Ese día se cumplían 2 años sin ella, sin la mujer que lo había cambiado, sin su compañera de vida. Ya había olvidado aquellos malos días en el colegio, cuando él se había sentido un cobarde, un mal hombre, alguien completamente diferente a lo que era en estos momentos. Todo gracias a lo que le había entregado su esposa por 13 años, quien odiaba los prejuicios a los que él estaba acostumbrado. Quizás no fue la mejor nuera para sus padres, pero eso no le importaba en lo absoluto, porque gracias a ella su hijo era mucho mejor de lo que fue él en todos sus años en Hogwarts.

Pocos estuvieron de acuerdo en que la enterraran donde se encontraban todos los Malfoy's, porque era mucho mejor que ellos, pero él la quería cerca y que mejor que en la misma mansión donde vivieron sus mejores momentos. Había días que Scorpius se sentaba allí a hablar con su madre y él lo podía ver de lejos, sabía que su hijo pensaba igual que él.

Al igual que el año anterior fue una ceremonia silenciosa, que se mantuvo con su hijo, ya que sabía que a sus padres no les pasaba lo mismo que a ellos. Ambos rubios frente a la tumba con unos ramos de flores.

-Padre-rompió el silencio el joven que estaba a días de cumplir 15 años-más tarde vendrá Rose-miró como su progenitor, quien asentía con tranquilidad- ¿Sabes lo que es un giratiempo?

- ¿A qué viene la pregunta? -no quitó su vista de las letras que decían "Astoria Malfoy".

-Bueno, Rose me relató un par de historias de sus padres- Scorpius notó como su padre fruncia el ceño-la directora le regaló a su madre un giratiempo en tercero.

-Ahora entiendo porque estaba en todas las clases-sobrepuso rápidamente el hombre de ojos grises.

-Se lo pedí a Rose- Dejó el ramo en la tumba de su madre.

Draco no supo cómo reaccionar, porque tenía claro para qué lo quería y no deseaba romper las ilusiones de su hijo, que de vez en cuando lo seguía escuchando pronunciar el nombre de su madre entre los sueños. Él había estado viajando en el tiempo para ver a su esposa, pero era un secreto que guardaba celosamente, porque tenía claro los peligros que traían ese tipo de viajes.

Al levantar la vista su hijo ya se había marchado y se sintió como un cobarde como aquellos años en el colegio, porque no fue capaz de decirle a su propio hijo la verdad. Miró la lápida con una sonrisa torcida, se agachó para dejar las flores y se quedó allí por unos minutos.

Al entrar a la mansión se encontró con su hijo con una sonrisa mirando directamente a una pelirroja de su edad, muy parecida a cierta sabelotodo que había sido su compañera, pero del color de los Weasley.

-Buenas tardes- saludó la castaña en la que estaba pensando, ya más grande, tras de su hija con una sonrisa educada.

-Granger-fue lo primero que dijo el rubio, que no la veía hace años-adelante-hizo un además con el brazo mientras se dirigía a uno de los salones, donde se sentó en su asiento.

El resto lo siguió y se ubicaron en los sillones de cada costado, así Draco podía ver a ambos lugares sin problema. En su lado izquierda se encontraba su hijo junto a la pelirroja, quien al igual que su madre se habían cruzado de pies. Al otro lado la castaña que miraba la mansión con detenimiento.

-Muchas gracias por venir, Señora Weasley- rompió el silencio el rubio menor, mientras Draco pensaba en lo extraño que era el nombre que le había dado a Granger, para él siempre será Granger-Como sabrá mi madre murió hace dos años y me gustaría saber si podría usar su giratiempo-fue preciso, mientras Hermione se sorprendía e intercambiaba miradas con Draco.

-O…Verás Scorpius, es mucho más complejo que eso-comenzó a explicar la castaña, mientras Draco la miraba atentamente.

-Lo sé, pero le prometo que tendré cuidado…es solo que deseo verla-agregó rápido el menor.

-Pequeño, sé que extrañas mucho a Astoria-el joven miró el piso y Hermione intercambió miradas con Draco-pero lamentablemente no podemos usar magia para volver siempre a verla, porque es muy peligroso, con el solo hecho de que algo se caiga podrías cambiar el presente.

- ¿Podría mi madre vivir? -preguntó esperanzado el chico mientras la castaña negaba con la cabeza.

-Scorpius-todos miraron a Draco que por fin había hablado-creo que es mejor que vayas aceptando el hecho que ella ya no estará y vivir de su buen recuerdo-él no sabía decir las cosas de forma pedagógica como Hermione, de hecho era más directo.

-¿Cómo tú?-lo desafío con cierto despecho en sus ojos-Por favor padre, sé que no descansas hace meses y que quieres verla igual que yo-se había levantado de su asiento, mientras Rose tomaba su mano Draco no se movió de su asiento y lo miró de la misma forma-Por favor señora Weasley- se dirigió a Hermione que lo miraba compasiva.

-Pequeño, sé que Rose te contó que yo lo tuve en tercer año- él asintió y ella continuó- pero yo se lo entregue a la profesora Mcgonagall y ese objeto ha pasado por muchos dueños.

-Pero…usted podría hablar con ella para saber dónde está-propuso Scorpius sin perder la esperanza.

-Bueno yo…-comenzó Hermione.

-Basta-se levantó Draco de su asiento interrumpiendo a la castaña-vete olvidando de esa idea-dijo a su hijo que lo miraba con el mismo desafió- no es de Malfoy's andar rogando como un patético-sabía que había sido hiriente e incluso Hermione lo miró de mala manera.

-No es que me importe mucho ser uno-respondió sin pensar Scorpius mirando la mirada de ira de su padre.

-Vete a tu cuarto y no aparezcas hasta la cena-ordenó el padre mientras él joven no se movía-si no lo haces ahora conocerás lo que un verdadero Malfoy es capaz de hacer.

-¿Qué cosa, padre? ¿acobardarse? - río el joven, mientras Rose trataba de evitar que encarara a Draco- Todos lo saben, ¿Por qué crees que en primero los Slytherin no querían acercarse a mí? A diferencia tuya al menos soy Greengrass.

Esa había sido la gota que derramó el vaso, Draco no podía creer que su mismo hijo lo estaba humillando de esa forma y más encima metiendo el dedo en una herida que por años había tratado de curar.

-Greengrass no eres…tus abuelos no quieren ni saber de ti, así que no saques ese apellido en juego-arrastró el oji gris, sabiendo lo que podía haber dolido eso a su hijo- para tu mala suerte vives conmigo y con tus abuelos que si te quieren, esos que dices que son cobardes…y las reglas de este lugar las pongo yo- apuntó hacía una escalera de roble-ahora te vas a ir a tu cuarto a menos que empecemos a quemar tus objetos más preciados para calentar la mansión.

El joven iba a responder pero Rose lo tiró hacía ella, mientras Draco se volvía a sentar mirando como Hermione observaba la situación. No se escuchaba mucho lo que le decía Rose, pero Draco tenía claro que era que fuese a su habitación.

El chico se fue hecho una furia haciendo sonar cada peldaño y al llegar a la puerta de su cuarto se pudo sentir por toda la mansión el gran portazo que había efectuado. Sabía que estaba muy molesto y era capaz de destruir su propio cuarto.

- ¿Puedo ir a verlo? -preguntó tímida Rose, y Draco asintió al igual que su madre, a quien le dio un beso en la mejilla antes de salir del living.

- ¿Cómo va todo en el Ministerio, Granger? - Preguntó Draco cuando la hija de Hermione ya se había ido a ver a Scorpius.

-Bastante atareada, pero bien-admitió Hermione algo incómoda-Sé que no es mi asunto, pero creo que debes medirte al hablar con tu hijo.

-Tienes razón- concluyó el rubio-no es tu asunto…-respondió de forma fría.
-Hablando con Mcgonagall últimamente me mencionó quien tiene el giratiempo- Draco se apresuró en colocar su dedo índice en los labios de él, indicando que lo siguiera, no podían hablar de eso tan cerca de su hijo.

Él la guío pasando varias salas hasta una gran puerta, que parecía ser la biblioteca de la mansión, la que tenía 3 pisos llenos de libros, de madera que hacía juego con los libreros que habían. Hermione observó el lugar bastante interesada, obviamente tenían una excelente colección y eso para ella era muy interesante.

- ¿Qué quieres Granger? -preguntó el rubio cerrando la puerta tras de él.

- ¿A qué te refieres? -interrogó ofendida, pues ella no buscaba sacar nada con la información que tenía.

-Pensaba que eras un poco más decente Granger- Bufó apoyándose en un escritorio mirando por la ventana-vienes a decirme que tengo el giratiempo, para juzgarme…-empezó a declarar cabreado mientras la castaña fruncía el ceño- mi única duda es ¿qué quieres?

-Veo que no has cambiado, Malfoy-soltó de pronto la castaña que se dirigía a él con el valor que la distinguía- piensas que todo gira en torno a ti-el rubio se giró encarándola-el mismo arrogante y presumido de siempre.

- ¿Así y qué más? -el rubio se movió rápido desafiándola con la mirada ya frente a ella- ¿Qué quiere decir una…

-Vamos dilo, para que te saques esa mascara que llevas por años-se notó por unos segundos la diferencia de tamaños, pero ella crecía sola por su valor- ¿Sangre sucia? ¿asquerosa impura? ¿cuál de tus brillantes apodos me dirás?

-No tienes idea lo que dices-el rubio alzó una de sus cejas mirándola con desdén.

- ¿No tengo idea? Entonces aclárame algo- se remojó sus labios para luego preguntar- ¿por qué le ocultas a tu hijo que sigues viendo a tu esposa con el giratiempo?

-No es de tu incumbencia-ladró el rubio molesto-yo no te pregunto ¿por qué andas con cara de culo?

-No entiendes Malfoy…no sabes el daño que…-comenzó Hermione un poco más calmada

-No daño a mi hijo, por eso no quiero que la vea-se apresuró a decir-prefiero que me odie a que se siga lastimando-fue tajante el rubio mirando como la castaña asentía ya tranquila- ¿sufres de bipolaridad Granger? Hace segundos me andabas enjuiciando.

-Aún lo hago-estiró su mano y miró al hombre directamente-dame el giratiempo Malfoy- ordenó abriendo la palma de su mano.

- ¿Se te zafó un tornillo? -soltó una carcajada, pero luego se dio cuenta que ella hablaba enserio- ¿por qué tendría que dártelo?

-En primer lugar porque no es correcto utilizarlo-vio como Malfoy estaba a punto de reír- segundo, porque tu hijo puede encontrarlo y te terminaría odiando- hizo una pausa mientras el rubio se colocaba ambas manos en los bolsillos de su capucha- tercero es mío, Mcgonagall me lo regaló nuevamente, por eso vine a pedírtelo- Draco iba a decir algo pero ella se apresuró- y por último solo te dañas con eso.

-Así que por eso viniste siempre…- empezó a acechar a la castaña como si fuese su presa- ¿Quieres arreglar tu vida con el pobretón? -mostró sus dientes blancos mientras continuaba girando- ¿Al fin te diste cuenta que querías a San Potter?-De pronto cayó en algo importante- ¿Por qué a ti te importa si yo me daño o no?- paró justo frente a ella quitando las manos de sus bolsillos, observando a la castaña.

-Ya hablas tonterías- notó como quitaba las manos de sus bolsillos y sacó rápidamente su varita- Accio giratiempo-así salío el pequeño objeto del bolsillo de Draco y se depositó en la mano de la castaña-Por tu hijo- se dio media vuelta para marcharse.

Él no esperaba otra respuesta, pero cuando ella se había girado para darle la espalda se molestó y la alcanzó con un par de zancadas, antes de que ella llegara a la puerta la aprisionó con su cuerpo contra el estante más cercano y tomó la manó donde ella tenía el giratiempo, que se encontraba cerrada. Al mirar a sus ojos algo pasó, como si una fuerte corriente eléctrica pasaba una y otra vez.

Ambos se vieron a sí mismos en Hogwarts en el baño de los prefectos. Él se encontraba mirándose al espejo, ofuscado, porque sabía que le tocaba hacer algo que no deseaba hacer. Ella había entrado llorando y no se percató de quien estaba allí. Se miraron por unos segundos, sin decirse nada sabiendo en la miseria que podía estar cada uno. Ella se iba a marchar pero fueron las palabras de Draco que la detuvieron.

-No gastes lágrimas en tonterías-Se giró para mirarla mientras se apoyaba al lavamanos-guárdalas para lo que sea realmente importante...algo que lo merezca.

Draco sentía como su marca tenebrosa se movía nuevamente, pero no podía caer, al menos no frente a ella, quien se había dado vuelta y había caminado hasta él, se limpió una de sus lágrimas con la mano.

-¿Malfoy?- lo vio con el rostro que jamás había pensado verlo, destruido, sin su sonrisa altanera de siempre, sabía que sus problemas con Ron no estaban ni cerca de lo que él podría estar viviendo-no luces bien…deberías ir a la enfermería.

Él negó mientras desviaba la vista y se concentraba debido a lo que sentía por la marca que lo estaba aprisionando. Comenzó a respirar con más lentitud. Ella se percató y se acercó rápidamente y antes que él se pudiera desmayar lo abrazó. Él simplemente se apoyó en ella, sintiendo el aroma de la castaña, que lo mantuvo preocupado más de eso, logrando que su atención se centrará en ella.

-No todo dura para siempre, vas a estar bien- lo animaba la castaña que acariciaba de vez en cuando su espalda.

Ella había olvidado lo que había ocurrido con Ron en la fiesta para celebrar la hazaña de él en quidditch, ya que se estaba embriagando con el aroma a menta que expelía de su cuerpo el rubio. Los brazos del rubio reaccionaron colocándose alrededor de la cintura de ella y su rostro poco a poco quedó frente al de ella, mirándose directamente.

-Eres muy inocente Granger-sonrió de lado de manera bastante sexy, sentía los latidos del corazón de ella, como se aceleraban-ellos no te saben valorar-tomó con una de sus manos el mentón de ella mirándose fijamente.

Ella no podía articular nada estaba petrificada con lo que hacía Malfoy, pero su corazón bombeaba a mil por hora. Draco Malfoy era uno de los chicos más queridos en Hogwarts y ella a pesar de que su corazón lo tenía cierto pelirrojo en aquel momento estaba vuelto loco por la cercanía de alguien que ella nunca se esperó, se mordió el labio.

Él la miró detalladamente mientras acariciaba su mejilla, notando que ya no era la sabelotodo de la que siempre se burlaba, estaba hecha una mujer. La única persona que había sido capaz de hacerlo olvidar su misión.

Todo volvió a la biblioteca de la Mansión Malfoy de pronto. Ambos se separaron rápidamente y se miraban con curiosidad ¿qué había sido todo eso? Era primera vez que habían visto esa escena y estaban casi seguros, por todo lo que había provocado en ellos mientras volvían a estar en sus cuerpos de adolescentes, observando y sintiendo lo que parecía un recuerdo.