Eclipse Andrómeda

Chapter one

Duelo

Sangre, sudor y agua le impedían sostener su varita con fuerza, pero no importaba mucho, sus habilidades ya eran muy avanzadas; ahora lo único que le fallaba era su cuerpo mientras se detenía por unos segundos para recuperar el aliento. A varios metros otro cuerpo se doblegaba bajo el cansancio. Ambos arremetieron contra el otro sin siquiera poder respirar, sus auras chocando en ruidosas explosiones que se perdían en la caverna. Bajo una llovizna de escombros y polvo sus ojos se cruzaron, llenos de rencor y cansancio que ambos negaban.

Los cabellos negros revolotearon, dejando caer finas gotas de sudor por el aire, mientras el joven torcía su cuerpo con fiereza; extendiendo su brazo y dejando que su energía fluyera a través de su brazo hasta su varita. Un dragón surgió del extremo de la varita, hecho de agua y creciendo rápidamente, alimentándose de la humedad en la cueva y extendiendo sus alas traslucientes de manera impresionante. Los latidos de su corazón le latían en los oídos y el tiempo se parecía detener.

Con la piel clara enrojecida por el esfuerzo y el pelo rubio pegado a la frente, el joven torció su cuerpo permitiendo que las garras extendidas del dragón reclamaran algunos trozos de su vestimenta. Su admirable poder y habilidad mágica eran grandemente complementados por su proeza física. Dando una vuelta rápida, que le dio la apariencia de estar danzando, extendió su brazo libre y lo recorrió con su varita, para luego flexionarlo y extender el otro brazo en el cual su varita se torcía, formando círculos en el aire. Los giros que daba la punta de su varita eran cada vez más rápidos hasta que estos expidieron un fino hilo de llamas que se retorcían en el aire.

Los hilos eran cada vez más densos mientras que el dragón de agua comenzó a circular el techo de la caverna, su cola aun conectada por un hilillo a la varita del joven pelinegro. El dragón fieramente daba clavados aéreos, girando y lanzándose en picada hacia los jóvenes, circulándolos y haciendo el círculo cada vez más pequeño, forzándolos a usar hechizos de corta distancia. Mientras que abajo los jóvenes todavía luchaban, usando sus manos para dirigir sus ataques de energía hacia el otro. El joven apartó su cabello de su frente para dirigir una sonrisa maligna a su oponente. Los hilillos ardientes formaron una figura imponente que miraba a sus oponentes con desdén.

El hermoso rostro de una doncella miraba al chico con desprecio y alevosía entre una gran melena de cabellos ardientes, su hermoso visaje brillando como una gema. Un cuerpo musculoso e intimidante estaba fusionado con ese rostro: el cuerpo de una leona. Danzando majestuosamente por los aires el dragón descendió sobre aquella ilusión deslumbrante, atacando a sus espaldas. Sin siquiera voltear y con un destello imperceptible de rojo, el dragón cayó estrepitosamente para luego estallar, lloviendo sobre los jóvenes por unos instantes.

Luego todo era silencio, solo se oía el crujir de las llamas mientras que la criatura consumía el oxigeno de la cueva y la llenaba de calor; su cola bamboleándose de lado y lado, mostrando la fiera pitón que había derribado al dragón en su punta. Jadeando y llenando el silencio son su voz ahogada, ambos chicos se miraban con una ira apagada.

Casi inconscientes del cansancio ambos se miraron por un instante y la criatura de fuego dio un paso al frente, haciendo que el suelo crepitara y soltara un sonido silbante mientras que perdía toda humedad y hervía a sus pies. El joven bajó su cabeza involuntariamente y cayó de rodillas mirando a su enemigo a través de su negro cabello, que ahora le tapaba el rostro.

Entre las líneas negras de su pelo y las sombras de la inconsciencia que oscurecían su visión pudo ver al joven que le miraba con una sonrisa maligna en su rostro; pensando que esto sería lo último que vería. La brillante figura dio un paso que quemó el suelo y luego otro más hasta que el joven se sentía arder, mientras que inhalaba el olor a humo y el de su propio cabello que comenzaba a humear. Tomando un último aliento que quemó su boca e hizo arder sus pulmones, dejo ir toda inhibición y liberó toda la energía que quedaba en su cuerpo destrozado.

Los latidos le retumbaban en los oídos y el tiempo pareció detenerse mientras él también caía ante su enemigo de rodillas e intentaba conservar la poca energía que le quedaba. Harry subió la mirada lo más que pudo, para encontrarse con unos ojos que lo miraban con desprecio desde lo alto de un cuello musculoso que centelleaba como fuego líquido. La mujer abrió sus fauces con un rugido ensordecedor y el joven cerró sus ojos con una expresión sublime en el rostro.

Todo ocurrió tan rápido, justo antes de tocarle, las fauces extendidas en pos de su rostro se detuvieron y solo una brisa le abatió, ardiente como el aliento de otro ser vivo. Abrió sus ojos con expresión cansada pero de triunfo y del vapor que había producido la ardiente bestia, fauces abiertas y rugiendo: surgió el dragón a sus espaldas, dirigiéndose al joven que tenia de frente. Con una mirada de terror vio aquellas fauces abrirse hasta ser capaces de engullirle entero. Cerró los ojos y extendió sus brazos en total aceptación y lleno de paz.

Un rugido parecido al de una gran corriente de agua le cubrió, pero no le lastimó. El dragón se había desintegrado y solo la fuerza del impulso le golpeó el cuerpo mientras que el agua le calaba hasta el hueso. Cayó rendido, sus manos frías contra la piedra del suelo y levantó la vista para ver como su enemigo se perdía en la inconsciencia, había ganado. De repente escuchó voces y la adrenalina lo mantuvo consciente por unos instantes.

-…no sé. Les he estado buscando pero nadie les ha visto- Una voz pesada con sarcasmo alcanzaba los oídos del rubio quien reconoció al director de su universidad y abrió los ojos de par en par. Una mirada a su alrededor le reveló que estaba en un aprieto. Estalagmitas, polvo, sangre y hasta una que otra espada que el pelinegro había hecho aparecer durante el duelo llenaban la caverna que funcionaba como almacén en la universidad. Maldijo por lo bajo al oír una voz femenina que llegaba al almacén y se oía cada vez más cerca.

-…los he visto. Ya sabe usted como son, déjemelo a mí, se los traeré en unos minutos-

-No se preocupe profesora, diríjase a su aula antes de que lleguen sus estudiantes y yo tomare esta situación en mis manos…-

-Si seguirá usando la diplomacia y la lógica…mejor déjemelos a mí. Ellos solo entienden a la fuerza…además…-

La voz se perdió en un susurro pero Draco no necesito escuchar mas, su profesora de estudios muggle estaba afuera; eso era más que suficiente para entrar un estado de pánico severo. Maldijo por lo bajo para luego susurrar urgentemente:

-Ludo ven a mí.-

¡Blup! Con un sonido raro y bajo un elfo domestico apareció en la caverna. Era de piel bastante trigueña, con ojos inteligentes y maliciosos que brillaban como piedrecillas negras. Con una reverencia en la que su cabeza casi toca el piso, el elfo miró a su amo con atención y curiosidad. Era algo raro que le llamase, ya que solo lo hacía cuando necesitaba grandes cantidades de magia desenfrenada o que robara algo, ya que era muy bueno en esas cosas. Esta vez su necesidad era aparente y sin más abrió su pequeña mano hacia al frente, extendiendo los dedos, para luego torcer su mano hacia dentro mientras la cerraba con un ademan elegante. Absorbiendo en sus manos toda la magia errante en la caverna y reparando los daños hechos. Para luego extender su mano hacia su amo y deteniendo varias hemorragias mientras le reparaba las ropas desgarradas.

-¿Algo más amo?-

Dijo poniendo sus manitas de garras negras a su espalda mientras que su amo se ponía en pie negando con la cabeza. Con una reverencia y un sonidito raro el elfo desapareció lentamente esta vez y dirigió una sonrisa maliciosa a su amo mientras que en la puerta se podía oír al director forcejeando con la cerradura que al parecer estaba encajada. Solo tendría unos segundos, miró a sus pies y con un suspiro tomó el cuerpo inconsciente de Harry y lo arrastró a una esquina. Justo en ese momento se abrió la puerta con un estrepito y unos pasos pesados anunciaban la presencia del director en la habitación.

Su mirada recorrió la caverna sin ver nada al principio. Luego en su visión periferia vio algo fuera de lugar, pero al mirar esa esquina nuevamente ya no había nada. Justo a tiempo Draco había halado la parte de la túnica de Harry que sobresalía por la esquina de la pared tras la cual se escondían. Si no mal recordaba Harry siempre cargaba consigo su capa de invisibilidad. Rebuscó los bolsillos del pelinegro quien estaba recobrando la consciencia, justo a tiempo atrapó entre su mano y esos labios el sonido suave que intentaba escapar.

Al halar el cuerpo inerte del otro hasta sentarlo vio como algo le salía desde el cuello de su túnica. Intentó halarlo pero no lo podía sacar, así que con una mueca de disgusto introdujo su mano entre la túnica y la camisa del otro pero sin éxito. Frustrado y con los pasos del director cada vez más cerca Malfoy desabotonó la túnica del chico y le subió un poco la camisa, su mano subiendo apresurada por el abdomen del otro hasta llegar a su pecho cálido, sobre el cual yacía una substancia suave, ni aire ni solido, sino algo entre ambos. Tomó en su puño la capa y la sacó de un tirón, para luego cubrir su cuerpo y el del otro de manera apresurada.

Intentó acomodarse lo mejor que pudo, pero aun así sus cuerpos eran muy largos y sus pies permanecían visibles. Los pasos del director se detuvieron a unos escasos pies de distancia de ellos y ya pronto doblaría la esquina para encontrarse con unos pares de pies en el medio del suelo. Desesperado Draco dobló sus piernas y sentó al pelinegro entre sus piernas y luego haló las del chico para poder cubrirlo completo con la capa. La indignación y la vergüenza tiñeron sus mejillas traslucientes de rosa, no sabía que era peor, ser castigado por luchar o que lo encontraran así con otro chico.

El director dobló la esquina y Draco rodeó el cuerpo de Harry con sus brazos ya que el joven se estaba cayendo hacia al frente y halaba la capa con su cabeza. Si lo dejaba doblarse solo un poco más la capa ya no le cubriría la cabeza al rubio así que sostuvo el cuerpo del otro firmemente. Pero en ese apretón Harry despertó y soltó un gruñido aturdido. El director se detuvo de repente mirando tras de sí a través de los chicos para luego mirar a los lados aturdido. Con varios hechizos buscó rastros de magia ilusoria que estuviera afectando su visión. Mientras Draco rezaba que la capa no estuviera encantada por algún hechizo ilusorio, le tapaba la boca a Harry que poco a poco se comenzaba a mover.

Apretó su mano más fuerte sobre el rostro del joven mientras lo sostenía pegado a él con el otro brazo. El director se comenzó a acercar más a ellos y Harry dejó de moverse y recogió sus pies hasta flexionar sus piernas frente su cuerpo hasta más no poder. Lentamente y en un acuerdo mutuo silencioso ambos se pusieron lentamente de pie mientras el director se acercaba más y más admirando la pintura que tenían a sus espaldas. Sin atreverse a respirar y cada vez mas pegados, ambos chicos esperaron a que el director se fuera.

Al cerrarse la puerta del almacén el rubio soltó un suspiro que revoloteo los cabellos del otro; segundos más tardes Harry volteó su cabeza hacia arriba, recostándola sobre el hombro de Malfoy y dejo escapar un suspiro que rozó los dedos de su enemigo. Tras varios segundos de inmovilidad ambos se tensaron al darse cuenta de la cercanía de sus cuerpos. Sin darle oportunidad a moverse Draco acercó sus dedos que brillaban con su aura al cuello de Harry, para luego sentir como algo le apretaba las costillas.

- ¿Se te perdió algo Draco?-

-No sabía que tenias instintos suicidas, Potter. Ambos sabemos que ya no te queda energía, ¿acaso me quieres negar el placer de quitarte la vida?-

-tch. Como si a ti te quedara energía-

-Lo suficiente para eliminarte y quedarme consciente para disfrutarlo.-

Con un suspiro Harry levantó la varita de Draco en su mano abierta, ofreciéndosela. Draco la tomó rápidamente y el aura de su mano se desvaneció. Harry dio un paso al frente para mirarle sobre su hombro.

-¿Sabes?…a veces hasta se me olvida porque diablos paleamos…pero aun así te sigo la corriente….así no tengo que ser Mr. Harry Potter que salvó el mundo…por lo menos…soy normal…- Sus ojos se tornaron opacos y sonrió amargamente, su mirada perdida en otro mundo, viendo algo que solo él podía ver-…aunque sea por un instante…soy…yo…- susurró para luego caer de frente al suelo.

Su mirada seria y algo disgustada Malfoy miraba desde arriba el cuerpo inconsciente en el suelo. Tantas cosas que podría hacerle a Potter y no pagaría. ¿Colgarlo de cabeza? ¿Sería posible que se desangrara antes de que lo encontraran? ¿Cubrirlo con la capa invisible y dejarlo allí tirado? ¿Provocarle pesadillas y llenar su mente de ilusiones? Tantas opciones…tan poco tiempo. Levantó su varita e inició su ardua tarea; unos minutos más tarde se dirigió a su habitación. Donde se desvistió al instante para luego ducharse. Al salir tomó una toalla y secándose su largo cabello sonrió a su reflejo con malicia.

Pookie caminaba por los oscuros pasillos de la universidad subterránea cuando vio una luz extraña y se acercó con cautela. Dio un grito de sorpresa, dejando caer las cosas que llevaba en sus manitas, e inmediatamente se acercó hacia aquella cosa que parecía de pesadilla. Sobre una gran cruz que llenaba el suelo con sangre yacía el cuerpo de Harry Potter encadenado de manera sádica. Tenía las manos atadas y recostadas en la cruz a sus espaldas, sus brazos estaban torcidos hacia atrás y el peso de su cuerpo era sostenido por el interior de sus antebrazos, como crucificaban a los condenados miles de años atrás.

Sus pies estaban amarrados pero con un suspiro de alivio Pookie pudo ver que la sangre no emanaba del cuerpo del joven, sino que salía de la cruz y recorría el cuerpo semidesnudo del joven. En realidad estaba vendado y tenía signos de que había sido sanado con magia. La cruz cubierta de espinas enormes y grotescas, levitaba a varias pulgadas del suelo y sobre ella unas letras brillaban en varios colores.

"El gran Harry Potter, El futuro Voldemort. Su idiotez será la condena de todos nosotros"

Hizo desaparecer la cruz y depositó al chico en una camilla, pero las letras aun le perseguían, flotando sobre su cabeza. Lo llevó a la enfermería y en unos segundos el director se encontraba presente mientras que Iliade culminaba sus exámenes preliminares del chico.

-Parece que alguien se me adelantó, sus heridas están sanadas y las más profundas ya fueron vendadas. Lo que él necesita es descanso…y quizás que lo examinen más de cerca…-

Pookie y el director intercambiaron una mirada y luego este se aclaró la garganta, haciendo que la doctora le quitara los ojos lujuriosos de encima al chico, aunque fuera solo por un instante.

-Permaneceré hasta saber si está bien, si no es molestia.-

-No, no claro Sr. Halloway- su voz avergonzada y bastante decepcionada la doctora comenzó a mover sus manos en el aire sobre el chico, el cual muy pronto se elevó de la cama. Las sabanas se deslizaron hasta caer en la cama y el cuerpo de Harry giraba en el mismo lugar, permitiendo así que el aura de la doctora le cubriera. Su ropa de hospital comenzó a perder consistencia, volviéndose transparente para luego desaparecer hasta dejarlo en su ropa interior. El director y la elfa domestica la miraron serios y la doctora carraspeó sonrojada.

-Procedimiento estándar-

Todos le ignoraron al ver que, aparentemente tatuado, en la espalda del joven se podía ver una caricatura burlona y las siguientes palabras. "You owe me one" (me debes una) La caricatura de una esfinge halaba su parpado hacia abajo a la vez que sacaba la lengua en señal de burla. La doctora hizo un ruido ahogado.

-¿Quién se atrevió a mutilar el cuerpo de mi Harry?-

El director la miró con la ceja alzada y la doctora se sonrojo y giró su cabeza para ver el tatuaje al derecho. La esfinge la miró muy mal y sacó una garra y talló en la espalda de Harry, como una caricatura moviéndose dentro de una pantalla. Escribió palabras en rojo como si estuviera dentro de Harry, pero se veían al revés. Iliade tomó un espejo que la elfa hizo aparecer y lo puso frente al cuerpo de Harry que flotaba en el aire. Los tres viraron sus cuellos y se arremolinaron llenos de curiosidad alrededor del espejo.

"Pervertida"

- ¡AAARGH! ¡J0D32! ¡Cosa del diablo! ¡Que te saco de ahí a golpes, cara#%!-

Con varita en mano la doctora iracunda hacia ademanes al tatuaje que se había puesto de espaldas y se golpeaba el trasero a sí misma en señal de burla. El director la sostuvo hasta que Pookie hizo aparecer unas sogas que la ataron a una silla.

-Esta es nuestra única pista, no podemos destruirla. Pookie, ¿crees que puedas encontrar la huella del aura en el tatuaje?-

La elfa asintió y luego movió sus manos a centímetros de la piel del joven mientras que la esfinge la miraba con escepticismo. Tras varios minutos la elfa se volteó con una expresión decepcionada y negó con la cabeza mientras que a sus espaldas la esfinge le sacaba el dedo del medio.

-La esfinge tiene la respuesta. No tengo manera de saber quien lanzó el hechizo y hasta que no sepa el hechizo no puedo deshacerlo. Lo siento amo.

-¡Déjenme varios minutos para que vean como la gata esa habla!-

El director la miró con la ceja alzada y la elfa con algo parecido a lastima.

-Pookie contacta a Nisen, el doctor substituto y pregúntale si está disponible. Creo que es ese día del mes y la señorita Iliade necesita unas vacaciones.-

La elfa asintió tratando, pero sin poder contener una risita.

-¡NO! ¡No,no,no,no! ¡Me calmo! ¡Pero no me dejen otra semana más sin ver a mi Harry-kun! ¡PLEASE! ¡Qué pierdo la chaveta!-

La doctora se revolvía en la silla y en silencio sepulcral de la habitación todos, hasta la esfinge la miraban como a una loca, que era lo que parecía meneándose en la silla tratando escapar de las sogas. Tras unos segundos se quedó inmóvil y su respiración volvió a la normalidad mientras la elfa y el director se miraban anonadados y la esfinge ponía cara de aborrecimiento.

Esa noche Pookie permaneció en la enfermería de la universidad, intentando resolver el enigma del tatuaje y protegiendo a Harry de la doctora. Más tarde esa noche uno de los elfos le trajo al profesor Halloway la varita de Harry Potter, que había encontrado en el almacén norte. Atando cabos el profesor tomó la varita y toco la punta de la suya con esta, realizando el hechizo de Priori Incantatem. Viendo un dragón Adrenio salir de estas: un poderoso hechizo hecho para canalizar el aura de una persona a través del elemento de agua.

Esto era clara evidencia de que Harry se había escapado nuevamente para luchar a escondidas y solo había alguien capaz de defenderse de tal hechizo; la única persona con la que Harry no podía dejar de luchar: Draco Malfoy. Era el momento de tomar acción, envió al elfo a la enfermería para que al despertar Harry pudiera tener su varita. El acercamiento diplomático nunca tuvo resultado y era hora de tomar la opción extremista.

Con un largo suspiro metió la cabeza en las llamas verdes dentro de su chimenea, sintiendo como su cabeza parecía girar hasta detenerse en la chimenea de la oficina de su profesora de Estudios Muggle. Temblando levemente la llamó y al ella llegar de su ejercicio de medianoche escuchó su relato. Una maliciosa sonrisa matizó el hermoso rostro de la mujer, enviando un escalofrío por la espalda del director; eso decía mucho ya que estaba rodeado de llamas y la mitad de su cuerpo estaba en el otro lado de la universidad.

-Tan buenas noticias…y mejores noticias será saber que tengo la solución perfecta para su predicamento. Mañana traiga a los chiquillos a mi oficina…que yo me encargo del resto.-

Con un último escalofrío el director se despidió de la profesora para, una vez en su oficina, retorcerse del susto.

-¡UGH! ¡Brrrrrrrnn! ¡Esa mujer mete miedo!...no me la quisiera encontrar en un callejón por la noche….!brrrrr!...bueno…por lo menos esta vez…espero que la cura no sea peor que la enfermedad…Dios mío…ayúdame a guiar esos jóvenes en el camino correcto-

Suspiró larga y lentamente mientras miraba la luna menguante por su ventana. Pensó brevemente en su familia para luego, finalmente, recostarse en la cama y perderse en el mundo de los sueños donde lo esperaba el único lugar en donde podía alcanzar la paz que tanto añoraba.

Continuará…