Hola a todas y todos, ¿me extrañaron? xD Como les prometí, aquí está el fic que vendría después de EOLG 2: Los Caballeros de la Luna.
Haré una trama con saltos en el tiempo, pero será de forma lineal. Quiero decir que sólo haré saltos al futuro, pues este será un fic de corta duración, pues el siguiente proyecto lo realizaré con más contenido. (Sí, la precuela).
El inicio se sitúa tres días después de la derrota de Maldad. Es todo por ahora. Disfruten :)
Capítulo 1: Guardiana de la Paz y la Armonía
Shelby, Montana, Estados Unidos de América
Caminó con los pies descalzos hasta la cocina y tomó una botella de vidrio que contenía leche. Se sirvió un poco en un vaso de cristal y permitió que el líquido blanco refrescase su boca antes de descender por su garganta. Le encantaba la leche.
Vivía en un pequeño departamento que pagaba por adelantado al dueño. El lugar no era gran cosa, pero lo consideraba lo más cercano a un hogar, o un santuario en el cual podía ir a pensar en completa tranquilidad.
Piso de madera, paredes de color blanco, una cama individual, un baño, un ropero, una pequeña cocina bien equipada, una mesa redonda de madera para cuatro personas, y una ventana que le permitía ver las calles desde el tercer piso de aquel edificio.
Dejó el vaso en el fregadero, después lo lavaría. Se dirigió al baño con las piernas desnudas. Se miró al espejo, reparando en sus ojos grises de un tono pálido y en su cabello castaño que le llegaba a los hombros; estaba muy alborotado y despeinado, pero poco le importaba.
Vestía un suéter de lana de color azul y unas bragas blancas. Lo primero que hizo al llegar tres días atrás, fue desvestirse hasta quedar en ropa interior; posteriormente, se retiró el sujetador y se vistió con el suéter; bebió un poco de agua y se echó sobre la cama.
Volvió a la cocina y comenzó a devorar una manzana, después de beber un vaso de agua por completo.
Se dirigió a la ventana y observó las oscuras y vacías calles de Shelby, siendo alumbradas por la tenue luz de la luna. Levantó su mirada hacia el satélite natural, mirándolo de forma interrogante hasta que su luz se hizo más intensa, reflejándose en sus grises ojos.
"Habrá una nueva guardiana, estos tiempos lo requieren" Habló la voz más bonachona y amable que se hubiese escuchado sobre la Tierra.
-Y me lo dices porque…
Hubo silencio y la castaña abrió los ojos como platos, mostrándose indignada y sorprendida a la vez.
-¡Ah no! ¡Eso sí que no! No me convertiré en guardiana, estarías bajándome de puesto. Además, yo no soy exactamente la candidata modelo para ser guardiana de la niñez.
"Lo sé. Pero no te lo digo porque vayas a ser parte de los guardianes. Te lo digo porque tú irás a buscarla"
-¿Buscarla? Entonces es una mujer. ¿No deberían los guardianes reclutarla?-Preguntó tomando asiento en la pequeña cama, la cual no se encontraba lejos de la ventana.
"Me gustaría que la ayudases a aceptar su nueva vida, antes de conocer a los Cinco Grandes."
-Eso quiere decir que seré niñera.-Se cruzó de brazos disgustada y alzando una ceja.- No te ofendas, Manny, pero ese no es mi trabajo.
"Tómalo como una misión por mi parte y como un favor para ella." La castaña bajó la vista, pensando sobre su decisión. Al final dio un largo suspiro y resignada se puso en pie.
-Bien, ¿cuál es mi destino?
"Freud te llevará, él ya sabe a dónde debe ir."
La ojigris fue hasta el armario y se vistió con unos vaqueros, se colocó un nuevo sostén y se puso una remera de color roja. Posteriormente se calzó unas botas, se peinó lo mejor que pudo, tomó las llaves del apartamento y salió.
Una vez fuera del edificio, sintió el frio calarle hasta los huesos y deseó haber traído un suéter.
Shelby era una pequeña ciudad que había sido abandonada en su mayoría debido la guerra que azotaba al país y a gran parte del mundo. En aquella ciudad sólo se mantenían aquellos que alegaban que un pequeño conflicto no los sacaría de sus hogares sólo para que el gobierno se adueñase de las casas.
La castaña caminó hasta las afueras de Shelby, aspirando el aroma de sus campos verdes; entonces, una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar lo hermosa que era la Madriguera. La ojigris caminó un poco más hasta que logró divisar a un caballo de pelaje negro que parecía esperar su llegada; se acercó hasta él y le acarició el cuello con suavidad.
-Hola Freud, estás un poco sucio, ¿baño de tierra?-El caballo relinchó, elevando un poco sus patas delanteras.- Sí ya comprendí, primero las prioridades y después las preguntas.-La castaña se montó de un salto en la silla plateada.- No tomes mucha altitud, olvidé abrigarme.
El caballo, que en realidad era un pegaso, desplegó sus enormes alas y las batió con fuerza mientras corría por el campo. Freud despegó con la castaña en la montura.
Volaron durante horas, presenciando el amanecer, manteniéndose a poca altitud; el pegaso incluso podía tocar el agua del océano con sus cascos.
Retornaron a tierra, adentrándose en el sur del continente americano. Finalmente Freud descendió en una ciudad totalmente vacía y parcialmente en ruinas. Algunos edificios habían sido alcanzados por llamas días atrás, las calles estaban repletas de cristales rotos, automóviles abandonados y mucha basura. Ni un alma se encontraba por aquel desolado lugar.
-¿Estás seguro de que este es el lugar?-Preguntó la castaña mientras se apeaba del pegaso. Éste bufó.- Si tú lo dices.
La ojigris caminó con lentitud por la vacía y silenciosa calle, mirando a todos lados, esperando alguna señal de vida en aquel solitario lugar. Se detuvo a observar algunos casquillos de bala desperdigados por el piso; levantó la vista y la vio: una adolescente desplomada sobre el pavimento.
Corrió hasta ella; su piel estaba muy pálida y tenía una herida de bala en su pecho. Estaba vestida con unos vaqueros y una cazadora café; poseía una cabellera negra muy larga y en su rostro estaba dibujada una expresión de confusión y de dolor. La jovencita no tenía ningún signo de vida y tenía los ojos cerrados; a su alrededor había un charco de sangre espesa.
La castaña sabía que había encontrado a la indicada cuando Freud se acercó a ella, relinchando con ansiedad. Tomó el frío cuerpo sin vida de la adolescente entre sus brazos y la montó en el pegaso con algunas dificultades, pero manteniendo siempre una delicadeza enorme por respeto al cadáver; acto seguido, se montó de un salto en Freud y éste no tardó en tomar impulso y despegar, batiendo sus poderosas y emplumadas alas.
Volaron durante muchas horas hasta que retornaron a Shelby, bajo la luz de la Luna. Aterrizaron en el campo verde y desolado a las afueras de la ciudad; luego de desmontar, el pegaso se marchó, surcando los cielos con total libertad y elegancia.
La castaña colocó el cadáver de la jovencita en el piso con sumo cuidado. La luz de la Luna se proyectó sobre el cuerpo sin vida de la pelinegra hasta que se hizo imposible verla a través del cegador haz de luz. El suceso terminó de forma abrupta, revelando que la pelinegra ahora estaba ataviada con un vestido inmaculadamente blanco y su piel era morena, repleta de vida.
La pelinegra abrió los ojos con lentitud, respirando con suavidad; se sentó, mirando a todos lados y posteriormente se incorporó. Se inspeccionó a sí misma con la mirada, completamente extrañada.
-Hola, ¿te encuentras bien?-Preguntó la castaña, acortando distancia entre ella y la pelinegra.
-¡Aléjate de mí!-Bramó la pelinegra, echando a correr hacia la ciudad.- ¡Ayuda! ¡Por favor, ayúdenme!
La castaña corrió tras ella y se le lanzó encima, cayendo ambas a la tierra. Forcejearon durante un rato, hasta que la ojigris logró situarse sobre la pelinegra, tomándola de las muñecas con fuerza y conteniéndola, sujetando sus manos a ambos lados.
-Tranquila, no te haré daño.-La pelinegra gemía y chillaba mientras se retorcía, tratando de liberarse.- Mírame.-La jovencita cerró los ojos, reprimiendo las lágrimas y ahogando gritos desesperados.- ¡Mírame!
Abrió sus ojos castaños con timidez, encontrándose con un par de penetrantes ojos grises que la miraban de forma interrogante.
-No me lastimes por favor.-Pidió la pelinegra al borde del llanto, cesando sus forcejeos y relajando su cuerpo pero sin controlar su agitada respiración, y sudando frío.
-Te prometo que nada malo te va a ocurrir. Voy a soltarte, me acompañaras a un lugar seguro y tendremos una tranquila charla como personas civilizadas ¿está bien?-La miró con calidez pero sin sonreír. La pelinegra no dijo nada, estaba confundida y aterrada.- ¿Está bien?-Insistió la ojigris. La aludida asintió con suavidad.
La castaña se apartó lentamente, lista para reiniciar su persecución de ser necesario; pero la resucitada no intentó nada. Le hizo señas para que la siguiera.
Ambas caminaron hasta Shelby en completo silencio; anduvieron por las silenciosas y vacías calles de la ciudad, mientras su camino era iluminado por la tenue luz de la Luna. Llegaron hasta un edificio de tres pisos de alto, pintado en color blanco; entraron por la doble puerta de cristal, encontrándose con una recepción completamente desierta, iluminada por los focos en el techo. Subieron por las escaleras de servicio, sin romper el silencio.
Cuando entraron en el departamento la castaña le ofreció a su invitada una silla en la mesa redonda; ésta última aceptó el ofrecimiento.
-Es lo único que puedo ofrecerte para comer.-Dijo la castaña luego de depositar en la mesa un cesto repleto de frutas muy frescas y tomar asiento. La pelinegra miró el alimento con desconfianza, manteniendo sus manos en su regazo.- Adelante, toma cuanto quieras, con confianza.-Pero la ojicastaña no se movió ni un milímetro, observando a su anfitriona y la fruta con temor.- Bien, comenzaré yo.- La castaña tomó una manzana, la mordió, la masticó y la tragó. Posteriormente sonrió.- ¿Lo ves? Nada que temer. Sé que tienes hambre, tu estómago te delata.-La pelinegra se sonrojó al percatarse del concierto que estaba armando su estómago y desvió su mirada.
La pelinegra tomó una banana (plátano) con timidez; retiró la cascara y la ingirió con lentitud. Acto seguido, se hizo con un montón de fruta que comenzó a devorar, sin preocuparse en lo más mínimo por los modales, armando mucho ruido al morder, y sorber los jugos del delicioso alimento.
-¿Tienes nombre?-Preguntó la castaña; su invitada se detuvo de golpe, dejando caer los trozos de fruta sobre la mesa. No hubo respuesta, sólo una mirada tímida por parte de la ojicastaña.- Yo soy Aelia.
-Sofía.-Fue la simple respuesta de la pelinegra.
-Bonito nombre. ¿Qué edad tienes Sofía?
-Diecisiete.
-¿Tienes algún familiar?-Sofía negó con la cabeza.- ¿Hermanos o hermanas?-Negó nuevamente.- ¿Padres?
-Soy huérfana, no tengo ningún familiar cercano.-Inclinó la cabeza.- ¿Qué hay de ti?
-Una hermana y cuatro hermanos.-Respondió Aelia, captando una mirada sorprendida por parte de Sofía.- Bueno…tengo un hermano de sangre. Los otros los considero de esa manera, pues son como una familia para mí.
-¿Cómo…siendo extraños son tan unidos?
-La familia no sólo se trata de sangre. No comienza ahí y tampoco termina ahí. Aquellos que se preocupan por ti, que te aceptan tal y como eres, que perdonan tus errores. Eso es familia, están ahí para cubrirte la espalda, incluso si duele. Lo mismo sucede con un grupo de gente que conocí hace tiempo, son cinco. Grandes personas, comienzo a tomarlos como familia después de todo por lo que hemos pasado.
-Eso es…fantástico. Yo solo he tenido a alguien así en mi vida. Tú en cambio, tienes todo un grupo de gente.
-Podría presentártelos. Podrían ser tu familia también.-Aelia notó como Sofía entre cerraba los ojos.- Pero puede esperar, por ahora debes descansar.
-Yo…no estoy segura…es decir, no me siento cómoda con todo esto. Apenas te conozco.
-No tienes nada de qué preocuparte, no muerdo. Puedes dormir en mi cama.-Aelia se puso en pie, tomando por los hombros a Sofía con delicadeza y guiándola hasta la cama.
-¿Qué hay de ti?-Preguntó la pelinegra una vez envuelta entre las cobijas, al descubrir el reducido tamaño de la cama.
-Me las arreglaré.-Le dedicó una sonrisa para brindarle confianza. Al instante la pelinegra cayó en un profundo sueño.
"Paz y armonía, ese es su centro." La luz de la Luna se filtraba por la ventana de la habitación.
-Los eliges muy jóvenes, nunca comprendí tu razón de hacerlo. Pero no quiero saberlo. ¿Cuándo estará lista?
"Eso te corresponde a ti decirlo." Aelia se cruzó de brazos, acercándose al marco de la ventana.
-Será lento, no quiero abrumarla.-Dijo, mirando de reojo a Sofía.- Buenas noches, Manny.
Fin del capítulo. Gracias a todas y todos por leer. Se aceptan comentarios, sugerencias, críticas, etc.
Espero que les gustase, pues apenas es el inicio. No olviden dejar un comentario, pues me alienta a seguir y me hacen pasar un buen rato :) Se habrán dado cuenta de que en la información del fic aparece esto [Bunnymund, OC]. Tal vez, sólo tal vez, tenga algo planeado entre nuestro querido pooka y nuestra querida Aelia ;)
Cuídense y Saludos :D (Sí, ahora no será :), sino :D)
