ADVERTENCIAS: Puede contener spoilers de la trama real. Personajes principales OC. Para entender mejor lo que aquí ocurre, es recomendable leer antes nuestro fic titulado: Una nueva vida. Para más información, se aconseja echar un vistazo a nuestro profile.
Summary: Sasuke se había condenado a vagar eternamente solo, dando la espalda a su villa y raíces a pesar de estar todo acabado. Era la penitencia que él mismo se había auto-impuesto. ¿Qué podría hacer que encontrara la luz?
Personajes principales: Sasuke & Shana (OC)
Disclaimer: Naruto, su mundo y personajes, pertenece a Masashi Kishimoto.
Luz
Capítulo 1
El viento era frío, cortante, pero a la vez limpio y puro. Despejaba la cabeza y la libraba de oscuros pensamientos. La bóveda celeste estaba cubierta por un nutrido manto de estrellas y ni una sola nube entorpecía la belleza de la luna. El otoño traía consigo las inclemencias del tiempo, que para él, un entrenado ninja, no debían suponer un problema. Pero, ¿a quién queremos engañar? Hasta el más duro de los ninjas prefiere dormir bajo cubierto en una fría noche en vez de al raso. Y esto era solo una advertencia. El clima empeoraría conforme se acercara el invierno, y con el frío, hasta una húmeda cueva parecería un cómodo lugar donde pernoctar. Podría acercarse a un pueblo y dormir en una posada, pero no era una opción. No podía arriesgarse a ser descubierto. Sabía que lo más probable es que lo ignoraran e hicieran como que no lo habían reconocido, pero no quería darle ninguna oportunidad a Naruto de encontrarlo. Sabía que él y Sakura lo seguirían y le calentarían la cabeza con sus ideas, y él ya había tomado la determinación de vivir al margen del mundo. Suspiró. No, definitivamente no quería tener a esos dos de niñeras.
Sasuke estaba acomodado sobre una gran rama, a varios metros del suelo, observando el paisaje nocturno. Liberó de nuevo el aire de sus pulmones sin romper el silencio de la noche. Había pensado en buscar a Jugo y Suigetsu, pero en el fondo sabía que eso no era una opción. No quería condenar sus vidas al destierro y tenía claro que Jugo le seguiría allá donde fuera, cualesquiera que fueran las condiciones. Y esa era una razón de más para evitarlos. Esa y que no quería que la petarda de Karin le agobiara con sus incoherencias. Y estaba seguro de que Suigetsu y Karin andarían juntos.
Se reprendió a si mismo por esos pensamientos, después de todo, él había elegido su camino, no debía dudar ahora. Cerró los ojos y repasó el mapa mental del lugar. Había una aldea cerca, podría pasarse a la mañana siguiente a coger provisiones rápidamente y alejarse antes de que alguien lo reconociera.
Vislumbró por última vez el cielo antes de caer en un sueño ligero, lo justo para descansar el cuerpo y mantenerse alerta.
Los matutinos rayos del sol atravesaban con sus cálidos dedos la espesura del bosque, implacables, bañando todo aquello que su amplitud les permitía. Los sonidos del bosque se entremezclaban con la risa de una joven adolescente que se divertía abiertamente con las curiosas y diversas figuras que la luz dibujaba, viendo en ellas siluetas imposibles, procurando cazarlas como si nada fuera imposible y agradeciendo la tenue calidez que le proporcionaba al acariciar su piel tostada en aquella fría mañana.
Colmada de positivismo y vigor, avanzaba con facilidad por entre las ramas y raíces, su cabello verde se perdería fácilmente entre la vegetación si no fuera por su progresivo degradado que pintaba sus pintas de blanco, y no obstante, era capaz de respetar y de ser respetada como un ser más del entorno. Sus ropas tan blancas como la nieve más pura se manchaban a cada paso que avanzaba, pero no era algo de su más pronta preocupación, puesto que cuanto más pudiera jugar en aquel entorno, cuanto más deglutieran sus ojos plateados y llenos de vida, más habría aprovechado aquella libre mañana.
Prometía ser un día maravilloso. Como todos. Ni en un millón de años habría sido capaz de imaginar que en un espacio tan hermoso algún peligro podía rondar, incluso si se lo hubieran advertido, habría adornado el aviso con una risa musical adjuntada al final y hubiera continuado con sus deseosos planes. ¿Cómo podría haberse imaginado siquiera que aquellos hombres que caminaban detrás de ella desde prácticamente que salió del amparo de su casa tendrían algo contra ella? ¿Cómo imaginar que un grupo de adultos que jamás había visto con anterioridad querrían estropear su mañana de juegos?
Era imposible discernir desde hacía cuanto tiempo vigilaban a la muchacha, pero sin duda era su objetivo desde que puso un pie fuera de su morada. Siguieron su paso cuidadosos, ligeramente separados, procurando no llamar la atención ni de ella ni de los lugareños que pudieran sospechar de ellos y vieron con silenciosa ilusión cómo su víctima entraba en el bosque. Ni siquiera planeado les hubiera salido mejor. Entre la maleza, no habría oídos ni miradas indiscretas que pudieran proteger a la adolescente, y ella por sí sola, jamás habría sido un problema.
No tardaron en rodearla sin siquiera ser percibidos. Uno de ellos, dispuesto a acabar un trabajo intachable en su realización, se acercó a la joven e intentó atraparla del brazo. Gracias a ese instinto que todos los seres vivos poseemos y que nos pone sobre aviso y nos permite dar más de lo que en condiciones normales somos capaces, la muchacha se zafó del agarre y fue capaz de alejarse unos pasos. Necios de ellos, el grupo más amplio, en vez de optar por mostrar una excusa, se lanzó a la desesperada a por la adolescente que, indudablemente atravesada por el miedo, salió a trompicones por el lado contrario.
La mala suerte, provocada por lo inesperado del momento, los nervios y el poco conocimiento de sus alrededores, ignoró la agilidad y rapidez natural de la chica y propia de su edad para desbordar su crueldad sobre ella. En un mal y torpe movimiento, la muchacha tropezó con una raíz sobresaliente y cayó de bruces en el suelo. Apenas tuvo tiempo de resentirse de la caída, retroceder hacia el tronco más cercano, apoyar la espalda sobre su rugosa superficie y observar cómo aquellos que la acechaban le comían peligrosamente terreno a una velocidad que ella era incapaz de remontar.
Sasuke oía ruidos, un grupo corriendo… cuatro hombres adultos y una niña. Se acercó tan sigiloso como la suave brisa que adornaba esa mañana. Cuando pudo contemplar la escena en su totalidad, vio a esos hombres correr desesperadamente detrás de la más pequeña. Sasuke frunció el ceño y un segundo antes de pararse a pensar las consecuencias y el por qué de sus actos, actuó de muro entre los hombres y la niña, que se había refugiado a los pies de un tronco. Estaba semi-oculto bajo una capa y poco se podía distinguir de sus rasgos, sin embargo, sabía que si esos hombres eran inteligentes, sentirían su poder y se alejarían de la joven. Por desgracia, pensó con un suspiro, los hombre inteligentes no abundan. Los miro, sereno y tranquilo, y sin ver en ellos ninguna amenaza.
–Largaos – escupió.
Mientras el cuerpo de la muchacha se sacudía suave, sin comprender quién era aquel extraño ni por qué todavía no había sido capturada, el grupo de hombres observaron desconcertados al nuevo individuo. Si bien alguno de ellos podía entrever que no era buena idea, otros solo veían en aquella silueta a alguien más joven, y por tanto, más débil que ellos.
–No queremos nada contigo – gruñó uno de ellos -. Déjanos a la cría y nos iremos.
Sasuke nunca fue conocido por su paciencia. Chistó.
–No me gusta repetir las cosas…
El grupo se miró entre sí dudoso. No era posible que su trabajo tan sencillo e impecable como era el que se traían entre manos fuera a quedar manchado por la intervención esporádica de un niño a sus ojos, y sin embargo, aquel tono de voz no auguraba nada bueno. No obstante, fue la voz de la muchacha, más serena y cristalina, la que se alzó sobre sus cabezas.
–No les hagas daño. Están tan confusos como yo, se han tenido que equivocar… Marcharán por donde hemos venido.
Sasuke miró por encima de su hombro a la niña y se preguntó por primera vez qué demonios estaba haciendo. ¿Quién le había mandando meterse a proteger a una extraña porque sí? Sea como fuere, tenía que terminar lo que había empezado. Volvió a dirigirse al grupo de hombres con un suspiro.
–¿Seguís ahí? Moveos.
Pero los hombres no habían llegado hasta allí para irse con las manos vacías. Algo hartos de la persuasión del chico, un par de ellos fruncieron el ceño, se remangaron y procuraron evitarle como si fuera un árbol más para hacerse con su víctima.
Sasuke rodó los ojos, y de algún modo, quería hacerle caso a la niña, así que optó por una intimidación más severa. Se retiró la capucha y dejó que le vieran antes de que pudieran dar un paso.
–Yo que vosotros lo volvería a pensar. Es vuestra última oportunidad.
Todos a una palidecieron en cuanto reconocieron en los rasgos de Sasuke los comunes de los Uchiha. No en vano, si ya era un clan conocido antes de que prácticamente se extinguiera, ser el último de su estirpe sumado a su historial en los últimos años repleto de sangre y oscuridad, le había otorgado una fama bastante negativa. Rápidamente, uno de ellos dio la voz de alarma.
–¡Larguémonos antes de que esto sea lo último que hacemos!
No obstante, en un último y desacertado movimiento, aprovechando el revuelo que podía causar su propia huída, uno de los integrantes del grupo intentó, en algún momento en el que creyó no ser visto por el Uchiha, llevarse a la muchacha consigo.
Sasuke cogió al pobre diablo del cuello y lo miró a los ojos.
–¿Qué se supone que haces? ¿Es que acaso no hablo con claridad? – apretó la mano alrededor de su cuello, aún permitiéndole hablar, en un alarde de buena voluntad muy poco propio de él.
Mientras el atrapado se sacudía como una hoja, balbuceaba y agarraba de las muñecas a su opresor en un vano intento de auto-defensa y sus compañeros proliferaban advertencias y ofensas que pasaban en su mayoría inadvertidas, la muchacha se puso en pie y apoyó firmemente una mano en el hombro de Sasuke.
–Suéltale…
Sasuke volvió a mirar de reojo a la niña, y de nuevo, sin saber bien por qué, accedió a su petición y abrió la mano que apresaba al agresor, dejándolo caer cual peso muerto.
–Perdeos de mi vista antes de que cambie de idea – dijo.
Presas de un pánico irracional y, por tanto, incontrolable, y no dispuestos a tensar las cuerdas a punto de ser rotas, todos a uno se apresuraron a abandonar el escenario que se había tornado traicionero, sin preocuparse del compañero que dejaban más rezagado pero que siguió sus pasos a trompicones.
La muchacha suspiró visiblemente más aliviada en cuanto las cuatro cabezas hubieron desaparecido de su alcance visual y se centró en su único acompañante al momento. A pesar de que no se dirigía a ella, todavía dándole la espalda, sonrió sincera, ampliamente.
–Pues me había asustado bastante, sí… - rió cantarina -. Gracias por protegerme, ha sido muy amable.
Sasuke se ladeó ligeramente para mirarla. Tras dirigirle una mirada inescrutable, suspiró.
–Vete a casa antes de que vuelvan. Y ten más cuidado.
–¿Cómo te llamas? – quiso saber ella, sin prestar atención a sus advertencias, todavía sonriente.
Sasuke, poco dispuesto a regalar tan valiosa información, chistó por la impertinencia de la muchacha, se volvió completamente a ella y se cruzó de brazos.
–¿Tú también eres dura de oído? Márchate antes de que te deje aquí a tu suerte, niña.
La muchacha pestañeó repetidas veces, encontrando en aquella respuesta un tono demasiado duro para el que un salvador debería mostrar. No obstante, lejos de molestarse, cruzó los brazos tras la espalda y rió animada.
–¿Te vienes conmigo? Te invito a comer. No es gran cosa, pero tengo que devolverte el favor de alguna manera.
–No – sentenció directamente –. y ahora largo.
Su sempiterna sonrisa se ensombreció un instante, apenas unos segundos antes de que arrugara el entrecejo y dibujara una mueca que, si bien pretendía mostrar molestia, formaba una expresión graciosa a la vista. A continuación, agarró el brazo de su rescatador y tiró un poco de él.
–¡Aaah! – lloriqueó -. ¡Tú me has salvado, deberías de hacerte cargo de las cosas a las que ayudas o pensártelo antes! ¡Ahora tienes que aceptar!
–No – repitió. Sin embargo, no la apartó de su agarre –. Como mucho, puedo acompañarte hasta la aldea.
–Pero… - abrió bastante los ojos, lo suficientemente cristalinos para que brillaran pero sin dejar escapar ninguna lágrima, he hizo un puchero -. Pero yo ya me sé el camino de vuelta. ¡Eso no me vale!
–Ya me supongo que sabrás volver por donde has venido, pero eso no quita que puedan volver a atacarte… - Suspiró. Aquello se estaba pasando de castaño oscuro. En cualquier momento podían descubrirle y se negaba a dejar que eso pasara – mira, niña, te he rescatado porque me ha apetecido y punto. Eso no me obliga a quedarme más tiempo contigo. – dicho aquello, se marcho de allí a pie, pensando en cual sería su próximo destino, pues debía alejarse de allí antes de que aquellos patanes alertaran de su presencia y se corriera la voz. Naruto siempre fue muy chismoso.
La joven observó cómo el chico que se había rehusado a darle su nombre era engullido por la profundidad del bosque, y apenas dejó dos zancadas de distancia antes de comenzar a seguirle.
–No seas así, no cocino tan mal, y mamá tampoco… Y si tuvieras prisa para ir a algún sitio, no pasarías por un bosque. No es lo más cómodo – volvió a cogerle del brazo, sintiendo que el cualquier momento podría desvanecerse como el humo -. ¿A dónde vas?
Sasuke la miró de nuevo. Otras chicas le habían seguido antes, pero con aquella era distinto. No parecía tener ninguna intención salvo agradecerle lo que había hecho, ni tampoco parecía reconocerle. Advirtió que se sentía a gusto con ella, y de un modo contradictorio, eso no le gustó. Se sentía extraño, y al mismo tiempo que quería huir de esa sensación, también quería seguir experimentándola.
Sacudió la cabeza, definitivamente, aquello no eran más que chorradas. Solo era una niña pesada.
–No es asunto tuyo. Déjame en paz. Vuelve a tu casa.
–Cabezota… - suspiró ella sin aminorar el paso -. ¿Y otro día? Si estás ocupado, lo entiendo.
–No, ¿cómo tengo que decírtelo? - se volvió a ella y la encaró con los brazos cruzados –. Desaparece de mi vista. Ya.
La pequeña pestañeó numerosas veces, descolocada por segunda vez de la violencia verbal de su salvador y frunció el ceño.
–Como quieras, me iré, pero quedará sobre tu conciencia que tenga que vivir debiéndole la vida a alguien. Piénsatelo, ¿vale? Si cambias de opinión, pregunta por Shana. Por los alrededores me conocen todos – suspiró.
Sasuke bufó, se dio media vuelta y desapareció para que la joven no volviera a tener oportunidad de seguirlo. Shana rebuscó a sus alrededores en cuanto se notó sola, encontrando aquella despedida demasiado fortuita. Exhaló una gran cantidad de aire por su nariz. Dejó que la vegetación del bosque fuera testigo de las últimas palabras que quería pronunciar:
–En cualquier caso… Gracias por tu ayuda. Espero que te vaya bien allí a donde vas, desconocido.
Y todavía algo confusa por lo que acababa de vivir, abandonó aquel lugar de vuelta a su casa, algo cabizbaja y, sobre todo, pensativa.
Kohaku: Hasta aquí el final del primer capítulo. A pesar de ser sábado, procuraremos llevar una actualización semanal cada viernes. Puede considerarse el primer fic de muchos, en el que desarrollaremos la trama del final de la guerra en adelante centrándonos en el día a día de ciertos personajes, y se extenderá dependiendo de la aceptación que consiga (creedme cuando digo que Natsuki y yo tenemos para tirar de sobra y durante mucho tiempo de trama). Aunque sea este el comienzo, anunciaré que la pareja que más se dejará ver y más problemas dará (prometo que este será el único spoiler que haga) será ShikaTema.
Gracias por leer hasta aquí, si tenéis cualquier duda o comentario, no dudéis en dejar un review.
