Disclaimer: El potterverso no es mío, es de Rowling.

Este fic participa en el reto temático de octubre Casa Slytherin del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".


Adrian le odia.

Odia no haber sido capaz de echarle de su vida cuando estaba a tiempo, odia que sea importante para él. Aborrece que le bese porque, en el fondo, le gusta.

Es idiota porque tuvo la oportunidad de perderle de vista y no la aprovechó. Pudo elegir no volver a verle nunca más y rechazó la oportunidad. En realidad todo es culpa suya.

Pero es que no le aguanta. ¡Joder! Le borraría esa sonrisilla suya a puñetazos y en cambio es incapaz de borrársela con algo que no sea su propia boca.

Y se la borra, se la borra una y otra vez. Se la intentó borrar con comentarios sarcásticos, con miradas de odio e incluso ignorándole. Y así descubrió que la única manera efectiva para que deje de sonreír es a base de besos. De vez en cuando se intenta convencer de que borrarle la sonrisa es el único motivo de sus besos, aunque es incapaz de creerse sus propias mentiras.

Pero siempre vuelve a sonreír. Aunque no tenga motivo aparente nunca le mira sin esa sonrisa burlona en el rostro. Sonríe por nada y Adrian está convencido de que al final acabará llorando por algo. Y sabe que últimamente el único motivo que tiene para hacerlo es porque a Adrian le pone nervioso.

¿¡Por qué coño parece tan feliz si no tiene nada por lo que estarlo!?

Adrian odia no saber lo que piensa, que detrás de esos ojos castaños y esa maldita sonrisa solo haya secretos. Odia a Michael Corner y odia no conocerle ni la mitad de lo que Michael le conoce a él. Odia que, aunque sea dos años menor, le controle a su antojo. Odia sus miradas de superioridad y que siempre vaya un paso por delante. Odia que en un momento sea capaz de dar la vuelta a todo y hacerle cambiar de idea. Odia que sepa actuar tan jodidamente bien, pero Adrian ya no se cree esa cara de niño bueno, porque ha aprendido que, si alguna vez lo fue, esa etapa de su vida está muy bien enterrada.

Quiere que la serpiente devore al águila.

Necesita que llore. Que llore porque ni su padre ni su hermano le dirigen la palabra porque "es una aberración". Necesita que le eche la culpa. Es cruel, pero necesita que las cosas dejen de resbalarle de una vez por todas.

Quiere que sufra, quiere acabar con esa maldita despreocupación. Necesita que le importen las cosas. Quiere que le grite, que se enfade. Quiere hacerle perder el control aunque sea lo último que haga.

—Michael… —susurra, a duras penas, una noche entre jadeos—te odio.

Y él no solo sonríe, sino que además suelta una carcajada que Adrian se encarga de cortar con un beso, el sonido de su risa le está empezando a gustar y eso le irrita. Con ese beso le demuestra que en cierto modo sí que le odia, odia que sus quebraderos de cabeza sean equivalentes a la risa del otro. No se separa hasta que nota el sabor metálico y sonríe cuando ve la sangre mana poco a poco del labio de Michael. La serpiente ha conseguido que el águila sangre, aunque sea solo un poco.

A Adrian le gusta eso porque aunque no lo parezca es humano, y entonces le odia un poco menos.

Pero le sigue odiando, porque no debería quererle.


Notas de la autora: esta pareja es un vicio y jo, el reto de Slytherin me ha puesto en bandeja escribir sobre Adrian.