01. De nuevo en casa
Por primera vez en mucho tiempo, aquella noche, Saga de Géminis se sentía cansado después de un largo día. Aún era bastante temprano, tal vez alrededor de las seis o siete de la noche, pero en el ancho cielo griego los violetas del ocaso ya cedían su lugar al profundo azul que pronto cubriría por completo el cielo. Al salir de su templo, Saga sintió la fresca brisa que soplaba suavemente esa tarde y a lo lejos admiró las casas de Tauro y Aries, así como el desolado y destruido paisaje que ahora le mostraba el Santuario tras la última Guerra Santa.
Sin pensarlo dos veces, tomó asiento en uno de los escalones más próximos y dejó que su mirada se escapara hacia el cielo, donde encontró varios pequeños diamantes que ya brillaban orgullosos sobre aquel manto azul, los observó por un minuto y después cerró los ojos tratando de disfrutar de aquella reconfortante paz que lo rodeaba; luego de aquella tarde lo necesitaba. Por algunos minutos todo fue calma y silencio, sin embargo, pronto fue interrumpido por un extraño que Saga no sintió venir y que salía de su propio templo; se trataba un chico de su misma complexión y apariencia.
-¿Cansado? -la irónica voz de Kanon tomó por sorpresa a Saga quien, sobresaltado por la repentina intromisión del otro, buscó de inmediato a su gemelo, ubicándolo a unos cuantos pasos de él, recargado en uno de los múltiples pilares del templo de géminis, desde donde le miraba con una sonrisa burlona en los labios.
-Por supuesto que no -respondió, sin darle demasiada importancia a las infantiles provocaciones del menor y recargando ambos brazos sobre sus piernas, mientras miraba al horizonte- sólo estaba viendo como había quedado todo por aquí...- la voz de Saga sonaba algo cansada, pero además, Kanon pudo percibir en ella cierta melancolía que hacía tiempo su hermano no mostraba.
-¿Sólo eso? -preguntó el menor de los gemelos, a la par que tomaba asiento a lado de su hermano.
-¿Debería haber algo más? -inquirió Saga, mirando de soslayo a Kanon, que permanecía con la vista fija al frente.
Durante varios minutos, Kanon permaneció en silencio y a Saga le pareció que su pequeño hermano debatía consigo mismo acerca de si dar o no una respuesta, lo vio bajar la mirada hacia el suelo y juguetear nerviosamente con sus manos. Definitivamente, Kanon estaba ansioso, desde niños siempre había tenido esa costumbre de juguetear con sus dedos cuando algo le inquietaba o cuando había algo que quería decirle, pero no encontraba la manera, y al parecer aquello no había cambiado.
-Te vi hablar con Mu esta mañana -listo, lo había dicho; la verdad es que pensaba darle más vueltas al asunto y dejarlo salir como una pregunta casual en una tranquila conversación, pero antes de darse cuenta, las palabras habían escapado de su boca y justo ahora su cerebro le recriminaba por aquella estupidez suya. Se mordió ligeramente el labio inferior y sin despegar la mirada del suelo, esperó la respuesta de Saga.
-¿Y? ¿Tienes algún problema con eso? -preguntó Saga, con cierta molestia en su voz.
-N… no, bueno, yo… yo sólo… -Kanon respondió tontamente entre titubeos; la verdad era que, a pesar de querer saber todo acerca de aquella conversación entre el guardián de la primera casa y su hermano, no sabía qué decir.
Esa mañana, Saga había estado conversando con el joven carnero y, tras terminar el entrenamiento, él los había visto marcharse en dirección al pueblo, donde al parecer habían pasado la tarde entera. Una parte de él intuía sobre qué podrían haber estado hablado todo ese tiempo, pero aún así necesitaba confirmar que sus sospechas eran ciertas y más aún, su corazón necesitaba saber cuál había sido el resultado final de aquel encuentro.
-Lo que yo hable con él no es asunto tuyo, Kanon- interrumpió Saga. Entendía hacia dónde iba la preocupación de Kanon y el porqué de su curiosidad; sin embargo, en aquel momento, no tenía ganas de enfrascarse en una discusión sin sentido con el menor y menos por un asunto que él creía había dejado claro desde que ambos habían decidido volver a vivir juntos en la tercera casa.
-Escuché que está con Shaka -declaró Kanon, con cierta preocupación en la voz.
-No, no lo está -respondió tranquilamente el mayor, notando de inmediato la tensión en el cuerpo de su gemelo- Shaka sólo le confesó sus sentimientos, pero no están juntos.
Ante la declaración de Saga, Kanon le miró discretamente intentando averiguar qué pasaba por su mente, sin embargo no encontró nada; Saga continuaba con la mirada perdida en el horizonte, sin ningún sentimiento reflejado en el rostro, parecía estar pensando en todo y en nada a la vez. Sin saber muy bien qué concluir de todo aquello, Kanon se aventuró a indagar de nuevo.
-¿Eso significa que tú...? -Kanon no se atrevió a terminar su pregunta, una parte de él temía hacerlo, una parte de él temía conocer la respuesta.
-Sí -fue la parca respuesta de Saga; respuesta ante la cual, Kanon no pudo evitar sentir un punzante dolor en el pecho. Había perdido a Saga de nuevo- aunque... -continuó hablando el mayor- no me dio una respuesta.
Kanon respiró aliviado tras aquella declaración, sin poder evitar sentir cierta alegría por el silencio del carnero; no todo estaba perdido, aún tenía una oportunidad para ganarse a Saga.
-Últimamente, él pasa mucho tiempo junto a Shaka, ¿de verdad crees que no hay nada entre ellos o simplemente no quieres aceptarlo? -preguntó Kanon con cierta molestia e incredulidad en la voz.
Saga dejó escapar un sonoro suspiro antes de responder cualquier cosa. Era cierto, lo que Kanon decía era cierto, todos en el Santuario se habían dado cuenta de que, últimamente, los guardianes de Aries y Virgo pasaban más tiempo juntos de lo normal y, obviamente, él no era la excepción. En innumerables ocasiones, él mismo se había topado con Mu, mientras éste cruzaba los primeros templos para visitar al guardián de Virgo y también había visto varias veces a Shaka hacer algunas excursiones nocturnas rumbo a Aries; aquellas visitas no podían significar más que una sola cosa, una que él mismo había comprobado justo aquella tarde cuando le confesó sus sentimientos al joven carnero y éste le había contado que estaba en una relación con el virginiano. Sin embargo, por ahora, lo mejor era que Kanon no supiera aquello; para mantener las cosas en paz, era mejor que su hermano creyera que él estaba dispuesto a pelear por discípulo de Shion.
-Si está o no con Shaka, no importa; él sabe que trataré de ganarme su corazón –Saga respondió tranquilamente, mirando a los ojos a Kanon, intentando interponer una distancia entre Kanon y él.
-¡Entonces elijes ser un imbécil! –exclamó un tanto alterado el menor de los gemelos- ¡sabes que esos dos están juntos, ¿por qué simplemente no lo aceptas y buscas tu felicidad a lado de alguien más?!
-Si esperas que por el silencio de Mu corra a tus brazos, estás equivocado –respondió el mayor, con la misma tranquilidad que había mantenido hasta ahora.
-Dame una razón –demandó Kanon, sin despegar sus ojos de las esmeraldas de Saga.
Saga despegó su mirada de aquellos ojos verdes tan iguales a los suyos, no soportaba aquella mirada que tan desesperadamente buscaba su amor. Por varios minutos guardó silencio mientras veía al horizonte, buscando una buena razón para rechazar a su hermano por enésima vez, sin embargo no encontraba nada. Kanon lo amaba eso lo sabía de sobra y no era un secreto para nadie en el Santuario, pero él ¿qué sentía por Kanon? Era su hermano pequeño, su única familia, la persona a la que debía proteger, por la que debía velar siempre y sólo por eso Kanon tendría siempre un lugar en su corazón, pero ¿eso le bastaba a sí mismo? De repente, Saga se vio distraído por un par de brazos que le rodearon y el calor de un cuerpo ajeno, y notó cómo el menor escondía el rostro en su cuello mientras susurraba algo.
-Dame una oportunidad… sólo una… -susurró Kanon en tono suplicante.
Saga sintió a su corazón latir más rápido y con más fuerza; no podía seguir negándolo, él también amaba a Kanon, sí, lo amaba más que a un hermano, era estúpido . No importaba cuánto él mismo tratara de convencerse de lo contrario, no importaba cuánto quisiera enamorarse del carnero o de alguien más, sus pensamientos siempre lo traicionaban y terminaban llevándole hasta Kanon; sin embargo, no quería ceder a sus deseos, años atrás le había fallado, lo había traicionado, lo había abandonado, incluso había tratado de asesinarlo, no, no debía, no podía volver a lastimarlo, Kanon no merecía volver a sufrir por su culpa, él lo protegería de todo y todos, no permitiría que nadie le volviera a hacer daño, ni siquiera él mismo.
-Kanon… -empezó a hablar el mayor, mientras trataba de despegar a su hermano de su cuerpo- hemos tenido esta conversación cientos de veces, creí que había quedado claro.
-Saga, por favor, escúchame… -suplicó Kanon, aferrándose al cuerpo del mayor.
-Si quieres una razón, es simple… -calló por unos segundos, apenas él mismo podía soportar lo que estaba a punto de decir- …yo no te amo… -aquellas palabras, hicieron que el menor se aferrara aún más al cuerpo de su gemelo, mientras susurraba una sola palabra.
-Mientes...
-¿Por qué lo haría? -preguntó el mayor, tratando de controlar su propio dolor; no quería seguir viendo a Kanon lastimarse innecesariamente con aquello día tras día, no podía permitir que aquello continuara, tenía que poner un alto a esa situación- Kanon, eres mi hermano y siempre te amaré por eso, pero yo no soy el hombre adecuado para ti -dijo el mayor mientras despegaba a Kanon de su cuerpo y tomaba su rostro entre sus manos para mirarlo fijamente.
Kanon miró con ojos llorosos a Saga y vio su mirada cargada de determinación. Lo que Saga le decía era real, su hermano mayor no correspondería a sus sentimientos; no importaba cuánto se esforzara o cuánto suplicara, Saga no le amaba; sin embargo, ¿por qué su hermano parecía sufrir con aquello? ¿Por qué parecía que Saga estaba yendo en contra de sus sentimientos!
-Si eres o no el indicado, no lo decides tú... -replicó el menor, tratando de controlar su dolor y retener sus lágrimas.
-Kanon, soy tu hermano y siempre querré lo mejor para ti...
-¡Deja de escudarte en nuestra sangre! -gritó el menor de los gemelos, exasperado por la repetitiva respuesta de su igual, mientras se separaba bruscamente de su hermano- ¿y qué tal si no tuviéramos ninguna relación? Dime, Saga, ¿aceptarías estar conmigo si yo no fuera tu hermano?
-No es el caso.
-Cierto, no lo es. Pero me gustaría saber si realmente es eso o hay algo más.
Saga no respondió nada, únicamente se limitó a mirar a Kanon. Odiaba aceptarlo, pero la excusa de ser hermanos había dejado de funcionar y esta vez el menor lo había acorralado, sin embargo, no dejaría que Kanon fuera más allá, no, bajo ninguna circunstancia permitiría que Kanon descubriera la verdad.
-Kanon, no hay más, ¿de acuerdo? -dando por terminada la conversación, el mayor de los gemelos se puso de pie, se estiró un poco y dio media vuelta para dirigirse a su templo.
-¡Saga! -gritó el menor.
-La noche está empezando a enfriar, será mejor que entremos -respondió Saga, con la mayor naturalidad posible- además, es tarde, deberíamos ir a descansar.
Kanon no dijo nada, simplemente se mantuvo en su lugar y observó la silenciosa figura de su hermano dirigirse al tercer templo. Como tantas otras veces, Saga había huido, dejándolo solo y con la misma duda rondando su cabeza; había algo más, podía sentirlo, algo que Saga no estaba dispuesto a decir, algo que le ocultaba, Kanon lo sabía y no descansaría hasta descubrirlo.
