-¡BASTA, ZÖE, NO ES DIVERTIDO!-Reclamaba Charlie a su hermana melliza, quien se divertía salpicándolo con agua.
Vamos Charlie, te encanta nadar- Le recordó Zöe, con su rubio cabello brillando con la luz del sol, lo que hacía que sus ojos verde mar resaltaran mucho más.
Era cierto, pero él no tenía ganas en estos momentos. Estaba leyendo cerca de su madre, había estado tan absorto en la lectura que, hasta que el agua salpicó un poco las hojas, no se había dado cuenta de que estaba bajo ataque.
-COMO VUELVAS A MOJARME EL LIBRO, TE JURO QUE- Se vio interrumpido por un chorro de agua que le dio directo en la frente. Cuando miró de nuevo, llegó a ver a su padre, Percy, chocar los cinco con su hermana. No era justo.
-Vamos, papá, no te pongas de su lado.- Reclamó. Percy simplemente se rió y retó a Zöe a una carrera. Era asombroso verlos, la frase "como peces en el agua" quedaba corta con ellos. El mar obedecía a su voluntad y los acojía, impulsándolos cada vez más rápido. Ganó Percy, como la mayoría de las veces, aunque los dos se partían de la risa.
-Charles ¿Me traes un té helado? Por favor.- Pidió Annabeth, su madre, quien sólo levantó la vista del libro por un segundo, para confirmar si él la había oído.
Charlie suspiró, su madre más que nadie debería entender que no se debía molestar a alguien mientras lee. Se levantó y buscó una botellita con té que había en el refrigerador de mano. En el camino se encontró con un espejo de mano tirado en la arena, le devolvía su propio reflejo: Cabello negro como la noche y ojos grises tormentosos. Seguro es de Zöe, pensó para sí mismo. No lo recogió, su hermana se lo merecía por haberlo molestado.
Cuando su madre ya estaba leyendo fresca con su bebida, decidió que no podría seguir leyendo tranquilo y, suspirando nuevamente, se adentró en el mar con su hermana y su padre.
