Un joven de alborotado cabello negro y bellos ojos marrones (escondidos tras unas gafas) se encontraba en ese mismo instante en los terrenos de Hogwarts. Observaba con expresión burlona a su rival, aquel que había estado cerca de robarle a su pelirroja.

—Ella siempre te prefirió a ti, siempre dijo que te quería más. Pero mírate ahora. Estás solo, ya no tienes a nadie. Ella me prefiere a mí. Soy más atractivo, más inteligente y juego mejor al Quidditch. Pero, sobretodo, me escogió porque cambié. Porque cambié por ella, para que me amara. Como yo la amo a ella. Y ahora Lily es mi novia. Lo siento por ti, pero… ¡Te gané! Todas esas veces en las que dijo que eras mejor que yo... Ahora no significan nada. Porque está conmigo.

El muchacho se fue, dejando atrás unos fríos ojos oscuros que siempre expresaban indiferencia. Pero esta vez mostraban dolor. Dolor por lo perdido, dolor por los recuerdos de antaño, de aquellas épocas en las que pasaban tanto tiempo juntos.

Porque desde que Lily salía con James Potter, no había vuelto a dedicarle ni una sola mirada. Había dejado de alimentar y entretener con sus historias al pobre Calamar Gigante.