ENTRE EL VIENTO Y LAS HOJAS

CAPÍTULO I

La chica del río

¿Por qué no me pueden dejar tranquila?, ¿acaso no es suficiente que tenga las mejores notas de toda la secundaria?, ¿ni que tenga un comportamiento intachable y totalmente de acorde a una señorita? Pensaba Hinata mientras acariciaba el suave pelaje de Akamaru.

─ ¡Hinata!, ¿Cuántas veces te he dicho que dejes de jugar con ese perro? No es propio de una dama estar arrodillada en el pasto jugando como una niña.

Suspiró suavemente, tratando de que padre no la escuchara, y se levantó lentamente para mirarlo a los ojos. Al parecer nada de lo que hiciera contentaba a su padre, puede ser la mejor en todo, pero para él siempre seré su peor defecto, demasiado blanda e inocente para ser su heredera, quien seguiría con el legado del imperio Hyuuga.

─ Lo lamento, padre ─ contestó haciendo una reverencia en su dirección ─ prometo comportarme mejor y no volver a acariciar a Akamaru.

─ Eso es lo que sucede por rodearte de amigos como ese chico Kiba, sólo lograrás estropearte aún más.

Hinata apretó los dientes, él era el único capaz de insultar a sus amigos y a ella en una oración tan corta. Prefirió morderse la lengua y no decir nada, lo más probable es que usara todo en su contra, cada vez que ella hablaba con el cabeza de familia le venía a la mente la oración "tiene derecho a permanecer en silencio, todo lo que diga puede y será usado en su contra", solo faltaba el oficial que hiciera los honores.

Luego de mirarla desaprobadoramente una vez más, se dio media vuelta y entro en la mansión Hyuuga. Se despidió de Akamaru, quien se fue corriendo en dirección a su hogar.

─ Hinata-sama ─ frente a ella apareció repentinamente su primo Neji, sonrió, contenta de verlo. Neji es una de las personas a las que más admiraba en el mundo, fuerte, inteligente, amable, aunque no todos estén de acuerdo con eso, y un verdadero hermano para Hinata, aunque solo sean primos ─, ¿sucede algo? Parece distraída.

─ Lo siento, Neji-niisan, estaba pensando en la conversación que acabo de tener con padre ─ él instantáneamente comprendió a lo que se refería, por conversaciones se refería a las criticas que su padre solía dirigir en su dirección cada vez que tenía oportunidad ─. ¿Crees que sería diferente si fuera hombre?

Neji la miró sorprendido.

─ ¿Por qué piensa eso? ¿Hiashi-sama le ha dicho algo como eso?

─ No es eso, es solo que siento que padre no me odia por ser quien soy si no por ser mujer.

─ Él no la odia, es su padre ─ le dijo Neji, un tanto preocupado, todavía tenía la costumbre de preocuparse por todo lo que le pasara a su prima, ya que cuando eran pequeños no se llevaban muy bien, desde que se mudó a vivir a la mansión Hyuuga las cosas cambiaron, no sabían cómo ni por qué, simplemente cambiaron, talvez fue que ambos se sentían solos en ese mar de adultos y terminaron juntándose, y ahora eran tres, ya que la hermana pequeña de Hinata, Hanabi, también se les unió.

Aunque Hiashi no la critica como a Hinata, si le exige demasiado, Hanabi tiene talento natural para muchas cosas, cosas en las que la mayor de las hermanas tenía que esforzarse, a ella le salen fácilmente. Sin embargo, o debido a eso, Hiashi la sobrecargaba de trabajo, y Hanabi lo aceptaba.

─ No importa, en fin, Neji-niisan, ¿Podrías ayudarme con mi entrenamiento? Esta semana Gai-sensei nos tomara un test de rendimiento, y sabes que exagera bastante con los ejercicios ─ Gai-sensei era el profesor de deportes, y aunque era buena persona era un fanático de la actividad física.

─ Por supuesto, Tenten también me pidió ayuda para el test que nos hará a nosotros ─ Neji y su amiga Tenten estaban un grado más arriba que Hinata ─ se supone que nos juntaremos en media hora en el tronco del claro. Si quieres puedes unirte a nosotros, así entrenamos los tres.

─ Lo siento mucho, Neji-niisan, ahora no puedo, tengo que terminar los deberes de Biología que nos dio Shizune-sensei ─ era mentira, ya que los deberes los había terminado horas antes, pero ella sabía que a Tenten le gustaba su primo, aunque él no se daba por enterado, así que no quería estropear el momento que esta había conseguido a solas con su primo ─, ¿podría ser después?

─ Por supuesto, Tenten y yo nos quedaremos hasta el atardecer, apenas se desocupe se puede unir a nosotros.

─ Gracias, Neji-niisan ─ aún quedaban cerca de seis horas para el atardecer, así que durante tres horas se entrenaría sola y luego se uniría ellos.

Luego de despedirse de él, Hinata entró a la casa y se dirigió directamente a su habitación, donde se cambió de ropa, poniendo se algo más cómodo para poden empezar su entrenamiento, además de unas cómodas zapatillas que se había comprado recientemente. Aprovechando que era sábado y que el día estaba caluroso Hinata había preferido levantarse y ponerse un vestido azul de tirantes que le llegaba a las rodillas, y ahora se había cambiado a un par de shorts y una sudadera un poco grande.

Después de atarse el cabello en una coleta alta entró en el despacho de su padre para comunicarle que saldría a ejercitarse, su padre simplemente asistió con la cabeza y siguió leyendo los papeles que se encontraban sobre su escritorio, Hinata tomó eso como una señal de que se podía retirar, por lo que cerró la puerta suavemente y se dirigió nuevamente a la salida.

Una vez fuera comenzó a trotar en dirección al río que corría al límite de la aldea de Kanoha, donde ella vivía. Le gustaba el río, y cada vez que podía iba allí, ya fuera a entrenar, nadar, o simplemente a sentarse bajo el árbol de sakura a pensar o a leer.

Luego de trotar casi tres kilómetros, que era la distancia desde su casa al río, se quitó las zapatillas y las zapatillas, le encantaba subirse a una roca que estaba en medio del agua y realizar los movimientos de combate que su primo le había enseñado. Gracias a esta forma de entrenamiento había mejorado en gran medida su equilibrio y concentración.

Tan concentrada estaba en lo que estaba haciendo, que no se dio cuenta de que había un chico observándola desde la copa del árbol se sakura.

El joven miraba fijamente a la chica que estaba en medio del río realizando precisos movimientos de combate, y con tal precisión y equilibrio sobre la pequeña roca en la que estaba, que pensó que era una rutina para ella.

En el momento en que la chica llegó trotando hasta el pie del árbol en el que estaba y comenzó a descalzarse él pensó en anunciar su presencia, ya que no era ningún pervertido que espiaba mientras alguna mujer se bañaba, pero como ella sólo se quitó los zapatos decidió guardar silencio y observar que haría a continuación la chica.

El muchacho pensó que era una chica muy bella, de largo cabello azulado y extraños ojos perla, su figura era igualmente atrayente, aunque en un principio no se dio cuenta debido a la sudadera que debía ser al menos dos tallas mas grande, ahora podía apreciarse nítidamente, porque mientras la chica se movía sobre la roca, la corriente chocaba contra la misma, y la chica de vez en cuando golpeaba el agua con sus pies, haciendo que el agua salpicara y mojara su camiseta, que producto de la humedad se pegaba a su cuerpo como una segunda piel, lo que permitía al chico ver más de lo que debía.

El observador se sonrojó muy levemente al darse cuenta que la camiseta se transparentaba un poco y permitía ver su brasier, que cubrían su generoso busto, se sintió un poco culpable al estar mirando a la joven, quien seguramente se sentía a salvo, pues nadie solía ir a ese lugar, por lo que decidió volver a concentrarse en la lectura de su libro, que se había visto interrumpida por la llegada de la extraña.

Después de leer por décima vez la misma línea, y sin saber que decía en ella, abandonó su intento, suspirando frustrado. Miró el cielo despejado con el seño fruncido, evaluando sus opciones.

No podía irse de allí sin que la peliazul advirtiera su presencia, en cuyo caso debería explicar el por qué no había dicho que estaba ahí, y si se quedaba en el árbol, irremediablemente miraría las curvas de la ojiperla, y eso era algo que iba en contra de sus principios, por muy tentadora que fuese la vista.

Por fortuna para él, Hinata decidió dar su entrenamiento en combate por terminado y volver a la orilla, donde comenzó a realizar los ejercicios que estaba segura Gai-sensei la haría hacer durante el test, comenzó, por lo más básico, cien abdominales, luego treinta flexiones de brazo y por último trote y salto combinado.

El muchacho que la observaba fascinado comenzó a creer que ella era una obsesa del ejercicio, hasta que la chica se dobló por la mitad apoyando sus manos en las rodillas, agotada, y gritó:

─ ¡GAI-SENSEI LO ODIO! ¿POR QUÉ HACE LOS TEST DE EJERCICIOS TAN DIFÍCILES?

El chico que la miraba desde la copa del árbol abrió los ojos sorprendido, ahora entendía toda la cadena de ejercicios que hacía la chica, y sin poder contenerse soltó una carcajada, delatando así su posición.

Hinata se enderezó sobresaltada al escuchar la risa varonil, y dirigió su mirada al origen de esta. Se sorprendió al ver a un joven extremadamente apuesto sentado en una de las ramas de su árbol, no lo había visto llegar, por lo que supuso que había estado desde antes que ella llegara, al darse cuenta que el la había visto durante toda su rutina se ruborizó profundamente.

Al saberse descubierto, el joven bajó de un salto del árbol, volviendo a sorprender a Hinata con su agilidad, y la miró a los ojos.

Al estar a su misma altura él se dio cuenta de que la joven le llegaba a la altura del pecho y que era aún más bella de lo que pensó en un comienzo, con su piel blanca como porcelana, sus ojos perla y su largo cabello azul, también noto el intenso rubor, que cubría las mejillas de ella, no estaba seguro de si era por el esfuerzo físico o por haber sido descubierta gritándole a la nada. Como la muchacha parecía petrificada, pensó que debía ser él quien rompiera el silencio.

─ ¿Quién eres? ─ preguntó de una forma un tanto brusca, aunque esa no era su intención.

Hinata dio un pequeño respingo al escuchar la pregunta, le gusto el sonido de esa voz, aunque brusca, era grave y profunda, le recordaba un poco a la voz de su primo, pero el extraño seguía siendo eso, un extraño, por lo que Hinata estaba un tanto insegura de responder, sin embargo, pensó que sería de mala educación quedarse callada. Y haciendo un esfuerzo por no jugar con sus dedos índices, respondió.

─ Hy-Hyuuga Hinata ─ se maldijo internamente por tartamudear, era un hábito contra el que había luchado constantemente por desterrar, pero cuando estaba nerviosa le era casi imposible no hacerlo.

El chico sonrió imperceptiblemente al notar el tartamudeo de Hinata. "Así que es tímida" pensó, ella intentaba sostenerle la mirada, pero de todas formas de vez en cuando desviaba la mirada. "Que tierna" se dijo, e inmediatamente se reprochó el pensamiento errante, él no era de la clase de chicos que iba detrás de cada chica que se cruzara en su camino, y mucho menos pensaba que eran tiernas, para él la descripción más cercana a las mujeres era ruidosas, indecisas y exageradas, por lo que el hecho de que encontrara que el tartamudear y sonrojarse tímidamente fuera un acto tierno no tenía sentido para él.

─ Siento haber interrumpido tu entrenamiento, me iré a algún otro lugar apartado a continuar con mi lectura ─ dijo, mostrándole el libro que había estado leyendo hasta antes de que ella llegara y se dio media vuelta para alejarse, pero la suave voz de ella lo detuvo a medio camino.

─ N-no tiene que retirarse por mi causa, este es un lugar público, a-además yo ya estaba por retirarme ─ dijo una sonrojada Hinata.

Él se giró a mirarla nuevamente, estaba sorprendido de que ella le dijera que se quedara, al parecer la chica también era amable. Fue entonces que se dio cuenta que la chica seguía descalza y en su rostro apareció una pequeña sonrisa.

─ Deberías ponerte tus zapatos, vas a hacerte daño si sigues saltando descalza.

─ ¿Eh? ─ Hinata miro sus pies y un rubor aun más intenso se apoderó de ella. Tan concentrada estaba en mirar disimuladamente al apuesto extraño que se olvido de sus zapatillas.

Era su costumbre entrenar descalza cuando estaba en el río, pues le gustaba la sensación del pasto bajo sus pies, pero que se lo hicieran notar era otra cosa.

Rápidamente busco sus zapatillas y, sentándose en el suelo, se las puso.

Cuando termino vio una mano extendida frente a ella, el joven le estaba ofreciendo ayuda para levantarse. Aunque no necesitaba ayuda, de todas formas aceptó su ayuda, sintiendo el firme apretón de esas manos, eran fuertes y se sentían un poco ásperas al tacto.

─ G-gra-gracias ─ tartamudeó.

─ No hay de qué ─ respondió el chico, la chica tenía manos pequeñas y suaves. La vio mientras ella le soltaba la mano y hacia una reverencia.

─ N-nos vemos, puede continuar su lectura ─ se dio la media vuelta y se encaminó hacia el lugar donde se encontraba su primo, dándose cuenta de que ya había pasado al menos dos horas y media desde que llegó ahí, sin embargo no había caminado más de veinte metros cuando recordó algo importante, ni siquiera le había preguntado el nombre al chico. Así que se giró para mirarlo nuevamente ─. ¿Quién es usted? Nunca lo había visto en Kanoha.

Él sonrió suavemente, pensó que la chica no le iba a preguntar nunca su nombre.

─ Gaara, Sabaku no Gaara.

Dicho eso volvió a subir al árbol y fingió volver a su lectura, porque la verdad era que estaba observando a la chica que lo miraba con los labios entreabiertos mientras el viento jugaba con su cabello. De pronto pareció recordar algo, porque dio una especie de saltito y salió corriendo en la dirección que había tomado poco antes.

─ Hyuuga Hinata, al parecer eres interesante ─ murmuró Gaara al viento que seguía soplando, contemplando cómo la silueta de Hinata se empequeñecía hasta desaparecer, deseando secretamente volver a encontrarse con la chica del río.