¡Hola! Bueno, aquí vengo con mi primera historia, que decidí hacer de HxH. Por lo que he visto, no hay muchos de Feitan en español y yo lo amo mucho, así que me puse a escribir y salió esto. Espero que les guste, esta idea me agradó a un punto que me sorprende que haya salido de mí, aunque no creo que escrita quede tan bien como la pensé, de todas maneras, si quieren comentar, son libres de hacerlo :)

Los personajes de HxH no me pertenecen y la imagen es de un usuario de tumblr llamado hisokavat.


Capítulo 1: Objetivo.

Gritos.

Era una masacre tremenda la que se estaba llevando a cabo, y ni siquiera las personas más poderosas del pueblo lograban salvarse de ser asesinados. Los enemigos que habían llegado eran muy fuertes, más fuertes de los que solían tener.

Siempre los ladrones eran atraídos por la leyenda de un tesoro escondido en sus tierras, que la mayoría consideraba un rumor, pero unos pocos como Naomi, única hija del líder del pueblo, sabían la verdad.

Sí existía.

Mientras escuchaba el alboroto de afuera, Naomi se limitaba a dibujar, tarareando canciones en voz baja, hasta que llegó su padre agitado.

—¡Ya sabes lo que tienes que hacer! —gritó prepotente, descargando su furia y miedo con ella. Sin embargo, Naomi se encogió de hombros. Ya estaba acostumbrada.

El hombre, a pesar de saber que iba a morir en esos momentos, no pudo evitar darle un buen golpe a la chica, ya que odiaba su indiferencia, la consideraba una falta de respeto.

Era irónico, porque él atentaba constantemente contra la humanidad de su hija.

Un chico rubio entró a la habitación en la que se encontraban, le colocó algo en la nuca a su padre y la miró unos segundos con sus grandes ojos verdes. Seguramente estaba pensando que era una pérdida de tiempo concentrarse en una persona tan débil.

—Lo dejaré en piloto automático —exclamó con una voz cargada de alegría—. Luego vendré a deshacerme de mi máquina, por ahora, que haga lo suyo.

—¡Espera! —lo llamó la chica, por lo que Shalnark la miró—. El tesoro está bajo esta casa, la contraseña que debes ocupar para abrir la bóveda es 3297.

El rubio sonrió algo confundido.

—¡Gracias! Lo íbamos a encontrar igual, pero nos ahorraste tiempo —de repente, recordó con quien estaba hablando—. ¿Sabes que te vamos a matar de todas maneras, cierto? ¿Por qué me ayudaste?

—¡Es que pareces una persona agradable! —dijo feliz. Ella siempre sonaba feliz. Shalnark asintió.

—Me tengo que ir.

Y cuando él volteó, Patter —su padre— se lanzó sobre ella con un cuchillo en mano que enterró repetidas veces en su estómago.

Naomi, sin quejarse ni gritar sintió que los ojos se le cerraban, mientras lo único que podía escuchar seguían siendo los gritos de sus vecinos.

—¡Qué cansancio! —se quejó, alargando la o—. Ese chico era bastante simpático, ojalá pudiéramos volver a hablar.

Y así, perdió la conciencia.

Cuando despertó, el sol estaba chocando contra su cara. Confundida, abrió los ojos.

Se encontró con que todo había sido destruido, ni quiera una casa se mantenía en pie, y estaba rodeada de cadáveres. Cientos de cadáveres.

Naomi se levantó, sintiendo un fuerte dolor en el vientre.

—¡Duele! —quejidos infantiles salieron de su boca.

Obviamente, estaba más que herida. Pero poco le importaron sus heridas.

Ya que notó que era su única oportunidad para hacer algo que siempre había querido.

Corrió a los escombros que se encontraban donde solía estar la biblioteca de su padre y se robó todos los libros. Los escondió en un bosque cercano donde nadie entraba.

Recordó las palabras de Patter y suspiró. Concentró "esa energía que no sabía qué era" en sus palmas, y fue posándoselas en las sienes a cada integrante del pueblo. Uno por uno durante varios segundos.

Mientras todos comenzaban a despertar, Naomi estaba cansada. Seguramente si no tuviera la habilidad de traer a la gente de vuelta a la vida nadie la querría cerca.

¡Tanto trabajo por nada a cambio!

—¡El nen de tu hija es impresionante! —dijo una de las personas hacia su padre, pero el hombre le tapó la boca. Miró hacia sus costados, en busca de Naomi, pero no la vio, así que suspiró aliviado.

Pero no miró sobre los árboles.

—¿Nen? —se preguntó en voz baja a sí misma, y mientras su padre no la veía, escapó al bosque. Sabía que los libros que había robado le servirían.


Estaba furiosa.

Nunca en toda su vida se había encontrado tan enojada, y es porque su padre siempre le decía que su habilidad no podía ser mejorada.

¡Quería mantenerla débil!

¡Todo este tiempo podía ocupar una débil cantidad de nen, y era obligada a utilizarlo por gente que no le interesaba cuando podía mejorar sus habilidades y hacer lo que ella quisiera!

Podía deshacerse de toda la escoria que le diera la gana.

Naomi siempre había querido ser más fuerte, pero nunca se le dio la oportunidad. Y después de tanto tiempo callada decidió acabar con todo.

Cada padre, hijo y bebé del pueblo sabían de los abusos que ella sufría pero nadie nunca hizo nada. Así que ahora todos iban a pagar por ello.

Su aura se incrementó increíblemente, y del enojo pasó a sentir la pasión de querer asesinar a esas personas. Podía oler la sangre, podía escuchar que comenzaban a gritar como lo hacían hace unos días, pero esta vez al sentir su aura maligna y llena de malas intenciones.

Naomi simplemente comenzó a reírse. A partirse de risa, en realidad. Comenzó a carcajearse tan fuerte que parecía estar llegando a un grado de locura extrema, consumida por su obsesión.

Después de eso todo era borroso.

Recuerda haberle gritado a su padre, recuerda sangre. Recuerda llantos y gritos de todos. Pero lo que no podrá olvidar jamás como fue esa sensación de terminar con la vida de alguien. Una sensación que la llenó, y que la hizo seguir riendo por las siguientes horas.


Naomi comenzó a recorrer el mundo. Practicando y estudiando mucho sobre nen, se divertía muchísimo. Visitó lugares que jamás había conocido y viajaba. Incluso el día anterior había ido a una fiesta, donde conoció a un interesante hombre llamado Hisoka. Él se acerco a ella debido a "su potencial", y ahora se encontraban comiendo un poco en un pequeño puesto cerca de donde él se quedaba.

—¿Y qué piensas hacer ahora? —preguntó el pelirrojo con su típica voz seductora—. Si quieres volverte más fuerte o mejorar tus habilidades puedes hacer el examen de cazador. Tiene sus ventajas.

Naomi rió.

—Creo que lo haré. En realidad, mi objetivo es encontrarme con un grupo de ladrones profesionales, aunque sólo conozco a uno de sus miembros, un rubio alegre de ojos verdes.

—Oh —exclamó Hisoka mientras una sonrisa divertida y algo perversa—. Te refieres al Gen'ei Ryodan. Yo fui parte de la araña en su momento —la miró con ese interés peculiar e intimidante que común en él—. ¿Quieres unirte a ellos?

—¡Sí! —soltó un grito emocionada, causando que Hisoka ladeara la cabeza para luego echarse a reír. Ver a Naomi era un espectáculo. Sería un dolor de cabeza para varios integrantes de la araña, él podía asegurarlo.


—Estás lista —le había dicho Hisoka, levantando su pulgar en señal de aprobación. Ni Naomi ni él mismo entendían el motivo de su amabilidad, quizás simple aburrimiento, no importaba realmente.

Luego de que Naomi ganara su licencia de cazador y tuviera un arduo entrenamiento, Hisoka se apareció frente a ella un día, ofreciéndole su ayuda, por lo que tuvieron un combate.

Obviamente, Hisoka había vencido. Pero la chica había dado pelea, logrando así que la diferencia no sea tan grande.

Por ello, sin perder el tiempo, Naomi a pesar de sus heridas se dirigió a la nueva guarida del Ryodan. Había estado siguiendo sus pasos, así que sabía hacia dónde dirigirse.

Por otro lado, Feitan caminaba molesto por las calles de un sector cercano a la guarida, mirando con odio a cualquiera que se le atravesara. Estaba enojado, ya que unos tipos habían intentado asaltarlo —irónico, ¿eh? — y no pudo resistirse a divertirse un rato con ellos, provocando su atraso.

Cuando le quedaba menos de un kilómetro para llegar a la nueva base, escuchó a alguien susurrando. Ni siquiera llegaba a sonar como un susurro, y el aura de esta persona estaba oculta por zetsu.

Los susurros casi ahogados sonaban en pequeños tarareos, casi como una melodía, repitiendo lo mismo una y otra vez, pero él no se concentró en lo que decían, sino quién lo decía.

Se puso alerta, y con una rapidez impresionante apareció ante ella, quien en vez de sorprenderse, le dedicó a una sonrisa.

—Creo que los encontré —murmuró con voz alegre, pero forzosa. Feitan al minuto de mirarla bien notó lo lastimada que estaba—. Al parecer, sí son tan buenos como había escuchado. Te vi hace un rato, ¡Eres genial! —dijo lo último con admiración reflejada en sus ojos.

Y luego de eso, se desmayó, aunque un confundido Feitan alcanzó a sostenerla justo antes de que tocara el piso.


—Son treinta y dos cuchillos sólo entre la ropa que trae puesta, ¿En serio debemos revisar esa mochila que trae? Es obvio que viene armada hasta los dientes —se quejó Machi.

—Aunque los cuchillos parecen ser de colección —aclaró Shizuku, recibiendo una mirada de odio de la chica de cabello rosa, la cual ignoró completamente—. No creo que sea tan estúpida como para atacarnos con armas.

—Cuando despierte, Feitan debería interrogarla. Es el más adecuado, además, él la encontró —habló Shalnark mirando a la chica recostada en el suelo, de edad similar a la suya. Sonrió. Siempre sonreía —. Es bastante bonita, la verdad.

Todos se voltearon a mirar incrédulos al rubio, pero este simplemente se encogió de hombros.

—Y no la tortures —ordenó Machi —. Tengo una corazonada.

Feitan revoloteo los ojos. No entendía por qué todos creían que podían decirle qué hacer.

—Yo no recibo órdenes —exclamó frío.

Todos asintieron, sabiendo que era mejor no provocarlo.

—¡Shalnark! —llamó con voz fuerte Franklin, por lo que la mayoría de los que se encontraban allí dirigieron la mirada hacia él.

—¿Qué sucede? —preguntó Phinks en su lugar.

Franklin no respondió, simplemente le mostró lo que acababa de encontrar en su mochila. El artefacto que Shal ocupaba para convertir a la gente en sus juguetes.

—Definitivamente tienes que interrogarla —aseguró Kalluto, quien no había estado prestando atención en la conversación hasta ese punto.

Vio que la chica comenzaba a despertar, y luego de dedicarle su típica mirada de fastidio a sus compañeros les pidió que se marcharan para poder hacer su trabajo. Para cuando Naomi despertó, parpadeando confundida, Feitan ya tenía los ojos sobre ella.

—¿Dónde estoy? —preguntó la chica.

—En nuestra base —le contestó Feitan con voz fría—. ¿Quién eres?

—Me llamo Naomi —sonrió cálidamente —. ¿Cómo te llamas tú?

—¿Por qué estás aquí? —cuestionó, mirándola fijamente y sin contestar su pregunta.

—Venía a devolver algo, pero ya no tengo mi mochila —susurró con una infantil expresión triste—. Un chico rubio lo utilizó para manipular a mi padre y matarme. Pero no logró acabar conmigo, eh —elevó las cejas.

Feitan se interesó, ya que era inusual que los juguetes de Shalnark no cumplieran su objetivo.

—Supongo que no quieres escucharme, pero de todas maneras te hablaré. Me pareces lo suficientemente simpático para poder conversar contigo.

El susodicho, sin duda era buenísimo escuchando, pero poseía una gramática pobre y por ello no hablaba mucho. Le gustaba oír a los demás, y la voz de esa chica lo relajaba, porque no parecía tener malas intenciones de por medio.

—Soy de un pequeño pueblo que no tiene importancia ahora. Mi padre cuando era joven perdió su nen contra un contrincante y decidió que eso no le pasaría a su bebé que venía en camino. Hablo de mí, por supuesto —se enderezó para quedar más cerca de Feitan, y él se echó hacia atrás haciéndola reír—. Así que intervino en el embarazo de mamá, experimentando a nivel cromosómico, ella después de un tiempo murió, sin embargo, faltaban unos días para el parto y yo nací sin problemas, con una condición algo extraña que supongo puede beneficiarles aquí.

—¿A qué te refieres? —habló el pelinegro.

—Mi nen es inagotable, entre otras cosas. No soy un rival o aliado digna de ustedes, pero me gustaría serlo. Un aliado, digo.

—Habla claro —exigió Feitan.

—No tengo problema en decirte mis habilidades, no creo que puedas ocuparlas en mi contra. Puedo volver a la vida a personas que hayan muerto en un lapso de una semana. Y bueno, me gustaría ser parte de la araña…—el pelinegro la interrumpió.

—No puedes probar eso.

—En realidad, sí puedo. Si traes el cuerpo de uno de esos tipos que asesinaste hace un rato…

—No lo haré —habló sin emoción—. No puedo hacerlo en este minuto.

Naomi sabía lo que estaba pensando. Ese chico suponía que era una mentirosa compulsiva, pero obviamente estaba dispuesto a hablar con sus compañeros sobre ella. Porque si comprobaba su habilidad frente al Gen'ei Ryodan, la utilizarían como un seguro de vida.

La chica de ojos azules se encogió de hombros.

—Entonces mátame. No me importa.

Eso es todo por ahora, ¡Nos vemos!