El licor es capaz de llevar a las personas a hacer cosas impensables y en su mayoría, vergonzosas, revelando los verdaderos sentimientos. Un demonio muy peculiar utiliza este medio para alimentarse de sus víctimas. Pero ¿qué sucede cuando este licor tiene un efecto diferente en un ser sobrenatural como Inuyasha?

Efectos del licor

Capítulo 1: Koishu y su licor

La noche era apacible y fresca, con un firmamento despejado y poblado de estrellas, dibujándose con claridad las constelaciones. En medio de aquel manto ennegrecido, brillaba la luna con todo su esplendor, tan blanca y redonda que daba la apariencia de una enorme y resplandeciente perla. Su luz era lo único que iluminaba las penumbras de la oscuridad. El suave sonido del follaje al mecerse con la brisa, se mezcló con el chiflido de los veloces pasos que cortaban el viento.

Corriendo con gran rapidez, una silueta de color rojizo y plateado atravesó el bosque desesperadamente. Tenía la vaga esperanza de cansarse con la loca carrera y que se le quitaría la ansiedad que sentía, pero al parecer, sus planes no surtían efecto. Necesitaba bloquear aquellos pensamientos en su mente, pero sobre todo, eliminar el intenso calor que se había apoderado de él, el cual no era precisamente a causa de su agitación.

— ¡Maldición, Kagome! ¡¿Por qué me haces esto? —gruñó Inuyasha frustrado, recordando lo sucedido minutos antes. ¡Agua fría! Eso es lo que necesitaba…

******************** Flash Back ********************

— ¡Yo te expulso, ser maligno! —exclamó el monje, colocando un pergamino sobre una escultura en forma de anfibio y recitando un conjuro. Un espíritu transparente y vaporoso salió de aquella figura, lamentándose. No fue necesario pelear, pues bastó con sellarlo con otro pergamino— ¡regresa al mundo donde perteneces y vete en paz! —finalizó, mientras posaba su mano en frente de su rostro, dando una última plegaria por el descanso eterno de aquella alma perdida.

Las personas que habían abandonado momentáneamente la habitación, salieron de sus escondites, aplaudiendo alegres y felicitando al grupo por su buen trabajo. Aunque en realidad, nadie más que Miroku tomó parte del exorcismo en esta ocasión.

— ¡Keh! —bufó el híbrido, cruzándose de brazos— tanto escándalo por un insignificante fantasma…

Realmente no había sido su intención hacer una parada en aquella mansión y mucho menos perder el tiempo de esa manera. Sin embargo, Miroku y las chicas insistieron para poder quedarse una noche y dormir bajo techo, aprovechando que la residencia quedaba casualmente en el camino. Resultó que la gente del lugar 'si' requería de los servicios de un monje, así que no fue difícil entrar y sin la necesidad de engaños.

El dueño del establecimiento estuvo tan agradecido por el exorcismo, que les ofreció quedarse un par de días. Claro que eso también implicaba un buen banquete y todas las comodidades y atenciones. Por supuesto que antes de la celebración, tuvieron la oportunidad de tomar un baño decente y refrescarse, pues después de días de caminata en busca de los fragmentos perdidos de la perla de Shikon y de dormir a la intemperie, necesitaban un cambio. Además, no habían sabido nada de Naraku desde la última batalla en donde lo hirieron de gravedad, así que no les haría daño relajarse y disfrutar un poco.

— Esto sí es vida, ¿no creen? —comentó alegremente el monje, mientras disfrutaba del espectáculo de las bailarinas y desviaba una de sus manos hacia una de las lindas muchachas.

Un fuerte golpe retumbó en el lugar, estampándolo contra el suelo antes que pudiese hacer algo. Sango se había encargado de detener su osadía con el bumerang.

— ¡Pervertido! —regañó indignada y molesta por su comportamiento. Siempre era lo mismo con él.

— Ay, Miroku —intervino el pequeño Shippo— siempre tan 'mano larga'… ¿Cuándo aprenderás?

Todos rieron nerviosamente ante lo ocurrido. Pues la verdad era que ya estaban bastante acostumbrados a ese tipo de escenas entre esos dos. Miroku simplemente no cambiaba y eso que sus sentimientos hacia Sango ya habían sido revelados. Si tan sólo no fuera tan mujeriego, las cosas entre ellos serían mucho mejores.

Después de unos minutos, un hombre bajo, regordete y de boca muy ancha entró al salón, atravesando la puerta corrediza.

— Veo que se están divirtiendo. Por favor, permítame ofrecerles la especialidad de la casa para homenajear su grata presencia en mi humilde morada —les ofreció entusiasmado el dueño mientras una joven a su lado, les presentaba una botella sobre una almohada— este finísimo licor les hará sentir como nunca antes.

— Oh, no. Nosotros no bebemos, pero gracias —rechazó gentilmente la muchacha de cabellos azabaches.

El híbrido reparó rápidamente en ella y la observó disimuladamente, sin perder ningún detalle de sus gestos. Había notado los favorables cambios que se dieron en ella en los últimos años. Kagome se veía cada vez más hermosa... Su piel blanca y tersa, sus cabellos azabaches… sus ojos castaños contorneados por aquellas espesas y largas pestañas… esas pupilas que reflejaban su inocencia y expresaban cada una de sus emociones, robándole el aliento con sólo una mirada… sus labios, tan carnosos y deseables… Inconscientemente, quedó atrapado en el hechizo de su belleza, sintiéndose embriagado por su delicado aroma. Kagome olía tan bien y últimamente, no lograba sacársela de la cabeza... ni de su corazón. Sin darse cuenta, su mirada dorada bajó del rostro de la pelinegra hasta su bien formado cuerpo, sintiéndose de repente magnetizado.

— ¿Pero qué cosas dice, señorita Kagome? ¡Claro que aceptamos! —intervino Miroku, sacando bruscamente a Inuyasha de su letargo, quien desvió sonrojado la mirada, con la esperanza que nadie se hubiera percatado de lo que había estado observando— no me diga que de donde viene, ¿no acostumbran a brindar con alguna copa de un buen licor?

La muchacha lo consideró por unos instantes. Por supuesto que lo hacían en su época. Sólo que no estaba muy acostumbrada a esas cosas, tomando en cuenta que aún era menor de edad. Sin esperar respuesta alguna, el monje tomó la botella y llenó una copa hasta la mitad, ofreciéndosela a la pelinegra con una sonrisa en sus labios. Kagome suspiró, accediendo finalmente. No había de qué preocuparse, después de todo ya tenía diecisiete años. Además ¿qué daño le podría hacer una pequeña copa?

El olor frutal y dulce de aquel licor llegó a las fosas nasales del híbrido y por alguna extraña razón, se sintió levemente mareado. ¿Qué clase de bebida era ésta? Ni siquiera la había probado para sentirse así...

Sin percatarse de nada, los demás alzaron alegremente sus copas para hacer el respectivo brindis.

— ¡Que el amor y la amistad, prevalezcan siempre entre nosotros! —gritaron todos al unísono. Claro que el pequeño Shippo recibió un vaso con jugo en vez de licor, por obvias razones y Kirara un tazón con leche.

En ese momento, Inuyasha tuvo una sensación muy extraña y desvió momentáneamente la mirada, como si se hubiese percatado de algo. Por un segundo tuvo la impresión de ser observado por alguien, pero al no vislumbrar nada, se encogió de hombros y volvió su atención a lo anterior. Sus amigos parecían disfrutar de aquel licor, pues todos tenían cara de satisfacción después del primer trago.

Todos bebieron, salvo él. No estaba del todo convencido de querer probar aquello, después del efecto que surtió sólo el aroma en él. Además, tampoco le gustaba ese sabor amargo que quedaba en el paladar. Observó interrogante la copa con el líquido rosáceo que sostenía en sus manos, levantó brevemente la mirada y como si lo hubiesen hipnotizado, su total atención se volvió a fijar en la pelinegra. De pronto, cada uno de los movimientos de ella, fueron en cámara lenta y quedó absorto al verla entreabrir sus labios para llevarse un nuevo trago a la boca…

— Hmm… ¡Delicioso! —Kagome se maravilló con el suave y dulce sabor frutal, mientras se relamía.

Era difícil de creer que se tratara de un licor, pues más bien parecía alguna especie de jugo. Su cuerpo se relajó rápidamente y de pronto, se sintió flotar en el aire. Todas sus preocupaciones se borraron como por arte de magia, sintiéndose inmensamente feliz.

Inuyasha pestañeó, saliendo de su estupor. ¿En qué rayos estaba pensando? ¡¿Qué le estaba pasando? No era la primera vez que observaba a la muchacha. Es más, siempre lo hacía, sobre todo por las noches mientras velaba sus sueños y nadie lo podía criticar. De hecho, le encantaba hacerlo en secreto. Sin embargo, ahora se sentía diferente… era como si no pudiera controlar sus instintos... ni sus sentimientos. ¡Maldición! ¿Por qué no lograba quitarle la mirada de encima y dejar de sentir aquel molesto cosquilleo en su estómago? ¿Desde cuándo era tan obvio en sus acciones? Todo este tiempo se estuvo reprimiendo y ahora sucedía esto… se estaba poniendo en evidencia ante los demás en contra de su voluntad… Seguramente la mansión tenía algo… si, eso debía ser. Aún no sabía qué, pero había algo.

Hace tiempo, se había jurado no volver a amar jamás, sabiendo también que aún existía la promesa que le había hecho a Kikyo. Pero… desde hace algunos meses atrás, ya no estaba tan seguro de 'querer' cumplirla. Ella tampoco era la única a la que quería proteger. Quería a Kikyo, si, y nunca podría olvidarla, sin embargo por circunstancias de la vida, ese mismo sentimiento afloró por alguien más en su corazón. Hasta podría jurar que con mayor intensidad… Kagome… la única que lo aceptó por como era sin importarle nada. Esa niñita lo había cautivado, convirtiéndose ahora en la única dueña de sus pensamientos...

Se sacudió fuertemente la cabeza. ¡Eso no podía ser! ¡No debía ser! Decidido a ya no prestarle más atención a sus confundidas cavilaciones, se dispuso a beber el contenido de su propia copa. Inesperadamente fue interrumpido por las repentinas y escandalosas carcajadas de sus amigos. Los miró aturdido, pues a su parecer, no había ocurrido nada gracioso. A menos que se estuvieran riendo de su cara. ¿Habría estado meditando en voz alta? Frunció exasperado el ceño y se puso de pie, en posición defensiva.

— Se puede saber ¡¿de qué demonios se están riendo?¡ —les exigió saber— ¿acaso tengo monos en la cara o qué?

Por más gritos y gruñidos, ellos no pararon de reír, lo cual molestó aún más al platinado. Su mirada dorada pasó por los rostros de cada uno de ellos, analizándolos ofendido. En medio de su escrutinio, se percató de un tenue sonrojo que decoloraba sus mejillas. Desconcertado, amplió los ojos, desviándolos hacia la botella de licor y luego nuevamente a ellos. ¿Estaban ebrios? ¿Cómo podía ser, si tan sólo habían bebido una copa? Algo muy raro estaba ocurriendo. Inclusive el pequeño Shippo, quien sólo había tomado jugo, se revolcaba en el suelo, sujetándose el estómago de la risa y Kirara apenas se podía parar.

— ¡Hey! ¡Vamos todoooss! —gritó de repente Kagome— a mí me gussta el 'cha cha cha'… un pashito pa' adelante… un movimiento sexy… —comenzó a cantar en medio de sus divagaciones, mientras hacía rápidos movimientos con sus caderas y llevaba sus brazos a la parte posterior de su cabeza.

— Ka… Kagome… ¿qué estás haciendo? —preguntó desconcertado Inuyasha, dando varios pasos hacia atrás.

Ella se estaba acercando de manera peligrosa. Su espalda chocó contra la pared de madera de la habitación, quedando sin escapatoria. Tragó saliva, sintiéndose muy nervioso al verla voltearse repentinamente y pegar su cuerpo al suyo. Kagome movió nuevamente sus caderas, rozando intencionalmente la entrepierna del híbrido con su trasero.

— ¡Esp… espera! ¡Ka… Kagome! —tartamudeó completamente ruborizado. Si ella seguía así, estaba seguro que sucedería algo que no sería capaz de controlar. La tomó de las muñecas para apartarla y sintiéndose acalorado, decidió pedir ayuda— ¡Oigan! ¿Podrían decirle a Kagome que...? —pero se calló al ver a sus amigos muy ocupados en sus propios asuntos.

El licor sin duda, lograba transformar a las personas y eso lo dedujo Inuyasha con sólo mirar a los demás. Por muy extraño que pudiera parecer, Sango caminó sensualmente hacia el monje, manoseando de improvisto y descaradamente, la misma parte que él solía tocarle a ella. Las mejillas de Miroku se tiñeron de rojo, aún más de lo que estaban ya, a causa de la embriaguez.

— ¿Y qué le parece essto ssu Excelencia? ¿She da cuenta de lo molessto que es cuando alguien le toca el...? —la exterminadora bajó su mirada, observando el lugar donde posaba su mano y súbitamente, una radiante sonrisa se delineó en sus labios —¡Uy, pero que duritass las tiene!

¿Acaso era una broma? Inuyasha quedó perplejo con aquel escenario, sobre todo por lo que acababa de hacer Sango. ¿Desde cuándo tenía esa clase de confianza con el monje pervertido? Tal vez pasar demasiado tiempo con él, le había afectado el cerebro. Aunque al parecer, Miroku tuvo mucha influencia en todo el grupo, incluyendo a Kagome y… tal vez a él también.

— Mi querida Sango… ¿porrr qué no me dijiste antes, que también te gushtaba tocarrr? —Miroku la jaló de la mano y la abrazó fuertemente, acariciando al mismo tiempo sus bien formados glúteos.

— ¡Monje atrevido! —gritó la exterminadora al propinarle un nuevo golpe— ¡es un mujeriego de lo peor! —le reprochó.

Como si no se viera afectado por el chichón en su cabeza, comenzó a perseguirla, declarándole todo su amor y devoción, sin dejar de buscar descaradamente la más mínima oportunidad para manosearla otra vez.

Shippo empezó a cantar a todo pulmón. Abrazó a Kirara y dio varias vueltas con ella, hasta marearse y perder el equilibrio. Ambos fueron incapaces de moverse después de eso. Parecían estar tan borrachos como si se hubiesen bebido una botella de licor completa. Con ojos en forma de espiral permanecieron derribados en el suelo.

De acuerdo, algo definitivamente andaba muy mal aquí.

— Inuyasha, ¡te amo! —dijo eufóricamente Kagome, soltándose del agarre en sus muñecas y lanzándose espontáneamente a sus brazos.

— ¿Eh? —sus mejillas se volvieron a decolorar. Lo tomaron por sorpresa, mientras había estado observando boquiabierto a los demás. Aunque escucharla decir esas palabras con tanta convicción, le calentaron el corazón y el alma.

— Amigo, crreo que ess un buen momento pa… para que le confiesess a la señorrita Kagome lo que rrealmente sientes por ella… —lo alentó Miroku, mientras forcejeaba con Sango para no ser golpeado una vez más.

¿Cómo se atrevía a decir eso con tanta seguridad? ¿Acaso sabía algo? Que él recordara, nunca dio ninguna clase de indicio de sus verdaderos sentimientos… ¿o sí? Ese monje estaba loco, si creía que iba a decírselo en frente de todos. ¡De ninguna manera!

— No… no sé de qué me hablas, Miroku —trató de hacerse el indiferente. Empujó levemente a Kagome para apartarla y cruzarse brazos, esquivando la mirada despampanante de la pelinegra.

— ¿Lo que realmente sientes? —Kagome pestañeó confundida. Sus ojos comenzaron a brillar de la ilusión. ¿Podría ser…?— ¿es que acasho tu me quieress tanto como yo a ti?

El híbrido se puso rojo como tomate y muy nervioso al ver su cercanía. ¿Qué iba a decirle? Lo más lógico hubiera sido un 'si', porque era cierto y una realidad. Amaba a Kagome con toda el alma, aunque trató con todas sus fuerzas suprimir aquel sentimiento de su corazón. No quería salir lastimado… no otra vez. Sin embargo, también estaba consciente que con su indiferencia la hería a ella. Quizás era lo mejor… para ambos. Después de todo, Kagome tendría que irse tarde o temprano y si le correspondía, la despedida sería más dolorosa al llegar ese día. No obstante, su corazón lo traicionó, cayendo rendido ante los encantos de la muchacha. ¿Cómo negarle al corazón los verdaderos sentimientos?

— ¡Te equivocas! —negó rápidamente para no alentar a Kagome— Yo no… —Inuyasha calló, al ver como repentinas gotas salinas se formaban en los ojos de la pelinegra—. ¡Espera! ¡No malentiendas! Lo que quise decir… —trató de justificarse, mientras movía sus manos de un lado a otro enfrente de él para tratar de calmar las lágrimas que amenazaban con salir.

— Es por ella ¿verdad? —sollozó la muchacha— es porque aún quieres a Kikyo…

¿Kikyo? ¡Maldición! ¿Por qué sólo a él le pasaban estas cosas? Claro que no era por ella. Era por él. Si tan sólo tuviera el suficiente coraje para decírselo, no estaría en este lío. Además, ella estaba borracha. Cualquier cosa que le dijera ahora, seguramente no lo recordaría después. Así que, ¿para qué molestarse? No obstante, lo que ocurrió a continuación, no se lo había esperado, tomándolo completamente desprevenido.

— Pero… a peshar de eso… yo te amo, Inuyasha —se acercó a él toda risueña y se puso en puntillas para alcanzar su rostro —déjame demostrarte cuanto…

A escasos centímetros de su boca, sus aires se mezclaron. Su respiración se agitó, estremeciéndose con la cercanía y el calor que emanaba su delicado cuerpo. Inuyasha se sintió embriagado por el cambio en el aroma que estaba despidiendo Kagome en esos momentos, provocándole cierto descontrol y ansia. ¡Dios! ¿Acaso estaba excitada? Si esto seguía así, él…

— Ka… Kagome —tragó nerviosamente saliva, mientas su corazón latía frenéticamente en su pecho.

— ¿Esto… de gusta? —preguntó seductoramente con una voz aterciopelada, mientras subía su mano por el fornido pecho de él y rozaba su pierna en medio de las suyas— soy toda tuya si lo deseas… yo lo deseo…

¡Esto era demasiado para él! Con los nervios alborotados, sintiendo como algo se abultaba rápidamente en su entrepierna, se alejó raudamente de ella y se echó a correr. Necesitaba salir de allí lo antes posible y respirar aire fresco.

******************* Fin Flash Back *******************

¡Rayos! Por más que buscó, no logró encontrar ningún lago cerca para refrescarse. Esto era frustrante y eso que ya se había fatigado por correr tanto. Detuvo su ajetreado paso para recuperar el aire perdido. ¡Grandioso! Ahora no sólo estaba excitado… también estaba cansado.

Miró por sobre su hombro, distinguiendo a lo lejos la mansión en la que se encontraban su amigos, ahora completamente ebrios y fuera de control. A su mente vinieron nuevamente las imágenes de Kagome, en un estado tan desconocido y a la vez, tan alucinante y perturbador para él. Se sonrojo con sólo el recuerdo e inmediatamente se sacudió la cabeza.

— Tranquilo Inuyasha… tranquilo—se dijo a sí mismo, respirando hondo— sólo es el efecto del licor… —trató de auto-convencerse— estará bien si me quedo por aquí hasta que todo haya pasado… Además, Miroku y los demás están con ella y… —se calló de inmediato, al darse cuenta que un monje borracho y lujurioso, se encontraba prácticamente sólo con dos chicas, inconscientes de sus acciones. Amplió espantado los ojos. ¿Quien sabe lo que podría pasar en su ausencia?— ¡Ah, no! ¡Eso si que no!

De forma precipitada, se dio media vuelta para correr rápidamente hacia la mansión. No estaba dispuesto a dejar que Miroku o alguien más se aprovechara de Kagome… es decir, de la situación. Bueno, tampoco de Sango. Pero en cuanto dio unos pasos, sintió un molesto punto saltar sobre su nariz, lo que lo detuvo.

— ¡Amo Inuyasha! —lo llamó la anciana pulga Myoga, momento en el cual comenzó a chuparle un poco de sangre.

Por reflejo, el híbrido llevó su mano al rostro, aplastando al molesto insecto. Como una hoja plana, la pulga cayó onduladamente hasta tocar tierra. En sólo cuestión de segundos se volvió a inflar, recuperando su forma normal y se trepó esta vez al hombro de su joven amo.

— ¿A qué has venido anciano Myoga? —inquirió curioso, levantando una ceja. La pulga carraspeó antes de hablar.

— Amo, tengo algo sumamente importante que contarle —dijo con mucha seriedad— ¡debe tener mucho cuidado! Me han contado que por estos territorios, habita un demonio que se alimenta de la jovialidad y sueños de sus víctimas…

— ¿De la jovialidad y sueños? —repitió confundido— ¿a qué te refieres con eso? Yo no he percibido nada extraño por aquí… "Bueno, de hecho sólo un poco de hormonas alborotadas pero nada más".

— Es precisamente por eso que he venido a advertirle —vio la cara de 'no entender' de Inuyasha y decidió contarle todo con más detalles— déjeme explicarle… Un demonio llamado Koishu oculta su identidad tras la fachada de un terrateniente. Se dice que se refugia actualmente en alguna mansión o castillo de los alrededores. Allí hospeda a sus víctimas y les ofrece una especie de licor que es creado por él mismo. Esta sustancia es capaz de embriagar a los humanos con un sólo trago y en medio de aquel estado etílico, las víctimas sienten mucha felicidad y en su mayoría, sacan a relucir sus deseos más escondidos… Koishu se aprovecha de eso, absorbiéndolos para conseguir la juventud eterna, además que le gusta disfrutar de la comida alegre y con sabor a su propio licor. Pero no sólo eso, entre más sueños y felicidad de sus presas, mayor será su poder.

— ¡¿Qué dices? —exclamó Inuyasha sorprendido, dándose cuenta de la gravedad de la situación— ¡Kagome y los demás están en ese lugar! ¡Todos corren peligro! —se apresuró de regreso a la residencia.

En medio de su ajetreo, una pregunta rondó por su cabeza: ¿Por qué no sintió la presencia de ese demonio antes? Ahora que lo pensaba, tal vez fue el olor del licor de Koishu que lo atontó, provocándole aquel repentino mareo y desear 'hacer' algunas cosas, es decir, impidiéndole detectarlo… Ahora también comprendía lo sucedido con sus amigos… el atrevimiento de Sango, la actitud de Shippo y Kirara… seguro que a ellos también les puso algo en la bebida… el descaro de Miroku… bueno, éste último de por sí ya lo era… el extraño comportamiento Kagome… ¡Un minuto! ¿El anciano Myoga dijo que el licor sacaba a relucir los verdaderos deseos de las personas? Entonces… ¿Kagome…?

— ¡Espere amo Inuyasha! ¡No se precipite! —le gritó la pulga, sacándolo de sus cavilaciones.

— ¿Qué quieres ahora? —refunfuño al ser descubierto con las mejillas rojas— ¿no ves que tengo prisa?

— Si va ahora, usted también se verá afectado… —indicó exaltado.

— ¡Explícate! —exigió, sin detener su carrera, mirando al frente.

— Ese licor tiene un efecto diferente en las criaturas sobrenaturales, como lo son los monstruos o en su caso, los seres híbridos —reveló.

— ¡Keh! Descuida… no soy tan tonto como para beber esa cosa o caer en una de sus trampas.

— No es necesario que lo haga. Basta con que inhale su concentrado olor para que su mente quede errante y sea incapaz de defenderse o en el peor de los casos, si es rociado por ese licor, entonces usted quedará completamente expuesto —manifestó el anciano muy preocupado—. No habrá sentimiento en su corazón que pueda ser ocultado… por el contrario, cualquier secreto o deseo será revelado en ese instante, sacando a flote su verdadero 'yo' del momento, lo cual podría darle más poder a Koishu y…

— ¡Keh! ¡Eso es lo que menos me importa ahora! ¡Yo mismo me encargaré de acabar con esa escoria! —dio un gran saltó y aumentó su velocidad, tirando a la anciana pulga en el camino. Éste le grito, pero el híbrido lo ignoró.

— Ayayay tengo un mal presentimiento de todo esto —negó con la cabeza, siguiendo a Inuyasha con la mirada— que conste que se lo advertí…

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— Ha llegado el momento… —murmuró una áspera voz desde la entrada de la habitación. El dueño de la mansión se paralizó y de pronto, un aura oscura comenzó a emanar de él. Una tenebrosa sombra se proyectó en la pared al momento en que el regordete hombre cambiaba de forma. Un enorme anfibio ocupó su lugar, posándose enfrente del alegre grupo de amigos—. Mmm… todos se ven deliciosos. Su alegría y esperanzas me darán mucho poder para preservar mi juventud… sobre todo esta hermosa jovencita enamorada —dijo refiriéndose a la pelinegra.

— ¿Uh? ¿Y tu… quién eresss? —preguntó ingenuamente Kagome, alzando la mirada. Pestañeó varias veces para enfocar bien la imagen de la criatura que tenía enfrente. Pero en cuanto se dio cuenta de lo que era, se asustó—. ¡Ay! ¡UN SAPO!

— ¡Señorita Kagome! —Miroku reaccionó inmediatamente, corriendo en su rescate. Pero los efectos del licor aún estaban presentes en su cuerpo, por lo que no llegó muy lejos. Se tambaleó y tropezó.

Sango quiso ayudar también, pero de igual forma no logró hacer ningún movimiento ágil o útil para ayudar a su amiga. En vez de eso, comenzó a reírse de la torpeza del monje. Se suponía que debería estar asustada, pero no sintió ni la más mínima preocupación. Supuso que todo era a causa del licor ingerido. ¡Vaya problema! ¿Y ahora qué iban a hacer? ¿Permitir que ese monstruo se comiese a Kagome? A lo mejor Shippo y Kirara podrían… la exterminadora volteó a verlos, pero los encontró profundamente dormidos. ¡Bien! Tampoco podría contar con ellos. Con un poco de suerte… de acuerdo, con mucha suerte, el 'sapo' sólo le daría una lamida antes de dejarla tranquila. Bueno, ésa no parecía una muy buena opción, ¿o sí?

El anfibio abrió su amplio hocico, sacando su larga y pegajosa lengua. Como un látigo elástico se extendió por varios metros, atrapando a Kagome.

— ¡No! ¡Suéltame! —gritó la muchacha con mucho asco— ¡Quítenmelo! ¡Quítenmelo! —lloriqueó mientras pataleaba por soltarse— no quiero ser comida y ¡menos por un sapo!

— Tienes mucha energía, niñita—dijo en un tono burlón, enroscándola más con su lengua— apuesto que tu sabor también es exquisito.

Estuvo a punto de ingerirla cuando de pronto, una de las paredes estalló en mil pedazos, dejando un gran agujero en su lugar. Una figura atravesó aquella entrada, lanzándose directamente hacia el demonio.

— ¡KAGOME! —gritó Inuyasha desesperado con la espada en mano—. ¡Déjala, maldito! —de un sólo movimiento, cortó la lengua del enorme anfibio, liberando a la pelinegra. Se posó delante de ella a manera de escudo para protegerla con su propio cuerpo de ser necesario. Alzó el rostro, mirándolo desafiante— ¿así que tu eres Koishu?

— ¡Infeliz! ¡Me las pagarás! —lo amenazó.

El demonio abrió su hocico, escupiendo un líquido rosáceo hacia Inuyasha. Él lo esquivo, tomando a Kagome con una mano de la cintura para no exponerla. Koishu sonrió al tenerlos justo donde quería, generando una distorsión entre las dimensiones. La habitación se desfiguró y el piso debajo de ellos desapareció, dando paso a un agujero. El híbrido abrazó fuertemente a la muchacha y sin poder evitarlo, los dos cayeron al fondo. Aquel orificio volvió a cerrarse, dejando el piso intacto y la habitación volvió a la normalidad como si no hubiese pasado nada.

Koishu, antes de evaporarse para seguirlos, se giró hacia los demás. Sus ojos destellaron con una potente luz roja y como una orden dada a sus cerebros, Sango y Miroku cayeron dormidos, acompañando a Shippo y Kirara al mundo de los sueños.

Continuará…

N/A: ¡Hola a todos! Aquí estoy nuevamente de vuelta con un nuevo fic n_n. Sé que les prometí un One-shot con lemon incluido, pero por más esfuerzos, no logré hacerlo todo en un solo capítulo. Era demasiado, así que preferí dividirlo. Traté de hacerlo en un Two-shot, pero tampoco funcionó. Así que como creo que no existen los 'Three-shots' lo dejaré como un mini fic de tres capítulos xD.

Prometo no ser mala en esta pequeña historia y por el contrario, darles gusto y compensarlos por lo que no hubo en mi anterior fic "Siempre te amaré". Pero no pude evitar meter un poquito de acción y suspenso… los que ya me conocen, saben que ese es mi estilo xDD. Espero que les guste la idea y que me acompañen una vez más en esta loca idea, la cual me costó mucho trabajo elaborar por su futuro contenido u.u' (ya saben a lo que me refiero :P). Advertencia próximo capi, escena 'hot' xDD.

¡Todos sus comentarios o sugerencias serán bienvenidas! ¡Los espero con ansias!

Muchos besitos y para que no pierdan la costumbre (xD) nos vemos la próxima semana. ^^

Peach