Hola! El siguiente Fic no es mío. Un amigo del Deviantart me lo pasó y me encantó (¡Soy una loca fanática de PiccoloxChichi!... que mal estoy UU) le dije de subirlo pero me dijo que no quería hacerse una cuenta y me ha dado permiso a subirlo por acá XD. Así que aquí está. Es un fic de PiccoloxChichi, es un OneShot, y toma lugar en los 5 años que hay entre dragon Ball y Dragon ball Z.
El escrito lo he dejado tal cual, me pareció bastante gracioso :P. Por cierto, esto está en Rating M.. así que ya sabeis XD.
Disfrutad.
Dragon Ball no me pertenece. Es obra original de Akira Toriyama. No obtengo absolutamente nada con este escrito, sólo la satisfacción de que la gente lo lea.
La misión de Piccolo – Objetivo: matar a Goku
Por: Dave-Yerushalaim
-"Vaya titulo para original. El autor está demente. ¡Que se haga ver!"
New York Post.
-"Me encanta, es una obra de arte."
New York Times.
-"Creo que he tenido un orgasmo mientras lo leía."
Times New Roman.
-"Esta historia encaja perfectamente en el universo Dragon Ball."
Autor (echando flores sobre sí mismo).
Ubicación en tiempo espacio: Poco después de que se casara Goku y acabara el Dragon Ball original. Pero un poco antes de que empiece Dragon Ball Z.
*-*
Piccolo se encontraba en una montaña rumiando sus planes de venganza. Había estado entrenando arduamente desde que fuera derrotado en el último torneo de artes marciales.
De vez en cuando se adentraba en algún pueblo sólo cuando tenía el presentimiento de que podía ver alguna pelea de interés. Era una perdida de tiempo, las peleas de borrachos no suelen incluir técnica alguna salvo la de intentar mantenerse de pie. Lo único que llegó a ver fue peleas sosas, vagos, ebrios, licores, mujerzuelas; nada que le resultara de interés.
Prefería las montañas y los desiertos. Hablar con la lluvia y hacerse amigo del viento. Además que estando sólo nadie le miraba las orejas en punta ni niño alguno lo llamaba "cara de perejil".
Aunque tenía cuerpo adulto Piccolo había tratado con la gente tanto como un niño de Kinder. Y el resentimiento llegó al punto de hastío cuando un niño lo reconoció en la calle.
-Mira mamá, ese señor… yo lo he visto. Es el que perdió en el torneo de artes marciales.
Aquello era demasiado. Además de señalarlo en la calle y burlarse de su color de piel ¿sólo lo recordarían como un perdedor?
-¡¡¡Goku tiene que morir!!! ¡¡¡Graaaaahhhh!!!- dijo en voz alta mientras un niño y su mamá lo miraban.
-Mamá ¿Por qué puja ese señor?
-Déjalo, está estreñido. No lo molestes. –contestó la sabia madre.
Piccolo se fue volando.
Piccolo cegado por sus deseos de desquite llega a la montaña donde vivía Goku con su esposa Chichi. Era medio día. Piccolo avanzó unos pasos convirtiéndose en una figura amenazadora, acercándose a la casa. Chichi estaba en el patio lateral, con su cabello sujeto en una coleta y su atuendo habitual, tendiendo ropa. Ella se asustó al ver al sujeto acercarse a su casa y pero a pesar del susto se interpone en su camino.
-¿Qué quiere usted aquí? -dijo Chichi algo nerviosa.
-He venido a matar a Goku. –respondió Piccolo con la sutileza que lo caracterizaba.
Chichi estaba enojada; primeramente porque Goku se había ido de excursión, que casi a diario se iba y la tenía desatendida, y encima, por su culpa, venían problemas a la casa.
-Usted no va a pasar a mi casa. Me cuesta mucho mantenerlo en orden y usted viene con cara de problemas.
Piccolo no entendía ese sentimiento de querer proteger algo. Después de todo viviendo en montañas y desiertos lo único que le interesaba proteger era su nombre, y sus antenas que eran especialmente sensibles. Piccolo se las acarició.
-No pasarás, aunque tenga que sacrificarme. -dijo Chichi con una media sonrisa y algo de nerviosismo.
Piccolo quiso hacerla a un lado pero con su zarpa sólo consiguió rasgarle un poco la blusa desabrochándosela sin querer y dejándola con los pechos al aire. Se miraron. Ambos se avergonzaron.
Lo que siguió fue una retahíla de redundancias; que ella lo abraza, que no pasas y no pasas, que la sacude con una mano, que la blusa le queda más suelta, que ella lo taclea, o le hace un placaje, que eso le baja el pantalón, que se le prende a la pierna semi desnuda, que intenta sacudírsela y termina sacudiéndosela de un modo inesperado. Que Piccolo tropieza y rueda derribando el tendedero, que se quedan ambos mirándose sobre las sabanas que tocaba recoger, en el patio. Un silencio incómodo y unas aves echándoles porras con sus trinos a los latidos del corazón.
Chichi no aguantó, se arrojó sobre el amplio torso del intruso y lo besó. Rodaron un poco sobre el pasto. Salvo por las botas, Chichi estaba totalmente calata, en pelotas y con hambre. Casi por instinto acercó sus labios a otra zona y empezó a chuparle las antenas. Piccolo enloqueció. Para cuando pudieron pensar un poco en lo que estaba pasando Piccolo ya la tenía cogida, de las manos, y de aquella otra parte también. Ella daba su consentimiento y hasta daba instrucciones, y luego gemía con cara de asustada, todo ello era muy confuso, pero que más daba. Parecía una buena venganza. Sobre todo cuando en algún momento la esposa de su enemigo dijo "No, por ahí no". Pero igual terminó sonriendo después.
Habían pasado casi dos horas y lo único que el meditabundo ermitaño reflexivo había llegado a pensar en un momento de lucidez fue "que extrañas son las humanas".
Chichi era muy buena, si no ejercitaba más era por falta de cooperación. Pero en esa tarde ella fue la vencedora, dándose por vencida. Piccolo al fin eyaculó, algo asustado sintió que se derramaba y dio un paso atrás. Chichi recibió cada salpicón reaccionando como si fueran descargas de electricidad.
Se levantó hasta sentarse y vio todo el estropicio que tenía sobre el cuerpo. Sonrió.
Piccolo se sonrojó, movió los labios como intentando hablar, pero sin sentido alguno, y se fue volando. Segundos después Chichi se secó el cuerpo con la sábana limpia. No le importó. Piccolo regresó al instante, recogió sus ropas y volvió a salir volando.
-Goku vuelve en dos semanas. –oyó gritar mientras se alejaba.
El resto del día se desarrolló de manera casi rutinaria. Chichi limpiando, cocinando la cena y yéndose a dormir sin que su esposo llegue. Y Piccolo, en una cueva, mascullando de lo avergonzantes que son los humanos.
Al día siguiente, una figura poco menos que amenazante se acercó a la casa de la montaña. Chichi estaba en el patio, tendiendo aquella sábana del día anterior.
El sujeto tenía afectado el verde de su rostro por tonos rojizos muy suaves. Con el pecho por delante, las manos tras la cintura y la mirada de soslayo finalmente se animó a decir:
-He venido a matar a Gokú.
Chichi sonrió.
Epílogo: Estas escenas se repitieron a los largo de dos años, y entendiendo Piccolo que podía detectar la presencia de Goku, sabía cuando era oportuno volver a aquella casita en la montaña, a "matar a Goku". Y ese fue el origen de Son-Gohan.
FIN
