Pasteles de cereza.

''Despierta, venga, vamos, hazlo, levántate, ves al baño, maquíllate, no, no puedo, solo son las 7 de la mañana…'' Tamara Denver Rouge, Tam para los amigos, se dijo a si misma cuando sonó su despertador. '' ¡No es tan difícil!'' Si lo era, al menos, ese día, ya que aquella noche acababa de separar una pelea en el bar donde trabajaba.

Tam se levantó, estaba resacosa, no debería haber bebido con aquel idiota, sabía que por la mañana se encontraría más mal, bebía rápido, él también, hubo tonteo, pero no paso de unos cuantos besos, podría haber ido a más, pero recordó que tenía que madrugar.

''Me odio'' Se dijo a si misma cuando se vio en el pequeño espejo del baño que compartía con toda la familia, vivían en una casa pequeña de alquiler, ya que no se podían permitir comprar una, pensó unos minutos si ese día iría al trabajo, su pelo castaño claro le caía en una cascada, le llegaba por media espalda, estaba enredado, y lo que más odiaba Tam era peinarse esos horribles nudos que se le quedaban cada mañana. Sus ojos marrón verdoso estaban llorosos, un síntoma más de su borrachera aquella noche.

Tam decidió no mirar más su imagen de resaca, ya que si se fijaba mucho, le dolía la cabeza, le arregló y maquilló y salió disparada hacía la cocina, donde su madre, la esperaba con una gran sonrisa en la cara.

''Está bien, ¿Y esa cara matinera?'' Su madre le preguntó al ver sus ojeras y su pelo recogido en una coleta. '' Deberías dejar el bar, yo…''

''Mamá, estoy bien, tengo veintiséis años, sé cuidarme por mi sola… Además, necesitamos el dinero'' Tam era una buena negociante, su madre se castigaba pensando que por su egoísmo, su hija hubiese llegado a algo más que lo que hacía, maestra de parvulario por la mañana y camarera en el bar del pueblo.

''Tu hermano aún no se ha levantado, ¿puedes ir?'' Su madre sugirió mientras Tam cogía una tostada y se la metía en la boca.

''Voy'' No llegó a decir, su madre la miró mal, Tam sabía que no le gustaba que hablase con la boca llena. ''Pero que conste, que es bastante mayorcito para levantarse él mismo''

Tenía razón, su hermano, Josh, tenía treinta años, cuatro más que ella, y tenía que levantarlo cada mañana, exponiéndose peligrosamente a su aliento mañanero, o peor aún, una erección. Tam entró sigilosamente en su cuarto, tenía un plan, si, un plan malvado, en el cuál, ella le tiraría el vaso de agua que tiene siempre cerca de su cama, Tam cogió el vaso, y con un rápido movimiento de muñeca, se lo tiró por encima.

'' ¡Joder, que fría!'' Josh prácticamente saltó de la cama, casi cae al suelo y tira a su hermana, esta, estaba corriendo hacia la cocina cuando vio la cara de enfado de su hermano.

Una de las cosas que a Tam se le daba bien (y se sentía orgullosa de eso) era correr, tenía unas piernas largas y delgadas, perfectas para bailar o hacer atletismo, además de correr, otra de las cosas que a Tam se le daban bien era lidiar con gente, por eso se hizo profesora, le encantaban los niños, todos y cada uno de ellos, pero su gran sueño no era encontrar marido, casarse y tener hijos, a ella, le gustaba la aventura.

''¡TAM!'' Su nombre casi hace caer las paredes, y peor, acababa de levantar a la bestia, Morrisey, el enorme marido de la madre de Tam, por consiguiente su padrastro, al cual odiaba y por consiguiente, él a ella. ''Mueve tu estúpido culo y tráeme el desayuno''.

''Te lo traes tú, yo no soy tu criada'' Dijo, ella pagaba las facturas, junto a su hermano, ya que su madre no podía trabajar, teniendo a Allison tan pequeña.

Allison, su hermana pequeña, era su gran tesoro, la quería tanto, que si la perdiera, no sabría lo que hacer, tiene seis años, y es la más alegre de la casa, con sus muñecas, las cuales le pertenecieron a Tam a los seis años, ya que no se podían permitir juguetes nuevos, facturas, comida, gastos de Morrisey, les daba lo justo para comer y comprar cosas necesarias para sobrevivir un mes más.

''Ally levántate, que es hora de ir al colegio'' Dijo, zarandeándola por los hombros. ''Venga monstruita, ¿no querrás llegar tarde?'' Allison se levantó corriendo, Tam sabía que lo que más odiaba era llegar tarde a los sitios, lo heredo de su padre, y también esos ojos verdes que parecen que no tengan fin.

'' ¡Tammy! Buenos días, ¿sabes que he soñado hoy? Con pasteles, cientos de ellos, de crema, de nata y de chocolate, ¡incluso había uno de cerezas!'' La niña saltaba en su cama, Tam y ella eran muy entusiastas, demasiado, les encantaban los pasteles de cereza, los que hacía su madre en las comidas especiales.

''Prepárate y ves a desayunar, enana. '' Tam dijo y se dispuso a ir hacía la cocina, donde esa tostada que había empezado seguía allí, junto con un café con leche y un yogurt de fresa, miró a la pared para ver el día que era, viernes 20 de junio, ese día iba a ser bueno.

''Te arrepentirás de lo del vaso, lo juro'' Dijo su hermano Josh al entrar por la puerta de la cocina, se había cambiado y llevaba el peto del taller, era azul y llevaba su nombre bordado, cosas de su madre, la cuál, en ese momento estaba llenando la taza de Morrisey. '' ¿Se ha despertado ya la bestia?'' Dijo con su tono gracioso.

''Si, y te he oído, maldito idiota'' Dijo Morrisey, entrando desde la puerta del comedor. ''Ojalá os vayáis los dos lejos de aquí, y me dejéis tranquilo'' Dijo, con un tono amenazador de reproche.

'' Y dejar que le hagas daño a nuestra madre, no Morrisey, mientras tú estés cerca, yo no me voy a ningún lado'' Dijo Tam, ella sabía que si dejaba la casa, su madre y sus hermanos estarían prácticamente muertos, al menos su madre, había días que la encontrábamos llorando y con moratones, pero no se atrevía a salir de la jaula, la aprisionaba y no la dejaba salir. ''Además, ¿quién pagaría tus facturas de luz y alcohol, el gobierno? Por favor, déjame reír'' Soltó una carcajada irónica, y Morrisey la cogió del cuello, levantándola y limitando la entrada de aire en sus pulmones, además de un fuerte dolor en su cabeza, producto de la resaca.

''Suéltala, o te juro, por lo que más quieras que esta noche estarás muerto'' Josh gritó, hizo que soltara a su hermana y después le dio un puñetazo en la nariz, rompiéndole el tabique nasal.

Tam cayó al suelo, recuperando el aire que no había podido respirar, miró hacia arriba y vio a su hermano, rojo de ira, pegándole un puñetazo en la nariz a su padrastro, jamás lo había visto así de enfadado, será porque jamás la había tocado.

''Tam, vete de aquí, llévate a Ally a la escuela'' Su madre le dijo, cuando pasaban estas cosas, normalmente, su madre se encerraba en ella misma y dejaba que las cosas pasaran, por miedo, o impotencia.

Ally miraba la escena desde el comedor, vestida como cada día y con un bocadillo que su madre había preparado, seguramente sería de algo básico, atún, quizá. Tam la cogió de la mano, y dirigiendo una última mirada a su madre, salió de aquella casa.