Alguien subía a través de las casas hasta que por fin se detuvo a las puertas de la casa de Piscis. Deathmask llevaba las manos en las bolsas de sus pantalones y fuertemente gritó:

Hey…Afrodita…

La casa de Piscis se encontraba impregnada de un olor a rosas verdaderamente mareante por lo menos para Deathmask quién estaba acostumbrado al olor putrefacto de los cadáveres, sin embargo de un tiempo para ac� se la pasaba en la casa del caballero más hermoso, puesto que este último se negaba a entrar a la casa de Cáncer.

Pasa…pasa…en un momento voy….Gritó Afrodita desde lo más profundo de Piscis.

Para Deathmask era un suplicio tener que permanecer en una casa repleta de espejos por todos lados, sabía que Afrodita amaba mirarse al espejo, pero a veces caía en los extremos.

¿Crees que me quedaría bien un suéter de cuello de tortuga?, dijo Afrodita desde su cuarto.

¿Qué?

Si había que ser sinceros, Deathmask nunca había tenido un cuidado excesivo de sí mismo, era de esas personas que se ponían lo primero que se encontraban, el chiste radicaba en que se sintiera cómodo, pero…Afrodita salió del cuarto, vestía de negro, algo que hacía que su cabello y sus ojos azules (¿) resaltaran.

¿Bien?- preguntó.

¿Bien qué…ya nos vamos?-dijo Deathmask.

Nooo!...cómo me veo?

Mmm…pues…como siempre….anda ya…vamonos

Assshh!...

De haber sabido que lo que acababa de decir iba a causar un drama, y un retraso en lo que tenían planeado hacer, jamás lo hubiera dicho, Afrodita regresó al cuarto y comenzó a cambiarse de ropa, mientras Deathmask le gritaba que lo que en verdad quería decir era que se veía tan hermoso como siempre…

Oye Afrodita…si..solo vamos a ir al cine….ponte lo que sea….

¿Es que acaso no sabes que yo debo de verme siempre perfecto…?...Maldita sea…acabo de despeinarme….anda….ven acá y ayúdame….

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Deathmask, entró a la habitación del caballero de Piscis y comenzó a cepillar su cabello

Listo…ya nos podemos ir…se hace tarde…y la función va a comenzar….-dijo en tono de hastío.

…Todavía hay tiempo….mmm…sabes algo…esta camisa no se me ve bien…déjame probar con aquella…

Mientras eso sucedía, el caballero de Cáncer tomó asiento en la cama de Afrodita, y mientras lo miraba cambiarse de ropa una y mil veces más se repetía en silencio mientras se sonreía así mismo: Claro..todavía hay tiempo.