Disclaimer: Los personajes de Kaleido Star no me pertenecen. No hay finalidades de lucro en la publicación de esta historia.
El Intercambio
-Primera parte -
Llevaba más de 30 minutos frente al librero, miraba cada fila repleta de libros, portadas y títulos que hacían cada vez más difícil una elección – soltó un suspiro – mataría a Sora por esa absurda idea de un intercambio por el día de la amistad – Si sólo me hubiese tocado alguna otra persona sabría que comprar – se dijo así misma concentrada en los mil y un títulos que estaban frente a ella.
Había pasado una semana muy difícil, a pesar de haber terminado los ensayos de la nueva obra y de que Kalos les hubiese permitido se tomasen unas pequeñas vacaciones se sentía estresada por el hecho de tener que observar a Leon Oswald y así poder elegir un obsequio digno del dios de la muerte. Y de todo ese tiempo había dos cosas que le habían quedado claras a la pelinegra; la primera – León era un hombre muy enigmático - y la segunda por la cual se odio a sí misma, - no le había dejado de amar, todavía seguía enamorada de él y muy en el fondo añoraba seguir siendo su compañera -
Recordó ese momento en que inicio su bendita desgracia…
Su sorpresa se vio reflejada en su rostro, fijo su vista en el nombre que estaba escrito en el papelito que segundos antes había sacado de un cajita que tenia Sora - Leon – tragó saliva y levantó su rostro para observar a todos los presentes y su mirada se cruzó con el hombre que en ese momento ocupaba su mente por completo, al sentirse observada por Leon ella bajo la mirada inmediatamente y se concentro en maldecir su mala fortuna.
Sin pensar más en los sucesos pasados, asió un libro esperando que fuera el indicado.
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La vio salir de la librería que a él le gustaba frecuentar, nunca se hubiese imaginado que May tuviese gusto por la lectura. En esa última semana había conocido muchas facetas de la pelinegra que igual jamás le hubieran pasado por su mente, como el dedicarle tiempo a sus hermanos, por las tardes pasaba de hora y media a dos horas con ellos, jugaba pelota, si no sólo se sentaba bajo la sombra de un árbol para cuidar de ellos, observándoles jugar en compañía de otros niños - Al principio pensé que esto era una tontería – se dijo en silencio siguiendo a la joven a distancia para que ella no se percatará de su presencia. Después de todo la idea de Sora le había ayudado a conocer a May, al ser humano que escondía, era una chica decidida, valiente, tierna y sobre todo amorosa. No tenía idea de que podía comprarle a la pelinegra, no podía terminar de definir sus gustos, parecía ser una tarea algo complicada. Sora había sido clara en ese punto, cada uno se haría cargo de buscar el obsequio para la persona que le había tocado, por algo era secreto, nadie podía enterarse de quien le había tocado, para evitar que por error se enterasen de quien les iba a obsequiar.
-Demonios – soltó por lo bajo, todo sería más sencillo si él le pudiera preguntar a May que era lo que quería recibir.
May había parado su andar, quedando frente a un aparador, observó con ilusión un lindo vestido negro con diseños plateados, estilo chino, largo y con una abertura en el lado derecho, también dirigió su mirada hacia unas peinetas que hacían juego con el vestido. La vio entrar a la tienda, tardó alrededor de 20 minutos, vio como una jovencita retiraba el vestido del maniquí y también se llevaba las peinetas del aparador, espero ahí con paciencia y ella salía ¿con las manos vacías?, sostenía la bolsa que le habían dado en la librería, pero además de eso… nada.
Esperó un poco a que su figura desapareciera del lugar y se acercó decidido para saber que había ocurrido. Entró a la boutique, una dependienta se le acercó.
-Buenas tarde, ¿Puedo ayudarle en algo? – preguntó amablemente la joven.
-¿Podría decirme que se le ofrecía a la señorita que entro hace un momento? – preguntó.
La joven le miró desconfiada y antes de que ella siguiera pensando mal sobre sus intenciones.
-Conozco a May, trabajamos juntos – dijo él no muy conforme en dar explicaciones.
Eso dio más confianza a la dependienta. La chica asintió. –Me pidió que le mostrara el vestido que estaba en el aparador y las peinetas-respondió la joven sin dejar de mirarle.
- Y ¿por qué no los llevaba con ella? – cuestionó observando que sobre la vitrina se encontraban el vestido y las peinetas.
-Comento que eran preciosos, pero que no tendría dinero hasta la semana que venía – La joven le dijo con un poco más de confianza – Una verdadera lástima – se acercó al vestido para ponérselo al maniquí – Se veía hermosa, como mandado hacer para ella, nuestros diseños son exclusivos, nunca verá un vestido como este otra vez –
- Envuelva ambos en regalo – dijo Leon con su habitual seriedad.
- ¿Perdón? – soltó la chica confundida.
- Me llevaré el vestido y las peinetas, por favor, será un obsequio –
La joven asintió y se dispuso hacer lo que Leon le había pedido.
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Se dejo llevar por sus pensamientos, debía reconocer que aquella semana le había servido para conocer un lado muy agradable de Leon, una parte que escondía muy profundamente, pero que sin duda alguna reservaba para sus seres más cercanos, por lo general era mostrado a Sora, su actual y por siempre compañera. A veces seguía sin comprender cuál era la razón por la que él eligiera a Sora y no a ella. Después de todo parecía que la imperfección era lo bello por apreciar. Ella que se había esforzado tanto por presentar una técnica perfecta, sin embargo, "falta de vida y sin jovialidad" palabras citadas por la señorita Layla. Le había dolido que fuera Ella, su modelo a seguir quien la criticará con tanta dureza, sonrió tristemente, vio su reflejo en el espejo y no pudo evitar sentirse inferior a Sora Naegino, su amiga y eterna rival. "Una sonrisa tonta en conjunto con su torpeza" era lo que había conquistado el corazón del francés. Si Sora no fuera tan agradable persona tal vez nunca hubiesen llegado a ser tan buenas amigas.
- Esta decidido – se dijo con firmeza – uno de mis propósitos para terminar este mes – suspiró – será olvidarme de Leon Oswald – Dirigió su mirada hacia el tocador donde se encontraba el libro que le había comprado a su ex-compañero. – Drácula - Después de mucho buscar, ese precisamente tenía que ser el libro que había escogido, parecía que todo tenía un valor importante y significativo en ese momento, - ¿coincidencia? -, se burló de su injusta suerte, ironías de la vida, regalarle el libro que les hizo compañeros por primera vez.
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Entró al departamento, prendió la luz del recibidor y dejo la caja de regalo que llevaba en la mesita de madera que estaba a un lado del sofá, se quito el abrigo que llevaba y lo dejo en el perchero, miro con desgana el lugar, el descanso que Kalos les había dado estaba por llegar a su fin. Caminó a la cocina y saco de la nevera jugo de naranja, asió un vaso de la alacena y vertió en éste un poco de jugo.
Lo que había iniciado como una pesadilla, ahora tenía un sentido más convincente para él. No era su estilo; nada propio de él espiar las acciones de una persona, pero a raíz de las circunstancias pasadas, el hecho lo ameritaba. No había podido parar de observarle, era una jovencita dedicada y sobre todo comprometida con lo que hacía. Era una realidad que amaba el escenario y lo que ella podía crear en éste. A pesar de su carácter hostil y que algunas veces podía tornarse extremadamente reservada para algunos, se apreciaba una chica extrovertida y egoísta, pero la verdad era otra muy distinta a lo que los ojos podían percibir.
May Wong era una compañera leal, valiente, perseverante, cariñosa y además muy hermosa, en esa semana había podido darse cuenta que sus ojos reflejaban sinceridad pura mezclada con un espíritu de lucha que no cualquier mujer podría tener, en su vida sobre los trapecios jamás se había topado con alguien como Ella. Nunca nadie se había atrevido a desafiarle por segunda vez, hasta que conoció a May Wong, le había demostrado que podía convertirse en un demonio para enfrentar al legendario dios de la muerte, y en su último desafió Ella no lo sabía y él tampoco se lo hizo saber. Pero, sólo May Wong se había ganado su profundo respeto e incluso le había hecho dudar sobre quien debía ganarse el lugar y título de su COMPAÑERA, analizando con la cabeza más fría, parecía ser una realidad, May Wong se había ganado con respeto el ser su compañera, cuando con la técnica espiral demonio le había exigido a él estar a la altura de ella para recibirla. Fue ella quien por primera vez había logrado hacerle dudar de sus aptitudes y habilidades en el trapecio.
Se rió de sí mismo, parecía que May despertaba en él emociones que pensaba que nunca más podría experimentar, esa pequeña de grandes ojos azul purpura lo estaba conquistando sin tener conocimiento propio de lo que lograba hacerle sentir con el hecho de observarle. De algo estaba seguro en ese momento, esperaría el momento adecuado para pedirle a May que fuese su compañera, reconocería ante ella su gran talento y ¿por qué no?, tal vez reconocer ante Ella que se estaba enamorando.
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-No olviden que hoy es nuestra reunión para celebrar el día de la amistad – dijo Sora muy contenta – Por favor no vayan a faltar – dijo suplicante mirando a Kalos y a Leon.
-¿Alguien ha visto a May? – preguntó curiosa Rosseta.
-Cierto, yo no la he visto – mencionó Sora, buscándola en los alrededores.
-Pidió permiso para faltar hoy – respondió Sara – Tenía pendientes por hacer –
- Es una lástima – dijo Rosseta desanimada – tenía la ilusión de que practicáramos una nueva técnica –
- Sólo espero que venga en la noche – mencionó Sora - Seria una pena si no llega –
-Llegará – dijo Sara – Ella lo prometió – la rubia sonrió.
- Espero que todos – Sora entrecerró sus ojos y recorrió a todos los ahí presentes- Vengan en la noche – sonrió – No habrá excusa, por favor va estar todo muy bonito –
-A parte – dijo Sara – No queremos que alguno de nosotros se quede sin obsequio – puntualizó la rubia.
- Todos vamos a estar aquí Sora – le alentó Yuri – Despreocúpate – sonrió el atractivo rubio – Yo mismo he quedado con Layla de pasar por ella para llegar a tiempo –
- Excelente – dijo Sora más confiada.
Sora observó como Leon se dirigía a la salida, había estado hablando con Kalos desde hacía un rato, corrió para alcanzarle –Por favor Leon - la chica tomó algo de aire – No faltes, será una reunión como ninguna – le miró tiernamente – te lo prometo –
-Aquí estaré Sora – el chico le devolvió la sonrisa – ya tengo el obsequio listo –
-Perfecto - Sora le despidió complacida de su respuesta. Temía que Leon no quisiese participar en su reunión, ni en su intercambio, pero ella confiaba en la palabra del francés y eso la mantenía contenta y tranquila. Ya ansiaba que llegara la noche para saber quien obsequiaría a quien.
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Todo parecía marchar en su contra, había quedado de asistir puntualmente a la reunión que Sora había organizado para que todos los miembros del escenario Kaleido compartieran momentos amenos para fortalecer su compañerismo y amistad. Volvió a mirar hacia el reloj de pared que estaba en su habitación, un cuarto para las nueve. Sora había sido clara cuando había dicho que debían ser puntuales y que la reunión comenzaría a las ocho y media, llevaba quince minutos de retraso, bajo su mirada derrotada, por más que quisiera las manecillas del reloj no se atrasarían marcando una hora antes de la verdadera. Soltó un suspiro cansado, clavando su vista en la mesita que se encontraba a un lado de su cama, ahí estaba un paquete forrado con papel rojo quemado, adornado con listones a lo largo de la caja formando una cruz y un mono dorado al centro.
Sus padres habían salido de viaje y dejado a su cargo el cuidado de sus hermanos, le había pedido a Kalos el día libre para poder estar con ellos, se suponía que su tía llegaría a tiempo para cuidar de ellos. Ella se había encargado de darles de cenar, de supervisar que todos tomaran un baño, les permitió ver un rato la televisión y por fin rendidos al cansancio terminaron adentrándose al mundo de los sueños.
Ya se encontraba lista e impaciente, volvió a echar un vistazo al reloj, las nueve; treinta minutos de retraso, imposible. Ella que amaba la perfección, que cuidaba ser puntual, llegar quince minutos antes de lo acordado o a la hora exacta marcada, pero, nunca un minuto tarde, siempre había una primera vez.
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La anfitriona se encontraba feliz, los chicos fueron llegando, cada uno con sus obsequios, se encontraban en el lugar, Ken quien le había ayudado junto con Rosseta, Mía , Ana y Sara a adornar el lugar. Este tenía globos de colores vivos, con formas de corazón, había fuente de chocolate, bocadillos. También estaban ahí el joven Yuri, la señorita Layla, Kalos, Marion, Katy y otros chicos parte del elenco de kaleido.
Sora andaba de un lugar a otro saludando a los chicos, obsequiándoles abrazos y sonrisas y a pesar de ello, buscaba con su mirada a uno de sus compañeros, su mirada se entristeció un poco, tal vez sólo le había dicho que iría para que Ella no le insistiera.
-¿Buscando a alguien? – se escuchó una voz varonil detrás de Sora. Esta captó toda su atención y giro rápidamente sobre sus talones.
-Estas aquí – sonrió, sus ojos se iluminaron – pensé… -
-Te lo prometí – Él le interrumpió, sabía cuales habían sido sus pensamientos.
-Gracias Leon – la chica sonrió y le abrazó - Me alegra que estés aquí -
León buscó con su mirada a May, recorrió el lugar y se dio cuenta que no estaba en el lugar. Bajo su mirada disimuladamente para que Sora no se diera cuenta y observó la caja decorada que llevaba en sus manos. Paso su vista al reloj que llevaba en su muñeca las nueve y media, después de todo Ella no iría a la reunión, lo supuso al ver la hora, May era una mujer puntual, comprometida, era extraño el no verla en el lugar. Pero, tal vez se encontraba en el tocador.
-Vamos Leon, siéntate – La joven lo guío hasta la mesa donde se encontraban Kalos, Yuri, la señorita Layla y Sara.
-Buenas noches Leon – le saludaron.
-Buenas noches – regreso el saludo y se sentó.
-Sora – llamaron a la japonesa – ¿Has visto a May? – Le preguntó una joven pelirroja.
-mmm… cierto. May no ha llegado – dijo Sora buscándola por todo el lugar – Sara, ¿May te dijo algo? – se dirigió interrogante a la voz angelical del escenario.
-No – dijo pensativa – ahora que lo mencionas, May no me dijo nada – dirigió su mirada hacia el castaño que se encontraba sentado a un lado de Ella – ¿Tú sabes algo, Kalos?- Preguntó la rubia.
Kalos negó con su cabeza – No sé nada – dijo el castaño observando su reloj – Ya son las nueve cuarenta y cinco, supongo que ya no vendrá, May siempre se ha caracterizado por ser puntual –
-No puedo creerlo – dijo Sora desanimada – ¿ahora que pasara con su obsequió?-
-Lo entregará mañana – dijo Layla – no te preocupes Sora – sonrió la joven para animar a su amiga.
-Pues seguro le paso algo muy importante para dejarnos plantados – mencionó Yuri – May es una chica muy responsable y comprometida, no creo que haya sido su intensión faltar a la reunión – hizo una pausa – menos cuando sabía que alguien esperaba un obsequio de su parte –
- Lo sé – dijo Sora un poco más animada.
-Lo siento Sora – dijo Rosseta sintiéndose culpable, si Ella no hubiese mencionado a May, su amiga Sora no estaría triste por la ausencia de la pelinegra – El joven Yuri tiene razón, Yo le he estado llamando y no ha respondido a mis llamadas – la joven se encogió de hombros.
-Esperemos que llegue en un rato más – dijo Yuri guiñando su ojo izquierdo para animar a Sora.
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-¡Dios mío! – Exclamó sintiéndose recostada en su cama – me quede dormida – soltó un discreto bostezo y estiró su cuerpo desperezándose. Observó el reloj las diez y cuarto de la noche – demasiado tarde – musitó tristemente, bajo su vista y se reencontró con el obsequio que debía recibir Leon – Felicidades May, Leon pensará lo peor de ti – se incorporó y caminó hacia el baño, mojó su cara para estar completamente despierta. Le llamó la atención que la pantalla de su móvil parpadeaba y asiéndolo se dio cuenta que tenía seis llamadas perdidas – Rosseta me estuvo llamando – salió de su habitación para saber si su tía por fin había llegado.
-Buenas noches linda - le saludó una linda mujer no mayor de 40 años – hasta que decidiste despertar, pensé que tenías una reunión – mencionó la pelinegra.
En ese momento quiso asesinar a su tía, tan fresca y como si nada le reprochaba el haberse quedado dormida y no haber podido asistir a su compromiso. Sin ánimos de comenzar una discusión, respiró con lentitud y contó hasta 100 – Tranquila May por algo suceden las cosas… por algo – se dijo así misma mentalmente, tratando de convencerse así misma de lo que ella se decía, no tenía caso que le reclamará a su tía, ya mañana se encargaría de reparar su falta de compromiso, sólo esperaba que Leon no mal interpretará las cosas.
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Transcurrió el tiempo de la manera más lenta posible, los minutos se le hicieron eternos, escuchaba las conversaciones aisladas y conjuntas de sus compañeros de escenario. La mayoría hablaba de lo emocionado que se encontraban con la nueva adaptación que se vendría para los ensayos de la siguiente semana, la nueva obra que se montaría aún era un enigma para la mayoría.
-Y ya saben, ¿Cual es la obra que se presentará la siguiente temporada? – preguntó una curiosa Layla, después de todo al haber sido Ella una de las estrellas principales del escenario Kaleido era difícil resistirse a ocultarle algo.
- Iba ser una sorpresa – Comentó Kalos, mirando de reojo a Mía se escritora y adaptadora estrella – Pero al no estar aquí la protagonista – se encogió de hombros – supongo que seguirá siendo sorpresa para Ella –
Las palabras del castaño lograron captar de inmediato unos cuantos pares de ojos curiosos.
-La siguiente temporada estaremos presentando "Mulan" – soltó Kalos – Y los protagonistas serán May y Leon – dijo haciendo una media sonrisa al sentirse observado por todos los presentes, incluso Leon le observaba interrogante.
– May al tener ascendencia China es la más indicada para darle vida a esta guerrera, a parte su personalidad le ayuda – dijo Mia complacida – Y el joven Leon es perfecto para el papel del comandante – sonrió satisfecha.
Todos asintieron, Sora les comentó que ya era hora de hacer el intercambio. Habían cenado y conversado un buen rato. El reloj marcaba las diez treinta, a pesar de que el día de mañana era domingo y el elenco de descansaba, necesitaban irse temprano a sus hogares, sobre todo las personas que no vivían en los dormitorios del escenario.
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Era demasiado tarde para ir a la reunión, seguramente ya habían cenado y hecho el intercambio de obsequios, recargo su cuerpo en la puerta de entrada de su habitación, soltó un suspiro cansado y pesadamente dirigió su vista hasta donde se encontraba el obsequio de Leon. Sonrió tristemente, parecía ser una muy buena oportunidad para perdonarle su desaire al no aceptarle como compañera y ¿por qué no? hacer las paces.
Caminó hacia el closet y saco una pijama de dos piezas, unos pantaloncillos pesqueros negros y una blusa de mangas tres cuartos del mismo color con un estampado de mariposas en diferentes tonalidades que iban desde el rosa más tenue al rojo más intenso. Se cambio y se dijo a si misma que mañana tendría la oportunidad de terminar con su pesadilla. Se recostó apagando la luz de la lámpara y se entregó a los brazos de Morfeo, después de todo su cuerpo necesitaba reparar las fuerzas perdidas por el día pasado con sus hermanos.
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-¿Están listos chicos? – Preguntó Sora entusiasmada – Espero que se hayan divertido – obsequió una sonrisa a todos sus amigos.
-Por ser la anfitriona creo que debes ser Tú quien empieces con esta dinámica – dijo Kalos posando su vista en Sora.
-Kalos tiene razón – secundó Layla – Esto fue tu idea –sonrió la rubia.
Sora asintió, sus amigos ya tenían preparados sus obsequios.
-A mi me toco obsequiarle a … - volteó hacia ambos lados, recorriendo los rostros de los presentes, paro su vista en la persona que se encontraba enfrente de ella – Al Jefe, Feliz día – camino hacia donde estaba el castaño y dándole un abrazo le entrego una caja forrada con papel de corazones – espero le guste –
-Tu turno Kalos – le dijo Sara que se encontraba sentada a un lado de Él.
- Feliz Día Rosseta – dijo Kalos entregando una bolsa de regalo a la pelirroja.
-Dale un abrazo Jefe – dijo Sora – No creo que Sara se enfade – le guiño un ojo.
Kalos poso en ella una mirada de pocos amigos, esa jovencita algunas veces no respetaba a sus mayores, sin más atención a su comentario, le dio un abrazo a la reina de los diábolos.
Así trascurrió la entrega de obsequios. Rosseta le dio obsequio a Mia, una pluma de colección para que siguiera escribiendo y adaptando muchas historias, Mia le entregó a Yuri una caja forrada de papel revista, que contenía un carro de colección por buena fuente supo que el apuesto rubio era amante de los autos, un detalle que pareció original a sus compañeros, digno de una escritora tan creativa como Ella. Yuri le entrego un lindo payaso envuelto en papel celofán a Anna, la gran maestra de la comedia, sin duda alguna un obsequio digno para la morena. Ella por su parte le dio a Ken una caja de chocolates, Ken le entrego un lindo álbum a Marion, Marion por su parte le entregó a la señorita Sara un bonito arreglo de rosas blancas, Sara complacida con su obsequió caminó hacia donde estaba Layla y le entrego una bonita cajita de terciopelo color roja, donde venía una bonita cadena delgada con un dije de corazón, la joven le agradeció el obsequio, en su cara se reflejaba lo satisfecha que estaba con su regalo. Layla le entregó una caja de cristal a Katy donde se veía por encima de cristal cortado un juego de aretes largos de perlas de río, un obsequio de muy buen gusto. Katy le dio un obsequio al papa de Marion, disculpándose por lo poco que lo conocía, le dijo que le obsequiaba unas cortesías para uno de los restaurantes más lujosos de la cuidad, así podría disfrutar de su regalo en compañía de alguna admiradora, esto último lo recalcó mirando a la joven adaptadora de origen holandés. El papa de Marion entrego su obsequio a Sora, un bonito oso de peluche café claro, y así otros de sus compañeros se estuvieron entregando sus obsequios.
Al darse cuenta de lo obvio, después de que la mayoría recibiera sus obsequios, no le fue difícil deducir que la vida le jugaba de una manera incompresible, sonrió casi imperceptible para sus compañeros de escenario, catalogándose como ingenuo al darse cuenta que May Wong había faltado a la reunión por la simple razón de que Él era la persona a quien debía darle un regalo de día de amistad y en la rareza de las circunstancias era Él quien debía darle obsequio a la pelinegra, su ex compañera.
Sin hacer mucho alboroto salió del lugar, no era necesario que se quedase a escuchar las palabras compasivas por el hecho de no haber recibido obsequio. Por otra parte, lo había decidido, iría a casa de May y de una vez por todas enfrentaría a la chica caprichosa que algunas veces podía ser. Él no tenía nada de qué avergonzarse, ni mucho menos era un cobarde, con esa idea caminó hacia la salida y se dirigió a la casa de quien ahora ocupaba completamente sus pensamientos.
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-¿Ocurre algo Sora? – preguntó su eterno enamorado mirándola con algo de desconfianza, todo había salido muy bien, podría aventurarse a decir que había superado las expectativas que todos tenían para la reunión, sin duda alguna estaban teniendo una convivencia muy agradable.
La chica negó con su cabeza – No es nada - vio como Leon se marchaba, había pensado en detenerlo, pero, después de todo ya no era secreto que quien debía darle un obsequio no era nadie menos que May, la joven que por razón injustificada no había podido asistir, y como cosa extraña del destino Él debía darle a ella un regalo, ironía de la vida, ellos dos obsequiándose como si fueran amigos de toda la vida, algunas veces la vida podía burlarse del destino de las personas menos pensadas. Siguió divirtiéndose con sus amigos, nadie se daría cuenta de la ausencia del dios de la muerte, así que no sería Ella quien hiciera la huída de Leon evidente.
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-Buenas noches – saludo cortésmente el trapecista a la linda mujer que se encontraba al otro lado de la puerta.
-Buenas noches – sonrió la mujer regresando amablemente el saludo -¿Puedo ayudarle en algo? –
El joven asintió – ¿Se encuentra May? – preguntó con seriedad.
-¿Quien la busca? – preguntó mirándole muy insistente.
Leon se sintió incomodo con la forma en que la mujer le miraba, pero, no hizo ninguna expresión de incomodidad, su rostro seguía serio – Leon, un compañero del escenario Kaleido –
La mujer sonrió – pasa por favor – le hizo un gesto para indicarle que pasara – No es común que un apuesto joven venga a buscar a mi sobrina – señalando el reloj – ni mucho menos a esta hora – la mujer le miró curiosa, no había dejado de observarlo de una manera muy detallada – Toma asiento, iré a buscarla –
Leon se sentó en el sofá individual, sostenía en sus manos la caja de regalo, tal vez por ese pequeño detalle, fue que la tía de May no dejaba de observarle tan inquisitivamente, como Ella lo había mencionado no era normal que un joven fuese a esa hora, el reloj de pared que se encontraba en la sala marcaba las once con veinte minutos, nada propio de un caballero, se encogió de hombros, la situación lo ameritaba, mientras más rápido le entregase su obsequio a May, más posibilidades para que ellos pudiesen darse una oportunidad de conocerse, sin mascaras, sin barreras, sin caretas.
Después de unos cinco minutos la mujer regreso, se encontraba sola, seguramente May se había negado a recibirle, espero a escuchar la excusa que la joven había enviado a decir con su tía.
-Lo siento – se disculpó la mujer – Mi sobrina se quedo dormida – camino para quedar frente a Él – la verdad es que sus padres salieron de viaje y tuvo que cuidar a sus hermanos- sonrió – seguro acabaron con toda la energía de May, de hecho tenía una reunión y no fue – finalizó la pelinegra.
- No deseaba dar molestias – dijo Leon poniéndose de pie – le agradezco su amabilidad –
- De nada, ¿Gustas que le dé un recado de tu parte? – preguntó cortésmente.
- Sólo entréguele esto – dijo Leon señalando el obsequio que tenía en sus manos – no es necesario que le diga nada –
La mujer asintió acompañándole hasta la salida – Que tengas buenas noches –
Leon hizo una avenía con su cabeza – Igualmente, gracias –
Metió las manos a los bolsillos de su pantalón y siguió su camino a paso lento, la noche estaba más silenciosa y oscura de lo normal. La luna y las estrellas se encontraban ocultas tras las nubes que cobijaban el cielo.
-Tal vez mañana tendremos la oportunidad… - Musitó sintiendo al viento acariciar su rostro – Tal vez en otro momento haya una oportunidad para los dos – caminó por el sendero apenas iluminado por los faroles de las calles.
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Continuará….
Notas de la autora: Hola a tods. Ya estoy de regreso con otro fic de mi pareja favorita, espero sea de su agrado. Se suponía debía subirlo para finales del año pasado, pero por problemas técnicos, a penas se pudo (2 meses después, jeje). Este fic sólo tendrá dos partes y un epílogo, así que ya para la próxima semana tendrán la segunda parte en red, ya está casi lista, así que no se desesperen.
Para las personas que esperan la actualización de mi fic "La promesa", les comento que ya casi está listo el cap5., así que para el sábado lo tendrán en red. Muchas gracias por su apoyo.
Nos leemos pronto.
Al Shinomori.(alias Rinko Inukai)
