Disclaimer: Esta historia no me pertenece, es una adaptación al anime Anohana. Los personajes pertenecen al gran Mr. Warburton.

Notas de autora (2019): Bueno, después de casi cuatro años me encuentro aquí. Esto principalmente es una corrección del documento, pues soy consiente que tiempo atrás no tenía la misma capacidad de redacción que ahora. Más que nada, corrijo esto por dos razones; la primera, quiero mejorar la narrativa para aquellos que no han leído mi adaptación; y la segunda, pienso volver a la plataforma con nuevos trabajos, pero para ello quiero tomar práctica corrigiendo trabajos anteriores. Sin más que decir, gracias por su atención y espero que lo disfruten.

―Diálogos―

"Pensamientos"

Flashback


La mañana era un perfecto escenario. El sol brillaba y la gente aprovechaba esa ocasión para salir pasear, ya sea entre amigos o en familia. ¿Quién se perdería tal maravilloso día? En efecto, para Wallabee Beatles nada de eso tenía algo en especial. Sólo un día más cualquiera, haciendo lo que más le gustaba; jugar videojuegos.

En su pequeña habitación se esforzaba al máximo por derrotar al jefe final. Estaba convencido que el acabar este juego le provocaría un poco de satisfacción, aunque no estaba seguro de saberlo, hacia mucho tiempo que no sentía nada. Con la velocidad de un experto, presionó los botones de su mando a medida que la adrenalina iba en aumento. Tal intensidad hizo que se levantara de su asiento, acercándose poco a poco a la pantalla con un gesto que parecía una pequeña sonrisa.

― Muere, maldito…― susurró entre dientes.

― Oh, ¿estás jugando de nuevo?― le dijo la voz de una chica a su espalda.

Wally dejo caer el control al suelo respirando con dificultad. Lo había tomado por sorpresa. Su corazón palpitaba rápidamente pero no tardó mucho en calmarse. Su gesto se endureció notoriamente. Con un suspiro, dejó de lado la consola y se dirigió a la cocina, como si nada hubiera pasado.

―¿Te asuste? ¡Lo siento mucho!―dijo ella tomando lugar a su lado, sin recibir respuesta alguna.—Oye, no me ignores.

Él se detuvo de repente provocando que la chica casi tropezara. Wally le dio una mirada dura como si la quisiera ahuyentar sin palabra alguna. Sin embargo, ella sólo lo miro con curiosidad para después darle una pequeña sonrisa tímida. En seguida él se aparto, volviendo a su destino inicial.

Ya una vez en la cocina preparó su desayuno sin muchas ganas, a pesar de que la nevera estaba llena tenía poco apetito.

―¡Yo también quiero comer!― exclamó― Oye… ¿Dónde está el cereal de los simios arcoíris?…― otra vez sin respuesta, estaba perdiendo la paciencia. Estuvo apunto de reclamar hasta que alguien más entró a la habitación.

― Campeón, ¿Qué estás haciendo?― preguntó el padre del chico. Wally y la chica voltearon a ver al hombre de expresión cansada pero sin borrar la sonrisa de la cara.―Eso huele delicioso. Haz uno para mí.

― Buenos días, Señor Beatles. ― saludo cordial ella siendo ignorada.

― Esta bien― respondió Wally a su padre.

― ¿Ah? ¿Por qué no tienes cereal de los simios arcoiris?― dijo insistiendo, aunque sonó algo triste. Wally estuvo tentado a mirarla, no lo hizo, mantuvo su cabeza bien agachada.

«Mi papá actúa completamente normal» pensó a la vez que removía la escasa comida «Lo que significa…»

―¡Hey, güero!―gritó la chica.

Sólo recibió el sonido de los cubiertos chocando con los platos. Padre e hijo comían en silencio, uno ajeno a la presencia femenina y el otro convenciéndose de que no había nadie más ahí.

Ella reprimió las lágrimas de coraje y con paso firme se dirigió a su amigo para empujarlo hacia atrás. El Señor Beatles pudo presenciar como de un momento a otro su hijo ya estaba en el suelo, reprimió una carcajada ante la mirada asesina del rubio. Wally dejó caer su cabeza mientras poco a poco todo se volvía oscuro.

― ¿Campeón? ― preguntó en su lugar al notar que éste no se levantaba. Camino hasta dónde él yacía y cayó en cuenta de que se había desmayado.―¿Qué? ¿Qué te pasa? ¿Te dio un paro cardíaco por estar sentado todo el día? ― preguntó el hombre comenzando a entrar en pánico.―¡Reacciona!

― ¿Wally…?


«En el verano de aquel entonces…»

La luz que se colaba entre los árboles alumbraba el camino de cinco niños que jugaban en el bosque. Eran liderados por el chico de suéter rojo quien parecía estar dando un discurso a medida que caminaban. A su lado una joven de piel morena y un niño gordito lo oían entre risas. Más atrás, dos niños recolectaban insectos en la cima de un árbol.

Cuatro, ten cuidado― dijo la niña de cabellera negra y suéter verde.

Estoy bien― respondió sin prestarle mucha atención, estaba más concentrado en su cometido.

Con algo de esfuerzo por sus brazos cortos logró alcanzar a su presa y enseguida se lo mostró a su compañera la cual aplaudía con alegría. De un momento a otro ya estaban abajo, presumiendo su trofeo.

Ah… Es muy grande― dijo la de piel morena con una mirada de sorpresa y palmeando el brazo del rubio.

Si, si muy bonito y todo pero es momento de volver a la base, ¡andando!― ordenó el líder.

El niño de gorra de aviador se acercó a su amigo con emoción.

Wally, eres muy bueno en esto― le dijo.

«Quien era yo en ese entonces...»

Oye, güero― lo llamó la pelinegra seria.

¿Qué sucede, Kuki?― preguntó el niño intrigado ante la expresión inusual de su amiga.

Yo…


Wally despertó recostado en la cama de su habitación con un fomento de agua fría en la frente. Una nota de su padre estaba en la mesa que tenía al lado, la leyó y gracias a ella supo lo que había pasado. Wally se levantó con pesadez y enseguida se percató de la presencia de la chica, quien estaba recostada en el suelo durmiendo plácidamente.

«Sin duda estoy enfermo» pensó «Todo el estrés y trauma que he acumulado hasta ahora se ha vuelto corporal debido al calor del verano…»

Sólo en ese momento la expresión sombría de Wally se aligero. Miró a la chica respirar con tranquilidad, sumergida en un sueño profundo. Se preguntó si su mente era capaz de traer en forma de alucinaciones a su vieja amiga, a Kuki, que incluso tenía una apariencia cercana a su edad. Vestida solamente con un una prenda verde como la que solía usar de niña. Cuando estaba viva...

El rostro del rubio que comenzaba a relajarse se endureció rápidamente a la vez que Kuki despertaba. Le tomó unos momentos el abrir los ojos completamente pero cuando lo hizo le sonrió con dulzura.

― Buenos días, número 4―dijo con voz adormilada,

― Por ahora, digamos que estas aquí como imagen de mi estrés― susurro Wally sin devolver el saludo y obligándose a mirarla a los ojos.―¿Por qué apareciste ahora?― demandó saber.

Aunque el tono del chico seguía siendo hostil, Kuki estaba feliz de por fin recibir la atención que quería.

―¡No tengo ni idea!― pero no parecía preocuparle en absoluto.

―No puedo creerte― respondió.― Hay una razón, siempre tienes una razón.

Kuki meditó por un momento, esforzándose realmente. No quería que su indecisión hartara al chico.

―Creo que lo quiero es que mi deseo se realice, ¡eso es todo!― Kuki dio un saltó para dar énfasis de lo importante que era.

―¿Tú deseo? ¿De qué hablas?

―¡No tengo ni idea!

Wally se pasó las manos por la cara tratando de no enojarse tanto. Sin embargo, la sonrisa boba de la chica le hizo explotar.

―¡¿Cómo quieres cumplir un deseo cuando ni siquiera sabes qué es?!

Kuki tardó en responder. No estaba acostumbrada a tanta rabia de parte de él, así que trató de mantenerse serena.

―Pero realmente siento que esa es la razón.― sonó lo más convencida posible, pero no sirvió de mucho Wally volvió a mirarla con frialdad.

«Ella es la bestia del verano» pensó «Mi estrés. Mi trauma»

Kuki se quedó en silencio a la espera de alguna reacción de su amigo.

―Por ahora solo trata de recordar tu deseo― le dijo al fin girando su cabeza para mirar por la ventana. Una suave brisa le acarició la cara.

―¡Oh, sí! Ahora que lo recuerdo― volvió a su animo habitual y junto las manos haciendo énfasis en lo que iba a decir.―Es un deseo que sólo se puede cumplir si estamos todos juntos.

Tan sólo decir esas palabras Wally paso de estupefacción a la incredulidad en segundos. Abrió muy bien los ojos dejando en descubierta su sorpresa.

― ¿Todos juntos? Te refieres a…― pero no pudo terminar la frase porque el timbre de la casa lo interrumpió.

Ambos se miraron antes de de Kuki se adelantara corriendo por los pasillos. Reía a cada paso que daba. Cuando estuvieron frente a la puerta Wally demoró en abrir. Primero tomó una profunda respiración, armándose de valor.

Al otro lado de la puerta hallaron a una joven adolescente de piel morena que llevaba su cabello negro suelto ligeramente ondulado. Su rostro lindo era arruinado por el ceño fruncido y el rencor cargado en sus negros ojos. Wally y ella se sostuvieron la mirada por momentos, esperando a que alguno de los dos cediera. Wally podía durar todo el tiempo del mundo pero el movimiento de Kuki lo distrajo.

La asiática se había lanzado a los abrazos de su amiga, mas no recibió gesto alguno. Abigail Lincoln se mantuvo impasible, distante y fría.

―¡Número 5!― dijo alegremente la pelinegra en un intento desesperado por llamar su atención.

Pero ella seguía mirando a Wally.

―Oye, cálmate ― dijo el chico a Kuki antes de darse cuenta de lo raro que sonó.

―¿Qué me calme? Si no me pasa nada― respondió Abigail algo aturdida por el comentario.― Siento que hay un peso en mi cuello― murmuro para sí misma a la vez que sobaba allí donde Kuki se había colgado.

Kuki dejo de abrazarla mirándola con tristeza.

―Abby, ¿no puedes verme?― preguntó con voz temblorosa, nuevamente no la veían.

―¿Qué es lo que pasa?― intervino Wally al notar la angustia de su compañera, además tampoco le era agradable la presencia de la morena.

Abby saco un pequeño paquete de lo que parecían se libros de su mochila y se los extendió.

―Toma― dijo.―Me pidieron que te diera la tarea de estas vacaciones.

― ¿Ahora? Solo quedan dos días de vacaciones.

Ella se los entregó de todos modos sin importarle el gruñido de frustración del rubio.

―A diferencia de ti, tengo muchas cosas que hacer― dijo con desinterés. Dio la media vuelta dispuesta a irse, pero no iba a ser tan fácil.

―Entonces debiste tirar eso por allí― Wally los dejó caer tomando una postura retadora.― Además no tengo ganas de regresar a una escuela de retrasados.

― No me importa si regresas o no―respondió en el mismo tono, sin dejarse intimidar― Me importa una mierda lo que hagas con tu vida, ¡vete al carajo, Beatles!― y sin darle tiempo a responder, se marchó. Wally cerró de un portazo sintiendo como la ira le hervía el estómago. Kuki lo siguió de cerca.

― ¿Por qué actúan así? ¿Por qué no le dijiste a número 5 que podías verme? ― interrogo Kuki elevando el tono de voz un tanto molesta.

El rubio se detuvo a medio camino, sobándose las sienes al responder.

―Primero, no le digas "número 5". Dile "Abigail" o "Lincoln".

―¿Por qué? Siempre la hemos llamado número 5, todos tenemos un número― la situación dejaba anonadada a Kuki.― Además, ella es muy buena con todos y también es muy gentil…

―¡Entiende!... Ella no es la Abigail de antes. Esa maldita bastarda no me ayudaría si se lo pidiera― siguió avanzando, harto del tema. Sentía que la cabeza le iba a estallar.

―¿Maldita bastarda?

―Significa estúpida. Como sea, ella ya no es mi amiga.

Kuki se interpuso en su camino, mirándolo con genuina preocupación.

―¡Odio eso! No me gusta que digas cosas malas de Abby.― estaba poniendo todo su empeño para no volver a golpear a Wally.

―Kuki… Ahora que has visto eso, deberías entender que es lo que significa para tu deseo. Y no es solo ella, son todos los que han cambiado desde entonces.

Kuki lo dejó ir. Sabía que mientras más lo presionara las cosas se pondrían muy difíciles. Pero no lograba entender, esto era mucho más grave que cuando alguien se comía los dulces de otro o del no prestar tus juguetes. Toda esta situación era complicada de entender, sobretodo para ella. Sobretodo a ella...


―¡Vamos, güero! ― llamó la chica desde las escaleras.

Muy a su pesar Wally camino a la puerta. Lo inusual era que llevaba puesto un gorro de lana que cubría la mayoría de su cabello y unas gruesas gafas lo hacían lucir irreconocible. En lugar de su sudadera anaranjada esta vez llevaba una negra, según él para pasar "desapercibido".

―¿Eh…? Ahora usas lentes― lo miro curiosa y midiendo sus palabras. Habían pasado unas cuantas horas desde la pequeña discusión y de alguna u otra forma Kuki logró convencer a Wally de dar una vuelta por el barrio.

―Solo ignóralos. Vamos― dijo y abrió la puerta.

Kuki fue la primera en salir dio una larga bocanada de aire y soltó un grito de felicidad mientras alzaba las manos. Giró la cabeza para ver a su amigo, pero Wally ya se hallaba a una distancia considerable.

―¡Oye, espera!― dijo la asiática y empezó a seguirlo dejando sus pies descalzos recorrer el asfalto.

Avanzaron por la ciudad a duras penas pues Kuki se detenía en cada esquina para recalcar con gran énfasis lo mucho que cambió el lugar desde que se fue. Después de dar vueltas por casi dos horas se detuvieron a la orilla de un pequeño precipicio que daba fin en un río profundo. La distancia era grande, si alguien caía de allí no sobreviviría.

Admiraban el paisaje en silencio. Cada uno sumido en sus profundos pensamientos. La puesta de sol era visible y la luz anaranjada los bañaba casi por completo.

―Es muy hermoso― dijo la chica sonriendo dulcemente.

―No has cambiado nada― pensó en alto su acompañante.

―¿Eh?― preguntó Kuki confundida.

―Nada. Olvídalo― cortó el tema con un tono que no daba a contemplaciones.

«Ella no ha cambiado nada» Wally la miraba fijamente. A pesar de haber crecido unos cuantos centímetros y tener el cabello un poco largo cualquiera la podría reconocer un instante. En especial sus ojos, esos ojos violetas eran los mismos sin lugar a dudas. «Sus hermosos ojos». Trató de tranquilizarse, en serio que lo intentaba. Pero cada vez era más difícil. «Ella es una ilusión» se recordó «"Cumple mi deseo" Debe ser por mi relación con ella».

―¡Hey, cuatro! Mira esto― dirigió su mirada hacia ella, Kuki se había subido a la barda del precipicio y estaba haciendo equilibrio con un solo pie.

― Ten cuidado, es muy peligroso― respondió sintiéndose repentinamente nervioso. Era una sensación que surgía en el estómago y subía hasta la garganta.

Ella sonrió retadora pero una ligera inclinación provoco que se deslizara de un lado. Wally actuó rápido y corrió a atraparla.


¡Wally!― llamó el señor Beatles a su hijo.

Wally estaba en su habitación a oscuras. Aun estaba molesto por ser castigado tan injustamente. No era su culpa que la col fuera tan asquerosa. Pero el tono tan inusual de su padre hizo a un lado todo enojo, lo miró y por segunda vez en su vida vio que su padre lloraba.

Tu amiga, Kuki Sanban, ha…


Wally cayó en el suelo más aturdido por la memoria recobrada que por el golpe seco que se dio al caer al suelo ante la mirada confundida de Kuki. Ella corrió a su auxilio.

―¿Wally? ¿Estás bien?

―Estoy bien.

―¿Beatles?― preguntó una voz masculina detrás de él. Otro dolor de cabeza llego a él. Volteo con cautela y allí se encontraban un joven mirándolo, a quien menos esperaba en ese día. Él tenía el cabello castaño y ojos azules acompañados de unas gafas de sol, lo miraba con una expresión neutra a través de ellos.―¿Qué estás haciendo?

Kuki abrió los ojos desmesuradamente y, al igual que con Abby, sonrió emocionada al reconocer a la persona que estaban frente a ellos.

―Toma― dijo el chico entregándole a Wally las gafas que habían caído con él.

―Gracias― respondió con cautela.―Bueno, entonces…― Wally se volteó con la intensión de irse, pero se topó con el rostro asombrado y feliz de Kuki.

―Es número uno― susurró como si temiera que desapareciera de un momento a otro.

―Vamos…― dijo Wally queriendo alejarla, pero al darse cuenta de que volvió a hablar en voz alta giró rápidamente para aclarar las cosas― Oh, quise decir... Kuki está…¡No, no es eso!… quiero decir…

Nigel estaba dispuesto a ignorar los desvíos mentales del rubio pero cuando mencionó a Kuki se quedó firme en su lugar.

―¿Qué pasa con Kuki?― preguntó sereno.

―Veras…― Wally hacia todo lo posible por inventar una escusa convincente en tan poco tiempo, pero no hubo necesidad.

―¿Sigues con lo mismo?― continuó con una voz cada vez más venenosa, aunque el rostro de Nigel seguía sin expresión podía verse aterrador.

Wally no contestó al no entender del todo la pregunta.

―¿Número 1?― Kuki estaba igual de confundida.

―Parece ser que no vas a la escuela― dijo Nigel dando un paso lento hacia él con cada frase.― Fallaste en el examen de ingreso a una buena preparatoria y vas a una humilde escuela de aquí. Y además nombras a Kuki Sanban. ¿Tienes algo mal en la cabeza? ¿No te basta con ser un inútil?

Cada palabra dicha era una puñalada para Wally. Sin embargo, a diferencia con los demás, no estaba dispuesto a discutir con Nigel. En vez de eso, dio media vuelta y se fue de ahí a paso rápido.

―¡Wally!― llamó Kuki consciente de que esto había llegado muy lejos. Antes de irse se plantó frente a Nigel sin que se percatara de su presencia.― ¡Número 1, eres muy cruel!

Nigel, ajeno a la ira de su amiga dio una última mirada y siguió con su camino.


―¡Cuatro, espera!― gritó la niña siguiéndolo por las calles, no podía seguirle el paso.

Wally se detuvo a descansar, respiraba por la boca y sudaba frío. Habían sido demasiadas emociones para un sólo día.

―Güero…

―¿Lo entiendes ahora?― le gritó descargando un poco de su furia sobre ella.―Todos han cambiado. Yo he cambiado. Ya no hay vuelta atrás, no voy a hacer las paces con esos imbéciles de Abby y Nigel.

―Wally, yo…

―Dame un respiro. Cuando estoy contigo recuerdo… Recuerdo cosas que no quiero recordar. Y me molesto.

―Número cuatro…

―¡DEJA DE LLAMARME ASÍ!

A parto la mirada de ella y siguió caminando, pero esta vez Kuki no lo siguió.

―Wally…


Wally siguió andando sin rumbo fijo, quería alejarse de todo. La cabeza le daba punzadas constantes acompañadas de fuertes luces aun si mantenía los ojos cerrados. Solo quería morirse en aquel momento. Ya no soportaba nada. No era la primera vez que ya no quería vivir.

―Kuki…


En aquel momento… en ese verano… nada era así.

Nigel entró a la Casa del Árbol, una guarida que crearon juntos para divertirse. Era su cuartel, su segundo hogar. Tres niños trabajaban dentro, cada uno ocupado en la que iba a ser su respectiva habitación. Sus tareas fueron interrumpidas por la llegada de quien proclamaron su líder, a pesar de ser el menor de los cinco.

¡Chicos!― dijo con la emoción desbordado por cada uno de sus poros.

¿Qué sucede?― pregunto Abby, quien era la más cercana. Él la tomo por los hombros y la sacudió ligeramente.

Seremos agentes de la KND― le anunció.

El pequeño con gorra de aviador dio un salto junto a ellos.

¡Wow! ¡Es genial!

¿Qué es "KND"?― pregunto Wally.

Kids Next Door― respondió el niño poniéndose al centro―¡Protegeremos la paz!

¡Increíble! ― grito Hoagie de emoción alzando los brazos.

¿Qué paz vamos a proteger?― cuestionó Abby cruzándose de brazos, gesto que empezó a imitar por su hermana mayor.

¡La paz de los niños de todo el mundo!― respondió con mucho ánimo el pequeño.

¡Nigel será el líder! ¿No?― dijo la pequeña niña que acababa de entrar.

¡Sí!― respondió.


«Es cierto... Aquel día...»


Oye, Número 4― llamó Abby. Finalmente se decidió por hablar.

Todo el grupo estaba dentro de la casa ese día. Nigel fue el primero en atender el llamando a pesar de que no fuera para él, a su lado Kuki jugaba con uno de sus Simios Arcoiris. Wally y Hoagie jugaban videojuegos así que poco caso le hicieron. Pero Abigail estaba decidida a despejar sus dudas. Sin ningún tacto soltó de repente:

¿Te gusta Kuki, verdad?― más que una pregunta era una afirmación.

Número 3 se sonrojo y sonrió ligeramente, esperando una respuesta también. Wally, quien ya estaba perdiendo de todos modos, dejó caer el mando de sus manos en completo shock. A Hoagie poco le importó su victoria, el tema era más interesante.

Cuando las miradas de Wally y Kuki se cruzaron el sonrojo de ambos se intensifico. El rubio fue el único que apartó la mirada.

¿D-De que estas hablando?― tartamudeo restandole importancia con un gesto de mano.

Se sinceró con esto― intervino Nigel igual de divertido que los demás.―No hay secretos entre el Sector V. Además, tu líder te lo ordena.

¡Dilo, dilo, dilo!― animó Hoagie entre risas.

Wally se sintió abrumado, no quería ser expuesto de esta manera y las risas burlonas no provocaban mas que enojo dentro de él.

¿A quién le gustaría una chica tan fea como…? ―se detuvo antes de terminar pero el daño estaba hecho. Observo a Kuki algo apenado de sus palabras.

«Pensé que iba a llorar. Porque Kuki era como una bebé llorona»

Todos miraron fijamente a la niña.

«Pero…»

Ella sólo sonrió apenada, restando importancia.

Wally, al verla sonreír, se sintió de cierta forma humillado y rechazado. ¿Tan poco le importaba lo que él pensara de ella?

Número cuatro salió corriendo de la casa.


Cuando Wally llegó a casa, su padre iba de salida. Llevaba en sus manos un ramo de flores frescas.

Oh, ya llegaste Campeón. Voy a visitar a tu mamá. Deje comida en el comedor, caliéntala en el microondas. Y Cuida de Joey― pidió con una sonrisa antes de marcharse.

«Esa sonrisa partió mi corazón. Pensé en disculparme al siguiente día. Pero el otro día… nunca llegó»


Kuki miraba la enorme casa que estaba enfrente de ella. A diferencia de muchas partes de la ciudad su hogar no había cambiado en lo absoluto. No sabía si entrar o no, por una razón sentía miedo. Miedo de ver que ellos también habían cambiado. Pero era su familia y la amaba sobre todas las cosas. Si tenía la oportunidad de verlos de nuevo, lo haría. Con ese pensamiento se armó de valor y entró.

Lo primero que encontró al entrar fue a un hombre adulto de tez blanca, cabello lacio y negro, sentado en el salón. A pocos metros de él, en otro sofá había una niña casi idéntica a ella mirando el celular con atención. No pudo contener una lágrima al reconocer a su padre y hermana.

―¡Wow, Mushi! Has crecido un montón― dijo la joven. Su hermana seguramente ya estaba en secundaria, lo dedujo por el uniforme.― Y papá es igual que siempre...― dijo mirando al adulto que leía atentamente el periódico.

Y al fondo de la habitación se encontraba una mujer de traje formal como era habitual. La mujer arreglaba con gran esmero el pequeño altar con una foto de Kuki. Ella se encargaba que ni una sola mota de polvo estropeara el espacio de su difunta hija.

―Mamá…― susurró conmovida sintiendo las lágrimas correr por sus mejillas.

―Ya deja de hacer eso.

―¿Mushi?― dijeron al unísono Kuki y su madre.

―Siempre le dedicas a mi hermana un plato de cereal cada noche― dijo con el rostro sombrío.― Es enfermizo.

―Bueno, es que era la comida favorita de tu hermana.

―La gente muerta no come― dijo en voz baja pero aún así los tres la escucharon.

―No digas eso. Tu hermana era algo torpe, así que tal vez no sepa que está muerta.

―Lo sé― dijo Kuki― Lo sé, mamá. Sé que estoy muerta.

Besó la frente de su madre y lo mismo lo repitió con el resto de su familia antes de marcharse.


«Defendimos la paz de aquellos días, pero luego… terminamos por separarnos» pensó Wally. Después de gritarle a Kuki terminó por volver a casa y tomar una siesta. Al despertar pensó en todo lo sucedido y decidió dar una caminata por los bosques donde solía jugar cuando niño. Habían pasado muchos años en los que realmente intentó olvidar todo, siempre fallando, claro está. Trato de seguir con su vida, pero era imposible para él. El dolor seguía apoderándose de su interior. Además se negaba a recibir ayuda.

Hizo el examen de admisión a varias preparatorias del lugar y en todas había fallado menos en una pequeña escuela de la localidad, pero al final decidió no ir a ningún lado.

Y ahora, el recuerdo de Kuki lo estaba atormentando. ¿Por qué él? Suficiente había tenido con lidiar con sus ex-amigos. Quería escapar, esconderse y que nadie nunca lo encontrara. Él no merecía vivir.

Vivir. Ella es la que debería vivir, no él. Daría lo que fuera por cambiar lo que pasó aquel día, incluso su vida. Si tan sólo... Kuki...

…Tal vez, ella era la solución. ¿Realmente él podía... ser perdonado?

«Esa chica. Yo siempre he querido…»

Sintió unas inmensas ganas de echarse a correr e hizo caso a sus impulsos. El viento chocaba con su cara despejando sus ideas, dando paso a lugar a una solución.

«… Siempre… he querido…»

Tenía que encontrarla. Era la razón de todo. Ella era su todo.

«…Una mañana después de ese día…»

Por primera vez en años sintió esperanza.

«…Una mañana en donde pueda pedirle disculpas a Kuki. Estoy seguro que… Yo invoque a Kuki para disculparme»

Se detuvo un momento al reconocer el lugar en el que se encontraba. No pasó mucho para que se encontrara la enorme edificación en la que pasaba la mayor parte de su tiempo en la niñez.

«Si ese es el caso tengo que…»

La casa del árbol tenía las luces encendidas.

Creyendo que esa era una especie de señal corrió para adentrarse. Aún recordaba como ingresar. Cuando abrió la puerta descubrió que la casa estaba siendo habitada. Bolsas de comida chatarra estaban esparcidas por todo el lugar y un cálido ambiente se extendió en la atmósfera

―¿Qué es esto?

―Estúpido― dijo una voz detrás de él― ¡Solo debía ajustar las riendas! ¡Que idiota soy!

No tardó en darse cuenta que la persona no había reparado en su presencia, así que se aclaró la garganta para llamar su atención. El chico de cabellos castaños, delgado y ojos marrones cubiertos por unas viejas gafas de aviador lanzó al aire las herramientas que tenía en ambas manos. Se giró en una mala imitación de pose de defensa. No obstante, abrió los ojos sorprendido.

―¿Eh…? ¡¿Wally?!― gritó levantando sus gafas para verlo mejor.

―¿Hoagie?

―¿Qué haces aquí?― preguntaron al mismo tiempo señalándose.


«El tiempo que en aquel entonces se detuvo comenzó a moverse otra vez»


Hola! *le lanzan un tomate* Esperen! Puedo explicarlo *Lluvia de tomates* Okay u.u se que me lo merezco. Desaparezco una eternidad y de pronto BOOM llego como si nada hubiera pasado. Realmente lo siento. No les daré una larga lista de porque no he estado presente, pero lo compenso con esto. Últimamente he estado recordando mi infancia y no pude evitar escribir esto.

Prometo tratar de actualizar mis otros fics.

Son bienvenidas todas las opiniones, criticas constructivas, tomatazos, lo que sea pero necesito que me den su opinión.

*Le lanzan una sandia*

Cuídense.

~KanadeKuchiki~(/._.)/

Nota de autora: Finjan que nunca leyeron esas notas de autor del pasado. En serio, no puedo evitar avergonzarme un poco, pero, ¿qué se le va a hacer? Tampoco no quiero borrarlas, son un lindo recuerdo. Bien, este es el primer capítulo corregido, debo decir que me gusta un poco más que la primera vez. Sin embargo, si hay algún error no duden en señalarlo. Muchas gracias por leer.