¡Hola a todos! ¿Cómo han estado?

Aquí VicPin reportándose desde un ciber XD. Y subiendo el prólogo de una historia que hace rato que vagaba en mi mente. Se suponía que lo iba a subir ayer, pero el internet de la biblioteca falló, así que hoy sí, lo subo.

La presente historia está inspirada en varias canciones que aquí pondré de referencia y las cuales usaré su letra (sí, el fic será un cancionero XD) para darle "ambiente" a la historia así como en una película llamada "Haven: Violencia en el paraíso" (con Orlando Bloom; se los recomiendo muchísimooo!). Los protagonistas de la historia son la pareja conformada por Butters Stotch y nuestro invitado especial, Desmond Miles de Assassin's Creed. XD. Algunos conocen a nuestro invitado y otros ni tanto. A los segundos, les recomiendo que vayan a Deviantart y tecleen el nombre del invitado para que tengan una idea de quién es XD.

Sin más qué decir, excepto que los personajes no son míos, sino de uBisoft, Comedy Central y otras compañías (aquí intervendrán varios fandoms), les dejo con esta historia titulada "Vivir al límite".

¡Saludos!

Vicka.


Vivir al límite.

Prólogo.

Leopold "Butters" Stotch miraba el techo de su habitación en medio de la oscuridad de la noche. Con ojos tristes, el joven rubio de 17 años rememoraba una y otra vez la situación actual en la que se encontraba.

El primer aspecto a reflexionar es sobre la eterna pregunta de "¿por qué no le agrado a nadie?" Por más respuesta que buscara en sus reflexiones, las conclusiones que sacaba no eran para nada alentadores: Butters era un hijo no planeado, un hijo no deseado que tuvo que nacer porque no había de otra.

Un hijo no deseado siempre carga con las tristes consecuencias de ser ignorado por sus padres, de ser usado por todos para ser la carnada o para ser el chivo expiatorio en cualquier situación que surja, de ser el juguete sexual de alguien, e incluso de ser usado como guante de box por "amigos", conocidos y familiares para descargar su frustración.

Butters había sufrido todas y cada una de esas consecuencias sin siquiera buscárselo: Sus padres lo castigaban por cualquier idiotez que se les ocurriera, sus "amigos" Stan, Kyle, Kenny y Eric lo usaron en repetidas ocasiones como carnada para solucionar problemas que ellos mismos provocaron, muchos jugaron con sus sentimientos, incluyendo los cuatro mencionados, y se había convertido en la chuleta de box de su padre, de sus tíos, a veces de su primo Trent Boyett y anexos, y hasta de su abuela Granny.

¿Y todo para qué?

Para nada.

El Destino fue muy hijo de puta con él desde que nació, no lo negaba; siempre salía perdiendo en las mejores y peores situaciones. Tal vez por eso nunca tuvo novia, amigos, popularidad y estabilidad emocional. Tal vez por eso y por muchas cosas más.

- ¡Butters! – escuchó que le llamaban.

El rubio se volvió hacia su interlocutor, un pelirrojo con pecas en el rostro, de complexión delgada, de camiseta color azul con un saco color naranja, pantalones de mezclilla y botas.

- Ho-hola, Kyle – le saludé el rubio con voz queda -. ¿C-cómo e-?

-. ¿Has visto a Stan? – le cortó el pelirrojo.

- S-sí… Está en la biblioteca de hecho.

Sin despedirse, Kyle se fue corriendo hacia la biblioteca dejando a Butters con la palabra en la boca.

Al menos me hubiera dado las gracias, pensó el joven con tristeza mientras se dirigía hacia su casillero a sacar un libro para la siguiente clase.

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- Tía Linda – llamó Trent a la señora Stotch -, ¿puede venir Butters conmigo y con mis amigos a Miami? Bebe va a ofrecer una fiesta en una playa de allá y me pidió que le ayudáramos con las cosas. Un par de manos extra no estaría de más, ¿sabes?

- Bueno – respondió Linda -, Butters está castigado por sus bajas calificaciones en Biología, así que creo que algo de trabajo duro no estaría nada mal.

- ¡Perfecto! ¡Gracias, tía!

Dicho eso, subió a la habitación de Butters.

Éste estaba leyendo un libro para la tarea de Literatura; al ver a Trent entrar a la habitación, le saludó:

- ¡Oh! ¡Ho-hola, Trent! N-no te esperaba verte…

- Prepara tus cosas, Butters.

- ¿Eh? ¿Por qué?

- Convencí a tu mamá de que te deje ir a la fiesta de Bebe en Miami.

- ¡¿E-en serio?!

- ¡Por supuesto!

- Oh… ¡G-gracias, Trent!

- Me las darás después, enano. Ahora ve y prepara tus maletas.

- ¡S-sí!

&%&%&

Desmond Miles observaba el mar desde la ventana de la lujosa habitación del hotel en donde se alojaba durante su estancia en Miami, Florida. Con la camisa abierta dejando ver su cuerpo bellamente esculpido a base de ejercicio y unos pantalones de mezclilla, el hombre bebió un último sorbo de su whisky.

Con amargura, se volvió hacia la cama.

Ahí, envuelta en las suaves sábanas blancas del lecho, se hallaba una mujer de tantas durmiendo plácidamente, una puta más, una infeliz más a quién darle dinero. Una mujer que jamás llenaría la soledad que sentía desde siempre, desde que Lucy Stillman, su primera y única novia, lo abandonara para irse con la muerte.

Aún después de cinco años, el recuerdo de aquella mujer rubia que era su todo, su mundo, su felicidad, su propia redención, todo, había muerto entre sus brazos víctima de un disparo a traición por parte de un pandillero rival. El Desmond de ese entonces 20 años de edad no era el Desmond de ahora, de 25 años: No era ya el muchacho que buscaba luchas por sus sueños sin involucrarse en el turbio negocio familiar encabezado por su padre y sus tíos, sino que era ahora un hombre enfocado justamente en ese negocio familiar, siempre pensando en frío y sin tener tiempo para lindezas, para estupideces como lo era el amor.

Amor.

El amor se burló de él al hacerle pensar que se alejaría de aquél mundo violento en el cual su padre lo crió muy a pesar del deseo de éste de que se apartara del negocio y que hiciera su propia vida en base a sus sueños y esperanzas.

Todo había sido en vano.

Cinco meses de noviazgo con Lucy habían terminado en un tiroteo en el cual ella había terminado como la víctima mortal de una traición que ella cometió solo por salvarle la vida. Ese hecho le hizo jurar a sí mismo que jamás se enamoraría ni mucho menos permitiría que aquella persona, hombre o mujer, fuera arrastrada hacia su mundo y se consumiera en él.

- Levántate, perra – decía mientras sacudía a su amante en turno -. Hay una fiesta a la que quiero asistir