Bueno, el otro día me llegó una petición a la plataforma de Ask, la cual consistía en que la persona que lo mandó quería que escribieron un Gerita, entonces, tomando en cuenta que yo tenía muchas ganas de hacer algo de estos dos algún día y además, ahora he podido tener un poco más de tiempo (o algo así) he traído con ustedes un two-shot, que dependiendo de cuánto escriba podría llegar a ser un three-shot. Espero que sea de su agrado, y nada... A la persona que me mandó ese ask... ¡Muchas gracias! Y además, si alguien más quiere pedir cosas o contactarse conmigo puede utilizar la misma plataforma, estaré encantada de responder cualquier cosa. :)

Disclaimer: Hetalia y sus personajes no me pertenecen, son de Himaruya Hidekaz... ~

¡Espero que les guste!


Mi no tan inocente compañero.

Capítulo 1

Comenzaremos contando la historia de dos hermanos alemanes que eran muy apegados el uno al otro, el mayor, que lucía un cabello platinado por su naturaleza albina y unos ojos color rubí llamado Gilbert y el no tan menor, rubio de ojos azules llamado Ludwig. El mayor siempre procuraba ser protector con su hermano, pero eso no quería decir que no lo dejaba divertirse, tomando en cuenta que para eso él era demasiado bueno, siempre se divertía, con sus dos mejores amigos. Un español moreno de ojos esmeralda y un francés de naturaleza coqueta de cabellera rubia y ojos azules como el océano. Pero eso… Eso no era el tema.

La madre de Lud y Gil, cuyo nombre era Mónica, siempre se preocupaba porque sus hijos tuvieran buenas relaciones con los demás, por lo que en una junta de trabajo a la que fue invitada los obligó a generar lazos con sus compañeros de trabajo. Ambos eran profesores y trabajaban dando clases en un Instituto muy destacado en Alemania, Gilbert era profesor general con mención en Ciencias Químicas y Ludwig era profesor de Historia… Ambos ramos bastante distintos, pero Lud siempre prefirió una carrera relacionada con eso o con la Geografía, le gustaba muchísimo. En una cena que hubo en el instituto donde todos los profesores se juntaron y podían llevar invitados, la madre de los hermanos comenzó a conversar con los demás profesores, entre ellos había una bonita muchacha rusa de unos 23 años, que se notaba que hace poco había empezado a dar clases, su nombre era Anya y era bastante guapa, Mónica estaba entusiasmada por ese hallazgo y le insistió a Gilbert conversar con ella. Como entenderán, las madres siempre buscan buenas mujeres para sus hijos. Ludwig se vio solo cerca de la mesa de las bebidas y vio a su lado a un menudo joven al cual sólo conocía de vista, sabía que era profesor de Biología que llevaba pocos años dando clases ahí, como casi todos, ¿no?. Ludwig igual llevaba no más de tres años dando clases… Y bueno, siempre había visto al muchacho en las reuniones; lo encontraba bastante distraído y algo infantil y no lograba recordar su nombre en ese momento… Fe… Fe… ¿Feliciano?

─Feli ─escuchó decir de la boca del español amigo de su hermano, su nombre era Antonio Fernández─, ¿cómo estás, eh? ¿Has venido con Lovi?

─Claro, él está más allá ─dijo el muchacho con una sonrisa─, yo iré en un momento… ─al decir esto, tomó el vaso que iba a coger Ludwig para beber─. L-Lo siento mucho…

─No te preocupes ─musitó el alemán, tratando de esbozar una sonrisa, aunque no era del todo bueno en eso─, si quieres, puedes tomarte tú y yo beberé otra cosa… ¿Está bien?

El muchacho asintió convencido─. Mi nombre es Feliciano, piacere di conoscerti~

─¿Italiano, eh? ─pensó el alemán para sí mismo─, de hecho, de vista nos conocíamos ─musitó─, eres… el profesor de Biología, ¿no? El que llegó hace dos años…

─Sí… ¿Tú eres el que imparte Historia, no es verdad? Me han hablado muy bien de ti, en especial Antonio que comparte departamento contigo ─sonrió el muchacho.─

Era verdad, Antonio era profesor de Geografía y compartían todos el departamento de Ciencias Sociales, mientras que los de las diversas ciencias como Biología, Química, Física y Matemáticas compartían un departamento, ahí se encontraba Feliciano con Gilbert, pero nunca habían hablado, hasta que Ludwig los presentara esa misma noche un rato después… El grupo de conversación se hizo cada vez más grande, luego estaban Ludwig, Feliciano, Gilbert y Anya. Rato después aparecieron Antonio y el hermano de Feliciano, Lovino. Conversaron largo rato sobre variadas cosas, mientras la madre de los alemanes celebraba desde su sitio, conversando con el director del Instituto.

Cuando se hizo más tarde, los últimos que se quedaron conversando fueron Ludwig y Feliciano, muy ensimismados en su conversación, ni siquiera escucharon que Gilbert le habló a su hermano unas… ocho veces.

─¡Lud! ¿Qué no oyes? Se ha hecho tarde, deberíamos irnos, Antonio dijo que los iría a dejar a ti y al otro muchacho italiano ─esto último se lo dijo a Feliciano, que ya se había puesto de pie y colocado su chaqueta.─

─Mucho gusto Ludwig… Y para ti también, Gilbert ─dijo Feliciano con una sonrisa en los labios─. Buonanotte!

Ludwig sonrió y se fue con su hermano hacia el auto, donde los esperaba Mónica sentada de copiloto. El menor se sentó atrás, mientras Gil manejaba.

─Parece que esto resultó bastante bien ─dijo la mujer que aparentaba no más de 40 años─, Gilbo se llevó excelente con la profesora de Letras y tú muy bien con el muchacho que es profesor de Biología… Me alegra que se estén relacionando mejor… ─sonrió ampliamente la rubia de ojos azules.─

─Anya me ha parecido encantadora, pero parece que Feliciano le ha gustado más a mi hermano ─sonrió el alemán mayor mirando por el retrovisor a Ludwig.─

─¡Ese muchacho es un encanto! Y cuando nos contó que cocinaba de maravilla… Si se hacen más cercanos me encantaría recibirlo en la casa, ¿no sería fantástico? Ambos lucían de manera fantástica conversando…

─Lo siento, querida madre ─musitó el alemán menor de manera muy educada─, pero si llegara a pasar algo entre él y yo, me gustaría que fuera de la manera más natural posible, si esto te alegra tomando en cuenta que nunca me he enamorado y sería bueno que ocurriera, sería fantástico.

Mónica sonrió ampliamente e hizo una mirada aprobatoria a Gilbert que le miró de reojo mientras conducía. Esa noche marcó muchas diferencias en todos, y en Ludwig hizo renacer un sentimiento desconocido, que se fue desarrollando con el tiempo, o eso, al menos pensaban los demás que ocurría.

Una semana después a lo ocurrido, Ludwig se encontraba en la sala de reuniones donde todos los profesores hablaban, discutían o a veces desayunaban… En esta ocasión, el alemán estaba tomando un café, se encontraba al lado de Feliciano, quien estaba conversando con otros profesores mientras se comía un pedazo de pan con manteca. El rubio le dirigía pequeñas miradas un poco avergonzado… ¿Cómo le había empezado a inquietar tanto ese muchacho? Conversaban bastante, pero se notaba que Feliciano jamás le correspondería o algo semejante, porque era muy afectuoso, pero no a tal punto para corresponder a lo que Lud guardaba para sus adentros. Era algo así como un cachondo de clóset, se imaginaba un montón de cosas sucias que jamás admitiría… Y para él, alguien como Feliciano era demasiado inocente para caer ante eso… Por desgracia.

─Luddy ─sintió que le decían. Un momento, ¿quién podría llamarlo así? Era el pequeño italiano sonriendo que lo miraba─. Te noto distraído, te has manchado un poco la ropa con el café… Tu rostro también está sucio ─el italiano tomó una servilleta y le limpió el rostro y un poco el suéter que tenía un poco de café.─

─D-Danke… ─dijo el alemán dejando la taza a un lado y dirigiéndole una mueca parecida a una sonrisa mientras le miraba a los ojos.─

Los ojos de Feliciano eran de color marrón, grandes y con una belleza impresionante. Su rostro tenía perfecta armonía con ellos y con su boca, sus labios un tanto finos que guardaban una amplia sonrisa con unos dientes grandes y pulcros. Vio un pequeño sonrojo en el rostro del italiano cuando éste se dio cuenta de que lo estaba mirando, sus rostros estaban bastante cerca, de ser por Ludwig lo hubiera lanzado sobre la mesa sin compasión… Pero, estaban en la sala de reuniones, y en 5 minutos tenían que dirigirse a dar clases… Qué fastidio.

─Prego! ─respondió el italiano a su agradecimiento y se colocó de pie, tomó sus cosas y salió de la sala. El alemán hizo lo mismo y se fue a dar sus clases.─

Mi nombre es Feliciano Vargas, y soy profesor de Ciencias, mejor dicho, de Biología. Doy clases en el instituto más destacado de la cuidad de Berlín. Hace algunos años que me vine a Alemania con mi hermano mayor Lovino, el que tuvo que aprender a llevarse bien con las personas de este país, porque es algo reacio cuando se trata de alemanes, ya que tuvo malas experiencias con algunas personas alemanas en Italia cuando éramos niños. Mi vida era bastante poco interesante, hasta que en una de esas típicas juntas con los profesores y las familias de éstos conocí a un compañero de trabajo, un gran compañero de trabajo… Su nombre es Ludwig Beilschmidt, un gran profesor de Historia, parece ser muy serio, pero hacerme su amigo me hizo aprender que es bastante enérgico y agradable, sus clases son muy amenas por lo que he visto. A veces cuando paso por fuera de las salas donde está haciendo clases me doy cuenta de que le encanta su trabajo… ¡Eso me ha atraído demasiado de él! Hoy mientras estábamos tomando el desayuno pasó algo muy incómodo, estaba pensando y se ha manchado la ropa con café, tomé una servilleta para limpiarle y se quedó pegado mirándome… Me sentí avergonzado pero me gustaba sentir sus ojos sobre mí. Pensé que me haría algo, hasta estaba preparando mi boca para recibirlo, nunca antes lo he hecho, pero con él tuve la sensación de que podría ser una buena idea. Por esto, he decidido invitarlo a mi casa a almorzar un día que ambos salgamos temprano del trabajo, tal vez ahí se dé cuenta de que puede confiar en mí… Me gustaría demostrárselo.

─Oye, Feliciano ─ese era mi hermano, él era profesor de Letras─. ¿Qué se supone que te pasa? Estás muy callado, no me agrada mucho eso. ¿Pasó algo con la patata alemana que conociste en la fiesta el otro día?

─No le llames así, fratello~ ─le respondí sonriendo─, es probable que te escuche, estamos en pleno patio del instituto…

─¡Ja! No me importa mucho eso, hermano. Iré a buscar a Antonio para planear ir a almorzar hoy, ya que salimos más temprano casi todos por la reunión de directivos ─sonrió el italiano mayor─, nos vemos después.

Era mi oportunidad, busqué a Ludwig y lo vi en el gabinete buscando sus cosas para marcharse, me acerqué lentamente y pude notar cómo se tensó, se dio vuelta lentamente y me quedó mirando por largo rato. Estábamos solos, completamente solos.

─Lo siento ─sonreí─. Quiero hacerte una invitación…

De repente, sentí como la puerta del gabinete se cerró y como Ludwig me acorraló en ella, nos miramos directamente por largo rato, cuando noté que su rostro se acercaba cada vez más. Comencé a temblar, mi rostro estaba definitivamente ardiendo, respiraba agitado, no sabía qué hacer. Cuando sentí el roce de sus labios comencé a besarlo con desesperación, me apretó contra la puerta mientras me comía la boca con brío. El mayor brío que había sentido en mi vida, tan intenso y apasionado. Cuando se detuvo, nos miramos confundidos, él se alejó, tomó sus cosas e intentó irse.

─Espera ─dije, agarrándole el brazo─. No has escuchado lo que quiero decirte.

─No… No debí hacer esto, no puedo pasarte a llevar de esa manera… Por favor, suéltame, Feliciano ─dijo, mirando hacia otro lado.─

─¿Por qué no me miras, Luddy? ─le pregunté.─

─Porque si lo hago, me darán más ganas de hacerte el amor ─terció, tratándose soltarse, pero a pesar de mi apariencia era muy fuerte y no logró hacerlo.─

─¿Y cuál es el problema? ─sonreí tomándole el rostro y haciendo que me mirara─. Yo si quiero hacerlo.

Cuando me di cuenta de lo que había pasado, me encontraba en la cama del italiano, lamiéndole el cuello mientras él se movía al compás de mi penetración. Me sentía extraño, jamás le había hecho eso a alguien, y claramente, él también era casto. Su rostro lucía maravilloso, brillaba intensamente y sus mejillas estaban tan calientes como cada rincón de su cuerpo, como cada rincón del mío. Besé su boca una y mil veces, mientras no podía detenerme… Me sentía apenado, porque no había llevado nada para la ocasión, preparé su entrada con mis dedos, que fueron lamidos por él mismo. Lo estábamos haciendo sin ningún tipo de protección, ¿estaba eso bien? Claro… Supongo. En ese momento prometí que jamás lo dejaría, en el momento que sentí su clímax cuando me fui dentro de él… Esto no podía ser un error, era una gran decisión. Caí sobre él ligeramente exhausto por todo el trabajo físico, sentí como acariciaba mi cabello desordenado y como me miraba decidido, lamió mi mejilla… ¿Por qué?

─F-Feliciano ─musité mirándolo a los ojos mientras él reía.─

─Eso fue… fantástico ─me dijo acurrucándose en mi pecho.─

─No creí que fueras a aceptar que hiciéramos algo así, lucías tan inocente e intocable… ¿Por qué dejaste que llegáramos hasta aquí? ─le dije, pude escuchar cómo se reía.─

─Eres muy tierno… ¿Sabes? Me impresiona que hayas creído eso, bueno, no tanto en realidad, por mi aspecto las personas creen algunas cosas, pero nadie se imagina lo que pienso. Tú pensabas cosas, ¿no? Pude notarlo cuando botaste tu café. Yo también he pensado cosas, y pensé muchas cuando nos miramos en ese momento… ¡Por mí lo habríamos hecho en la misma mesa! O en el gabinete… ─sonrió y se ordenó dispuesto a dormir─. Ahora, me gustaría solamente dormir un poco mientras te siento así de cerca ─dijo, acariciando un poco mi espalda.─

Estaba impresionado… Mi dulce Feliciano era un lobo con piel de oveja, eso solamente me hizo quererle más y perder los miedos con respecto a su persona. Lo abracé y me ubiqué para dormir igualmente, pero antes de quedarme dormido por completo pude escuchar algo claramente.

─Ti amo… Luddy.

─Ich liebe dich, auch Feliciano ─dije, o quizás lo dije dormido, o en mis sueños. No sé, pero creo que me escuchó.─

─Buenos días Ludwig ─dijo Mónica, la alemana madre del rubio de ojos azules.─

─Guten Morgen, Mutter ─dijo el muchacho sonriendo.─

─Y, ¿por qué vienes llegando a esta hora? Está bien, ayer era viernes, pero no me avisaste que saldrías…

─Estaba con… Feliciano ─musitó el muchacho.─

Mónica sonrió ampliamente y con mucha alegría.

─¿Cómo fue? ─preguntó la mujer.─

─¿Eh? ¿De qué hablas? ─dijo Ludwig sorprendido.─

─Olvídalo… Ve a tu habitación a cambiarte y ven a tomar desayuno. Tu hermano llegó hace poco también, debe estar vistiéndose ─dijo ella y siguió bebiendo su café.─

Cuando el alemán entró a su habitación, Gilbert estaba sentado en su cama, se notaba que se había dado una ducha hace poco, sonrió animado y le quedó mirando alegre.

─No me digas nada… ¡Lo hicieron! ─dijo el alemán mayor.─

─¿A qué viene eso, Gil? ─gruñó un poco el alemán.─

─Lud… Desde que te conozco que jamás habías llegado al otro día a la casa… ¿O qué crees? Ayer me dijeron que te vieron salir con el italiano, bastante cercanos… Y que tomaron un taxi… ¿Crees que soy idiota? Estoy seguro de que la pasaron bien, pero… Salieron a las una del día y son las 8 de la mañana, ¿qué hicieron todo ese rato? Mein Gott, ni yo sabía que eras tan fogoso.

Ludwig sacó a Gilbert de su habitación y cerró la puerta, luego se recostó sobre la cama pensativo… ¿Qué había sido todo eso?


Espero que les haya gustado~ Nos vemos cuando nos veamos.