Estrechó su abrazo y se estremeció bajo el cuerpo del saiyajin, arrebatada por el placer. Él, al sentirla explotar, aumento sus embestidas para alcanzar su liberación, pero en el momento casi culmine, ella gritó, cortándole la inspiración y la líbido, haciéndolo parar en seco.
- ¡DETENTE VEGETA!
- ¡¿Qué demonios te pasa?! – gritó él, mientras se levantaba, poniendo sus manos a ambos lados de la cabeza de ella y mirándola entre frustrado y furioso.
Bulma se sonrió nerviosa y confesó, avergonzada
- Es que no recuerdo si me tomé o no mis anticonceptivos…
- ¡¿Y esperaste hasta hora para decírmelo?!
- ¡Es tu culpa por negarte a usar los estúpidos condones!
- ¡No voy a cubrir mi maldito miembro con una desagradable goma maloliente!
- ¡Eres un idiota!
- ¡Y tu una inepta!
Se quedaron viéndose con furia un momento, pero enseguida volvieron a besarse y a acariciarse, aunque de un momento a otro el saiyajin preguntó, sin apartar sus labios de los de ella.
- ¿Dónde están?
Bulma se sonrió satisfecha contra su boca y metió la mano debajo de la almohada, sacando lo que él le solicitaba.
