Traducción autorizada por just-an-artist-pl.

Original: s/9108777/1/El-Tango-De-Roxanne

Autora: u/4367083/just-an-artist-pl


Obviamente estuve inspirada por Moulin Rouge. ;)

No me pertenece nada.

El Tango de Roxanne

Sinopsis: Año 1900. Blaine tiene 22 años y es un violinista. Su madre lo dejó a él y a su padre hace 14 años y después que su padre murió, prometió cumplir el último deseo de su padre. 'Encuentra a tu madre, encuentra a Rose y dale las cartas. Quiero que sepa lo que pasó en los pasados catorce años'.A pesar de que no le importaba ella, mantuvo su promesa y la encontró en Montmartre. Quería darle las cartas e irse y nunca encontrarla de nuevo. Pero un diamante azul cambió todo.


Capítulo 1. El violinista

Mi padre fue un hombre amable, de mente abierta e inteligente y amaba hablar sobre mi madre. Mi madre quien me abandonó cuando tenía ocho años. Se fue sin una palabra, una carta, sin nada que se acercara a una despedida. Nos despertamos en un frio día de Octubre y se había ido. No entendí por qué o a donde se fue y mi padre tampoco. Sólo esperamos, días, semanas, meses y luego años, pero nunca regresó. Me rendí con ella mientras mi padre esperaba. Esperó hasta el día de su muerte y la amó hasta su último aliento. Ella era su mundo, su todo y trató de convencerme de lo maravillosa mujer que era. Básicamente, me explicó cuan maravilloso el amor era y mi madre fue solamente su ejemplo, su experiencia de amor. Bueno, me dije eso porque no era como si odiara a mi madre. Simplemente no me importaba. Tenía ocho, dejó a su hijo y a mi padre volviéndonos hombres quebrados. A pesar que sonreía, reía, soñaba y se preocupaba por mi como un padre debería – cuanto más viejo me volvía más comprendía lo mal que estaba.

Recuerdo el día que nos dejó como si hubiera pasado ayer. El día anterior todo estaba simplemente bien. Salimos a caminar, riendo, sonriendo y toque algo de música en mi violín. Mi madre siempre dijo cuan increíblemente talentoso era y cuanto disfrutaba mi música. Era amorosa, se preocupaba por nosotros y vi cuanto se querían. Pero un niño de ocho años no entendía que esto era amor. En la noche cocinamos juntos, mi padre hablaba sobre sus estudiantes y su examen final, mientras mi madre enjugaba la salsa de mi cara y mi camisa. Sus dedos siempre eran cálidos, cuidadosos y su risa sonaba tan bella cuando me observaba y a mi conducta alimentaria. Decía que era como un cochorro siempre hambriento, comiendo como si alguien pudiera quitarme la comida. Después de la cena fuimos a la sala de estar y mientras mi padre me estaba leyendo, mi madre sólo me sostuvo hasta que me quedé dormido. Fue perfecto para mí.

La siguiente mañana desperté y como cada mañana me colé en la habitación de mis padres y estaba vacía. El armario de mi mamá estaba abierto, la ropa estaba tirada en el piso, la cama estaba destendida y yo estaba confuso. Rápidamente me bajé, llamando a mi madre, mi padre, pero nadie respondía hasta que encontré a mi padre sentado en la cocina con una taza de café. Me miró, sonriendo tristemente y dijo que mi madre se fue y no sabía a donde. Pregunté por qué se fue, pero él no tenía respuesta para esto. Así que esperamos, pero ella nunca volvió. Las primeras semanas no fueron fáciles para mi papá. Intenté hacerlo sonreír, sonreír como solía hacerlo pero su cálida sonrisa nunca volvió y después de dos años le dije que no la necesitábamos. Pero mis palabras lo lastimaron y él estaba temeroso de que yo tuviera la idea equivocada de lo que es amar a alguien. Acerca de amar a alguien y ser correspondido. Fue entonces cuando comenzó a contarme sobre ella, sobre el amor y de alguna manera lo superamos.

Mi padre trabajaba como profesor y yo tomaba clases de violín, y algunos años después me convertí en uno de los mejores violinistas en nuestro pequeño pueblo. Era 1900 el momento de los músicos, pintores, escritores y yo era uno de ellos. Toqué en las calles, en los teatros cuando era que lo necesitaban para una obra y mi vida iba bastante bien. Pero siempre había algo que faltaba, incluso si nuestra vida era buena.

Era porque perdí a mi madre.

Como dije, en realidad no me importaba, pero algo más.

Amor. En cualquier momento mi padre hablaba sobre el amor, cuán hermoso era y me preguntaba si alguna vez me ocurriría. Me pregunté veintidós años cuando me ocurriría. ¿Cuándo sentiría esas mariposas? Cuando perdería el piso bajo mis pies y simplemente volaría sin importar a donde me llevaría. Olvidaría mi nombre, olvidaría respirar, comer y simplemente soñaría con esa única persona, únicamente sentir el rápido latido de mi corazón y estar temeroso de que explotaría porque todo sería demasiado.

Quería entender de que estaba hablando mi padre pero mis propias necesidades no eran importantes ya que mi padre se enfermó. Dos días antes de que muriera me dijo que escribió cartas a mi madre pero nunca supo a donde debía mandarlas porque no sabíamos dónde estaba ella. Sabía que estaba a punto de morir y me pidió cumplir su último deseo.

Encuentra a tu madre, encuentra a Rose, y dale las cartas. Quiero que sepa lo que pasó en los últimos catorce años. Sobre ti, sobre nuestra vida. Solamente tuve diez años para decirle cuanto la amaba. Diez años no es nada, Blaine. Diez años son como una hora, un agradable sueño. Pero sabes… nunca hay suficiente tiempo para mostrar cuanto amas a alguien.

Quería decirle que quizás ella ya tenía otra familia, que tal vez nos olvidó, quizás ya estaba muerta, pero no dije nada porque habría estado mal. Sino que le di mi palabra y luego murió, después de su entierro nuestra casa estaba en silencio. Demasiado tranquila que no podía apenas soportarlo. Todo era frío, oscuro y yo estaba feliz de que me dio algo para seguir adelante, salir de esta casa.

Tomé algo de ropa, nuestro dinero y encontré las cartas escondidas en su armario dentro de una pequeña caja de madera. Exactamente catorce cartas, exactamente el número de años que no estuvo con nosotros. Sabía que le escribía una carta al final de cada año pero la última debió terminarla antes porque sabía que moriría. En ese momento, por primera vez en mi vida sentí algo parecido a odio por mi madre. Él la amaba demasiado, sólo se preocupaba por mí y ella, y ¿ella? ¿Ella no lo sabía? ¿No le importaba? No entendí nada, pero mantuve mi promesa, me fui y comencé a preguntar si alguien recordaba a mi madre y dónde podría estar.

Había suficiente gente en nuestro pueblo que recordaba a mi madre y me dijeron que hablaba de convertirse en una actriz, ir a América y comenzar una nueva vida. ¿Así que esa era mi madre?; me pregunté. ¿Una mujer madura, una madre, dejando a su familia atrás, siendo egoísta? Quizás estaba equivocado, tal vez lo que pensaba era injusto porque sabía cómo se sentía tener un sueño y esperar que ese sueño se volviera realidad un día. Pero aun así, era mi madre, una esposa y tenía sus responsabilidades. Y el odio, la ira que sentía por ella encontró sus raíces debido a la muerte de mi padre.

En enero de 1900 descubrí que ella estaba viviendo cerca de Paris, en Montmartre una pequeña aldea en una colina. Todas las personas que conocí en mi camino hacia Montmartre me decían que debía evitar ese lugar porque era la aldea del pecado. Pero tan pronto como di el primer paso en este pueblo encontré la prueba de que todos estaban equivocados. Este lugar era el centro de todos los diferentes artistas. Artistas como yo y en algún lugar estaba mi madre.


Me sentí abrumado por las todas las diferentes personas que vi, la libertad, el arte, la música. Pensé que sabía lo suficiente sobre ella porque había tocado en las calles, conocí a otros músicos en las calles de Londres, toque para tantas obras en los teatros, pero aquí todo era un poco más. Más colores, más bellos sonidos, más rostros, con más viva. Claro que era diferente de lo que conocía, y entendía lo que la gente decía cuando llamaban a Montmartre la aldea de los pecados, pero para mí ear una fuente de inspiración.

Mi plan era encontrar a mi madre, darle las cartas, como prometí y seguir adelante. Este era mi plan, pero cambió. Caminé a lo largo de la carretera principal a través de la aldea y encontré un grupo de violinista de pie en frente de una enorme amplitud con diferentes anuncios. Me acerqué y me metí a través del grupo, porque era más que pequeño que los otros. No era tan pequeño en absoluto, pero aun así. Mis ojos captaron el enorme poster rojo con letras doradas:

El Tango de Roxanne

Está buscando un nuevo violinista

las audiciones comienzan el

15 de enero a las 9 p.m.

Levanté una ceja, al escuchar las muchas voces emocionadas y no entendía por qué estaban tan emocionados. No tenía idea de que era 'El Tango de Roxanne'. No tenía idea de por qué casi todos parecían hablar de eso. Así que pregunté.

―¿Qué es 'El Tango de Roxanne'? ―Y todos a mi alrededor dejaron de respirar. Una mano tomó mi hombro y puse la mano en mi sombrero para que no se cayera. Un hombre de aproximados veinticinco años me miró con ojos marrones ensanchados y negó con la cabeza.

―Chico, ¿hablas en serio?

Otra manó tomó mi hombro y estaba mirando a unos ojos azules.

―Estas bromeando, ¿cierto?

Más voces, más preguntas y mi cabeza estaba girando. ¿Qué demonios estaba mal con ellos?

―¡Soy de Londres! ―casi grité y alguien tomó mi mano y me halo fuera del grupo. Todo lo que hice fue, asegurarme de no caer sobre mis pies, mientras el hombre que tomaba mi mano dijo:

―¡Caballeros, silencio! Vayan y practiquen en lugar de confundir a una joven alma. ―Y lo hicieron, se fueron y entonces sólo estábamos yo y el hombre al que pude finalmente mirar. No era tan viejo, era (tal vez) tres años mayor que yo, pero su voz era profunda y lo hacía sonar como un hombre mayor.

―Músicos locos ―el hombre con el pelo castaño resopló y me sonrió.

―Uhm… ¿gracias?

―Francis ―me dió su mano y dejé caer mi maleta y la tomó.

―Blaine.

Su sonrisa se ensanchó y miró alrededor, mientras sus manos se deslizaron hacia atrás en los bolsillos de su abrigo.

―Así que eres de Londres y eres un violinista. ―Era más una afirmación que una pregunta.

―Sí. En realidad estoy buscando a mi madre.

―¿Tu madre?

Asentí lentamente mientras que las personas a nuestro alrededor se preocupaban por sus propias cosas.

―Su nombre es Rose Anderson. Supuse que como es una mujer inglesa la gente podría conocerla aquí.

―Dudó que alguien conozca a Rose Anderson.

Había algo en sus ojos, algo en su voz que no encajaba. Sonaba como si la conociera, o al menos a alguien que tenía su nombre. Alguien que alguna vez tuvo su nombre pero… tragué mientras el pensamiento me golpeó. Tenía la esperanza de que no estuviera muerta pero era como que… como que sonaba a ello.

―¿Usted… la conoce?

Francis miró el rededor, luego a mí y bajó cerca de mi oído y susurró:―: Aquí no.

Dejamos las calles, a las personas, todos los oídos que no deberían escuchar lo que Francis quería decirme y la idea de que pudiera ser uno de los malos, un ladrón o quienquiera no cruzó mi mente ni por un segundo. Claro que traía un montón de dinero en mi maleta, mi costoso violín y las cartas para mi madre pero siempre y cuando no dijera nada de mi dinero pensé que estaba a salvo.

Fuimos a una vieja casa, por las escaleras alrededor de la pared exterior y subimos a través de una ventana a una habitación pequeña. No había mucho más que una cama, un escritorio, un armario y muchos libros apilados ante la pared vacía. Francis cerró las cortinas, empujó una silla a mi dirección y abrió la puerta al pasillo.

―¡Claire! ¡CLAIRE!

―¿Qué coño pasa ahora, Franc?

Simplemente me senté ahí, mirando a Francis y escuchando a la molesta mujer gritando en respuesta desde algún lugar en la misma planta. Escuché furiosos pasos pesados, como una niña que estaba caminando sobre el suelo y entonces la vi. Claire, una mujer de alrededor de 40 años, delgada, con el pelo de color rojo oscuro, ojos marrones y excesivo maquillaje en el rostro. Su vestido era lila claro, su pecho a punto de desbordarse y algunas personas llamaría erótico a lo que llevaba puesto. Únicamente la miraba porque nunca vi un vestido como ese.

―Entra.

La arrastró dentro de la habitación, cerró la puerta y ella se puso las manos en las caderas y masculló algo:

―Espero que sea importante.

―Lo es, créeme.

Me señaló y la mujer siguió callada, mirándome como si fuera algo que nunca había visto antes hasta que su cara se convirtió en una expresión molesta mientras me sentí incómodo.

―Está buscando a Rose Anderson.

Y luego su rostro se ensombreció y dejó de respirar por unos segundos.

Algunos minutos pasaron. Francis cerró la ventana, Claire se sentó el borde de la cama y Francis se apoyó en el escritorio, ambos mirándome. No sabía que decir o hacer así que permanecí callado y esperé hasta que Claire finalmente habló.

―Se parece a ella. Al menos tiene los mismos rizos negros.

―Así que conocen a mi madre.

―Bueno yo la conozco. Francis es demasiado joven para conocerla.

―Me has dicho suficiente sobre ella.

No entendí nada. Absolutamente nada. Estaban hablando de ella como si ya estuviera muerta y si ese era el caso, entonces podía seguir y hacer lo que quisiera. Encontrar un trabajo y vivir la liberta de un artista. Porque aquí parecía ser más fácil que en Londres.

―¿Está muerta? ―finalmente pregunté porque mi joven alma estaba muriendo de hambre por más. Más música, más gente nueva. Sólo más lo que en este pequeño pueblo se escondía. Y entonces ambos se rieron y negaron con las cabezas.

―Tu madre está viva y es muy conocida aquí. Pero nadie la conoce bajo el nombre de Rose.

Así que, mi madre estaba viva pero ya no se llamaba Rose. Bien, lo entendí.

―Entonces, ¿cuál es su nombre ahora?

―No tiene ni idea. Pobre chico.

―¿Podrían ser tan amables en decirme lo que pasa?

Estaba nervioso, inseguro si realmente quería saber lo que era todo esto sobre mi madre. Parecían como si no quisieran decirme nada, pero tuvieran que hacerlo.

―El nombre de tu madre es Roxanne. Roxanne al igual que el club nocturno 'El Tango de Roxanne'

―Espere… ¿un club nocturno? Quiere decir como… ―¿Al igual que dónde las mujeres venden su cuerpo por dinero? ¿Al igual que dónde un hombre va para tener un buen rato? Como… ¿qué?

―Como dije. Conozco a Rose pero ella cambió. Cambió demasiado y no precisamente de buena manera.

―Pero quería ir a América. Quería volverse una actriz.

―Oh lo hacía. Quería. Pero ¿por qué crees que llaman a Montmartre la aldea del pecado? Ella encontró un pecado y se hizo adicta y exitosa.

Claire intercambió una mirada con Francis quien suspiró y cruzó sus brazos en el pecho mientras yo seguía sin entender nada.

―Rose vino aquí hace diez años y trabajo como cortesana por cinco años. Éramos realmente buenas amigas y me dijo sobre ti y tu padre, y cuánto lamentaba dejarlos solos. Pero sabía que cometió un error y no podía volver. Así que simplemente se quedó aquí y comenzó una nueva vida. Era nuestra estrella en el club nocturno y cuando el dueño murió, ella tomó el club y lo llamó 'El Tango de Roxanne'. Gente de toda Europa vino a ver el mágico espectáculo, a encontrar un buen rato con nuestros chicos y chicas. Fue un muy buen tiempo, en realidad. Pero entonces se volvió una mujer fría, enfocada en ganar dinero y más dinero.

De acuerdo, entendí que mi madre se volvió en alguna cosa fría pero no entendí que tenía que ver conmigo. Un club nocturno podía ser un negocio difícil estaba seguro de eso a pesar de que nunca había estado en uno pero aun así… los miré con curiosidad.

―Ella es cruel y peligrosa. Viste el anuncio, ¿verdad? Adivina lo que le pasó a nuestro violinista.

―¿Murió?

Francis negó con la cabeza y su cara era dura―: Lo mataron.

Me sacudí de nuevo en la silla, mis ojos se agrandaron y la imagen que tenia del lugar fue lentamente cubierta por algunas sombras. Pensé que este lugar representaba la libertad, la vida que quería vivir, la música, arte, simplemente todo lo que para mí era el paraíso. Nunca cruzó mi mente que algo así podía pasar aquí. Pero ¿qué sabía yo? Sólo tenía 22 años y honestamente no sabía nada sobre la vida u otros lugares más que el pequeño pueblo cercano a Londres donde solía vivir. Pero no era solamente que el paraíso que pensé hallar se convertía lentamente en algo diferente, me pregunté …

―Pero… ¿por qué me están diciendo esto? Sólo vine para darle algo y entonces quiero comenzar con mi propia vida. Claro que puede ser mi madre ―nunca pensé que Claire o Francis me mentirían por alguna loca razón―: pero no me importa ella. Me dejó y eso es todo.

―Te estamos diciendo esto para pedirte ayuda.

―¿Ayuda? ¿A mí?

Claire cruzó las piernas y obtuve una muy buena vista debajo de su vestido y tragué. Oh Dios, ¿todas las mujeres estaban vestidas así en el club nocturno?

―Tu madre mató a ese chico. O al menos permitió que alguien lo matara. Él, Jean y Francis estaban juntos y trabajando en el de Roxanne, eso pasó porque rompieron las reglas.

Incliné mi cabeza y observé la cara Francis, el dolor en sus ojos, enojo y sus labios apretados en una línea delgada como tratando de no llorar. Se veía… con el corazón roto. Parecía que alguien le quitó algo importante para él y entonces, lentamente entendí lo que Claire estaba diciendo.

―Quieres decir como… una pareja ―y Claire asintió mientras Francis tomó un profundo respiro y me miró como si yo fuera el único que podía arreglar todo.

―Ella es cruel y peligrosa cuando juegas contra sus reglas. Ha pasado un año así y es imposible dejar el club nocturno si ya eres parte de él. Por supuesto que ella no te dice eso y nadie realmente lo sabe. Es todo tras las cortinas y ella tiene oídos casi en todos lados.

Mire alrededor, nerviosamente, temeroso y ambos se rieron.

―Estas seguro aquí, no te preocupes chico.

Me froté la frente, fruncí las cejas y traté de averiguar lo que tenía que ver conmigo. Entendí que mi madre ya no era mi madre, a pesar de que era difícil de imaginar.

―¿Y por qué necesitan mi ayuda?

―Ella tiene un punto débil. Tú y tu papá. Y quizás si puedes hablar con ella, si tan sólo pudiera verte tal vez eso traería de vuelta a la mujer que una vez conocí. Era una maravillosa y amable mujer que quería hacer su sueño realidad. Hasta que se volvió adicta al éxito y al dinero.

―Entonces que, ¿quieren matarla? ―Incluso si la odiaba, incluso si no la quería en mi vida, la idea de matar a mi propia madre me aterraba. La idea de matar a cualquier otro ser humano me aterraba. Todo lo que quería ser era un músico, un violinista y vivir por un tiempo antes de, quizás un día tener mi propia familia.

―Dios, chico, por supuesto que no. Quiero decir que seguramente nunca la perdonaré por lo que le hizo a Jean pero al final ambos sabíamos lo que estamos haciendo. Conocemos las reglas, la conocemos a ella, pero hicimos lo que hicimos y fue nuestra culpa. Y Jean amaba el club nocturno, a la genta de ahí. Éramos una familia. Solamente necesitamos algunos cambios porque algunos de nosotros queremos abandonar por propia voluntad. Pero es imposible.

Pensé sobre la audición y sobre la posibilidad de vivir aquí y tocar para el famoso club nocturno. Cualquiera que fuera el precio no lo valía, me dije. No importa cuánto dinero obtendría, no importa cuán famoso pudiera volverme, no quería vender mi libertad a mi madre y estar vinculado con ella. Nunca.

―Lo siento pero no puedo. Entiendo que tengan un tiempo difícil, que no es justo lo que ella está haciendo y que es cruel e inexcusable. Pero ella ya no es parte de mi vida. Sólo quiero cumplir la promesa que le di a mi padre.

Todas estas cosas de quitar la libertad de otras personas, matar gente, ser adicto al éxito y dinero, sonaba como una mala pesadilla para mí. ¿Era eso lo que se trataba un club nocturno? ¿Personas tristes que desgastan la ropa de lujo, ropa erótica y mostrando la piel? ¿Vendiendo sus cuerpos, sus diferentes clases de amor para conseguir algo de dinero, mientras que mi madre obtenía la mayor parte del dinero?

―¿Alguna vez fuiste a un club nocturno? ―Claire me preguntó y negué con la cabeza.

―Probablemente tienes la idea equivocada de un club nocturno después de lo que te hemos dicho ―Francis rió y se acercó colocando una mano en mi hombro.

―Hagamos un trato. Esta noche vamos al de Roxanne y puedes hacerte tu propia opinión. Si aún crees que no puedes ayudarnos, te dejaremos en paz.

Estuve de acuerdo porque, primero, estaba curioso; segundo, sabría donde podía encontrar a mi madre.


Dejé mis pertenencias en el cuarto de Francis y en la noche estábamos fuera del club nocturno. Descubrí que él era uno de los que protegía a los bailarines, cantantes, a las personas que estaban vendiendo sus cuerpos para darles a hombres y mujeres un buen rato, entretenerlos con sus habilidades en el baile, canto, mostrándoles lo que tenían. Tenía sentido para mí por qué un hombre como el, alto, saludable y con el cuerpo muy bien formado trabajara para el club nocturno. Me dijo que de vez en cuando algunos hombres querían más de lo que acordaban y no todos los cortesanos eran lo suficientemente fuertes para protegerse. También me enteré de que no eran sólo hombres anhelando el cuerpo de una mujer. También hombres anhelando un hombre. O mujeres para mujeres. Algo que no veías en público pero sabías de ello. Y mi madre sabía cuánto dinero ganaba porque tenía esta oferta. No me importaba y nunca en mi vida pensé en algo como esto. Mi concentración estaba en mis propias cosas.

Estábamos vestidos de esmóquines negros, camisa blanca y corbatín, y un sombrero de copa como todos los hombres a nuestro entorno.

―Hoy es una de esas noches especiales. Primero ves el espectáculo usual. Después de eso el espectáculo especial empieza, del que sólo conoces o escuchas de él si conoces a la gente adecuada.

Sabia de lo que estaba hablando y nuevamente entendía porque llamaban a este lugar la aldea del pecado. Fuimos dentro, dejado la lluvia detrás de nosotros y subimos las escaleras así que podía tener una excelente vista de todo. En el fondo sentía cuan nervioso estaba y además un poco temeroso porque vería - después de 14 años - a mi madre. Mientras nos sentamos en uno de los muchos rincones de salón jugué con mis dedos bajo la mesa, los ojos enfocados hacia el suelo debajo de nosotros. Nunca vi un teatro como este. Era más como un enorme salón, con dos pisos, dos escenarios, la enorme cortina toda rojo oscuro, luces doradas por todas partes, en el piso, paredes, techo. Lucia increíble. Los hombres se movían juntos, una gran multitud de hombre vestido negro de pie en frente del escenario principal, todos hablando y llenando la habitación con ruido. Y luego unos minutos después las luces se apagaron y la cortina se abrió. Todas las luces estaban enfocadas en una mujer que llevaba un vestido ajustado chispeante de color rojo sangre, ojos dorados y cabello negro rizado. Su piel era pálida, sus labios rojos y poco a poco una sonrisa apareció en su rostro y sentí cómo todo el mundo a mi alrededor contuvo la respiración. La reconocí, sabía quién era.

Roxanne, mi madre.

Detrás de ella habían mujeres, vestidas con faldas y corsés como Claire y cuando la música comenzó y mi madre empezó a caminar fuera del escenario las mujeres la siguieron. Cantaban, bailaban junto a ella. Había faldas volando arriba y abajo, mostrando piernas cubiertas en medias negras, rojas y blancas. Los hombres parados en los lados derecho e izquierdo, moviéndose con la música, aplaudiendo, y claramente disfrutando lo que las mujeres estaban mostrando. Mi madre regresó al escenario, las mujeres giraron en su dirección y entonces aplaudió sus manos y todo el piso fue cubierto por hombres y mujeres bailando.

Vi los colores, un campo en constante movimiento en una coreografía bien conocida. Conocían el espectáculo, sabían que hacer y después de una hora las mujeres se fueron, algunos hombres las siguieron y me quité el sombrero de la cabeza, y respiré profundamente.

Necesité algunos minutos dejando que todo lo que vi y Francis tenía razón. La imagen que tenia del club nocturno estaba totalmente equivocada. Claro que eran todo tipo de traviesos, un poco enfocados en una sola cosa, pero al mismo tiempo todos se estaban divirtiendo, un buen rato y pasara lo que pasara detrás en las habitaciones, tras las cortinas, era un secreto para todo el mundo que nunca ha estado allí.

Aparte del espectáculo y la música, estaba únicamente concentrado en mi madre. Ella siempre caminaba por el escenario, mandando besos a la multitud, cantando a la par y no le era difícil conseguir toda la atención. Pero era claro que ella mandaba en el club, era claro que ella controlaba este lugar. La mujer que una vez conocí ya no estaba ahí. Claro que lucía como mi madre pero era más vieja, era más fuerte y, como Claire me dijo, fría.

―¿Estás bien chico?

―Sí, estoy bien.

Todo lo que veía simplemente me convencía más de que no quería estar aquí. Por ella. Realmente me gusto lo que vi, me encantó la actuación, la música, los vestuarios y todo. Pero tan pronto como vi su rostro, cuánto cambió, quise escapar.

Más y más personas se iban y nuevas personas entraban. Esta vez sin embargo, no eran sólo los hombres que llenaban el salón también las mujeres. Estaban de pie delante del escenario, hablando, riendo y mi madre les sonreía, como un gato al tanto de lo que estaba ocurriendo, lo que la gente aquí quería. Para mí su sonrisa era simplemente fría.

―Sé porque están aquí ―dijo y agitó su dedo índice, mientras todos reían―: Esta noche tendrán un espectáculo diferente. Un espectáculo más sensual, más lento y más embriagador. Nuestros diamantes azul y rojo brillarán más luminoso como nunca y quizás, un afortunado de ustedes, almas perdidas, tendrá el honor de pasar la noche con ellos.

Aplaudió y la cortina se abrió una vez más y las luces se apagaron. Me incliné hacia delante, estaba curioso y quería ver que era tan diferente comparado con el espectáculo de hace un momento. Una luz roja brilló en el lado derecho del escenario y vi a una chica de cabello negro con piel bronceada. Llevaba un corsé rojo y negro, una falda corta de color rojo y en los brazos, en el cuello y en el pelo que llevaba brillantes perlas negras. Se veía hermosa pero además muy peligrosa, especialmente cuando abrió sus ojos negros. Detrás de ella habían más mujeres todas vistiendo faldas blancas y corsés.

―¿Quién es ella?

―Santana, el diamante rojo.

Y luego estaba la luz azul, brillando en el lado izquierdo y lo que vi me hizo olvidar donde estaba y que quería hacer. Nunca antes en mi vida vi algo tan hermoso como él. El cabello castaño a la perfección peinado, suave piel pálida, como porcelana. Labios finos y de color rosa, cara como un ángel y un cuerpo frágil y fuerte al mismo tiempo. Usaba unos entallados pantalones blancos, una entallada camiseta blanca sin mangas y pequeñas perlas azules alrededor de su cuello y brazos. Abrió los ojos y casi me perdí en ellos. A pesar de que estaba en el primer piso, varios metros lejos de él, vi el profundo azul y verde de sus ojos. Vi el cielo en ellos, la luz, el paraíso que intentaba encontrar. Vi el sinfín de belleza y mi boca se secó. ¿Cómo podía alguien, tan hermoso, tan puro, estar aquí? ¿Cómo podía alguien comprar su cuerpo?

―¿Quién… quién es él? ―Mi voz era áspera, casi en un susurro.

―Kurt, el diamante azul.

La música comenzó, un violín seguido por una flauta y ambos comenzaron a moverse uno al otro como los bailarines tras ellos. Se miraron, no sonriendo, caminando uno alrededor del otro y luego mientras la música fue más rápido, más instrumentos estaban tocando, bailaban juntos y Francis tomó mi hombro y me llevó de nuevo a sentarme. Quería protestar, quería ver el movimiento de su cuerpo, los delicados, seguros y elegantes movimientos y me pregunté cómo podía un simple humano mover su cuerpo como él lo hacía.

―Ahí están nuestras estrellas secretas. Nuestros diamantes. Roxanne los trata muy bien y se asegura que nadie los toque sin su permiso. Sólo el que paga más obtiene un poco de tiempo a solas con Kurt o Santana.

Los vi dejar el escenario, caminando a través de la multitud, moviéndose como si fueran los dueños de este lugar y colocando sus dedos en los hombros, la mandíbula o en el pecho, deslizándolos y sonriendo. Y entonces cantaban, bailaban a su alrededor, con ellos, con el otro y todo lo que yo veía era a Kurt, brillando, ojos azules, sus movimientos impresionantes, con una sonrisa que estaba seguro que no era su verdadera sonrisa.

―Increíble, ¿hm?

―Son realmente diamantes ―asentí y mientras me calmaba lentamente, sentí lo que mi corazón estaba haciendo. Estaba latiendo fuerte y rápido contra mi pecho. Casi doliendo pero de buena manera.


Honestamente les digo que no podría sentirme más honrado de que la autora me diera permiso para traerles está historia en español. Así que GRACIAS just-an-artist-pl. Siempre que puedan, por favor pasen a ver está historia en su versión original, vean las increíbles historias que están en el perfil de la autora; y recuerden que yo trasmitiré su opinión a la autora, que dicho sea de paso, entiende algo de español.

Creo que sobra decir que TODAS las historias que traduzco me encantan; y aunque a veces las encuentro ya terminadas, me considero un GRAN FAN, porque provocan en mí el deseo de compartir con más personas las sensaciones que me trasmiten al leerlo. Por eso siempre les agradezco; más allá del tiempo que me toma traducir, me encanta poder decirle a los creadores de las historias «Ves, no sólo yo lo pienso; los lectores en español también aman tu trabajo».

Como quizás sabrán, me gusta tener una fecha para actualizar y procuro en la medida de mis posibilidades cumplir, así que analizando mi situación actual, creo que la periodicidad de este fic será una vez la semana los viernes; si más que decir, procedo a mi ritual...

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