Nada que perder ¿o no?

Tanta frialdad junta le fascinaba.

Tanto como su hielo.

Era frío en cuerpo y alma... y le encantaba.

Cómo empezó todo esto?

Eso era lo que menos le importaba...

Capítulo 1

Un joven de cabello rubio cenizo descansaba sobre su cama, mirando el cielo por la ventana. ¿Hace cuánto había terminado todo eso? No lo recordaba. Lo único que sabía era que él había perdido, y que el idiota del faraón había ganado. Pero ya no le daba importancia a esto, había algo más que ocupaba su mente desde ese entonces...

 Su Yami había sido expulsado al Reino de las Sombras, por lo tanto ya no tenía mucho de lo qué preocuparse; sin embargo, no lograba completa

quietud...

¡Ese idiota arrogante tenía la culpa! Pero no podía evitarlo, le gustaba tanto su frialdad. ¡Que demonios! Le gustaba todo de él. Más que nada su frialdad.

Desde chico, siempre le gustaron mucho las cosas frías como el helado, o el hielo mismo. Pero creía que eso no tenía nada que ver con lo que ahora sentía, ya que eran cosas muy diferentes.

Miró su cetro. Bien podría controlar al idiota, tener un poco de sexo con él, y sacarse las ganas. Pero no. No quería hacerlo. Porque aunque no quisiera admitirlo, se estaba enamorando de ese idiota.

Su vista pasó del cetro al cielo. Estaba parcialmente nublado, pero las nubes no impedían que la luna se viera. Esa luna, la misma que veía en Egipto. Tantas veces se había quedando viéndola, pensando, y tratando de encontrar respuestas. Pero ahora, la luna no le daba  más respuestas; lo hacía sentirse solo.

Pensándolo bien. Estaba solo. Su Yami estaba en el Reino de las Sombras, Odeon de vuelta a Egipto, e Isis no lo aguantaba.

Una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla. De verdad se sentía tan solo. Como le gustaría que alguien estuviera allí, para ayudarle. Tener un amigo. Un amigo donde poder ahogar las penas, un hombro para llorar. Pero no lo tenía. Y tenía que acostumbrarse a su vida tal cual era. Aprender a depender de sí mismo.

De golpe su mente se alejó del pensamiento de soledad, y se concentró de nuevo en él. Más que tener un amigo, le gustaría tenerlo a su lado. Aunque lo veía como un sueño lejano e imposible, por mas que le gustara soñarlo. Claro que era obvio que él no le correspondía; si lo único le interesaba de él era su carta de Dios egipcio, El Dragón Alado de Ra. Pero, ahora que ya no la tenía, parecía como si ya nada le interesara de él, como si lo hubiese dado por muerto.

Más lágrimas salieron de sus ojos. Sentía una tristeza enorme al pensar en eso. Limpió las gotas rápidamente, no le gustaba llorar, menos por una persona. ¿Perdería algo intentándolo? Parecía ser que la respuesta era negativa.*¿Por qué no lo intento?* , se decía a sí mismo, *después de todo, no tengo nada que perder... pues ya lo he perdido todo*.

Se levantó, limpiándose los últimos restos de lágrimas de su cara, y se encaminó a la puerta de la casa.

Continuará...

N/A: no puede ser que no haya nada de esta pareja en la sección de español, así que me vi obligada  a hacer este ficcie. Dejen reviews, porfa, que es el primero que hago. ^_^