Capítulo 01
Gregory miró su firma plasmada en los documentos del divorcio y suspiró. Tantos años juntos con su esposa y ahora todo había acabado, y lo peor era que no se arrepentía.
Él era omega, su mujer beta.
No iba a funcionar y es que por mucho que intentara convencerse así mismo, los omegas debían de pertenecer a los alfas porque su química genética así lo dictaba.
Dio un brinco en el asiento cuando su móvil sonó. Un mensaje de Donovan. Tenía un nuevo caso de asesinato y aunque no estaba bien alegrarse de las desgracias ajenas, Greg necesitaba algo de trabajo para ocupar su mente en otros asuntos.
Cuando llegó a la calle donde se encontraba el cordón policial, se colocó la placa en su cinturón y suspiró.
Los omegas habían luchado mucho durante años para que se les concedieran los mismos derechos que a Betas y Alfas. En cuestiones laborales y sentimentales. Y ahí estaba él, siendo inspector de policía pero dispuesto a dejarlo todo si un alfa se lo pedía.
Y eso en el fondo sería mucho más sencillo si al menos pudiera oler como un omega.
TOC, TOC, TOC.
Miró hacia la ventanilla y observó cómo Sherlock, un joven ayudante que había salido de no se sabe dónde pero que era enormemente útil, daba golpecitos en su cristal.
—¡Lestrade! —exclamó —. ¡Asesinatos! Venga, ¡que tengo que entrar contigo!
Lestrade salió del coche y negó con la cabeza.
—Os he dicho que os esperéis a qué os llame, ¿cómo os habéis enterado? —dijo mirando a Sherlock y a su amigo John, un médico ex soldado del que nunca se separaba.
—Creo que tiene un sexto sentido —comentó John sonriendo mientras Sherlock corría hacia el cadáver del suelo —. ¿Qué tal estás? ¿Hubo problemas con las firmas?
Greg negó con la cabeza.
—Por lo menos no se presentó con su nuevo novio, es un logro muy importante —dijo intentando sonreír.
John le sonrió levemente y le palmeó la espalda.
—Luego nos tomamos unas cervezas, ¿te hace?
Greg sonrió.
—Si a tu novio no le vuelven a encerrar por intromisión en la escena de un crimen por mi bien… —comentó Greg.
John miró a Sherlock y vio como le gritaba a Donovan así que corrió junto a él para calmarle y entretenerle con algo de la víctima. Horas más tarde se llevaron el cadáver al depósito y Greg se fue con ellos.
Tras hacer unos papeleos su turno acabó y fue con John a un pub a tomar unas pintas. El rubio se sentó en una de las mesas del concurrido bar y Greg fue a pedir las cervezas.
Regresó un rato después y se sentó junto a John. Le dio un largo trago a su pinta y tomó aire.
—¿Crees que soy un idiota? —preguntó.
John sonrió con tristeza y le apretó el antebrazo.
—¿Por qué lo dices Greg?
—Porque soy un omega, inspector de policía que solo quiere un alfa. Siento que estoy traicionando a todos esos omegas que han luchado porque yo esté aquí…
John bebió un poco de su pinta y se mordió el labio antes de hablar.
-No creo que debas de sentirte así Greg, son tus instintos. Es lo que quieres y lo que te gusta. No tienes por qué sentirte culpable… Es como si quisieras ser atleta pero tienes asma. No sé… Naciste así.
Greg sonrió un poco y asintió.
—Solo tienes que tirarle los tejos a un alfa buenorro —le dijo John divertido mientras señalaba con el dedo a un hombre altísimo que había en la barra.
Greg le miró y negó con la cabeza mientras sonreía.
—Ojalá John, pero no creo que ningún alfa esté interesado en mí.
—¿Por qué? —preguntó alzando las cejas.
—No huelo como un omega… Los alfas y omegas nos identificamos entre nosotros por las feromonas que tenemos de forma natural, ¿no? —preguntó.
John asintió.
—Pues yo no huelo como un omega, para los alfas soy un simple beta. No tengo esa química en mi organismo que produce mis feromonas de forma natural.
—¿Y eso? ¿Por qué? —preguntó sin entender —. ¿Te has hecho pruebas? —preguntó.
—Sí… Cuando era adolescente y quise ligar con un alfa de clase él me dijo que no salía con betas. Me hice pruebas y tengo un ligero problema glandular —suspiró —. El médico me dijo que era como a quien le toca la lotería, que hay más omegas así. Yo le echo la culpa a mi madre y a que fuera una alcohólica durante el embarazo —dijo intentando bromear.
—Lo siento —murmuró John —. Pero no le des más vueltas, estoy seguro de que un día encontrarás a un alfa al que no le importe eso y serás muy feliz con él.
Greg sonrió y alzó su pinta.
—Brindemos por ello —le dijo.
John rió y chocó la copa con él antes de dar un generoso sorbo.
Unas cuantas pintas más regresó a su casa y se tumbó en la cama sin tan siquiera quitarse la ropa. Quizás John tenía razón, solo necesitaba algo de tiempo. No desesperarse.
A la maña siguiente, mientras tomaba un café la puerta de su despacho se abrió de par en par. Greg arrugó el entrecejo y suspiró.
—Sherlock, se llama antes de abr… —empezó, pero al alzar la cabeza y no ver a Sherlock se calló.
Un hombre alto, con un traje de tres piezas, un paraguas negro y el pelo repeinado hacia atrás le miraba fijamente.
—¿Y usted es…? —preguntó Greg alzando una ceja.
El hombre presionó ligeramente el paraguas contra el suelo y le sonrió.
—Mycroft Holmes, el hermano mayor de Sherlock —se presentó.
Greg se levantó del asiento con rapidez, apunto de derramar el café sobre la mesa. Ese olor solo podía ser el de un alfa y era el mejor olor que había olido en su vida.
—No… No sabía que Sherlock tenía un hermano —dijo tartamudeando. Yo… Lo siento. Soy Gregory Lestrade, inspector de…
—Lo sé —le interrumpió Mycroft, apoyó todo su peso en el paraguas antes de extender su mano derecha hacia él —. Un placer conocerle señor Lestrade.
—Greg…. Llámeme Greg, por favor —pidió el inspector presionándole la mano.
Estaba muy nervioso y rojo de la vergüenza pero le sonreía.
—Disculpe mi intromisión en el despacho pero quería conocer a la persona que le da esos asesinatos tan crueles —le dijo Mycroft.
—Sién… Siéntese. ¿Quiere tomar algo? ¿Café? Puedo ir a la cafetería de abajo si le place, el café es más rico que la de la máquina de esta sala. Se lo aseguro.
—Lo lamento, pero no tengo tiempo.
Greg le miró decepcionado y miró al suelo.
—Pero me gustaría cenar con usted mañana. No debe preocuparse, yo le recojo aquí. Me gustaría hablar de mi hermano y de los casos que le da, si son seguros, porque lo hace, etc.
Greg abrió los ojos sorprendido y asintió.
—Me encantaría quedar con usted, se lo aseguro —le dijo sin dejar de sonreír —. Aquí lo espero a las siete. Genial. Genial.
Mycroft sonrió, apretó su paraguas y se fue lentamente del despacho. Greg respiró de nuevo el aire y cerró los ojos, aún anonadado. No sabía que Sherlock tuviera un hermano y mucho menos que fuera un alfa.
Un alfa tan guapo y tan poderoso. Jamás se lo había esperado. ¡Y además tenía una cita! Bueno iban a hablar de Sherlock, seguramente no estaba ni estaría interesado en él, pero tenía una cita con Mycroft Holmes.
