Cuéntame una historia... ¡Que no sea de terror!
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Drew y May se encontraban felices porque después de mucho tiempo por fin podrían pasar una velada a solas, era verdad que nada les daba más dicha que los paseos en el parque con la pequeña June, o esos esporádicos viajes a las playas de Hoenn, pero a veces los achacaba la nostalgia de los días de noviazgo en los que podían adentrarse en los bosques por un largo tiempo...

El problema siempre era ver quién se quedaba a cuidar a su pequeña, era increíble que en la ciudad existiera una guardería para pokémon pero no para niños y los padres de ambos vivían lejos de su nuevo hogar; Max había decidido seguir los pasos de Ash por lo que siempre se encontraba de viaje, y en lo que respectaba al joven de cabello color azabache, bueno... posiblemente ni siquiera se encontraba en la región sino en un universo paralelo (y a sabiendas de las extrañas cosas que le ocurrían, había posibilidades de ello...). Al final la lista se reducía a una persona, una que milagrosamente dijo que sí.

Sonó el timbre y fue la joven dama quien abrió gustosa. Como su extraño ritual lo marcaba, dejó el abrigo en el perchero, saludó a May de beso y con Drew simplemente se limitó a hacerle un ademán y a decirle que le sorprendía que no se estuviese quedando calvo ya. Y como siempre, le respondió que él era el 'anciano' que debía empezarse a preocuparse por la cabellera. Antes de poder contrarrestar la bienvenida, una criaturita de pelo castaño claro -casi rubio-, ojos verdes, piel blanquecina y una pijama en forma de Teddiursa que él mismo le había diseñado, bajó la escaleras.

—¡Tío Harley! —gritó felizmente la niña abrazando la pierna del coordinador.

—June, cariño, ¡mira cuánto has crecido! Me alegra ver que no te vas a quedar tan chaparra como tu mamá —una pequeña gota se deslizó por la cabeza de May mientras que una vena roja sobresalía de la de su marido.

—Trataremos de estar aquí antes de las diez, tiene que irse a dormir mucho antes de eso —dijo Drew haciendo aquel gesto con el cabello que lo caracterizaba de más joven.

—Claro, no voy a dejar que a esta preciosura le salgan ojeras.

—Tío Harley... ¿Cuándo tendré sobrinitos para jugar?

—Eh... linda, no creo que eso pase pronto... o nunca —murmuró entre dientes.

—Obvio no si sigue saliendo con hombres —secreteó Drew.

—No seas así, amor; yo creo que todavía sigue dolido de que Solidad lo haya dejado por Robert, pero ya verás que en cuanto se sienta mejor se conseguirá una buena mujer.

Drew y May habían olvidado su extraordinaria cualidad para poder escuchar todas las conversaciones que lo involucraban y de no haber estado la niña presente no se hubiese limitado a irse contra ellos sólo con palabras.

—No vas a necesitar sobrinitos porque esos granu... digo, tus papis van a ir a comprarte un hermanito —atinó a decir no sin antes voltear y sacarles la lengua a ambos.

—¿De verdad? Mami, papi, ¿puedo ir a escogerlo?

—N... No, mi amor, creo que aún es muy pronto como para 'comprarte' uno; tu 'tío' no sabe de lo que habla —explicó May tratando de apaciguar la situación aunque tampoco se resistió a regresarle el gesto.

—Como sea, se nos hace tarde. June, sabemos que te portarás bien así que vigila que Harley sea quien no haga diabluras.

—¡Está bien, papi! - contestó la niña mientras su excéntrico niñero sonreía forzadamente despidiéndose de la pareja.

—Por fin se fueron. Bueno, mi niña, es hora de que te entretengas un poco... ¡Wiggly, preciosura, sal y demuestra cómo ganamos la copa en Florestia! —el orejudo pokémon apareció y efectuó la última rutina ensayada. Al terminar, June aplaudió muy fuerte al ver tan magnífica presentación.

Tras el pequeño show, estuvieron viendo televisión, uno de esos programas del mundo del espectáculo que a él le encantaba pero que con toda seguridad los padres de la niña no le autorizarían ver. Al finalizar, fueron al comedor donde Harley le sirvió unas galletas que él mismo había horneado antes y un vaso de leche.

—¡Están riquísimas! Cuando sea grande, yo también quiero hacer unas así.

Una gran sonrisa se pintó en el rostro del coordinador y unas lágrimas de Totodile comenzaron a desfilar por sus mejillas.

-¿¡Ver...Verdad que sí!? ¡Ay, me hace tan feliz saber que tú sí saliste con buen gusto! A saber de dónde lo sacaste... Pero no hay nada mejor que escuchar buenos cumplidos —contempló a la niña y puso la mano sobre su cabeza—. Si tan sólo tu madre hubiese dicho lo mismo hace veinte años...

June miró con desconcierto esa mirada nostálgica que apuntaba a mucho tiempo atrás, pero pronto regresó a la normalidad y alegó que ya era hora de irse a acostar si era que deseaba llegar a grande teniendo un cutis tan perfecto como el suyo. Subieron hasta su habitación, prendió su lamparita en forma de Chinchou y acomodó sus cobijas de tal modo que no fuera a pasar frío.

—Tío Harley... ¿Me cuentas una historia? Porfa, di que sí.

—No puedo negarte ese favor después de tan bello cumplido, así que —apagó la luz y sacó una linterna que puso bajo su ahora tétrica mirada—… será mi mejor relato.

Espantada, June se ocultó bajo sus cobijas.

—¡Pero que no sea de terror! —Harley rió al ver que había salido igual de asustadiza que May.

—Oh, está bien, creo que ya sé qué contarte, aunque en realidad sí se trata de una historia terrorífica para mí. Te contaré sobre las penas del príncipe Cacturne por la doncella Skitty. Verás, había una vez...