Descargo de responsabilidades: No es de mi propiedad la serie de televisión Liv y Maddie, como tampoco los derechos de autor en general o cualquier mercancía que de ella se derive. El propósito del siguiente relato es, mera y únicamente, el entretenimiento y de ninguna manera fue hecho con fines lucrativos.
Mi nombre es Parker Ernest Rooney y está es mi historia:
Yo solía ser un chavo normal de 11 años con gusto por las bromas y hacer tropelías, sobre todo a mi hermano Joey, mis padres eran el Profesor de Deportes de la Secundaria Ridgewood y la psicóloga de esa misma escuela, yo iba a clases de robótica avanzada junto a mi querido hermano y de paso visitaba a mis hermanas Liv y Maddie; nada fuera de lo común ¿Verdad? Porque así era, vivía plenamente con mis hermanas, que son gemelas, mi hermano Joey y mis padres. Iba a clases de karate, jugaba videojuegos con Joey y desafiaba a Maddie a las cosas más locas que puedan imaginar. (Siempre me lleve mejor con Maddie que con Liv) Salía con mis amigos, sufría y disfrutaba la escuela.
Jamás pensé que algún día terminaría esa vida idílica, pero lo hizo.
Todo cambio cuando mi mamá presenció el homicidio de un hombre a manos de un asesino a sueldo apodado "Cobra" y ella decidió testificar en el juicio de este malnacido, fue a partir de ahí que la vida de familia se hizo añicos...
En el juicio del asesino a sueldo "Cobra" el fiscal de distrito José Martí empezó a mostrar la evidencia de sus 46 asesinatos cometidos hasta la fecha, como a la hora del juicio fue el turno de pasar a testificar a mi mamá:
—Podría por favor decir su nombre para que conste en el registro— empezó el fiscal después de que mi mamá tomara juramento de decir la verdad —Me llamo Karen Brunette Rooney— contesto ella. El fiscal se volvió y tomo una bolsa plástica de su mesa y prosiguió —Podría narrar la noche del pasado miércoles 12 de abril— mi mama se aclaró la garganta y comenzó la historia.
"Yo iba caminando por la banqueta, venia de mi club de lectura en casa de mi amiga Berenice, mi auto estaba en el taller, así que decidí tomar un atajo por el parque Constitución, iba caminando tranquilamente cuando en eso, veo a dos figuras a la luz de la luna, discutían por alguna razón aunque no me acerqué por que no era de mi incumbencia..."
—¡Objeción su señoría! Si la testigo admite no haberse acercado a esta discusión, en el parque entonces como puede afirmar que mi cliente el señor Bolter estuvo, siquiera, cerca de la escena del crimen— interrumpió el abogado defensor —Su señoría, el señor Rosamanta acaba de interrumpir a la testigo, pido a la corte que le dejen terminar su testimonio antes de empezar con las preguntas— respondió el fiscal. El Juez Martínez, un hombre ya entrado en años, miro a los abogados, suspiro y finalmente dijo —Lo siento señor Rosamanta pero el fiscal Martí tiene razón, interrumpió un testimonio clave, sin embargo, si la testigo no puede explicar de manera coherente como es que vio al acusado cometer el delito— hizo una pausa, se puso de pie y dijo —entonces esta Corte no tendrá otra opción que declarar como invalido el testimonio de la señora Rooney— se volvió a sentar, se volteo al estrado —Puede continuar— mi mamá se aclaró la garganta y continuo.
"Como dije no me acerque a esos hombres porque su discusión no era de mi incumbencia, así que seguí mi camino. Cuando vi que uno de los dos saco un arma, parecía una pistola pero su cañón tenía un cilindro negro como el arma, yo me quede paralizada y entonces se oyó un sonido apagado, como una explosión, el señor que traía el arma la guardo dentro de su gabardina y se alejó. Yo corrí en dirección opuesta hasta que salí del parque, tome un Taxi y me fui a casa, de donde llame a la policía para reportar el crimen"
—¿Le puedo decir Karen?— pregunto el fiscal y mi mamá asintió —Karen ¿Es ésta el arma que usted vio en el parque, la misma que fue usada en el homicidio?— pregunto el fiscal mostrando el arma homicida en una bolsa para evidencia —Sí, esa es el arma— el fiscal guardo la bolsa y dijo —No más preguntas—
Reinaba un silencio sepulcral cuando el abogado defensor se levanto y fue hacia el estrado.
—Señora Rooney, usted es Dra. en Psicología ¿No es así?— mi mama asintió —Si, soy Doctora en Psicología pedagógica— el abogado sonrío —¿No es posible que presenciar un evento traumático, como un asesinato, altere la memoria?—Si es posible— al oír esa respuesta el abogado inflo el pecho como pavoreal y dijo —Entonces ¿Cómo puede decir que esta 100% segura de que mi cliente cometió ese asesinato?— los pocos segundos que hubo silencio fue ensordecedor —Por el tatuaje en el lado derecho de la cara del asesino—
Ese fue un golpe mortal para la defensa, los siguientes 40 minutos pasaron con los últimos tres homicidios de los que se le acusaban.
El jurado tardo 15 minutos en declararlo culpable de todos los cargos. Nosotros celebramos ahí y en la casa pensando que habíamos ganado, ¡JA! Qué equivocados estábamos.
