Hola de nuevo, por fin tuve inspiración para una nueva historia, otra vez de mis queridos Goofy y Max. Les advierto que si en la historia anterior se sorprendieron por quen o se trataba de algo cómico, mas bien de una historia seria...pues prepárense por que está además de seria va a ser cruda, jeje, ya saben como soy, me gustá las historias tétricas.

Y bueno, ya saben que Goofy le pertenece a Walt Disney y bla, bla, bla y que la película fue dirigida por Kevin Lima y todas esas cosas que se supone debo poner en todos los fanfics.

El Prófugo

Capítulo 1: Un Desafortunado Accidente

Lunes, como odiaba los lunes, el día más largo y tedioso de la semana. Eso era lo que pensaba Max Goof mientras se encaminaba a la escuela una tranquila mañana de otoño. El fantástico fin de semana que había vivido con Roxanne ya era cosa del pasado y era momento de iniciar otra racha de estudios y tareas. Se sentía tan deprimido y aburrido, cada semana era lo mismo. Por si fuera poco, esa semana darían los resultados de los exámenes parciales y el joven Goof sabía que de reprobar alguno tendría serios problemas.

Su padre Goofy era comprensivo con él y nunca le había gustado la idea de castigar a su hijo por salir mal en la escuela, pero aún así era bastante incómodo tener que lidiar con su expresión de decepción. El año escolar había sido realmente difícil y Max ya tenía algunas notas bastante malas en su haber, lo que menos necesitaba era una más. El director Mazúr ya le había advertido que de seguir así sería suspendido de la escuela o que tomaría medidas drásticas para educarlo.

Era bien sabido por todos que el director Mazúr solía exagerar en su forma de decir las cosas, como aquella ocasión en que le había dicho a Goofy que Max terminaría en la silla eléctrica, acción que tuvo como consecuencia aquel viaje por el país que Max tanto había detestado al principio. Afortunadamente las cosas habían salido bien y luego de que millones de personas lo vieran en el concierto de Powerline en Los Ángeles, su reputación mejoró considerablemente. Ya no era conocido como "Goofito" y todos esos apodos que lo habían mortificado por meses, ahora era toda una personalidad entre los estudiantes.

Eso era lo único por lo que aún valía le pena ir a clases, sus amigos P.J. y Bobby constantemente se lo decían. El chico detuvo sus pasos unos momentos mirando el edificio que se levantaba frente a él, el reloj en la parte superior de este le indicaba que casi era hora de su clase. Dio un suspiro y pasándose una mano por la frente acomodándose el cabello entró en el colegio disponiéndose a pasar, y soportar, un día común y corriente como muchos otros.

Llegó hasta su salón y no se sorprendió al ver que ya casi todos sus compañeros se encontraban ahí, después de todo siempre era de los últimos en llegar. Se sentó en su pupitre y se recostó en él somnoliento. P.J. se le acercó para saludarlo, él también se veía preocupado por las calificaciones. A diferencia de Max, el padre de P.J. si que era rudo con las reprimendas hacia su hijo.

-Hola Max, ¿listo para los resultados?- preguntó P.J.

-¿Tu qué crees?- contestó Max.

-Imagino que igual que yo- dijo P.J. sonriente –Muerto de miedo-

Max asintió con pereza y poco después llegó el profesor cargando una carpeta con varias hojas dentro de ella, sin duda alguna los exámenes.

-Buenos días, chicos, ¿listos para la masacre?- dijo el profesor con tono bromista refiriéndose a las calificaciones. Los estudiantes rieron, el profesor era un buen sujeto y normalmente trataba de amenizar los momentos de tensión como esos.

-Bueno, ya conocen la rutina. Cuando escuchen su nombre acérquense al escritorio, recojan su examen y si no tienen nada que objetar pueden retirarse- dijo el profesor a la vez que sacaba los exámenes. El adulto comenzó a leer su lista de asistencia y uno a uno los estudiantes se iban acercando a su escritorio. Max y P.J. podían escuchar a la perfección todo lo que ocurría, desde los "felicidades" hasta los "debes estudiar más el próximo año".

La tensión crecía cada vez más en ellos hasta que llegó el turno de P.J., el muchacho se levantó y se dirigió hacia su profesor sudando por los nervios. Unos cuantos minutos después regresó hasta donde se encontraba su amigo.

-¿Cómo te fue?- preguntó Max.

-Bueno, supongo que papá me dejará vivir un día más- respondió P.J. con una sonrisa, dando a entender que sus resultados habían sido buenos. –Te espero afuera- le dijo a Max.

P.J. salió del salón y unos minutos más tardes llegó el turno de Max. –Bueno, a ver como nos fue- pensó el chico levantándose de su asiento y caminando hacia el escritorio. Ya estando ahí se dispuso a revisar su examen cuando el profesor lo detuvo.

-Max, tienes que ir a hablar con el director Mazúr- le dijo.

-Claro, iré saliendo de clase- le respondió.

-No, debes ir ahora… el me dijo que no podía darte tu calificación- le contestó el maestro.

-¿Qué?, ¿Por qué no?- preguntó Max un poco alterado.

-No lo sé, por eso será mejor que vayas a arreglarlo con él, lo siento Max- terminó el profesor en un sincero tono de pena. Max asintió, tomó sus cosas y se dirigió a la oficina del director Mazúr, en el camino se encontró a P.J., quien inmediatamente le preguntó cuánto había sacado. Max le explicó lo que había ocurrido y juntos se dirigieron a buscar al director para aclararlo todo, sin saber que eso iba a representar el inicio de los problemas de uno de ellos.

La oficina no quedaba lejos y pronto ambos amigos llegaron hasta ahí, los dos recordaban perfectamente ese lugar, en varias ocasiones habían tenido que estar ahí para arreglar ciertos problemas como cuando interrumpieron la asamblea estudiantil para dar una especie de concierto de Powerline. Ese día había sido horrible para P.J., aunque para Max había representado la primera vez que pudo hablar con Roxanne e invitarla a salir exitosamente.

La señorita Maples, secretaria del director, se encontraba en su escritorio de siempre con la sonrisa que la caracterizaba. Al ver a ambos muchachos les preguntó el motivo de su visita y luego de que ellos le explicaran que deseaban ver a su jefe les permitió la entrada. Max le pidió a su amigo que lo esperara afuera, algo dentro de él le decía que esa no sería una conversación agradable y no quería involucrar a su amigo en algún problema… otra vez.

P.J. aceptó y el joven Goof entró solo a la oficina del ser más temido de toda la escuela.

-Buenos días, director, ¿puedo pasar?- preguntó Max sabiendo que debía ser muy cuidadoso en la forma en que le decía las cosas.

El director Mazúr se encontraba sentado en su escritorio revisando unas actas y al darse cuenta de que Max había entrado puso una expresión de incomodidad, su relación con el chico nunca había sido muy buena.

-Sí, que se le ofrece, Maximiliano- le dijo fríamente.

-El profesor Quintero me mandó con usted para arreglar un asunto sobre mi calificación. Dice que usted no le permite dármela- explicó Max.

-Ah, por supuesto, casi lo olvido, joven Goof- comenzó a decir Mazúr con una mirada frívola en su rostro –Efectivamente no podemos darle sus resultados finales. Según nuestra base de datos, su padre lleva varios meses sin cubrir el costo de la colegiatura. Y si ha leído el reglamento escolar, cosa que no creo, descubrirá que el artículo 18 dice claramente que de no ser realizado ese pago perderá su derecho a retroalimentación y por consiguiente a ser evaluado en las materias-

-Lamento diferir con usted, señor, pero mi padre si está al corriente de esos pagos- contestó Max tratando de no alterarse.

-¿Tiene acaso los recibos?- le preguntó el director.

-No, mi papá los tiene. Si me permite se los traeré por la tarde y…- comenzó a decir Max pero el adulto no lo dejó.

-Imposible, las calificaciones se suben al sistema a mas tardar al medio día, y si no me trae esos recibos para entonces me temo que tendré que reprobarlo- dijo Mazúr disfrutando cada una de sus palabras.

-Papá no puede venir hasta en la tarde, por favor espere solo un par de horas y con gusto se los traeremos- siguió Max.

-Ya le dije que no, joven, y si no tiene otro asunto que tratar conmigo le suplico que se retire- respondió Mazúr en un tono que le provocó a Max tanta furia que ya no pudo controlarse.

-¡Mire, se que no le agrado y créame que usted tampoco me agrada!, ¡pero como director tiene la obligación de dejar eso de lado y cumplir con su responsabilidad de ayudar a los estudiantes!- dijo Max enojado.

-¡No me levante la voz, Maximiliano!, ¡yo puedo hacer lo que se me antoje, le guste o no!- contestó Mazúr.

-¡Está actuando como un tirano, Mazúr!, ¿sabe que puedo ir a denunciarlo a la secretaría de educación?- amenazó Max sin medir sus acciones.

-¡Tu historial no es muy brillante, amiguito, y antes de que tu logres hacerme algo a mi yo puedo causar que te expulsen de por vida de la escuela!...y no creo que a papi le guste eso- esto último lo dijo en un tono sarcástico –Así que si sabes lo que te conviene te irás de mi oficina sin decir nada y te resignarás a la calificación que yo quiera ponerte… ¿quedó claro?-

Max iba a seguir discutiendo pero sabía que no tenía caso, con los ojos vidriosos por la impotencia y apretando los puños con furia comenzó a salir de la oficina mientras escuchaba al adulto reírse descaradamente por su triunfo. Ya tenía la mano puesta en la perilla de la puerta para salir cuando un repentino ataque de histeria se apoderó de él y sin poder evitarlo se abalanzó sobre Mazúr dándole y un fuerte puñetazo en la boca que hizo que cayera hacia atrás.

Sabía que esta acción le iba a costar caro, pero no esperaba lo que siguió. Al estar frente a la ventana del quinto piso, Mazúr retrocedió tanto que fue a estrellarse contra el vidrio, el cual se rompió en mil pedazos que cayeron al vació… junto con el director. Max se quedó inmóvil viendo la horrible escena que había provocado, no quería que las cosas llegaran a tal grado. El horror crecía en su interior mientras escuchaba los gritos de la gente afuera -¡El director Mazúr se cayó!, ¡traigan a un médico!-. No se atrevió a mirar. Solo salió corriendo de la oficina donde P.J. y la señorita Maples se encontraban alterados por el ruido.

-¿Qué pasó ahí adentro?- preguntó P.J. pero Max no le respondió, ni siquiera se detuvo a verlo a la cara. Solo siguió corriendo rumbo a su hogar para buscar refugio, aunque en el fondo sabía que después de lo que acababa de hacer, ningún lugar era seguro para él.

Continuará………

Ya me imagino en que concepto me tienen, pero ni modo, este fic va a ser así. Espero que les haya gustado o por lo menos que no se les haya hecho tan malo, subiré lo que sigue en cuanto pueda. Nos vemos/leemos, se cuidan.