¡Hola!
Aquí les traigo este pequeño One shot que se ubica en el libro de La batalla del Laberinto. Más específicamente en la parte en la cual Percy y Annabeth están en la fragua de Hefesto en el monte Saint Helens, donde Percy hace explotar el monte.
Narrada por Annabeth Chase
Demasiado Culpable.
Muy tonto pensar que este chico pudiera durar con vida más de dieciséis años.
Muy tonto decir que aproveché mi tiempo con él, sabiendo que no fue así.
Muy tonto fue abandonarlo, irme y dejarlo solo.
Muy tonto oír aún su voz en mi mente, sabiendo que lo perdí para siempre.
Muy tonto escuchar explotar el volcán, sin reaccionar.
Muy tonto no haber previsto la intención de él.
Percy me había prometido que tenía un plan. Uno que había fallado, notablemente.
O sólo me había mentido, y no tenía ningún plan para escapar de ese lugar.
Eso había hecho.
Cuando logré bajar al laberinto, apenas di unos pasos cuando oí un estallido terrible y caí de rodillas debido a que todo mí alrededor comenzó a temblar. Sin pensarlo dos veces me levanté e, ignorando mi fobia, tomé entre mis manos a la arañita de metal que me guiaba y me volví sobre mis pasos sabiendo que algo malo estaba sucediendo allí arriba… Pero la puerta se había cerrado, ya no había oportunidad para pasar al otro lado. Ya no podría saber qué había sucedido en el monte Saint Helens, qué es lo que había causado semejante explosión.
Sin embargo, en el momento en el que me estaba dejando vencer por mi angustia y la culpabilidad, la marca de Dédalo apareció de forma gradual en la pared de mi izquierda; una delta griega con un resplandor azulado. Presurosa, la presioné y surgió un agujero pequeño sobre mí cabeza, pero lo suficientemente grande como para que yo pasé por él. Unos instantes después apareció una escalera en la pared donde antes había estado la marca.
Podía sentir el calor abrasador que esa entrada irradiaba sobre mi cuero cabelludo, lograba oír como había cosas chamuscándose allí arriba, hechos que por un momento me acobardaron.
"Percy está en problemas", ese pensamiento inundó mi cabeza. También recordé la sensación de felicidad momentánea que me invadió cuando bese a ese maldito chico sesos de alga. Ese simple recuerdo me infundió la valentía que estaba necesitando para subir; con paso seguro, escalé con la mano que tenía libre la escalera para pasar por el agujero, sin importarme lo que me aguardara del otro lado… sólo tenía la intención de ayudar a Percy.
Pero lo que vi no me lo esperaba. Probablemente era una de mis peores pesadillas.
Un humo negro y espeso cubría todo el cielo que antes había sido azul cristalino, y la tierra estaba teñida de un rojo anaranjado… No, no era tierra. Era lava. Todo estaba cubierto con la más densa lava que yo haya visto en mi vida, de ahí provenía el calor. Pero la lava esquivaba el agujero, su movimiento lento y terrorífico se hacía a un lado cuando llegaba allí; sin embargo, eso no me alivió, no me tranquilizó el hecho que la lava no me pasara por encima y me quemara de pies a cabeza.
De repente sentí una opresión en el pecho, un dolor punzante. Con mi respiración agitada, llevé mi mano al pecho para saber si algo me había golpeado, ¿aún quedaban monstruos con los cuales luchar? Pero no era eso, la sensación de culpa se estaba haciendo presente de forma física. Las lágrimas comenzaron a desbordar mis ojos sin que pudiera detenerlas. Un grito ahogado murió en el centro de mi garganta, haciendo que mi respiración se acelerara aún más.
Volví a entrar al agujero, casi dejándome caer, y la soledad del laberinto me afectó aún más que antes. Abrí la mano para liberar a la araña de metal para que comenzara a corretear por el laberinto, guiándome hacia Hefesto. Pero tal como la había dejado en el suelo, la arañita se quedó allí inmóvil.
Lo único que faltaba que sucediera.
Estaba sola, destrozada y totalmente perdida en ese condenado laberinto que no hacía más que traernos problemas. Y todo aquel sufrimiento y dificultades para averiguar si Hefesto tenía o no visitantes en su fragua preferida. Ya no le encontraba sentido a eso, ¿Percy había dejado este mundo sólo para saber si habían invadido una fragua?
Simplemente incoherente, no cabía en mi cabeza.
Pero debía continuar con la búsqueda de Dédalo, lo haría por Percy. No le gustaría saber que había abandonado todo y que había sido en vano su sacrificio.
Demasiado crédulo de mi parte, pensar que alguien podía corresponderme sin salir herido de alguna manera. Mi destino era estar sola, ya debía de haberlo entendido a esas alturas.
Demasiado culpable para admitir… que Percy Jackson se había sacrificado para salvarme a mí.
N|A: Por si no leyeron el libro, cuando Percy hace explotar el monte, él sale volando y lo hace caer en la Isla de Calipso (Hechicera, hija de Atlas)... Resumiendo: Percy no muere.
¡Espero que les guste y recuerden que los reviews siempre son bien recibidos!
— Mapple.
