizo una taza de café ins tantáneo, fuerte, con leche y azúcar, como le gustaba.
―¿No te vas a tomar tú uno?― le dijo sorprendido
―Cuando me duele la cabeza el café me pone peor, me tomaré un chocolate cuando me vaya a acostar― 'Y por favor, que sea pronto' oró en silencio.
Sai le dio unos golpecitos al sofá a su lado, invitándole a sentarse allí.
―¿Por qué no te sientas a mi lado y te relajas un momento? Todavía no son ni las once―
―Ya sé que no es tarde, pero estoy agotada... ― le dijo cautelosamente
―Lo siento, no lo había pensado―Sai se tomó el café de un par de tragos y se puso en pie ―Soy un verdadero estúpido―
―Eres un encanto―
En la puerta, Sakura se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla.
Las orejas se le pusieron rojas a Sai, la tomó en sus brazos y la besó impetuosamente.
Aunque sorprendente, el beso no fue desagradable y se quedó quieta unos instantes antes de apartarse ama blemente.
―Te llamaré mañana― dijo él antes de meterse en su coche.
Aliviada, Sakura cerró la puerta y echó el cerrojo.
Deseando sólo dormirse cuanto antes, se preparó a toda prisa, tratando de no pensar en el azabache, pero no lo consiguió, lo tenía impreso en la mente.
Como había sido desde el primer momento en que lo vio, hacía ya más de tres años.
Entonces, él había sido el responsable de la destruc ción de casi todo lo que ella había querido.
Durante meses había estado obsesionada con él y, dejando a un lado un primer impulso de venganza, ha bía deseado que él sufriera como los había hecho sufrir a ella y a su familia.
Su amarga animosidad hacia el hombre al que sólo había visto de pasada había sido tan fuerte que le había costado mucho tiempo despertar al hecho de que, si per mitía que continuaran semejantes sentimientos, termi naría destruyéndola a ella también.
Haciendo un valiente esfuerzo, lo había relegado al fondo de su mente y había logrado que su imagen se di fuminara, había empezado a ganar la batalla por dejar atrás el pasado.
Hasta esa noche.
Volver a enfrentarse con él había hecho aparecer de nuevo toda la amargura, en un segundo ese hombre ha bía deshecho todo lo que ella había logrado en los me ses precedentes.
También le había traído una nueva y tenebrosa an siedad. ¿Era su intención poseerla como parte de algún juego machista? ¿O tenía ella alguna razón real para sentir miedo, para sentirse amenazada?
La cabeza le estaba doliendo tanto que le resultaba difícil pensar con claridad, pero, seguramente, a la luz del día. ¿No le parecería ridícula esa amenaza?
Se estaba cepillando el sedoso cabello que le caía hasta casi la cintura, agarrando el cepillo hasta que los nudillos se le pusieron blancos, cuando sonó el timbre de la puerta, sorprendiéndola.
Pensando que, tal vez, Linda estaba de parto y Ri chard la necesitaba para ocuparse de las gemelas, se apresuró a abrir.
Pero, si fuera así, ¿no la habría llamado por teléfo no?
Dudó y, en ese momento, vio la bufanda de Sai sobre una silla.
La tomó y suspiró exasperada.
La luz seguía encendida, así que él habría supuesto que no se había acostado todavía, pero, ¿por qué demonios se ha bría molestado en volver?
Una mirada rápida por la mirilla le demostró que te nía razón, ya que vio la pechera de una camisa blanca y una pajarita negra.
Abrió la puerta, pero lo que le iba a decir murió en sus labios cuando vio al hombre que había en el umbral.
Antes de que lograra reponerse, él ya había entrado en la casa como si fuera el dueño y cerró la puerta.
Uchiha dominó con su presencia la pequeña ha bitación, parecía verdaderamente peligroso.
Arrojó a un lado la bufanda y le preguntó secamente.
―¿Qué está haciendo usted aquí? ¿Qué quiere?―
Él le mantuvo la mirada y sonrió sin contestarla, dominada por el pánico, la pelirosa grito―¡Fuera! ¡Fuera antes de que llame a la policía!― el moreno levantó las cejas y se apartó para que ella pudie ra llegar al teléfono.
―Llámelos. Pero, ¿qué les va a decir? ¿Cómo va a justificar semejante acción extrema?―
Ella siguió de pie, pero estremeciéndose mientras el sentido común le decía que había perdido la cabeza y se había comportado estúpidamente, dándole la ventaja a él.
De alguna manera contuvo el pánico y, lentamente, admitió―Me temo que me he pasado. Pero me ha tomado por sorpresa―
Como él no hizo ningún comentario y se limitó a se guir mirándola, ella añadió―Se está haciendo tarde y estaba a punto de acos tarme―
Deseó no haber dicho eso cuando él la recorrió con la mirada, deteniéndose en todos los detalles de su ca misón estilo victoriano, de cuello alto y mangas largas, con el suave cabello cayéndole por la espalda como seda pálida y los pies descalzos.
Completada su inspección, él sonrió ―No se preocupe, está de lo más decente―luego añadió brevemente ―quiero hablar con usted―
La voz de ese hombre, clara y profunda, con ese leve acento que le daba un encanto diabólico, hizo que unos escalofríos le recorrieran la espalda.
Se llevó los dedos a las sienes para tratar de calmar el dolor de cabeza y esperó.
Él le indicó entonces una silla―¿Porqué no se sienta?―
Aquello era más una orden que una frase educada.
Estaba claro que pretendía tener una confrontación, platica o como él lo llamara.
Dándose cuenta de la futilidad de tratar de oponerse a él se sentó, eligiendo deliberadamente una silla dis tinta a la que él le había señalado―¿Dónde tiene las aspirinas?―Haruno se sorprendió.
―En el botiquín del cuarto de baño―
―¿Se ha tomado alguna?―
―No―
Sin decir nada más, Sasuke desapareció en el cuarto de baño y volvió momentos más tarde con medio vaso de agua y dos pastillas, luego le puso todo en las manos.
―Se ve claramente, por la tensión en su cuello y hombros, que le duele la cabeza, yo podría librarla de él con unos minutos de masaje, pero después de su reac ción de antes, dudo mucho en ponerle un dedo encima, aún con propósitos medicinales―
Gracias a Dios por eso, pensó ella fervientemente mientras se tomaba las pastillas, no podía soportar el pensamiento de que él la tocara.
Por más de una razón.
A pesar de lo que lo odiaba, era como una serpiente; la fascinaba. Si la tocaba, si la besaba, podía adueñarse de su cuerpo y su alma y sería incapaz de liberarse de ese oscuro encantamiento.
Se estremeció.
Recuperando un poco la cordura, apartó esos pensa mientos y se dijo que tenía que ser una idiota
―¿Le importa si me siento?―
Luego, sin esperar respuesta, lo hizo delante de ella. Enervada por esa calmosa decisión, por la forma en que él no dejaba de mirarla a la cara, le dijo―¿Quería hablar conmigo? ¿Cómo ha sabido dónde vivo?―
―He seguido al coche de Leighton―
Entonces ella recordó el BMW plateado.
―Soy muy consciente de que eso no está penado por la ley―añadió él sarcásticamente.
―¿Me va a contar la razón por la que se ha tomado tantas molestias?―
―Por varias razones― dijo él metiéndose una mano en el pantalón
Mientras ella lo miraba, él rápidamente, la agarró la muñeca derecha y ella dio un respingo.
―Quería devolverle esto―
Entonces ella miró el brazalete de oro que él le había puesto como si fueran unas esposas.
―Gracias, no me había dado cuenta de que lo había perdido―
―No lo había perdido―admitió él fríamente ―yo se lo quité de la muñeca―
―¿Aprendió a hacer eso cuando vivía en los bajos fondos del Pireo?―
Esas palabras le salieron de la boca antes de poder contenerse.
Por un momento él pareció enfadarse, pero luego sus facciones volvieron a la normalidad.
―En realidad, sí. Pero aunque mi hermano y yo éramos muy pobres, nuestros padres se las arregla ron para alimentarnos y darnos un techo sin que tuvié ramos la necesidad de robar―
―¿Por qué me quitó el brazalete? Debe haber teni do alguna razón―
―Oh, sí. Decidí que necesitaba una excusa válida para llamar a su puerta. Ya ve, no podía descansar hasta que no supiera qué hay entre usted y Leighton, si él se hubiera marchado sin más, habría esperado hasta maña na, pero cuando entró con usted, empecé a preguntarme si no me habría equivocado en mi suposición de que no eran más que amigos, justo cuando iba a llamar para in terrumpir lo que estuviera pasando, se abrió la puerta, al verlo besarla, me dieron ganas de romperle el cuello― dijo con un tono de voz letal.
El miedo la inundó otra vez y se levantó de un salto.
Con la agilidad de un gato él se levantó también y quedó a sólo unos centímetros de su rostro.
―Lo digo de verdad, Sakura, de ahora en adelante pretendo ser el único hombre en su vida―
―Si se cree que, después de todo lo que ha... ― se cayó de repente, mordiéndose el labio infe rior, era mejor dejar en paz el pasado. Cuando hubo re cuperado el control, mantuvo una compostura helada ―Parece que no lo comprende, no hay forma de que nunca llegue siquiera a gustarme―
―No quiero gustarte, gustar es una emoción de lo más insípido, quiero que me desees, que estés tan loca por mí como yo lo estoy por ti―
El corazón empezó a latirle a Sakura a toda velocidad―Está loco―
―Puede, pero es una locura tan maravillosa que no quiero que termine nunca― luego, con la voz endurecida por la pasión, conti nuó ―no puedo esperar a tenerte entre mis brazos, en mi cama, en mi vida... ―entonces, siguió más tranquilamente―pero no intentaré apresurarte, te daré tiempo para que te vayas acostumbrando a la idea, lo único que quiero de momento es tu promesa de que no verás a ningún otro hombre―
―No le puedo prometer eso―dijo ella tratando de hablar con tranquilidad ―aparte de cualquier otra con sideración, estaba equivocado al dar por hecho que Sai y yo sólo somos amigos, llevamos un tiempo siendo amantes―
El pálido rostro de Sasuke pareció serlo aún más.
―Bueno, no podemos alterar lo que ha sucedido en el pasado, pero de ahora en adelante, eres mía, no lo ol vides, Sakura―
Entonces le pasó los dedos por el sedoso cabello y luego le tomó el rostro entre las manos e inclinó la ca beza.
Sus labios eran firmes y seguros, ligeros, pero completamente posesivos.
Un rato después, ella seguía allí de pie.
Oyó cerrarse la puerta y el ruido del coche de él al arrancar.
Moviéndose como una zombi se acercó a la puerta para echar el cerrojo y poner la cadena de seguridad.
Ese beso la había afectado hasta la médula, había puesto patas arriba su mundo, nada volvería a ser lo mismo.
Totalmente agotada, se metió en la cama y se quedó dormida inmediatamente, pero en sus sueños no dejó de aparecer un rostro arrogante que, a la vez, la repelía y la atraía.
Se despertó casi tan cansada como se había acosta do, el mismo rostro seguía dominando su mente, ha ciendo que todos los miedos de la noche anterior vol vieran a la superficie.
Pero tenía que mantener un sentido de la propor ción, se recordó a sí misma, Sasuke Uchiha no podía hacer algo que ella no quisiera, y, tal vez, él ya se lo estaba pensando mejor.
En cualquier caso, lo mejor que ella podía hacer, lo único, era llevarlo como si no hubiera sucedido nada, como si él no hubiera puesto su mundo patas arriba de nuevo, y ver lo que pasaba.
Se puso un traje de chaqueta gris y una blusa blanca, se arregló un poco el cabello haciéndose su moño habi tual y, estaba casi lista para irse al trabajo cuando sonó el timbre de la puerta.
Creyendo que era el cartero, fue a abrir.
Era un joven con el uniforme de una floristería, le dio los buenos días muy alegremente, le puso en las manos un gran ramo de flores y se marchó silbando, a pesar de lo frío y nublado que estaba el día.
Las rosas olían muy bien, aquello debía haber cos tado una pequeña fortuna, pensó Sakura, Sai se ha bía dejado llevar demasiado.
Entre las flores había un pequeño sobre, lo abrió y leyó la nota, sólo había una palabra 'Sasuke', se quedó helada un momento, luego rompió la nota en pedazos y la tiró a la papelera.
Pero fue incapaz de destruir las rosas, así que se di rigió a la puerta de su vecina, la señora Harrigton, que acababa de salir de una operación.
Deseando poder deshacerse tan fácilmente de Sasuke Uchiha como lo había hecho de las flores, Sakura se diri gió a la estación del metro con la extraña premonición de que aquel iba a ser un día de lo más agitado.
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