Nota: cambié el título de este fic de : Desde siempre y por siempre al que tiene ahora, ya que creo que tiene mucho más sentido con esta historia y con la segunda parte que le creé.
--------------------------------------------------------------------------------------------------
Fic basado en la serie:
Shaman King
Categoría: Ai-shonen.
Drama-psicológico.
RenXHoro
Tiempo: diez años después del Torneo de Shamanes.
------------------------------------------------------------------------------------------------
"Mi sangre te llama mientras callo en la noche inmensa que se expande detrás de estos grandes ventanales.
¿En qué me he convertido?
Soy el gran señor que esperaban que fuera, sólo que dentro de mí no hay más que recuerdos viviendo y quemando cada rastro de alegría que alguna vez viví.
No es curioso que sean tus recuerdos los que se destruyan a sí mismos con tanto ahínco... y de paso, me vuelvan uno más de los zombis que mi familia posee..."
AUNQUE SEA DIFERENTE...
Por DARKCRYONIC
Si pudiera creer que las palabras son lo único importante en esta vida, habría dejado escrito el mayor de los libros contando nuestra historia. Habría escrito cada uno de nuestros secretos, cada suspiro que escapó de mis labios mientras soñaba con lo imposible, cada deseo que no pude volver realidad mientras mis ojos se perdían al otro lado del cristal... Buscándote en lo indefinido...
¿Sabías que guardé cada uno de esos recuerdos en mi cabeza, y que cuando quiero puedo revivirlos plenamente?
Sí, puede que sea un patético chico perdido... Bueno, ya no somos tan pequeños, el tiempo pasa rápido cuando crees en quien te ve a los ojos y en esa sensación de eternidad, que no es más que mentira...
Me dije muchas veces que estaría siempre contigo, pero ahora, no lo estoy. En aquel momento lo creí cierto, y aun ahora que ya no estamos cerca, sigo creyendo que al tenerte en mi cabeza aún sigo cumpliendo la promesa que me hice.
Cada vez que pronuncian tu nombre, mi cuerpo se crispa ansioso como si en cualquier momento fueras a aparecer frente a mí... tal cual te vi la primera vez... tal como te veo fijo en mis retinas cuando quiero.
¿Me recuerdas de la misma forma?
Mm... Sé que si no lo haces es porque es mejor así para ti, pero ya me conoces... suelo ser de los que no dejan ir a los recuerdos en su tiempo, y que se encadenan a la soledad maldiciéndose mientras las noches avanzan sin término.
Ha llegado está invitación de Yoh para una conmemoración de los 10 años desde que fuimos al Torneo de Shamanes. Sólo a él podrían ocurrírsele este tipo de ideas.
Supongo que tienes tu sobre blanco también, con tu nombre grabado en el... no sé si piensas lo mismo que yo, pero sé que en algún momento mi nombre surcó tus pensamientos.
¿Irás? ¿Debería ir yo?
Sé que Yoh sabe que no me apareceré por su casa. De todas formas, siempre hubo mayor relación de tu parte para con ellos, aunque haya sido yo quien les conoció primero. Pero eso no tiene valor... Los conocí de la misma forma que los dejé... rápido... sin lazos que apretasen mucho...
Así que no temas ir... yo no estaré allí con mi pose orgullosa fastidiándote los recuerdos. No estaré, porque así quedamos la última vez que nos vimos... ah...sí, recuerdo bien "Ren... no quiero que te incomodes con mi presencia, así que no vendré para estás fiestas a la casa de Yoh"
Yo sonreí de forma fría y te dije que el que no iba a venir, iba a ser yo. Y desde entonces no he vuelto a poner mis pies en Tokyo, porque al único lugar al que podía ir... ya había decidido no volver...
No es irónico que sigan de todas formas enviando siempre una invitación para cada fiesta que hacen desde ya 5 años. Como todas las anteriores, está quedará guardada en la gaveta donde aguardan las otras... las de navidad, las de fin de año, las de felicitaciones por mi cumpleaños, las de aniversarios o cumpleaños de los demás.
Eso sí, como siempre, algo más irá en mi lugar... y ya lo he elegido. He enviado las mejores botellas de vino para la reunión con una nota excusando asuntos de trabajo y deseándoles lo acostumbradamente protocolar... No es que no quiera esmerarme más en las tarjetas de respuesta, sino que encuentro que ya no vale la pena... más cuando Yoh parece saber comprender mi infantilismo... ¿o será nuestro infantilismo...?
Naaaa... Tú no tienes la culpa, fui yo quien no tuvo la convicción de aceptar los hechos con más fuerza... era demasiado joven... y temeroso... con un futuro incierto, lleno de vacíos...
Esto era algo más grande que nuestra vida de shamanes... un sueño que tendía a volverse realidad trayendo angustia...
Aquel día te dije adiós con un nudo en el estomago y sé que para ti no fue diferente. Pero aún así ninguno volteó o llamó con arrepentimiento. Tú te fuiste a tu fría tierra y yo volví a hacerme cargo de la dinastía como esta previsto desde siempre por mis ancestros...
---------------o-----------------
---------------o-----------------
Recuerdas aquella noche en que entre palabras entrecortadas y silencios profundos, abrimos nuestros corazones para expresar aquello que nos atormentaba tanto.
Estaba tan frío como en esta noche, aunque aquella vez estábamos junto a uno de los árboles que había en la cercanía de los Asakura; muy diferente a este frío de piedra que se yergue a mi alrededor mientras observo las estrellas rememorando tus detalles en medio de mi soledad patente.
Habíamos salido con la excusa de dar una pequeña vuelta para distraernos de la tensión que había en casa, ya que Anna estaba muy enojada por una de las cuantas travesuras que habíamos hecho junto a Yoh.
Sí, huir de la violencia de la prometida de nuestro amigo se había vuelto algo más que una manera de sobrevivir... era una buena excusa para estar juntos, aunque ninguno confesase cual era la verdadera razón de hacerlo...
Además no nos considerábamos amigos, aunque lo fuéramos... nuestros orgullos siguen siendo y lo fueron en ese entonces, más fuertes que cualquier cosa.
Recuerdo tus palabras como si estuvieras aquí junto a mí susurrando a menos de un metro de mí, con los ojos perdidos en el suelo frío...
-- Ren... ¿crees en el amor imposible?
No sé que cara habré puesto en ese momento, pero sí puedo dar cuenta de lo que sintió mi corazón que se puso a latir de una manera abismante. Sus latidos golpeaban mi cuerpo haciéndome vibrar con inquietud. ¿Por qué? ¿Si no era más que una simple pregunta bajo las estrellas brillantes?
--Pues hay muchas cosas imposibles...—Dije afirmando mi espalda en el frío tronco en que te habías apoyado también. Levemente me senté quedando lejos de tu visión directa a mi rostro. Estaba oscuro, pero no quería arriesgarme a que me vieras la cara, ya que mis ojos debían estar reflejando toda la intensidad de mis emociones...—pero quizás el amor es de lo más imposible a veces.
--¿Eso crees?—Dijiste, pero no lo sentí como algo dirigido a mí, más parecía que hablabas contigo mismo...
--Amar una estrella... supongo que podría ser un amor imposible.—Dije tratando de atraer tu atención. Escuché que suspiraste de forma que me hizo sentir extraño. Sería que todo lo que estaba sintiendo no debía salir a flote... ¿por qué quizás no debía ser yo quien debería sentir esto...?
--Sí, eso es imposible...—Dijiste con una voz algo más baja.
Tuve la tentación de voltearme y ver que pasaba por tus ojos... pero no tuve el valor, como nunca lo he tenido aunque parezca alguien muy valiente... ¿Pero quién sería fuerte mientras tu corazón parece estar a punto de destrozarse?
Me quedé quieto hasta que tuve la necesidad de ponerme de pie. El frío estaba adormeciéndome de forma dolorosa.
--¿Te vas?—Preguntaste con un tono algo alarmado, cosa que me descolocó, más al ver que de un salto te ponías de pie.
--Tengo frío.—Dije con mi acostumbrado tono.
Todo debía ser normal, era algo que tenía que lograr. No podía dejar que notarás mi turbación. No es curioso que sólo haya pensado en mí en aquel instante y me olvidará de lo que podrías estar sintiendo tú...
Bueno, tampoco estaba seguro que sintieras ese "algo" por alguien como yo. No soy ciego, no soy la mejor de las personas, tampoco la más tratable... tenía 17 años... que más se podría pedir que alguien como yo, que no dejaba de mostrarse orgulloso y altanero frente a todos.
Me eché a caminar con mi acostumbrado paso, noté que dudaste por un instante, pero luego te echaste a caminar tras de mí. Nos mantuvimos callados hasta que vimos el pórtico de la casa.
--Ren...—Escuché que llamabas. Detuve mi marcha junto a los latidos de mi corazón. Giré levemente y te miré. Tus grandes ojos parecían brillosos y resaltaban en medio de la oscuridad. – Yo...
Esperé en silencio a que dijeras alguna cosa, pero al ver que bajabas la vista supe que te habías dado por vencido. Mis esperanzas se destrozaron y a la vez, mi cuerpo se relajó. Querer y no querer a la vez que las cosas pasarán.
--Vamos, ya es hora de la cena...—Dije echándome a caminar nuevamente. Y no pude dejar de pensar que eso era lo mejor que podría haber pasado, porque ni siquiera estaba seguro de que fueras a hablar de lo que creía que ibas a decir... quizás no tenía que ver conmigo...
---------------o-----------------
---------------o-----------------
¿Cuánto tiempo pasó antes que cruzáramos palabras sobre ese "asunto"? Fácilmente unos cuantos meses, en los cuales viaje a China por semanas en las cuales no dejaba de pensar en aquello y en la posibilidad de una realidad juntos...
Pero también pensé que era mucho mejor sacrificar aquello que sentía por ti, liberándote de cualquier molestia. Porque repito, no podía estar seguro de que me correspondieras... por lo tanto, tampoco podía arriesgarme a echar a perder todo... mil veces prefería seguir siendo tu amigo, que perderte para siempre.
Cada vez que volvía de China estaban todos en el comedor y yo entraba como si nada, cargado de cosas que enviaba Jun... y saludaba con mi acostumbrada frialdad. Creo que nunca te diste cuenta que muchas de las cosas que traía como regalo de mi familia para todos, yo las había comprado especialmente para ti... y aprovechaba la oportunidad para dártelas sin que te dieras cuenta de que recibiéndolas me hacías muy feliz.
---------------o-----------------
---------------o-----------------
Aquel día en que tenía 18 años y recibí la llamada de mi padre diciendo que ya era hora de volver a hacerme cargo de mis responsabilidades como heredero supe que tenía que tomar una decisión. Tenía que usar el tiempo que se me había concedido para terminar con todo esto que albergaba mi mente.
Los días pasaron lentos, más cuando me dedicaba a pasearme de aquí para allá o pasar largas horas encerrado en mi cuarto. Sé que mi actitud fue notaba por todos, pero no estaba listo ni siquiera para despedirme aún. Así dejé pasar 4 meses en que veía desfilar el mundo a mi alrededor mientras buscaba las respuestas que tanto ansiaba y que al tener frente a mí, sólo evitaba.
Aquel día de mayo salí de madrugada a mi acostumbrada rutina de ejercicios, sólo en aquellos momentos solía liberarme de toda la carga y volvía a ser él de antes...
En medio del entrenamiento no pude evitar sentir que era observado y aun sabiéndolo, evité hacerlo patente. Sabía claramente quien era. Además Bason me lo confirmó en uno de sus comentarios mientras entrenábamos.
Bason, el único que creo que sabía que era lo que me atormentaba en ese entonces y como buen amigo, supo mantener un silencio cómplice que aún agradezco.
Recuerdo haber cogido la lanza y mi chaqueta, con la única intención de alejarme de tu campo visual. Así que salí de la propiedad de los Asakura y me dirigí a un parque a algunas cuadras. Aún era lo bastante temprano como para encontrarme con gente molesta.
--Amo Ren...
--¿Qué pasa?—Pregunté pero no obtuve respuesta, sólo la mirada confusa de mi espíritu acompañante. – Pronto volveremos a casa, no debes preocuparte por lo que pueda pasar...—Dije con una seguridad que me sorprendió, como si una parte de mí tuviera todo fríamente calculado. Sólo después de tantos años me doy cuenta que esa parte de mí sigue actuando y es la que me ha mantenido alejado de ti...
Cuando llegamos al lugar me senté en el mismo sitio en que lo hicimos en aquella extraña conversación, y descansé un momento cerrando los ojos. Estaba algo frío, pero aún así no me moví.
--Tomando un descansó...—Escuché que dijeron. No tuve que abrir los ojos. Sabía que eras tú, tu voz... tus pasos acercándose lentamente... – No te vayas a quedar dormido aquí, mira que hace frío...—Dijiste.
Abrí los ojos y te vi de forma inquisitiva. Era muy extraño que estuvieras despierto a esa hora, más aún que me anduvieras siguiendo.
--¿Qué quieres?—Pregunté de forma cortante. No pude evitarlo, ya que me ponías nervioso.
Miraste a nuestro alrededor y luego levantaste los hombros.
--¿Entonces?—Volví a cuestionarte.
--Sólo quería ver que tanto hacías.—Dijiste de forma infantil mientras te sentabas a mi lado, como aquella vez.
--Como ves, no hago algo interesante.—Dije volviendo a cerrar los ojos.
--Sí, ya me di cuenta.—Dijiste medio riendo.
--¿Qué haces levantado tan temprano?—Pregunté sin mucho interés.
--No podía dormir...—Dijiste.
--Eso sí que es extraño...—Murmuré.
--No es lo único extraño últimamente...—Murmuraste a tu vez.
Te miré de medio lado y noté que estabas concentrado en tus manos. Bason se alejó de pronto. Ni siquiera podía confiar en la compañía de mi espíritu acompañante...
--¿Alguna cosa que quieras preguntarme?—Dije tratando de ir contra los designios de mi existencia.
Me miraste algo nervioso y volviste a perder tu vista en tus manos.
--¿Te irás?—Preguntaste de forma rápida.
--Sí.—Respondí de la misma forma.
--¿Cuándo?
--Pronto.—Dije poniéndome de pie, ya debería ser la hora del desayuno y era una buena excusa para salir "corriendo" de allí, más teniendo a mi corazón latiendo enloquecido.
--¿Volverás?—Preguntaste antes que diera los primeros pasos.
--No lo sé...—Dije caminando.
--Yo...—Empezaste a decir. No me detuve. Hasta que sentí que alguien me abrazaba con fuerza desde atrás. Reconocí tus manos y me quedé quieto.
--¿Horo?
--Yo quiero decirte algo... pero ya sabes... no es fácil hablar contigo...—Dijiste sin soltarme.
--Cualquier cosa que quieras decirme, es mejor que no lo digas...—Dije bajando los ojos a tus manos.—Porque hay cosas que son imposibles y nunca dejarán de serlo.—Dije. Tus brazos me soltaron al instante.
--Pero yo quiero decirlo...—Giré sobre mis talones y te enfrenté. Tus ojos me miraban como pidiendo auxilio.
Tus manos estaban empuñadas de forma rígida. Por mi parte me sentía en otro lugar, como si el que estuviese allí no fuese yo... sólo un envase vacío al margen del mundo.
--Dilo entonces...—Dije.
--Yo... Ren... – Cerré los ojos esperando en desenlace de tus palabras mientras mi sangre viajaba velozmente por mi cuerpo queriendo morir en su loca carrera.—Quiero que te quedes conmigo...—Dijiste de forma rápida.
Antes que me diera cuenta tus brazos me rodeaban nuevamente. No hice movimiento alguno, ni dije alguna palabra cuando habían muchas en mi cabeza.
Me quedé quieto como si esperase despertar del sueño que podía volverse fácilmente una pesadilla. Lo sé, no soy de los positivos, así que más se podría esperar de mí en aquel entonces... y quizás de mí, en este mismo momento después de largos 5 años.
El tiempo pasó lento y mi silencio pareció perpetuo. Sé que te confundiste, porque no te acepté ni rechacé... sólo me quede callado y dejándote que me abrazarás.
--Ren...
--El desayuno ya debe estar listo.—Dije zafándome de tu abrazo y echándome a caminar con mi lanza fuertemente apretada en mi mano.
Después de un leve minuto te echaste a caminar alcanzándome. Parecías ajeno al mundo al igual que yo. Pero supe en aquel minuto que te debía una respuesta, para bien o para mal, habías demostrado ser más valiente que cualquiera en este mundo.
---------------o-----------------
---------------o-----------------
Camino hacia el interior de mi dormitorio. Sabías que ya no vivo en el castillo ese que conociste cuando éramos pequeños. No, ahora vivo en el centro de China en uno de los edificios de la familia. Desde aquí controlo todas las finanzas de mi familia, mientras Jun se encarga de todo lo demás.
Estos 5 años han sido intensos, he aprendido muchas cosas y he tratado de olvidar muchas otras. Ni siquiera Bason está conmigo ahora. Mi vida de shaman se ha quedado atrás junto a tus recuerdos. No sé si es lo mejor, tampoco me ha ido mal... pero no soy feliz y eso debes saberlo mejor que nadie... además mi vida, mi manera de ver las cosas tampoco se caracterizan por ser muy alegre... ya sabes, el gran Tao Ren víctima del universo... y peor que todo lo demás... víctima de sus decisiones...
No retrocederé y eso lo sabemos todos. Aún sigo pensando que tú estás mejor sin mí y eso es mejor que cualquier cosa...
Me recuesto en mi cama y me quedo mirando el techo. Aún no entiendo porque sigo pensando en ti. Por qué a mi mente parece agradarle demasiado el dar vueltas sin retorno, el perder contra las mismas razones contra las que perdió mi corazón en ese entonces...
Puedes creer que en mis más alocados sueños aún estoy allí, en ese momento en que la verdad estaba frente a nosotros y se reveló inmensa como el cielo.
No sé cuantas cosas dejé pasar y cuantas otras no vi... sólo sé que no pasa un día en que tu rostro no cruce mis ojos y mis palabras se queden atrapadas en mi garganta. No necesito ser feliz, mientras viva este deja vù que lo trae todo de vuelta con sólo desearlo.
¿Qué más podría necesitar mi corazón? Muerto en vida estoy, mientras los recuerdos me carcomen el alma y te dejo partir cada noche como si fuera la última vez... he tratado más de un millón de veces el dejarte ir, pero incluso así no he podido dejarte partir ni por un día completo.
Sé que dirías que más parece obsesión y quizás lo sea; y puede que sea la mayor razón para no volver. La mejor excusa que he encontrado...
---------------o-----------------
---------------o-----------------
Recuerdas cuando llegó la nieve. Puedes creerme que en sí ya no odiaba tanto el frío. Que la nieve era una más de las cosas que me unían a ti, aunque no lo supieras. Después de aquella conversación entrelíneas traté de volver a actuar con normalidad y vi que parecías desilusionado. Sólo actuaba así por tu bien. Pronto me iría para no volver, que valor tendría hacer promesas que no podría cumplir...
Cada día pasó lento. Yo te observaba caminar por la nieve en compañía de tu hermana. Parecías tan distinto en aquellas ocasiones, como si estuvieras libre de todas tus preocupaciones... No te veías así cuando estabas conmigo... y muy bien sabía la razón de ello. Una excusa más para las miles que creaba a cada momento para no salir corriendo y saltarte encima.
Fue en aquellos días en que recibí aquella carta de parte de Jun en que me daba indicaciones precisas para volver y evitarme así que mi padre viniera por mí. Sólo tenía hasta fin de año... sólo algunos meses más y debía dejar todo aquello... debía dejarte a ti...
Aquella cena no fue como las demás. No sé cómo, pero Anna se enteró de todo. Creo que siempre está atenta a todo lo que sucede...
--Así que pronto volverás a casa.—Dijo mientras me miraba por sobre su taza de té antes de beber. Me quedé quieto. Te removiste nervioso a mi lado. Clavé mi vista en la sacerdotisa, antes de asentir de manera despreocupada.
--Ren...—Murmuró Yoh con aquella sonrisa característica.—Aún hay tiempo, ¿verdad?—Preguntó. Por un segundo no supe a que se refería, hasta que vi sus ojos demasiado expresivos que pasaron de verme a mí, para terminar en ti que estabas con la cabeza gacha a mi costado.
--¿Pasa algo con la comida, joven Horo-Horo?—Te preguntó Tamao con inocencia.
--No es nada.—Dijiste con aquel tono entre frío y preocupado. No pude evitar sentirme responsable de todo aquello.
--No me esperan hasta antes de mi próximo cumpleaños...—Dije mirando a Anna.
--Así que pasarás navidad con nosotros, eso es genial.—Dijo Pilika demasiado entusiasta para mi gusto. Elevaste tus ojos y me viste. No pude evitar apartar la mirada y concentrarla en mi taza de té, mientras mi corazón se congelaba entre latido y latido, y mi mente parecía demasiado cansada como para tratar de parecer el mismo de siempre.
---------------o-----------------
---------------o-----------------
Cada vez que quedábamos solos en aquella casa yo me iba a mi cuarto y tú te quedabas vagando por el jardín. ¿Cómo lo sé? Pues te observaba desde la ventana sin que lo notaras. O eso creía yo, porque después me dijiste que sabías que te observaba y era por eso que te quedabas bajo el árbol todo el santo día.
¿Recuerdas aquel noviembre? No sé porqué, pero me sentía mal. Un maldito resfriado. Sí, uno de los shamanes más poderosos sufriendo por un simple resfriado... bastante patético. Pero ya sabes, Fausto y sus órdenes de mantener reposo, y Anna con sus "debemos cuidarte para que tú familia no diga de los Asakura no te cuidamos bien"... ¡pamplinas!... Creo que disfrutaba el verme encerrado en esa habitación con una sola visita que parecía disfrutar aún más.
--Vamos Ren, que traje tu desayuno.
--Déjalo ahí... no tengo hambre...—Te respondí mientras me escondía entre las mantas del futón.
--No seas remilgón.—Dijiste empezando a quitarlas.—Ya sale de ahí.
--Ya déjame... Hoto Hoto...—Dije mientras me incorporaba algo mareado por el ajetreo. No pude evitar llevar mis manos a mi cabeza. Diablos, si que se sentía mal ver todo como si estuviera nublado y eso bum-bum en mi cabeza que no dejaba de alterarme los nervios.
--En verdad, que te ves mal...—Murmuraste a mi lado. Te vi, noté que estabas muy sonriente sentado a menos de un metro de mí.
--No tienes porque preocuparte por mí.—Dije bajando mis manos. No quería que me vieras así.—Puedes irte... ya bajaré yo a comer después.—Me recosté volviendo a taparme con las mantas hasta la nariz.
--Ren...—Dijiste antes de suspirar con algo de fastidio.—Sí que eres molesto cuando estás enfermo.
--Déjame en paz...—Dijo dándote la espalda.
--Y si no quiero dejarte en paz...—Dijiste en voz baja, pero de todas formas escuché.
--Tendré que golpearte.—Dije con mi tono de enfermo.
--Ya quisiera ver eso...—Dijiste risueñamente.—Pero no puedes ni con tu propio cuerpo...
--Claro que puedo.—Dije incorporándome y enfrentándome a ti con el puño alzado a centímetros de tu rostro.
--¿Lo harías?—Preguntaste mirándome de una forma extraña, o por lo menos me lo pareció a mí en ese momento..
--Claro... – Dije bajando el puño y desviando la mirada.—...No juegues... déjame solo...
--Ren...
--Por favor...—Dije sorprendiéndote. Me miraste por un instante y luego, saliste de la habitación. No volviste hasta la hora de la cena cuando te quedaste sentado a mi lado creyéndome dormido. Pero ya sabes, hay trucos que no conoces.
No intentaste despertarme, sólo te quedaste allí en silencio. Un par de veces sentí tus dedos en mi cabello y que quitabas cuando parecías darte cuenta de lo que estabas haciendo. Si supieras las ganas que tenía de responderte de alguna forma, pero ése lado de mí, ése que lo controla todo desde lo "correcto y menos problemático" se negó a darme la libertad de responderte.
En algún instante me quedé dormido y ya no supe más hasta la mañana siguiente en que te encontré dormido a mi lado. Por un momento no supe que hacer, luego recordé que habías venido en la noche... me quedé callado contemplándote a mis anchas. Estabas allí, sólo debía estirar un poco mi mano para alcanzarte, sólo un leve movimiento para tocar tu rostro...
Después de largos minutos me arriesgué a pasar mis dedos por tu cabello. Sólo un fugaz toque...
--Ren...—Murmuraron tus labios.
Quedé quieto como estatua. ¿Había escuchado bien o era el resfriado jugándome un cruel truco?
--Horo...—Murmuré a mi vez. En verdad, era algo extraño... así que de un movimiento brusco te desperté...—¡Ya despiértate!...—Grité casi en tu oído, pero no podía evitarlo... no lo supe en ese momento, tampoco podría descifrarlo ahora, pero tenía unas ganas locas de reír... pero tuve que contenerme... así que sólo me dedique a zarandearte.
--5 minutos más...—Murmuraste desde la inconciencia, mientras te volteabas.
--¿Qué? ¡Nada de cinco minutos! ¡Levántate!—Dije dándote de almohadonazos.
--¡¡Ah!!
--Veo que ya despertaste.—Dije al notar que te incorporabas quedando sentado frente a mí mientras te restregabas los ojos con ensoñación.
--¡No tenías que hacer eso!—Reclamaste.
--Pues si no lo has notado estás en mi cuarto...—Dije mientras me cruzaba de brazos y miraba hacia un lado. – Así que hago lo que se me da la gana.
--¿Tu cuarto?—Preguntaste mientras mirabas hacia todos lados.
--Sí... – Dije mientras miraba la ventana por la que se colaba la claridad de este día.—Mm... noviembre...
--El tiempo pasa rápido, más cuando no quieres que así suceda.—Dijiste con tranquilidad.
Pasé mi mano por mi cabeza, ya no dolía tanto... podría ser que estaba mejor... miré a mi alrededor con tranquilidad...
--¡¡ES HORA DE LEVANTARSE, HARAGANES!!—Se escuchó la voz de la sacerdotisa desde el primer piso.
No pude evitar sonreír. Sí, aunque fuese algo raro creerlo si quiera, esa iba a ser una de las cosas que iba a extrañar de este lugar.
Te pusiste de pie de un salto y caminaste hasta la puerta.
--Nos vemos en el desayuno.—Dijiste al salir. La puerta se cerró y con ella la calma que parecía sentir. Me dejé caer en el futón y contemplé el techo por un buen rato...
---------------o-----------------
---------------o-----------------
Pronto serán las ocho de la mañana y el día comenzará como siempre en estos 5 años. Nada a cambiado demasiado desde que estoy cumpliendo con mis obligaciones. Muchas cosas he dejado atrás y muchas otras siguen clavadas en mi cabeza de forma fija e indestructible. ¿Pasas por lo mismo o soy el único estúpido en todo esto?
Por primera vez, no tengo ganas de salir de mi cuarto... ni siquiera sabiendo que mi oficina está en la planta inmediatamente abajo. Pero un día que dedique a compadecerme no desaparecerá a la dinastía Tao.
Ruedo sobre mi cama y sostengo el teléfono. Marcó el número 1 y automáticamente me da con una de mis secretarias.
--Me tomaré el día libre.—Digo sin dar muchos rodeos. – Haz lo que tengas que hacer para que no me molesten el día de hoy.
Cuelgo sin decir más. Lo sé, no he dejado mi actitud grosera, pero la gente que trabaja para mí ya parece haberse acostumbrado a mis caprichos de niño rico... además les pago bastante bien como para evitar sentirse mal por mis palabras sin educación...
El brillo del sol se cuela por los ventanales. La ventana abierta deja entrar los ruidos de los transportes. Respiro con fuerza y me estiro sobre la cama. Sí, creo que cuando decías que parecía gato, estabas en lo correcto...
De un movimiento me pongo de pie junto a la cama y me dedico a contemplar el cielo azul de un nuevo día, otro más lejos de ti...
---------------o-----------------
---------------o-----------------
Una semana antes de partir llegó Jun a buscarme. Había tomado como excusa el venir de visita, para asegurarse de que yo volviera en el plazo pactado, además con su acción calmaba a la dinastía asegurándoles que volvería conmigo al empezar el nuevo año.
Cuando atravesó el umbral sentí una mezcla extraña de tranquilidad y de nerviosismo al saber que pronto tendría que decirte adiós.
Aquella tarde, Jun se la paso conmigo en el jardín tratando de sonsacarme la información para saber porque diablos no volvía a China. En un momento me le quedé viendo fijo y traté de pensar con calma. Quizás era el momento de hablar con alguien y de exponer mis problemas... sabía que no cambiaría nada, pero el escuchar las palabras de mi hermana me calmarían y quizás me ayudarían a ver las cosas de un punto de vista mejor y más claro.
--Jun... yo...—Miré el cielo entre los árboles que se balanceaban lentamente al ritmo de la brisa. Ella se quedó silenciosa a mi lado, con sus manos sobre su vestido, con su acostumbrada pose de calma y complicidad.—Creo que me gusta alguien...
--¿Qué? Pero eso es genial...—Dijo ella sonriendo.
--No será genial cuando sepas de quien se trata.—Dije bajando la vista como si fuera culpable de un crimen.
--¿Quién?—Preguntó con un hilo de voz.
Saben, no me arrepiento de haberle contado aquello ese día, porque su respuesta fue la que menos me imaginé que obtendría.
Antes de contestar a su pregunta la voz de Horo se hizo notar desde el interior de la casa y no pude más que sonreír de forma triste. Jun miró hacia la casa y luego negó con la cabeza como si tratará de borrarse pensamientos.
--Ése mismo.—Dije mirándola de forma angustiante. Ella quedó quieta mientras sus manos fueron a su boca como si quisiera evitar un grito o una carcajada... cualquiera de las dos, hubiera sido lo mismo en aquel instante para mí.
Pasaron 5 largos minutos antes de que bajara sus manos nuevamente a su regazo y me quedara viendo tranquilamente por otro largo momento. No aparté mis ojos de ella ni un instante, quería ver todas sus reacciones y gestos... de alguna manera podría adelantarme a sus reproches o eso esperaba.
--No puedo negar, que ha sido toda una sorpresa.—Dijo en voz baja.
Sonreí en respuesta, pero creo que debió ser más un gesto doloroso, pues se acercó un poco más y pasó una de sus manos por mi rostro.
--Ren, ¿él lo sabe?—Preguntó. Negué levemente y ella guardó silencio por un minuto. -- ¿Supongo que ya tienes una decisión tomada?
--Sí.—Dije mirando el suelo.—Me voy cuando se cumpla el plazo. Todo será como debe ser.—Dije mirándola no muy convencido que querer hacer aquello, pero sabía que era lo adecuado.
--Bien.—Dijo de forma dulce.—De todas formas todo debe ser tu decisión.—Dijo removiendo mis cabellos como si yo siguiera siendo el niño de 13 años que buscaba ser el rey Shaman.
---------------o-----------------
---------------o-----------------
Nunca pensé en aquel momento que mis palabras no eran del todo ciertas... aunque fuera extraño Horo y yo manteníamos una especie de relación desde ese primer día bajo el árbol cuando me preguntó sobre el amor imposible. No podía negarlo. Desde ese mismo momento nuestros ojos parecían decir muchas cosas cada vez que se unían. Y que decir de las veces en que conversábamos entrelíneas o solamente nos quedábamos en silencio en algún lugar contemplando la atmósfera.
Puede que no hubiésemos dicho palabras directas o gestos notorios. Pero lo sabíamos, cada vez que nos chocábamos o nos pillábamos observándonos, lo sabíamos.
Quedaban dos días para noche buena... y fue ese el momento que elegiste para hacerme chocar contra la realidad.
Esa mañana del 22 salí casi de madrugada para mi acostumbrado rito mañanero de ejercicios. Había nevado algo y mis pies se hundían en la blancura unos centímetros. Mis sentidos estaban totalmente despiertos, quizás por eso prefería las mañanas para entrenar... no me exponía a que mis movimientos fallasen.
Por costumbre caminé fuera de la propiedad hasta el pequeño parque donde podía estar a mis anchas sin ser observado. Cual fue mi sorpresa al encontrarte allí, afirmado en uno de los árboles como si llevarás mucho tiempo esperando. Me quedé quieto, bufé y cuando me iba a girar para volver sobre mis pasos escuché mi nombre.
--Ren... no te vayas...—Dijiste en voz alta mientras escuché que caminabas hacia mí con rapidez. Me volteé y te observé, mientras no podía evitar sentir esa sensación de que se viene una gran catástrofe, pero te quedas quieto esperando que te caiga encima, porque quitarte sólo la evitaría por un momento, pero sólo por un leve momento.
--¿Qué quieres?—Pregunté de forma seca mirándote con fijeza. Tus ojos parecían decididos y tus gestos llenos de valor. Ojalá yo hubiese tenido alguna vez tu valor...
--Quiero que hablemos con la verdad, se nos acaba el tiempo.—Dijiste deteniéndote a un metro de mí.
--¿A qué te refieres?—Pregunté sin verte a la cara, mientras observaba los árboles cubiertos artísticamente con nieve. Al escuchar mi pregunta soltaste un suspiro. Era verdad, si querías hablar de "ello" no te lo dejaría fácil y debiste adivinarlo.
--Diablos...—Murmuraste. Por un momento sentí ganas de reír, pero me contuve.
--Horo.—Dije sin saber que iba a decir, pero dejé mi boca en manos de mi lado "controlado"... ya saben a cual me refiero.—Sé de lo que hablas, pero nada de lo que digas va a cambiar el hecho de que yo me vaya a China dentro de 4 días y no vuelva por Japón por mucho tiempo.—Dije a quemarropa.-- ¿Entiendes eso?—Pregunté mientras notaba que tus ojos me miraban sin comprender nada de lo que había dicho.
--Creo que el que no entiende eres tú.—Dijo Horo dando un paso hacia mí con tal resolución que me hizo retroceder un paso.
--Yo...
--Veo que lo tienes muy bien planeado, pero debe disculparme el señorito, porque yo no soy tan frío como pareciera al ser shaman del Hielo... no... así que te vas a quedar calladito y quieto mientras te explico.—Dijo acercándose un poco más.
Esta vez no me moví, estaba a la expectativa de sus palabras, era primera vez que lo veía en esa pose y me tenía bastante embobado, aunque me de vergüenza admitirlo después de 5 años.
--Hasta el momento no me has dejado hablar y sólo te escabulles. Sé que no es un tema de tratarse todos los días ni de forma abierta... Crees que no he pasado horas... Que digo... días y meses dándole vuelta a las misma preguntas que tú... – Dijo mientras movía sus brazos hablando con un dejo de desesperación. Por mí parte, me mantenía quietecito como me había ordenado.—Así que después de pensarlo demasiado, creo que no hay respuestas que podamos tener por separado, cuando esto... sea lo que sea, es algo de los dos.
--Dos...—Murmuré.
--Tú me gustas.—Dijo como si nada. No pude evitar sentirme algo mareado, y muy probablemente estuviese hasta sonrojado.—Y sé que no te soy indiferente, así que hablemos.—Dijiste estando a unos 60 frágiles centímetros de mí con una apariencia madura que nunca antes había visto en ti.
Bajé la vista y pensé en lo apropiado; como siempre había querido hacerlo, como siempre traté de hacerlo... Buscar lo correcto... ¿Qué podría resultar de una aventura de 4 días? No era mejor irme y hacer como si nada hubiese pasado.
--Yo...—Intenté decir mientras enterraba mi lanza en la nieve para poder tener mis manos libres para apretármelas.
--¿Tú?—Preguntaste con seriedad. Levanté la vista y te miré por un leve segundo. Estabas allí esperando... ¿Acaso no te cansabas de hacerlo, Horo?
--Lo siento.—Dije bajando la vista.—Pero no puedo.—Tomé mi lanza y me disponía a marchar cuando sentí que me sostenías de un brazo.
--¿Por qué? Sólo una simple excusa... ¡dámela!—Ordenaste.
--Me voy y no creo poder volver. Eso, acaso no es bastante para saber que es inútil siquiera intentarlo.—Dije mirándote con desesperación.—¿No sería acaso peor?—Pregunté.
Bajaste la cabeza sin soltarme.
--¿Entonces es todo?—Preguntaste.
--Horo...—Murmuré casi. Me acerqué un poco más y te abracé con fuerza.—Sería más devastador para mí el que... Soy egoísta y lo siento... – Dije al notar que ya no me sostenías por el brazo.—No puedo ofrecerte ilusiones...
--Ren...—Murmuraste.
Nos quedamos en esa posición varios minutos. Ninguno rompió el silencio, hasta que empezó el ruido común de una ciudad que despertaba para empezar un gran día...
Fui el primero en soltarte, tras unos segundos lo hiciste tú. No pude verte a los ojos y me di la vuelta. Con mi lanza entre mis manos me dirigí a la posada... No escuché tus pasos, tampoco volteé.
Había sido una especie de despedida... una conclusión de algo que nunca había empezado.
Mi corazón no dejaba de latir fuertemente golpeando las paredes de mi pecho como si me reclamara lo estúpido que había sido. Había dejado escapar a una de las pocas fuentes de felicidad a las que podría acceder en mi vida...
---------------o-----------------
---------------o-----------------
Aún a veces dudo si fue buena decisión, pero otras muchas me digo que fue lo mejor para ti... Puede que creas que soy egoísta o temeroso y puede que tengas mucha razón. Quizás era mi destino desechar lo único bueno que pude haber tenido alguna vez, aunque hubiese sido diferente…
Aunque hubiese sido diferente…
DarkCryonic
Chile-2007.
