Se lo había planteado por mucho tiempo, y ya era hora de tomar una decisión antes de su cumpleaños número 40.

Vestida de negro, siendo algo completamente inusual en ella, con un velo negro cubriéndola y disimulando la hermosa estructura ósea de su rostro, entre sus manos tenía unas freesias blancas, sus favoritas.

Caminando en el frío pasillo, tan parecido donde residía, se puso a meditar que nunca había tenido tiempo de profesar alguna fé ni lo había necesitado, gracias a que su bisabuelo siempre le había recordaba con puño de hierro, que los errores y las decisiones sólo dependían de uno mismo, que el no afrontarlas era un acto de debilidad y que a Dios no sé le podía culpar de todo.

La arquitectura gótica, las enormes columnas sujetando el techo y el imponente altar la hicieron sentirse pequeña. Ella no sabía exactamente qué hacer, sólo necesitaba poder hablar y reflexionar un poco. Miró a los alrededores viendo como los otros fieles se comportaban, lo más sensato sería arrodillarse o al menos sentarse, siguiendo el ejemplo y descubriéndose un poco el rostro miró fijamente al altar como esperando que hubiera una respuesta.

-No sé si hice bien venir aquí, ya que nunca he venido a la casa de Dios, y en estos momentos estoy contemplando decisiones que la religión prohíbe -mirando en el piso mientras dejaba el ramo en la banca. -No sé que hubieran pensando mis padres, tal vez lo hubieran desaprobado rotundamente, por eso vine aquí a pedirles perdón y a despedirme, no pido que me entiendan, sólo pediría que no me odien y que acepten esta ofrenda simbólica.

Suspirando y sintiendo el frío del recinto, clavó su mirada en el reclinatorio-39 años siendo humana, siendo mortal. No dejo de serlo no porque no me sienta orgullosa o porque me de miedo envejecer, ya lo he reflexionado bien y mi único interés radica en estar con ellos. Si vieran dentro de mi corazón lo podrían ver fácilmente.

-Hija, la veo muy consternada ¿Hay algo que pueda hacer por usted?

Ericka asustada por tal interrupción, dirigió su mirada hacia donde se encontraba aquella voz. Era un sacerdote de mediana edad con una toga larga hasta el piso. El debía haberla contemplado por varios minutos. Ella se levantó y le ofreció una amable sonrisa.

-Sólo hablaba -sin querer involucrar a Dios en la oración.

-Es bueno hablar con Dios. Veo en su mirada consternación.

-Podría decirse que estoy reflexiva. -Ella sentía que ese hombre trataba de ver a través de ella y esa sensación no le gustaba.

-Nunca la he visto aquí y su acento suena del norte. ¿Usted desea confesarse?

-No sé si me serviría -tomando el ramo de freesias - No busco ser grosera, disculpe. Solo quería un momento antes de…

-¡Ericka! - gritaba una voz conocida.

Al voltear vio a Johnny que corría hacia ella jovialmente, mientras los fieles se les quedaban viendo con cierta indignación ante aquella falta de respeto. El sacerdote también se les quedo viendo con curiosidad mientras Ericka hacia un ademán para despedirse.

-Antes de irnos Johnny, déjame dejar esto -señalando las flores y acercándose hacia una virgen llena de veladoras.

-¿Estás segura de hacerlo? ¿De convertirte? - con un mirada llena de intranquilidad, mientras tenía las manos en los bolsillos.

-No hablemos de esto aquí, pueden oírnos -mirando a todos lados como si alguien supiera sus intenciones.

-No puedo con la impaciencia, como les vamos a decir.

Johnny estaba intrigado por el comportamiento de Ericka, desde hace unas semanas ella se había mantenido recelosa y el día de ayer le había pedido que la acompañara a la iglesia mientras Mavis y Drac dormían.

-¿Al menos me podrías decir que está pasando contigo?

-Johnny estas muy serio, no te queda -saliendo de la iglesia y poniéndose unos lentes de sol, estaba tan desacostumbrada a salir de día, que la luz del sol le incomodaba.

Ambos caminaron por las calles empedradas mientras Johnny tomaba unas fotos con el celular.

-Es raro, ya no recordaba lo que era salir de día -comentaba el pelirrojo cabizbajo -Y tampoco sin decirle nada a Mavis.

-Acostumbrate, porque ya después no podremos salir ni aunque quisiéramos -decía mientras entraba en un bar de estilo antiguo.

El lugar era como una cabaña, acogedora y con mesas y sillas desiguales, tenían un ambiente tranquilo y por la hora todavía no estaban tan abarrotada de turistas. Les concedieron una mesa en una esquina y se dispusieron a ordenar.

-Por favor un blanc casis -decía cordialmente mientras dejaba las cosas sobre la mesa -Ojalá Drac no huela mi aliento alcoholico -viéndolo con complicidad.

-Una cerveza, por favor – decía Johnny mientras esperaba que el mesero se retirara.

-Yo sé que tienes muchas preguntas, hoy te pedí que me acompañarás porque después de un tiempo no podremos entrar a una iglesia.

-Eso lo sé, ¿pero porque venir precisamente aquí? Mavis no deja de preguntar que nos pasa y Drac sabe que le ocultas algo.

-Como bien sabes, yo crecí huérfana y nadie encontró los cuerpos de mis padres, quería al menos poder dejarles unas flores en algún lugar, antes de que me convirtiera en algo que sé que no aprobarían. Ese es el fin del misterio. No podía decirle a Drac que me acompañara y tampoco estaba segura de querer venir, sólo quería ir a ver si tal ves ahí podía despejar un poco mi mente.

-¿Y lo lograste? Yo no he podido dormir bien -ponía su mano en su despeinado cabello.

El mesero los interrumpió y les dejo las bebidas.

Ericka contemplaba la luz que provenía de la copa con detenimiento. -Tal vez no lo logre, no es como una cura mágica pero al menos siento que cumplí una clase de deber para con mis padres. Mañana es el día.

-Ellos no lo van a aceptar, yo ya he tocado el tema con Mavis en un par de ocasiones y ella dice que me acepta por quien soy, que no se quiere arriesgar a que algo salga mal. Hay una posibilidad de que muramos en el transcurso. Si ella se pone así no me imagino él -poniendo sus manos en la cara con ojos de consternación.

-Sólo tocamos el tema una vez y me dijo que no estaba entre sus planes, que por favor no le hablara del tema. Esa noche el no durmió conmigo y me evitó en todo el día, era como si temiera que al verme me podría convertir. Piensa que es como corromperme el alma.