Emily estaba muy ilusionada con este viaje, aunque se sentía triste por tener que dejar a su familia, sus amigos y su casa. Su padre se había tomado unos días libres en el ejército para dedicárselos única y exclusivamente a su hija. Estaban los dos preparando la maleta, ya eran las seis de la tarde y el vuelo salía a la mañana siguiente temprano. Wayne Fields, miraba a su hija con orgullo aunque a la vez con un poco de pena, no sabía cuando la volvería a ver y esto le atormentaba un poco.
- Se que últimamente no hemos pasado mucho tiempo juntos, pero te echaré mucho de menos. – dijo el señor Fields.
- Papá, yo también te echaré de menos, pero siempre haré que te sientas orgulloso de mí esté donde esté. ¡Ah, y cómprate un ordenador nuevo, que el tuyo no tiene WebCam para hacer Skype! – Le contestó Emily con una sonrisa.
Se hacía tarde en Rosewood, la maleta ya estaba preparada, y Emily estaba imprimiendo el billete de avión cuando oyó a su madre que le llamó desde la planta baja. Dejó lo que estaba haciendo en ese momento y bajó rápidamente. Al llegar a la cocina olió una aroma familiar, su madre le estaba preparando el plato que más le gustaba desde que era pequeña, lasaña italiana. Solo pudo reaccionar dándole un abrazo y la madre le correspondió con un consejo.
- Sé siempre tu misma, no cambies por nada ni por nadie, hasta ahora has sido una luchadora y ahora lo deberás ser más. –
- ¡Ay mamá, siempre me dices lo mismo! Ya sabes que seguiré siendo tu Emily.
Se sentaron los tres a la mesa, y revivieron todos los recuerdos desde que era pequeña. Fueron conversaciones llenas de risas y alguna lágrima, pero todos sabían que ese viaje era lo mejor para Emily.
Eran las cinco de la mañana cuando sonó la alarma, Emily se levantó de la cama con una mezcla de sentimientos, pena, nerviosismo, ilusión y alegría. Debía ducharse, vestirse y desayunar porqué la comida del avión no le resultaba muy apetecible, y era un largo viaje hasta llegar a Barcelona, unas nueve horas más o menos. Sus padres la acompañaron al aeropuerto más cercano, al bajarse del coche, su mayor alegría fue encontrarse a Hanna, Aria y Spencer, que habían venido a darle una sorpresa y a despedirse de ella. Las cuatro se fundieron en un abrazo justo cuando una voz electrónica llamaba el vuelo de Emily.
- Parece que fue ayer cuando ganaste el campeonato estatal de natación. – Dijo Hanna entre lágrimas.
- El tiempo pasa demasiado rápido, espero que vuelvas pronto y que no te olvides nunca de nosotras, siempre estaremos aquí para apoyarte. – le dijo triste Spencer
Aria simplemente se quedó callada sin saber que decir, tampoco era capaz de mirarla directamente a los ojos.
Se escuchó esa voz electrónica por segunda vez: "Último aviso a los pasajeros del vuelo 22790 con destino Barcelona". Entonces Emily cogió su maleta se despidió rápidamente de sus padres y se marchó hacia la puerta de embarque.
Le tocó sentarse en la parte trasera del avión, en la penúltima fila al lado de la ventana. A su lado un niño no paraba de gritar e instintivamente sacó el iPod de su bolsillo, se puso los auriculares en las orejas y subió el volumen al máximo hasta no oír la voz del niño. Necesitaba relajarse y pensar en la vida que le esperaba al llegar a España. Automáticamente le vino a la cabeza ese día en que el entrenador le dio la carta en la que ponía:
"Estimada Emily,
Le informamos que ha sido una de las seleccionadas para empezar su primer año de universidad en cualquier país europeo que elija, con una beca en la que se incluye la estancia, los estudios, y la formación deportiva que se le proporcione.
Felicitaciones.
Departamento de Deportes del Estado."
Al recordar estas palabras, y después de pensar en como le afectó en su vida esta noticia, se quedó dormida durante el resto del vuelo.
Habían pasado ya las 9 horas de viaje, la despertó la azafata informándole de que había llegado a su destino. A Emily le resultó un tanto extraño que fuera ya de noche, se había pasado todo el viaje durmiendo y ahora no tendría sueño para volver a descansar.
Recogió su equipaje de la cinta transportadora y se dirigió hacia la salida, allí la esperaba una chica sosteniendo un cartel con su nombre y apellido, de unos 30 años, de pelo largo y rizado, complexión normal y de estatura parecida a la suya. Se dirigió hacia ella y juntas salieron del parking del aeropuerto en un coche negro y elegante, camino hacia el campus universitario donde se debía instalar durante su estancia en Barcelona.
Emily estaba tan nerviosa que no paraba de hacerle preguntas a Sofía, la chica que la recogió en el aeropuerto, y para tranquilizarla le dijo:
- No te preocupes Emily, ahora cuando lleguemos te recibirá una estudiante de segundo curso, te enseñará un poco las instalaciones y te ayudará en lo que necesites.
- Gracias Sofía, ¿Se nota que estoy un poco asustada no? – Le dijo Emily sonriendo.
Al llegar al campus de la Universidad de Barcelona, Sofía le ayudó a descargar el equipaje y las dos fueron andando hasta la recepción. Allí les esperaba Paige, la alumna que le ayudaría los primeros días.
Emily sintió un cosquilleo recorriendo todo su cuerpo al ver a Paige, aunque no sabía porqué.
- ¿Qué me está pasando? ¿en qué estoy pensando? – Interiorizó Emily.
Entonces, Paige se dispuso a enseñarle el campus a Emily pero como notó que estaba demasiado cansada le dijo:
- Te noto cansada del viaje, mejor te acompaño a tu habitación y mañana a primera hora te pasaré a buscar.
- Si, perfecto, estaré preparada.- Le dijo nerviosa Emily.
Paige la acompañó hasta el segundo piso, donde se encontraba su habitación.
- Bien, ésta es tu habitación, la número 48, según tengo entendido, tu compañera es Clara Robles.- Le informó Paige.
- De acuerdo, supongo que ahora la conoceré.- Contestó Emily con un tono un poco triste al saber que su compañera no era ella.
- Bien, entonces quedamos mañana a las ocho en punto aquí mismo, si necesitas algo estoy en la habitación de enfrente.-
Se despidieron y cada una cerró su respectiva puerta.
CONTINUARÁ…
