Capitulo 1
Eran alrededor de las cinco de la tarde en Ciudad Playa. En una de sus calles, había un viejo Mustang de 1960 conducido por David, un hombre de veinticinco años, de un metro setenta y cinco de estatura, cabello de color café simplemente peinado hacia atrás, ojos negros y tez pálida. Vestía una simple camisa negra sin mangas, unos jeans azules y un par de zapatos deportivos blancos. Él era un mecánico cuya vida recientemente había dado una serie de giros: había perdido su trabajo y su novia lo había dejado. Por lo que tomo el dinero que tenía ahorrado, puso sus posesiones en un remolque y se fue del apartamento que rentaba.
Empezó a conducir. No tenía idea de a dónde iba a ir, sólo quería encontrar un lugar donde volver a empezar. Un lienzo en blanco, donde él pudiera volver a empezar. Eventualmente llegó a Ciudad Playa, donde se encontraba ahora mismo, una ciudad que, según los rumores, era un imán para sucesos extraños e inexplicables
Bueno, primero lo primero, ¿qué hora es?, se preguntó a sí mismo mientras miraba su reloj de pulsera. Cinco y media de la tarde, debo de buscar un hotel o un lugar donde quedarme y algo que comer, mi estomago me está matando. Justo como si éste le estuviera dando un mensaje, su estomago hizo un sonido bastante fuerte y fue cuando vio un lugar en la distancia: La Gran Rosquilla. Eso le bastaba
Entró al establecimiento, decidido a comer por primera vez en días en un lugar que no fuera una parada de camioneros.
—Hola, ¿en qué puedo servirle? —le preguntó una chica rubia
—Me gustaría una rosquilla de chocolate y un café —respondió el
Cuando fue a pagar, lo atendió un chico algo apático y que parecía como si hubiera puesto tapas de refresco a manera de expansores en sus oídos. Esto le pareció curioso, pero no le puso mucha atención al sentido de la moda de este extraño. Por último decidió preguntar por direcciones.
—Oigan, ¿de casualidad no sabrán si hay algún bloque de apartamentos o un hotel por aquí? Necesito un lugar donde pasar la noche —preguntó, a lo que el muchacho respondió:
— ¿Nuevo en la ciudad, verdad?
—Hay un edificio de apartamentos no muy lejos de aquí —le informó la rubia, anotando una dirección —, aunque no estoy segura si aun están aceptando inquilinos.
—No te preocupes, gracias por la información —contestó David, dándose la vuelta para salir, cuando el muchacho le advirtió:
—Un consejo, ya que eres nuevo por aquí. Aléjate de la casa en la playa y de los que viven allí. Todo lo extraño de esta ciudad viene de de ese lugar — el mecánico se dio vuelta justo cuando su compañera lo golpeaba en el hombro.
— ¿A qué se refiere con eso? —preguntó David confundido y curioso por lo que acababa de decir
—Ah, no te preocupes, a él solo le gusta exagerar —respondió ella, aunque esto no hizo nada para aliviar su curiosidad
¿Quién podía vivir allí o que había allí que pudiera provocar cosas extrañas en la ciudad? Aun así, recordó que tenía otros asuntos más urgentes, como encontrar un lugar donde quedarse. No quería verse en la necesidad de volver a dormir en su auto.
Condujo durante unos minutos hasta encontrar el lugar que la chica le había dicho. Miró el reloj. Entre una cosa y otra ya se habían hecho las seis y media. Me tengo que apurar, pensó, mientras entraba.
No era un lugar demasiado elegante, o siquiera igual de grande como el edificio en el que se encontraba su apartamento en Nueva York, pero este no era momento para ponerse caprichoso
—Hola ¿es usted el encargado? Venia para saber si hay alguna vacante —preguntó él a un hombre que estaba en la recepción, esperando que la respuesta fuera un sí.
—Sí lo soy, y estas de suerte chico. Alguien se mudó hace poco y un apartamento está libre, ¿pero que haces por aquí? Tú no eres un estudiante como la mayoría de los que se hospedan aquí –dijo el encargado
—No lo soy, pero soy nuevo en la ciudad y parece un buen sitio para empezar—respondió David, recordando una vez más el prospecto de dormir en el auto.
—Bueno, ¿por qué no vienes para firmar el papeleo? Como medida de seguridad te voy a tener que pedir que pagues el primer mes de renta por adelantado.
—Si está bien no es problema —y con esto fue con el encargado a hacer el papeleo.
Una vez terminado toda la tontería burocrática, como él la llamaba, decidió que ya era tarde. Afortunadamente, el apartamento estaba apenas en el primer piso, por lo que trasladar sus cosas no sería mucho problema, pero ya era tarde así que solo bajo lo necesario para pasar la noche. Sin embargo, lo que escucho en la Gran Rosquilla hacía eco en su mente. Aunque una parte de él le decía que solo era exageración, la otra ardía en curiosidad. De cualquier manera entre una cosa y otra, se habían hecho las nueve y media de la noche y, considerando lo difícil que tenía el día de mañana decidió irse a dormir temprano.
Eran las ocho de la mañana del viernes. Habiendo llegado el día anterior, David decidió que sería conveniente almorzar algo para después tomarse el resto de la mañana descargando sus cosas. No tenía mucho en su remolque, pero al mal paso darle prisa. Así que simplemente fue otra vez a La Gran Rosquilla a buscar algo para comer. Tenía curiosidad acerca de lo que le habían comentado allí acerca de la extraña casa de la playa, pero decidió no presionar el tema de momento. Una vez hecho esto regresó al estacionamiento donde estaba su auto y su remolque y empezó a desempacar
Después de un par de horas (más bien tres) ya había bajado y acomodado sus pertenencias en el apartamento: un puff, la mesa y las sillas plegables; su cama ya se encontraba armada; la ropa acomodada en el ropero; su televisión, que se encontraba encima de un pequeño mueble que a su vez tenia compartimiento en la parte abajo en el cual tenía algunos libros.
Por fin, veamos, viendo el reloj, ya eran las once y media de la mañana. Genial ahora solo tengo que buscar esos anuncios.
Vagó por las calles de la ciudad por varias horas pero, para su mala suerte, no encontraba nada. No había anuncios o al menos no había anuncios de trabajo en los que él tuviera experiencia, hasta que encontró uno que llamo su atención: un nuevo taller mecánico automotriz llamado Súper Servicio, que tenía poco en la ciudad, estaba buscando personal. Él no perdió el tiempo y anoto la dirección y el nombre de quien había puesto el anuncio. Una vez en el lugar se decidió por preguntar por el señor Abrams.
—Hola, venia a preguntar acerca del anuncio, quería saber si todavía están contratando —preguntó él.
—Lo estamos la pregunta es, ¿estás capacitado? Ven, vamos a mi oficina para que me muestres tu curriculum —ya dentro de la oficina David le dio una carpeta—. Veamos aquí dice que tienes una licenciatura en ingeniería automotriz y te graduaste en el colegio de la comunidad Corning , nada mal, chico. Veo que tienes experiencia, pero me llama la atención esto: aquí dice que trabajaste en un taller llamado Downtown Customs, ¿a que te dedicabas allí?
—Mantenimiento, reparación, restauración. Nos dedicábamos más que nada a la personalización de autos —respondió David con serenidad.
—Así que dime, ¿porque ya no estás allí? —preguntó él.
—Bueno, hubo recorte de personal —respondió David. Él no había sido el único afectado por su jefe.
—Bueno creo que tienes lo necesario, ¿qué te parece si firmamos para que puedas empezar? —le ofreció el señor Abrams extendiendo su mano la cual David tomó —. Hablando de eso, puede empezar este lunes. Estarás a prueba y con la mitad del sueldo. Una vez pase tu periodo de prueba, comenzaras a recibir el sueldo completo.
—Por supuesto no es problema —David no podía creer lo que estaba pasando.
—Tu turno será desde las ocho de la mañana hasta las cuatro y media de la tarde. No llegues tarde, y no me decepciones
—No se preocupe señor Abrams, no lo decepcionaré— afirmó él mientras se daba la vuelta para salir del lugar.
La verdad es que el no esperaba encontrar trabajo el primer día, pero así había sido. Tal vez las cosas irían mejor ahora. Con eso David decidió que merecía celebrar un poco, tal vez a un bar, pero al pasar por un parque de diversiones llamado Divertilandia, la nostalgia lo llevo allí como si de una abeja y un panal se tratara.
Hace años que no voy a un parque de diversiones, ¿pero que más da? Tengo que celebrar, pensó. Una vez dentro del parque de diversiones lo, primero que lo atrajo fue el árcade. Siempre le habían gustado esos lugares, por lo que caminó hacia una maquina que decía Zombie Rampage. Jugó por un rato a ese juego y a otros juegos más que decidió que ya había tenido suficiente y decidió irse
—Vuelva pronto —dijo un hombre alto y de piel oscura con un gafete que decía "Sr. Sonrisas"
—Gracias lo haré. De pura casualidad, ¿usted no conocerá algún restaurante por aquí? —preguntó. Después de comer una rosquilla para cenar el día anterior, y almorzar eso mismo hoy, estaba listo para comer algo más que eso.
—¿Nuevo en la ciudad supongo?
—¿Es tan obvio? —respondió David
—Sí, por la pregunta sobre el restaurante. ¿Sabes? Después de los sucesos con la mano voladora gigante y todo eso ha venido mucha gente —ante esta respuesta, David quedó perplejo.
—¿Espere que acaba de decir? —preguntó David, lleno de confusión
—Ah no te preocupes. Ese chico Steven y sus amigas raras en la casa cerca de la playa lo tienen solucionado —lo tranquilizó. Dicho eso se dio la vuelta y se fue.
Mano voladora gigante ¿qué demonios significaba eso? ¿Estaba diciendo que estaban siendo invadidos por aliens? Como si esto no fuera suficiente, mientras conducía, pasó algo que lo dejaría boquiabierto: una especie de golem de cristal estaba en el camino y tuvo que dar la vuelta para no chocar con la criatura. En ese momento tres mujeres con unos colores de piel bastante extraños y un niño aparecieron. Una de ellas, la de la piel más normal por decirlo de alguna manera, llevaba una lanza; la segunda, la de piel morada y la más baja de las tres, llevaba un látigo. El niño no llevaba un arma y honestamente no sabía que hacia él allí hasta que este hizo aparecer una burbuja para proteger a la gente. Por último, la más alta de los cuatro llevaba un par de guantes de un tamaño exagerado, parecía como si ella midiera dos metros, con piel rojiza y un peinado que básicamente desafiaba las leyes de la gravedad. Mientras el niño se encargaba de poner a la gente a salvo, las mujeres hicieron un trabajo rápido con el monstruo. Era un espectáculo verlas pelear hasta que lo único que quedó del monstruo fue una gema en el suelo.
Después eso la mente de David estaba llena de preguntas, ¿que era ese monstruo? ¿Quiénes eran esas personas? Entre esto y las noticias de la mano en el cielo, la mente de David ardía en curiosidad una vez más y estaba decidido a encontrar respuestas.
bueno gracias a siletek quien me hizo ver mis errores .Nos vemos hasta la proxima
