Espero les guste, la verdad he quedado muy complacida con el resultado del diseño de personajes después de estar por meses boceteándolos, creo que pude diferenciarlos unos de otros lo suficiente para no causar dudas al respecto. No todos los hijos son iguales a sus padres, así que no se extrañen si uno se parece a los abuelos o tíos.
ACLARACIONES: Fic situado varios años en el futuro y último del arco que inició con "Perdidos y lo que pasó después", presento un pequeño fragmento del día a día de los hijos de los Host para que puedan conocerlos un poco antes de hacerlos interactuar con el resto.
Hiroshi desvió la mirada del libro frente a él, notando cómo los gemelos nuevamente estaban enfrascados en sus pequeñas persecuciones. Sabía que era sólo cuestión de tiempo para que su apacible refugio en el cual se encontraba se viera asaltado por esos pequeños bribones, pero realmente esperaba poder disfrutar un poco más de la calma que tanto amaba.
Miró a través del vidrio de la ventana a la cual se hallaba sentado, su padre había construido ese sitio precisamente para él, un pequeño lugar donde podía recostarse con ayuda de un par de cojines, con la luz solar iluminando perfectamente las páginas de sus libros mientras se transportaba a los sitios y épocas descritos por el autor; los jardines de su casa en el fondo, el suave trino de los pájaros en primavera y la compañía de su perrito Yorkshire terrier completaban el cuadro perfecto. Justo en ese momento escuchó los pasos acelerados de sus hermanos y vio cómo Akari era de pronto tacleado por Hikari.
–¡Te tengo! –sonrió victoriosa la niña, sentándose sobre su hermano.
–¡Quítate de encima! –demandó con molestia, moviéndose incómodo.
–¡Sólo si admites que he ganado! –se cruzó de brazos.
–¡No estábamos jugando! –continuó revolviéndose, intentado quitársela de encima.
Hiroshi suspiró, estaba más que acostumbrado a escenas como ésa. Generalmente Hikari se enfadaba por cualquier motivo, comentarios que muchas personas no le tomarían importancia, pero ella, al ser la única chica abusaba de su posición para hacer lo que quisiera cuando le plazca. Leo, el cachorro a los pies de Hiroshi y su mascota, movió las orejas al ver la escena desarrollada por los gemelos.
–¡Onii-chan! –llamó infantilmente el pequeño al ver que sus intentos eran en vano.
–Hikari-chan, ¿te molestaría? –pidió suavemente, con delicadeza.
–¿Por qué siempre le defiendes? –se quitó de su hermano, permitiéndole pararse, haciendo un mohín.
–Sólo trato de ser equitativo, incluso si eso significa darte mi porción de postre –retomó su lectura con tranquilidad.
Leo ladró suavemente, como queriendo corroborar lo dicho por su joven amo.
–E-E-E… –se quedó sin palabras, sabiendo que era verdad.
–¿Y esta vez por qué os perseguías? –preguntó sin voltear a verles.
–Es sólo que… ¡Akari es tan lindo! –le abrazó con fuerza, juntando su mejilla con la de su hermano gemelo– ¡Es como una pequeña mascota! ¡Justo como un tanuki!
–¡Suéltame! –se enfadó, tratando de alejarla sin éxito.
–Dudo mucho que él comparta tu opinión –trató de no darle demasiada importancia.
Los gemelos compartían muchos y variados gustos, entre ellos destacaban su afán de molestar a todo el mundo. En más de una ocasión sus padres habían sido llamados por las travesuras que habían realizado a pesar de ser su primer año en la primaria Ouran. Al verlos no podía la gente sino asombrarse por el extremo parecido entre los mismos; ambos tenían el cabello anaranjado y ojos del color del ámbar que recordaban en demasía a los felinos, sin embargo, la menor era realmente un pequeño diablo puesto que se atrevía a hacer algo que su gemelo no: molestarlo. Akari siempre trataba a su hermana con complicidad sin hacerla objeto de sus bromas, no así Hikari, quien lo hacía tanto como pudiera debido a los consejos de su tía Ageha: las mujeres no le deben explicación a nadie ni están para complacer al resto, especialmente a los hombres. A diferencia de su hermano, los gemelos tenían cada uno un conejo de orejas caídas, uno blanco y otro negro, aunque nadie podía decir a quién pertenecía cada uno ya que ambos se consideraban dueños de los mismos por igual, los nombres de los conejos eran Kuro (el blanco) y Shiro (el negro), lo cual resultaba en gracia al resto.
Hiroshi era lo opuesto a sus hermanos: cumplido, responsable, respetuoso, callado. Más de uno se asombraba al saber que los tres niños se encontraban emparentados y definitivamente no esperaban que fuera con lazos hermanos, el castaño de ojos color chocolate era el hijo modelo que más de una vez los padres ponían de ejemplo a sus hijos, constantemente recibía diferentes galardones sin importar el ámbito en el cual se desempeñara, excepto los deportes, en donde sólo era promedio. Tenía un cachorro de Yorkshire terrier llamado Leo que su madre le comprase tras llorar por la muerte de Shiro, la anterior perrita de la casa, Leo había llegado cuando apenas aprendía a caminar, por lo cual lo seguía a todas partes pues era él quien lo alimentaba, mimaba y sacaba a pasear sin necesidad de que se lo recordaran, pues sabía perfectamente bien cuál era su responsabilidad. Pese a la diferencia de sus personalidades los gemelos siempre recurrían a él en momentos de apuro, de felicidad o sin motivo alguno, ambos concordaban en que su día no estaba completo si no podían pasar un poco de su tiempo con su hermano mayor, adorándolo como pocas veces se había visto.
No eran los únicos que pensaban así, debido a su sinceridad al hablar, su humildad al ver la vida y su manera tan particular de encontrar solución a los problemas, Hiroshi era considerado el más querido entre sus amigos, mas esto tampoco era extraño ya que su madre había sido muy apreciada en sus días de Instituto.
–¡Hiroshi, dile que me deje en paz! –escuchó el grito constante de su hermano.
–Hikari… –pidió seriamente.
–Mooo… –se quejó, inflando los cachetes– Lo soltaré con una condición: esta noche me dejarás dormir contigo.
–No –contestó secamente sin pensarlo.
–¡Ey! ¡Ni siquiera lo has considerado! –le señaló con un dedo de su mano libre mientras que con la otra continuaba abrazando a Akari.
–¡Eso no es justo! ¡Yo también quiero dormir con onii-chan! –logró pronunciar el otro mientras era aplastado por su hermana menor.
–¿Si les dejo hacerlo, dejarían de armar tanto alboroto? –volteó a verles con suavidad.
–¡Lo prometemos! –se pararon ambos en pose militar, llevando su mano derecha a la frente en posición de firmes.
Leo ladró, se enderezó del cojín al que hasta ese momento se hallaba echado y movió alegremente la cola ante esto. Hiroshi supo que se arrepentiría, pero ya había empeñado su palabra en ello, así que suspiró suavemente.
–De acuerdo…
Los gemelos saltaron, Leo bajó del sitio de lectura, festejando con ellos, Akari pasó su brazo alrededor del cuello de Hikari mientras sonreía gatunamente, su hermana le imitó.
–¿Lo ves, Hikari? –habló aterciopeladamente– Te dije que cedería.
–Ya lo veo, Akari, realmente ha sido muy fácil, pero no ha sido por el motivo que tú has predicho. Dijiste que lo haría al ver nuestra pelea, pero en realidad sólo quiere continuar su lectura.
–¿Y qué importa el motivo? –se encogió de hombros sin perder su tono jovial– Lo único cierto es que esta noche dormiremos con él.
–¡Será perfecto! –ambos alzaron los pulgares al mismo tiempo.
–¡Hikari, Akari, Hiroshi!
La voz de su padre se dejó escuchar en toda la casa, corroborando que ya casi era la hora. Hiroshi cerró su libro al tiempo que colocaba un separador entre sus hojas, los gemelos se tomaron de las manos y esperaron por su hermano hasta que depositó el volumen en su sitio correspondiente para retomarlo después. Sólo entonces se permitieron correr hasta él y tomarle cada uno de un brazo o, mejor dicho, colgarse del mismo.
–¡Hey! –se quejó.
–Lo siento, onii-san… –habló Akari, a su derecha.
–…sabes perfectamente que no te soltaremos… –dijo Hikari a su izquierda.
–…así que mejor empieza a caminar –dijeron al unísono.
Sabiendo que nada ganaba con enfadarse y conociendo por experiencia propia que intentar quitarlos o no moverse sólo empeoraba las cosas, Hiroshi caminó hasta el sitio donde se había oído la voz de su padre, esperando que su madre le quitara al par de pequeños demonios. Leo les siguió alegremente, después de todo, era un día especial.
Ya sé que se preguntarán qué es esto. Para aquellas personas que me tienen en Facebook sabrán que había decidido traer el arco final de toda esta historia, presentando a los hijos de los Host como se merecen, en este caso creo que es más que obvio quiénes son los padres de este trío tan particular. Presentaré a los hijos de cada Host por capítulo, así como un esbozo general de los mismos, sus fichas están dadas en mi facebook, así que algunos ya saben cuáles son sus personalidades y apariencia física, así como gustos, miedos, cumpleaños y tipo de sangre (para los que no, pueden buscarme como Uyulala Oráculo del Sur). En el último capítulo de este corto fic veremos la interacción de todos los padres e hijos, espero les guste.
Relaciones hasta el momento:
Hiroshi (8 años): adora a sus hermanos menores por igual, pero por su carácter demoníaco casi siempre funge como mediador entre ellos. La única que a veces le saca de sus casillas es Hikari.
Akari (6 años): el segundo hermano. Tiene en gran estima a Hikari, siendo cómplices en todas y cada una de sus travesuras, pero no soporta cuando él es el blanco de sus bromas porque jamás se las gasta a ella. Adora a su hermano mayor, incluso más que a su gemela, pero no podría reconocerlo en voz alta.
Hikari (6 años): siendo la más pequeña no le importa jugarle bromas a todos, incluso a su gemelo, a quien quiere mucho y para el cual no tiene secreto alguno. Adora a su hermano mayor, incluso más que a su gemelo, pero no podría reconocerlo en voz alta.
