Hola, aquí estoy de nuevo, donde procuro se más constante con las actualizaciones, espero que les agrade.
Free! y sus personajes pertenecen a Kōji Ōji y a KyoAni.
También los respectivos derechos de autor sobre Kill Bill.
Se sentía un fuerte aroma a antiséptico, un lejano sonido de instrumentos metálicos, el murmullo de personas, la voz de alguien en unos viejos altavoces, el zumbido de un mosquito, luego se posó en su piel, dispuesto a obtener su alimento.
Aquel pinchazo le hizo levantarse de golpe, muy asustado observó su alrededor, paredes que alguna vez fueron blancas, viejas y percudidas, una cama incómoda, sábanas viejas y delgadas, también blancas, incluso él vestía una bata del dura tela, para variar, blanca, varios catéteres conectados a su cuerpo con algunas bolsas de suero y otras cosas, que era mejor no saber, colgaban de cada lado de su cama, soltó un grito desgarrador, pues su último recuerdo fue como asesinaban frente a él al amor de su vida, un día antes de su boda.
Un ruido en el picaporte lo volvió a la realidad, fingiría seguir durmiendo, en lo que ideaba un plan para salir de allí.
—¿Ves? Te dije que el chico es lindo, lástima que haya quedado en ese estado, ya sabes la regla, nada de marcas y no termines dentro de él o tendremos problemas con las enfermeras.
Se cerró de nuevo la puerta, dejando a un completo desconocido, con mirada lasciva hacia el chico inconsciente de la cama, dispuesto a satisfacer sus necesidades por el costo de ¥900, según se decía, algo barato en lugar de una prostituta.
Un hombre vestido de traje, comenzó a desnudarse, se colocó sobre el chico de la cama, colocó sus labios sobre el inmóvil cuerpo, cuando menos lo imaginó, estos fueron arrancados de una mordida, derramando sangre sobre la blanca bata, del que creyó hasta ese instante en estado de coma, una mirada vacía, a través de unos ojos esmeralda, se quitó de un tirón los catéteres, aquel hombre, lo miraba con un completo terror.
—¿Dónde está Rin?
—No sé de que hablas...
—Dije, ¿dónde está Rin?
—No sé quien en Rin...
—No me sirves de nada...
Teniendo los catéteres en la mano, se los clavó en el cuello una y otra vez, perforando su carótida, desangrándose en su regazo y de un golpe lo dejó inconsciente para que no pidiera ayuda.
No podía mover las piernas, no sabía cuanto tiempo llevaba postrado allí, tampoco sabía cuanto tiempo lo habían vendido, ideó un plan para salir.
De nuevo, un ruido en el picaporte.
—Bien, Yoshida, se acabó tu tiempo, pronto vendrán a bañar al chico.
Lentamente la puerta se abrió, dejando al ¿médico? estupefacto, el inconsciente cuerpo del hombre que había llevado, desangrándose.
—Mierda... ¿Qué pasó aquí?
Un golpe con la misma puerta lo llevó al suelo, entonces lo vio, cubierto de sangre y una mirada llena de furia, su dulce voz desencajó con aquella imagen.
—¿Dónde está Rin?
—¿Rin?
Un fuerte golpe con la puerta.
—¡Responde! ¿Dónde está Rin?
—No sé quien es Rin...
Asestó más golpes con la puerta, en la cabeza del hombre.
—¡No me has respondido! ¿Dónde está Rin?
—Te lo juro, no sé quien es Rin.
Unos golpes con más fuerza dejaron convulsionando al cuerpo que no volvería a levantarse.
—Tsk... Un completo inútil...
Comenzó a revisar los bolsillos del cuerpo convulsionante, encontrando su billetera y unas llaves, con un llamativo y ridículo colguije en ellas, había una silla de ruedas en la habitación, arrastrándose llegó a ella, entonces comenzó su huida.
Era evidente que aquel lugar donde estuvo internado quien sabe por cuanto tiempo, era un verdadero desastre, un complejo totalmente descuidado, falta de seguridad, y parecía que nadie estaba preocupado por su huida, eso le alivió, no tuvo que dar excusas.
Llegó al estacionamiento del hospital, tratando de adivinar que tipo de auto tendría el hombre que acababa de asesinar, volteó hacía un lado, nada, volteó al otro, sus ojos se posaron sobre una camioneta de color ridículo, justo como el colguije de las llaves, tenía que ser ese, no había más.
Avanzaba con la silla de ruedas entre la fila de autos, llegó a su objetivo, abrió la puerta trasera y se dispuso a concentrarse para volver a recuperar la movilidad de sus piernas, estuvo horas, quizás.
Con pasos aún torpes, salió de la camioneta, para ir al asiento de conductor e irse de una vez por todas de ese lugar, con un objetivo claro en mente, tenía que matar a Rin, pero primero regresaría a Iwatobi, en busca de herramientas y de alguien que probablemente lo ayudaría.
Nota: escribí el capítulo así de corto para probar suerte, publico esta historia simultáneamente en Amor Yaoi, me despido.
Raven off!
