Disclaimer: Tengo que aclarar que los personajes no son míos, como todos saben, pertenecen a la mente prodigiosa de la Sra. Meyer. Yo solo juego con ellos, intentando que ese juego los entretenga a ustedes.
Este Fic está dedicado a mi hermana Carolina, mi mejor y mayor crítica, un ejemplo en mi vida, gracias por tus buenas ideas, eres "mundial" y te amo por eso y más.
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Capítulo 1
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Somos Fuertes
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…What doesn't kill you makes you stronger, stronger
Just me, myself and I
What doesn't kill you makes you stronger
Stand a little taller
Doesn't mean I'm lonely when I'm alone…
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Lo que no te mata te hace más fuerte, más fuerte
Solo yo, yo conmigo misma.
Lo que no te mata te hace más fuerte
Medir un poco más
No significa que esté sola cuando estoy a solas.
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Stronger – Kelly Clarkson
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Se estaba cuestionando si esta había sido una buena idea.
Forks no era precisamente un lugar para "distraerse", definitivamente no. Para un retiro espiritual, para pensar hasta el cansancio, tal vez, ¿pero para distraerse? No, no cabía en ese renglón.
Amaba Forks, le gustaba Seattle la ciudad donde había nacido y permanecido gran parte de su vida, pero amaba los veranos que pasaba en casa de su Abuela Marie en Forks. Amaba el verdor, sus bosques, su gente, aunque odiara pescar, cosa que su padre jamás había dejado de hacer desde que su Abuelo Arthur le enseño a los 6 años.
Amaba la naturaleza que les rodeaba y perderse casi todo el día en el bosque, aunque su madre y padre temieran perderla de nuevo como había ocurrido el verano de su décimo cumpleaños. Charlie y el equipo de rescate del pueblo habían pasado 5 horas buscándola luego de que había anochecido. La encontraron acurrucada en el tronco hueco de un árbol donde se había quedado dormida, acurrucada al lado de una pequeña ardilla herida que había encontrado horas antes. Estaba soñando con llevarse al pequeño animalito a casa cuando el revuelo afuera la despertó. Bella recordaba haberse despertado molesta con su padre y sus amigos por haber perturbado su sueño y despertar a todos los animales del bosque.
Charlie había protestado durante algún tiempo diciendo que la próxima vez que se perdiera no movería un solo dedo para buscarla y siguió protestando hasta que la Abuela Marie le dijo que debería cerrar su boca y no protestar porque su hija siguiera su ejemplo, ya que él también se había perdido algunas veces en los mismos bosques cuando era niño. Desde ese día cada vez que quería protestar, Renée lo amenazaba con llamar a la Abuela para que ella contase esa o las innumerables aventuras vergonzosas de su infancia.
Pero lo dicho, Forks no era un lugar de distracción, era un lugar de reflexión y Bella pensaba que ya había reflexionado lo suficiente. El último año y medio había sido el tiempo más difícil de su vida y sentía que ya estaba apta para pasar la página.
Si es que su familia se lo permitía.
Los Swan eran una fuerza avasalladora.
Cuando Bella se enteró de todo lo que Eric Yorkie había hecho quiso recluirse en sí misma y alejarse de todos. Su depresión fue tal, que paso días sin siquiera querer salir de su propia cama. Y si no hubiera sido por uno de los "presentimientos" de su madre y por el "accidente", los Swan no hubieran sabido cuales eran las intenciones verdaderas de Eric y cuánto daño le había causado a Bella con sus actos.
Una vez que su madre entro en el pequeño departamento que alquilaba en Tallahassee, después de haber llegado del hospital y había descubierto el estado de depresión en que había estado Bella y en el que aún permanecía, los Swan cayeron sobre ella como la plaga –en el buen sentido–. Charlie quería llevarse a "su niña" a casa para cuidar de ella él mismo y sus hermanas querían despellejar a Eric "muy lentamente". Bella sospechaba que algo de eso debió haber pasado, pues se enteró más tarde que Eric había tenido ciertos problemas con sus trabajos y en su vida personal y no dudaba que sus hermanas tuvieran algo que ver con ello.
—Pero basta —dijo Bella hacia la inmensidad del bosque—. No es posible Bella Swan que sigas pensando en estas cosas, pasó y listo, hay que seguir adelante.
Bella siguió protestando sobre sí misma, alejando su espesa cabellera castaña de sus ojos a medida que caminaba a través del bosque. Prefería eso, para ella era mejor dar un paseo por el bosque antes que acompañar a su hermana Rosalie a la casa de su amigo Paul Lahote para seguir con sus planes de boda, cosa que no sabía si la aburría o la deprimía aún más estando en su estado.
—Tú lo sabes Bella, tu eres una mujer fuerte —siguió quejándose—, eres una Swan y los Swan no se derrumban, solo tropiezan y se vuelven a levantar.
Bella atravesó una fila de árboles que conocía a la perfección, había estado allí tantas veces que tenía la impresión de que podía llegar hasta con los ojos vendados. Dejo la fila de árboles y sintió brillar de manera tenue el sol de aquella mañana de principio de otoño, mientras que las ramas daban paso a una amplia zona del bosque despojada de árboles, cuyo suelo estaba cubierto por las pocas flores que se mantenían firmes en aquella época del año.
Su Prado.
Le encantaba aquel lugar, lo había descubierto en alguno de sus recorridos de verano cuando era niña y siempre que estaba en Forks le gustaba volver a él.
—Y sí, yo lo soy —siguió con su diatriba—, soy una mujer fuerte, soy una profesional exitosa, ¡tengo fans por Dios! No puedo ser un ejemplo patético para la juventud, ¡yo no!
Bella, a sus 24 años, había publicado una serie de libros infantiles y juveniles que habían sido un éxito inmediato y sí, tenía fans, los niños y muchos adultos hacían largas colas para obtener un autógrafo en sus libros de la famosa Bella Swan.
—No, yo no, soy buena en lo que hago, muy buena —replicaba Bella—. ¡Por favor! Vendo tantos libros como J.K. Rowling y eso es mucho que decir.
Bella rio para sí misma, ese era un argumento que su madre siempre utilizaba para animarla y en sus sueños más locos le gustaba pensar que su madre podría tener razón, "podría".
Bella aún estaba enfrascada en sus ideas de auto ayuda cuando se fijó en un bulto semi oculto en una de las esquinas del Prado, cerca de otra hilera de árboles en el lado norte. Por un momento se asustó. Abrió de par en par sus ojos color chocolate y se dijo así misma que podría ser algún animal del bosque que estaba ocultándose de quien interrumpía su descanso. Bella pensó que podía ser un cervatillo, aunque temió que fuera algún lobezno o un cachorro de oso, pero esa era una zona del bosque en la que ellos no abundaban y por eso le extraño.
El misterioso bulto estaba cubierto por alguna tela color violeta y se movía de manera constante, la curiosidad de Bella pudo más que su miedo. Mientras se acercaba, observo que del bulto sobresalía cabello, ¡si, cabello! Una masa de cabello rubio se expandía por el suelo y fue cuando Bella se dio cuenta que el extraño bulto no era otra cosa que un pequeño niño acurrucado que temblaba sin control.
Bella apresuro el paso y se arrodillo junto al pequeño para conocer su estado. La niña –pues Bella descubrió su largo cabello rubio y sus finas facciones–, tenía los ojos cerrados, los labios pálidos casi azulados y sus manos y piernas temblaban de manera descontrolada. Bella busco el pulso en su pequeña muñeca y lo sintió leve, cosa que la asusto muchísimo, más que si hubiera encontrado en el Prado a un animal salvaje.
Miro a uno y otro lado del Prado, tratando de descubrir también a algún adulto que estuviera acompañando a la niña, pero no descubrió a nadie.
—¿Oh Dios que haces aquí en medio del frío? —pregunto.
La niña no respondió a sus preguntas y Bella temió que hubiera entrado en shock por la hipotermia. Tuvo que concentrarse y poner su mente a pensar a gran velocidad, caminar con la nena en brazos hasta la casa de la Abuela Marie le tomaría más de 20 minutos, entonces no lo pensó demasiado y con eso tomo a la niña y corrió lo más rápido que podía. Sabía que si la nena había entrado en shock no tenía mucho tiempo y sintió su pecho contraerse al ver la cara de la niña que tenía en sus brazos.
—Somos fuertes nena, lo somos, podemos con todo, sigue conmigo pequeña, quédate conmigo.
Bella solo rogaba por dos cosas mientras corría con la nena en brazos, en la supervivencia de la nena y en que no tropezara y cayera. Paso por su mente el hecho de que la niña estaba sola y no existía evidencia a su alrededor que le dijera a Bella como había llegado allí. Pero no le importo, lo importante era la niña en sus brazos, mantenerla en calor y no permitir que su corazón se detuviera. Luego, como siempre se decía así misma, "lidiaría con lo que viniera".
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