El manzano de nuestros Encuentros

Allí estaba ella, sentada en el banco, delante del manzano, las flores caían a su alrededor en un hermoso espectáculo, cuyo único expectante estaba atónito, la miraba desde el balcón del pasillo, parecía ida, en otro mundo, yo la miraba, y me sorprendía por ello, mis ojos jamás habían captado tanta belleza pura, exquisita y deleitante.

El viejo loco había traído a los terrenos del colegio un nuevo árbol, cuando lo anunció debo admitir que me pareció una locura, y que todos le estaban tomando mucha importancia a algo netamente natural e irrelevante, pero cuando la vi allí sentada, mi manera de pensar sencillamente dio un grandioso vuelco.

Un manzano, había anunciado, recuerdo que al instante de que notificó el tipo de árbol la miré, y no por que me atrajera, para nada, sino que desde hacía varios días atrás algo me había llamado la atención de ella, la tristeza que expresaban esos ojos semejantes al mar. Otro punto que asocié con ella fue el intenso color de la manzana, rojo, pasión, solo se suprimían en un nombre Ginevra Weasley.

Aquellos días me di cuenta de la belleza que todo su físico embargaba, me di cuenta de que los Weasleys tenían una perfección que era esa pequeña chica. No se porque, pero siempre que pasaba a mi lado me le quedaba mirando, otro punto que llamó mi atención, y que mientras escribo esto me acordé fue que, cada vez que ella pasaba, yo tenía una manzana en mis manos, verde, para ser exactos, y ella, iba deleitándose con el sabor de una manzana roja. Sonrío ahora, ya que recuerdo una vez que esta "coincidencia" ocurrió, ella y yo nos miramos, y nos sonreímos, en aquel instante me di cuenta de que teníamos algo en común, y algo en desacuerdo, a ambos nos gustaban las manzanas, pero a ella, roja, y a mi la verde….

También recuerdo aquel día, me levanté temprano, y como de costumbre me asomaba por la ventana, adoraba ver el amanecer, los colores que se difuminaban frente a mis ojos, la esencia y la paz que se respiraba, me gustaba ver como el cielo sufría una grandiosa transformación de negro a rojo… rojo….

¿Porque al mencionar ese maldito color me acordaba a ella? Quizás la respuesta es obvia, pero la cosa era que se estaba volviendo algo adictivo, al igual que mi gusto por las manzanas.

Recuerdo que después de haberme vestido, bajé a mi sala, ninguna serpiente rondaba por el lugar, todos se habían acostado tarde el día anterior gracias al nuevo rumor que corría por los pasillos del colegio, un suceso realmente estúpido a mi parecer, el tonto de cara rajada se había conseguido una novia, no escuché el resto del cuento porque sencillamente no me interesaba las conquistas de Potter, y no me interesan en realidad.

Llegué al gran comedor, Pansy estaba molesta conmigo porque le dije que no me incomodara más. Tomé asiento en un costado apartado de la mesa, y no se porque pero mis ojos se desviaron hacia la mesa de los leones, y pude observar que la pelirroja tomó una manzana, y se levantó saliendo del lugar, creo que solo yo pude notar cuando una lágrima fugitiva cayó al suelo, creo que solo yo fui consiente de su dolor en aquel instante, y creo que solo yo se levantó y fue tras ella…

Inaudito, lo se, pero ahora que pasando esta historia a letras, y que recuerdo todo aquello, no me arrepiento de dejar mi orgullo Malfoy atrás, encerrado en un recóndito lugar de ese castillo, no me arrepiento de haber salido tras de ella, ni me arrepiento de ver ese espectáculo del cual solo yo fui espectador.

Recuerdo que cuando salí tras ella, sentí su olor en la puerta del comedor, y aunque les parezca imposible fue el que me guió hasta ella, fue el que trazó un camino imaginario con un aroma delicioso, y distinto, jamás degustado por mis fosas nasales. Me fui por el pasillo cerca de la biblioteca, y en esta parte regresamos al principio. Llegué al balcón que daba con el jardín oeste, mi preferido de todo el castillo, poco frecuentado por los alumnos, tenía una vista hermosa, varias rosas rojas al derredor, una fuente en el centro con un cupido en el medio de ésta, y alrededor puros manzanos, pero solo uno resaltaba, solo uno tenía la impotencia, y la belleza, y no era porque ella estaba sentada a sus pies.

Corría la estación de la otoño, casi empezando, las flores de dichos árboles se encontraban esparcidas por el suelo, dándole un ambiente diferente y radiante, el olor era compulsivamente exquisito, sonreí, y le pedí perdón mentalmente al vejete por llamarlo idiota, y no se crean, aún en el presente le pido perdón. Dejé de mirarla, y me dirigí hacia las escaleras que daban hacia el jardín en donde ella se encontraba, bajé las escaleras, y con pasos acompasados, llegué hasta ella, no me miró, sino que siguió concentrada en la manzana que traía en manos.

¿Vienes a compartir el postre conmigo? – me preguntó, recuerdo que sonreí

¿Puedo sentarme? – pregunté temiendo su respuesta, pero sentí alivio al escuchar su tierna voz indicándome que no le haría mal compañía – He notado que estos días has estado…

¿Distante? ¿ida? – culminó, yo asentí, ella por vez primera dejó de mirar su manzana roja y me observó, sus ojos se veían perfectos, luminosos gracias al sol, supuse que los míos también se verían brillantes. Nos miramos, transcurrieron varios minutos, y yo seguía perdido en el firmamento de sus ojos, los minutos pasaron, y ambos escrutábamos en la mirada del otro, tratando de conocernos sin emplear palabra alguna, sin ninguna clase de comunicación, mas que la mirada que nos dábamos, ella finalmente sonrió, y sin dejar de mirarme añadió – No lo se…

¿No lo sabes? ¿o no lo quieres admitir?

¿Qué eres? ¿Trelawney? – yo reí ante su comentario, sabía por fuentes de que la chica tenía un gran sentido del humor.

¿Estas así por Potter…? – sabía que esa era la razón, y no se porque, bueno, ahora si lo se, al ver la expresión de tristeza que sus ojos me mostraron tuve ganas de partirle la cara a ese patán.

¿Tan evidente soy?

Digamos que te he observado mucho últimamente – aún no se porque carrizo dije eso, ella me miró con sorpresa – Quiero decir… - traté de remediar la situación pero ella continuó

Veo que tenemos algo en común… es decir, las manzanas han propiciado mucho encuentros entre nosotros… ¿no crees?

Así es… Jamás pensé que tendríamos algo en común…- pude notar una sonrisa esta vez por parte de ella, ¡¡Merlín! Esa sonrisa fue capas de hacerme sonreír a mí también…

Quizás no somos tan malos después de todo – indicó

¿sabes que creo que deberíamos hacer? – ella me miró

¿Qué? – preguntó en un leve susurro

Comenzar de nuevo…- aclaré, me levanté, en realidad no sabía por que actuaba de esa manera, pero estar con ella me ponía extraño, sacaba al verdadero Draco Malfoy, al cual yo con tanto empeño trataba de ocultar – Mi nombre es Draco Malfoy…- indiqué extendiéndole mi mano, ella rió, y también se puso de pie.

Ginevra Weasley…- tomó mi mano, y al instante que nuestras pieles se encontraron, sentí un choque de electricidad correr por mi cuerpo, la miré para comprobar si ella lo había sentido, y con regocijo vi que sus mejillas estaba del mismo color que la fruta del manzano.

Mucho gusto…- dije mirándola fijamente, volviéndome a perder en ese mar de sensaciones extrañas que estaban empezando a conquistarme, sin darme cuenta.

El gusto es mío…- dijo bajando la mirada completamente apenada, noté que el color de sus mejillas aumentaron en una cantidad algo escandalosa, pero adorable para mi…